27 de enero de 2012

¿VAMOS GANANDO?

Filiberto Vargas Rodriguez

Lo bueno es que están aquí. Si no, ¡cómo estarían las cosas!

La Secretaría de Marina (Semar) dio a conocer que en los cuatro meses que lleva de vigencia la operación “Veracruz Seguro” se han reportado (no registrado, esto es, pudo haber más) 445 homicidios o “ejecuciones”, vinculados con la delincuencia organizada, o en enfrentamientos con fuerzas armadas.

¿Le parecen pocos?

Significan casi cuatro muertes de este tipo por día.

Según el vicealmirante José Luis Vergara Ibarra, vocero de la Semar, desde octubre -cuando se puso en marcha dicha operación- la Marina ha contabilizado, con base en denuncias ante el Ministerio Público, 445 homicidios y al menos 30 casos de secuestros (uno cada cuatro días).

El representante de la Armada de México destacó que hasta diciembre las ejecuciones vinculadas a la delincuencia organizada, eran 396, y en lo que va del mes de enero “sólo 13”.

¿Deberíamos estar tranquilos?

¡Claro que no!

De todos es sabido que en la contabilidad de delitos siempre hay una “cifra negra”, esto es, los delitos que se cometen pero que no son denunciados. En estas cifras no se cuentan las decenas (quizá centenas) de desaparecidos, jóvenes que de la noche a la mañana se esfumaron y de los que su familia nada sabe. Temen lo peor, pero no descansarán hasta conocer el paradero de sus familiares.

La Secretaría de Marina presentó este martes un “corte de caja”, respecto a los resultados que han conseguido en su combate contra el crimen organizado en Veracruz.

La mayoría de los delincuentes caídos en enfrentamientos con las fuerzas armadas fueron ubicados como integrantes del cártel de Los Zetas y en menor medida del Cártel de Jalisco Nueva Generación o “Matazetas”.

Las denuncias por extorsión registradas de octubre a diciembre en la entidad sumaron 2 mil 509, pero en lo que va de enero “sólo” se reportan cien.

¿Ya no extorsionan, o ya no denuncian?

La Marina Armada de México asegura que la incidencia delictiva de alto impacto se redujo hasta en un 62% en la entidad a partir de la aplicación del programa “Veracruz Seguro” y aunque no lo hubiera mencionado, lo cierto es que la sociedad lo ha palpado.

En la zona conurbada Veracruz – Boca del Río renació la vida nocturna, los hoteles han ido recuperando paulatinamente su ocupación y las expresiones de violencia son cada vez más esporádicas.

A cambio, los “jarochos” se han tenido que acostumbrar a convivir con los elementos de la Marina, montados en las patrullas de la extinta Policía Intermunicipal y ahora hasta en las de Tránsito.

Escenas que sólo se veían en áreas invadidas y controladas por fuerzas invasoras (Rusia en Afganistán, o Estados Unidos en Irak) ahora son parte de nuestro paisaje cotidiano.

¿Algún día recuperaremos la paz que vivíamos hace un lustro?

Difícilmente. Eso, como el cambio climático, llegó para quedarse.

No debemos olvidar que las fuerzas armadas del país no están trabajando para abatir el narcotráfico (que tantas divisas le genera a México) sino para reducir la violencia vinculada con esos grupos delictivos.

No pretenden que ya no se trafique con la droga, sino que se acabe con esa guerra de territorios y sus consecuentes daños colaterales.

En esas tareas, los resultados son muy positivos, pero…

¿Con eso debemos conformarnos?

¿Debemos aceptar, como inevitable, que se siga vendiendo droga en las escuelas?

¿Alguna autoridad, estatal o federal, puede presumir que acabó con el tráfico de droga en las cárceles?

Haga usted, querido lector, un sencillo ejercicio.

Pregunte a la gente que le rodea, sus vecinos, sus compañeros de trabajo o de la escuela, si saben cómo conseguir droga, o si saben de alguien que la consume y, por lo tanto, sabe cómo conseguirla. Se sorprenderá del resultado. La gran mayoría de los mexicanos hemos aprendido a convivir con este veneno.

Esa es la prueba más clara de que la guerra no es contra el tráfico, sino contra la violencia, pues es la que impacta en las urnas electorales.

Comentarios al correo fivargasr@hotmail.com
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