6 de septiembre de 2011

Bárbara, una voz contra la impunidad en Veracruz

Veterinaria de profesión, Bárbara lleva más de dos meses buscando a su hija. EL UNIVERSAL
Lucha por la justicia

La señora Ibarra asegura que no dejará de buscar a su hija de 17 años, quien desapareció en junio pasado
 
XALAPA, VERACRUZ (05/SEP/2011).- Hace algunas semanas la vida de la médico veterinaria Bárbara Ibarra parecía “normal”, pero en junio pasado cambió para siempre. Su hija desapareció y desde ese momento inició una tenaz e infatigable búsqueda, a tal grado que ha motivado a otros padres de familia en similares circunstancias a alzar la voz ante el burocratismo y el desdén de las autoridades, así como contra el miedo que suele imponer la delincuencia.

Nada la detendrá. Ni el miedo, ni la guerra entre narcotraficantes, ni el burocratismo oficial... Nada. El hallar y el amor por su hija le hizo enfrentarse a un laberinto que, pareciera, sin salida. Ahí permanece ella, estoica, resistiendo los embates vengan de donde vengan. “Es bien difícil, pero no te puedes quedar callado, no puedes…”, dice con firmeza la señora Bárbara Ibarra, quien en tan sólo dos meses se convirtió en la voz y rostro de decenas de padres de familia que, por miedo, guardan silencio sobre la ausencia de sus seres queridos.
 
En medio de una guerra sin cuartel entre narcotraficantes por el territorio veracruzano, doña Bárbara decidió superar los miedos y emprendió una intensa campaña para recuperar a su hija Gabriela Arlene, desaparecida desde el pasado 13 de junio.
 
Menudita y de voz pausada, la empleada de la Secretaría de Salud y Asistencia del Gobierno estatal decidió seguir adelante en busca de su hija a pesar que sus siete hermanos le pidieron detenerse.

La imagen alegre de la adolescente inunda la ciudad. No es ninguna campaña comercial, pero su sonrisa tímida protagoniza los pósters, espectaculares y los medallones de algunos automóviles que se han unido a la causa. De alguna manera su rostro es la cara de la nueva realidad de la capital veracruzana: a sus 17 años desapareció de su casa sin dejar rastro.
 
Las paredes de los edificios públicos, en el último año, se han convertido en testigos del silencioso fenómeno: adolescentes y jóvenes que repentinamente son reportados como extraviados por sus familiares.
 
Campaña en la Entidad
 
Esta situación, como en muchas partes del territorio nacional, ha dado paso al surgimiento de un liderazgo obligado, de los activistas del dolor, que en México tienen como sus principales exponentes a Isabel Miranda de Wallace (su hijo fue secuestrado y ejecutado) y Javier Sicilia (su hijo también fue asesinado).
 
Pocas ganas le quedan de ir a trabajar, pero aun así cumple con su labor en el sector salud. Como veterinaria tiene la encomienda de viajar por varias partes del Estado para capacitar al personal de los llamados centros antirrábicos.
 
Paradojas. No busca los reflectores, es más cualquier pregunta personal, la respuesta siembre va concatenada con las aficiones y gustos de su hija. Sus intereses por la lectura y la música quedaron en segundo término y el tema lo aborda con desdén.
 
Eso sí, conoce que su hija leía todas las obras de Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes, así como historias de Oscar Wilde, José Saramago, Stephen King y Antonio Orlando Rodríguez. Y que su pequeña estaba a punto de ir al concierto de Zoé.
 
Búsqueda incansable
 
La mañana del lunes 13 de junio, la vida de Bárbara cambió radicalmente. A las 07:30 horas vio por última vez en su vivienda a su hija Gabriela Arlene, de 17 años de edad, y desde ese momento no se ha detenido un solo minuto para encontrarla.
 
Tiene una familia que la respalda. Sus hermanos y, sobre todo, su mamá están con ella en su lucha y cada vez recibe a personas que se encuentran a su lado, al igual que la imagen de Gabriela Arlene.
 
Es firme en su decisión. Ella está en segundo término y sus palabras lo dicen claramente: “pero saldrá la foto de mi hija, ¿verdad?”, cuestiona como una condicionante tácita para otorgar la entrevista.
 
“Esto lo hablamos en un principio: parabas por miedo, porque no sabes a qué te enfrentas, pero no podemos parar, no puedes parar, porque es parte de tu vida, de tu sangre”.

Con la ayuda de la sociedad civil tapizó con espectaculares y fotografías del rostro de su niña; carreteras, calles, avenidas, paradores de autobuses, parabrisas de automóviles y las redes sociales. Ofreció conferencias de prensa, se reunió con autoridades estatales y con un sinfín de personas.

“Hay gente que no conozco y me llaman para decirme que están haciendo oración por ella, eso te fortalece, te mueve el corazón de tal manera que tú no sabes cómo contestarles, porque se te hace un nudo en la garganta. No tengo idea de cuánta gente está detrás de mí, de cuántas personas apoyan... pero vamos a seguir buscando”.
 
No existe indicio alguno —que ella conozca— que su hija haya escapado con algún hombre, que fuera secuestrada, que los narcotraficantes la raptaran o que se haya ido por su propio pie a “sicariar”, como cada vez es más frecuente entre los jóvenes. “Somos”, dice con una franqueza monumental, “gente común y corriente”.
 
“No volver a ver a Gaby...”

Su rostro se ve cansado, sus ojos con frecuencia se llenan de lágrimas y todo su ser se siente triste, pero su ánimo es inquebrantable: “vamos a seguir buscando a Gaby, las puertas que sean necesarias que tenga que tocar las vamos a tocar. Una se tiene que abrir”.

Siempre cuenta una anécdota de su segundo hijo, el cual le da más ánimos: un día le preguntó que qué era lo más que le angustiaba y ella, obvio, le contestó no volver a ver a Gaby.
 
“Mi hijo, con una sonrisa, me dijo que no estaba preocupado, porque sabía que encontraríamos a su hermanita”, rememora, mientras frota sus manos una y otra vez, como queriendo encontrar consuelo, ese que nunca llega al alma.
 
Obstáculos los ha tenido y muchos. Los principales del lado oficial. A estas alturas de su lucha se pregunta el por qué la principal conjetura sobre los casos de desaparecidos de autoridades de todos los estados y federales es que están vinculados al crimen organizado.

“Es incomodo, después ver que algún joven desaparece, que te digan que es porque tiene nexos con el narcotráfico. Esto no es sólo a nivel estatal, a nivel nacional son las mismas justificaciones”.

Ella misma se responde. Las autoridades carecen de la capacidad para buscar a los desaparecidos y tratan de justificarse encasillando todos los casos al narcotráfico. Por eso, afirma, es necesaria la participación de la sociedad civil.

Su familia le pide parar, pero como chiquilla no lo hace e incluso se le escapa a sus hermanos y a su madre para unirse a las marchas de Javier Sicilia y ahora emprenderá una nueva campaña para obligar al Gobierno veracruzano a incluir en la televisora oficial un segmento con rostros y señas de todos los desaparecidos.
 
FRASES

''No puedes hacer una vida normal. No tienes idea de lo que pasa uno, claro, la vida continúa y tienes que seguir adelante, pero la situación no es igual''

Bárbara Ibarra, activista y madre de la desaparecida Gabriela.
 
''Te están quitando parte de tu vida; entonces uno no puede quedarse así, hay que buscarla y la vamos a encontrar y no nos vamos a detener''

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