11 de octubre de 2012

Corrupción, reformas y crimen

ESTE IDIOTA HIZO CREER A LOS MEXICANOS QUE SERIA EL PRESIDENTE DEL EMPLEO...

LEOPOLDO GAVITO NANSON - MARTES, OCTUBRE 02, 2012
Al inicio del infausto gobierno que termina y a todo lo largo de la hecatombe en la que el señor Calderón sumió al país, si se tomaba distancia para ver el panorama general, no era difícil prever que pese al dramatismo de los acontecimientos (guerra, espectáculos macabros, asesinato de estudiantes en fiestas, cabezas amputadas rodantes aquí y allá) las cosas todavía podían empeorar. No se habían cumplido dos años de gobierno bastardo para que las decisiones de Felipe Calderón y su pantagruélico secretario de Hacienda probaran sobradamente los motivos del pesimismo. Ante la crisis financiera de 2008 el gobierno federal optó por las peores formas de lidiar con el problema, tres premios Nobel de Economía lo señalaron en su tiempo, entre ellos Joseph Stigliz. Calderón optó por medidas recesivas y monetaristas, ante la presión para que instrumentara acciones anticíclicas pergeñó la idea, insuflada por cerebros menos doctrinarios que el suyo, de una nueva refinería –luego de 40 años de hacer ninguna y de importar la mayor parte de los refinados para consumo nacional– que a su vez tardó casi dos años para decidir el terreno donde habría de construirse. A la fecha la refinería no ha pasado de ser un buen deseo y vaga promesa.
El que con cinismo se promovió como candidato del empleo probó sobradamente ser el principal enemigo del trabajo asalariado, de los derechos laborales y del bienestar de los trabajadores. Su vocación y pasión ideológicas son profundamente antisindicales. Lo hizo a lo largo de sus seis años de delirio dantesco y de golpeteo al trabajo. Remata ahora con una iniciativa de ley laboral, aprobada con modificaciones pero que pasa la factura a los trabajadores asalariados y deja impoluta la corrupción sindical. No poca cosa. Lo hecho por la servidumbre de la oligocracia, la clase política mexicana, es una traición a los intereses de la gran mayoría de los gobernados. Ejemplo grotesco representativo de ello es el voto del Adolfo Uribe (PT) que el viernes de la semana pasada votara junto con el PRI y el PVEM a favor de la reforma laboral y en contra de la transparencia de la vida sindical.
El sexenio de Felipe Calderón habrá de ser analizado con detalle luego de que en él se dieron retrocesos sustantivos que colocan al interés de los gobernados en condiciones de casi indefensión.
La base que hace posibles aberraciones como la reforma laboral -y la energética que seguramente se habrá pronto también de aprobar– es la corrupción. La crisis financiera de hace cuatro años (2008), la peor crisis financiera global, fue causa por un mecanismo creado por Estados Unidos para favorecer la entrada de capitales especulativos procedentes de cualquier rincón del mundo. Un auténtico nudo de omisiones, abusos, fraudes y engaños globales agrupados en el concepto corrupción que aún no terminan de clarificar sus alcances, pero cuya dimensión que tiene al sistema monetario europeo al borde del colapso. El sistema financiero mundial completo está desde hace cuatro años en un equilibrio extraordinariamente precario resultado de omisiones, abusos, fraudes y engaños de proporciones oceánicas y mundiales. Enfilados hacia el final del cuarto año del inicio de la crisis aún no alcanzamos a aquilatar y menos sufrir las consecuencias de un fenómeno de corrupción compleja que cimbró al sistema financiero internacional. Doscientos cincuenta y dos casos de corrupciones mayúsculas documentados por la Universidad de Chile sólo en cinco países: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México y Perú.
La semana pasada, el señor Calderón Hinojosa estuvo en la ONU. Amparado muy probablemente en ese cinismo singular que utiliza el “arrepentimiento sincero” como método para lavar culpas, pidió -con dedo flamígero en ristre– que las naciones de la ONU revisen los alcances de la actual política prohibicionista para lidiar con el tema de las drogas. Después de ochenta mil muertos, miles de desaparecidos y desarraigados y centenas de millones de dólares producto de su guerra. A dos meses de que termine su escamoteado mandato, Felipe Calderón aún es incapaz de notar la diferencia ente los “grupos de la delincuencia organizada” que son las bandas criminales y sus pistoleros, y las verdaderas empresas criminales. Los casos HSBC y ahora Televisa apuntan en esa dirección. Lo mismo sucede con la minería y el boom de concesiones para minería metálica a cielo abierto; esquema que evoca algo similar a lo que sucede en Colombia hoy día en donde los casos de corrupción parecen generalizarse, los controles tradicionales se diluyen disfuncionales y la capacidad de la sociedad civil es apenas potencial.
Hacia al final de este gobierno, ECP propondrá algunas aproximaciones al análisis de esos asuntos.
*Es Cosa Pública...

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