13 de enero de 2012

Preocupante realidad

José Manuel Zevallos Paniagua - viernes, enero 13, 2012
Nuestras actuales condiciones de vida obedecen, sin duda, a una lógica perversa, y absurda. Vivimos ahora, por una parte, al borde de la ingobernabilidad y por la otra en los límites apenas de lo ciudadanamente tolerable. Nuestra “vida institucional” se desarrolla entre retenes y balazos y en medio de verdaderos estados de excepción no declarados. Buena parte de “los poderes legítimos del Estado” han sido sustituidos paulatinamente por poderes “de facto”, incluso El Presidente de la República opera frecuentemente al margen de la ley y con igual frecuencia, “las Instituciones” vienen siendo sustituidas en su operación, por “acuerdos realistas” que toman, regularmente al margen del orden constitucional, quienes ejercen el poder. Así: el Ejército y la Marina desempeñan regularmente labores policiacas y de inteligencia; los gobernadores manejan simultáneamente y sin discreción alguna, los tres poderes de sus entidades, mientras se comportan en “sus estados” como auténticos feudales de horca y cuchillo; los partidos políticos ya han sustituido las elecciones internas con acuerdos, encuestas, “dedazos” y otros procedimientos semejantes, poco democráticos; quienes ejercen el gasto público en los tres ámbitos de gobierno, han cancelado en la práctica, la rendición de cuentas que le deben al pueblo y controlan a su conveniencia los procesos de licitación de obras o de adquisiciones, con los que alguna vez se pretendió evitar la corrupción y el saqueo de las arcas nacionales.

Lo anterior es preocupante porque se trata de hechos reales, de graves errores y desviaciones de nuestro sistema político que nos lastiman al impedir nuestra convivencia pacífica y apartarnos radicalmente de nuestras metas históricas, además de ignorar burdamente la protesta social. A estos hechos se suman además, otros problemas nacionales igualmente delicados, cuyo conjunto termina formando un torrente avasallador que amenaza a la existencia misma de nuestra sociedad.
 
Así por ejemplo, la economía ha empeorado mes con mes, los últimos 11 años. En comparación con los demás países del Mundo, estamos entre los más inseguros y violentos y entre los más atrasados en justicia social, educación, organización social y atención a la población marginada. Nuestros salarios reales están entre los más bajos del planeta y como consecuencia de ello tenemos un mercado interno deprimido. Pese a las promesas de Calderón, la desocupación aumenta a ojos vista; la inflación está fuera de control y la economía se encuentra estancada. Buena parte de las empresas nacionales están al borde de la quiebra y la población, especialmente los más pobres, padecen, en condiciones lastimosas, las consecuencias de esta crisis sin fin.

Si la economía es un fracaso, no están mejor otros ramos de la administración pública como la Educación, la Justicia y la Política, gravemente afectados por la corrupción y la ambición desproporcionadas que campean en el sector público donde lo destruyen todo. De la seguridad pública y de la guerra contra el narcotráfico, ¿para que hablar?
 
Lamentablemente, el gobierno actual no ha tenido otra respuesta para esta triste realidad que negar los hechos. Para Calderón ¡todo está bien! El país está en calma; la economía y el peso mexicano marchan y ¡están entre los más sólidos del mundo!; se han creado millones de nuevas fuentes de trabajo; se va ganando la guerra contra “el narco”, etcétera.
 
Todos estos comentarios, repetidos diariamente y hasta el cansancio en miles de columnas de los diarios nacionales, no hacen sino evidenciar el tamaño de la crisis general que nos agobia, el desconcierto de nuestros gobernantes y la urgente necesidad que tenemos de evitar un colapso total.
 
Actualmente en este país están desprotegidos los niños, los estudiantes, los ancianos, los campesinos y los trabajadores, que forman juntos, el sector de los más débiles, pero también lo están, los comerciantes e industriales pequeños y medianos, los profesionistas, los burócratas y, ¡el colmo!, hasta los grandes capitalistas que no han podido escapar a los efectos de una crisis económica provocada o por lo menos acentuada con la impericia, imprevisión, descuido o ignorancia de nuestros gobernantes.
 
Tampoco están contentos con la situación imperante, miles de profesionistas sin trabajo, los estudiantes que no encuentran cupo en los centros de estudios superiores, los jubilados que viven bajo la amenaza de ver birlados los fondos que garantizan la tranquilidad de sus últimos días y la supervivencia de sus familias, precisamente por los mismos funcionarios que deberían garantizarlos, etcétera. Están igualmente descontentos: Los maestros que perciben sueldos de hambre y viven bajo el control de un sindicato enemigo y represor que jamás defiende sus intereses gremiales. Y lo mismo puede decirse de los petroleros, de los electricistas, de los mineros, ferrocarrileros etcétera, víctimas de la falta de democracia sindical.
 
Nadie o casi nadie parece estar contento entonces con la situación actual, fundamentalmente porque nuestros intereses personales y nuestras esperanzas no parecen coincidir con los de esa alta burocracia que se ha apoderado del país, lo maneja como cosa propia y ha usurpado los puestos de la mayoría de los partidos políticos, convertidos ahora en esqueletos sin alma, mientras a la mayoría del pueblo no le queda más que engrosar los grupos de “los indignados”.

Es evidente que el país debe ser repensado nuevamente por sus ciudadanos, recuperar la brújula, refundarse, es decir, volver a sus metas y valores históricos: Una sociedad más justa y democrática que brinde oportunidades para todos en condiciones de igualdad y libertad y gobernada desde abajo, para cumplir con las aspiraciones generales de todos. ¡La oportunidad electoral está a la vista!, pero todos habremos de hacer valer nuestros votos. Es nuestra arma posible y la manera civilizada de lograrlo.

http://www.jornadaveracruz.com.mx/Noticia.aspx?ID=120113_123709_104&seccion=7

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