24 de agosto de 2013

LA CALLE: EL ESPACIO NATURAL DE LA CRISIS SOCIAL EN MÉXICO



Eduardo de la Torre Jaramillo
“Las sociedades hispanas repartidas en el vasto mapa cultural, no sólo ha encontrado en el tribalismo la metáfora de su contemporaneidad, sino que han podido describir por medio de ésta dinámica arcaica del tribalismo, es decir su dimensión fundamental y primera”  Michel Mafessoli

Los mexicanos podemos aguantar cualquier crisis política, por lo que puedo citarlos siguientes años: 1968 (movimiento estudiantil, quizá el único movimiento que aspiraba a ser moderno en aquel contexto histórico), 1971 (halconazo), 1976 (elección presidencial sin candidatos de la oposición), 1988 (fraude electoral), 1994 (irrupción del EZLN, asesinatos de Luis Donaldo Colosio y José Francisco Ruiz Massieu), 2006 (polarización política); hoy con el regreso del PRI (los que sabían gobernar y banalmente afirman “a qué sabe el triunfo”) están provocando una crisis de gobernabilidad dada por su ausencia de estrategia para aplicar las reformas en materia: educativa, energética y el intento de regresión en materia de transparencia; en la cual no basta su propaganda en televisión para convencer.

En primer lugar para modernizar a un país se necesita un mínimo de 40 o 50 años, tal y como sucedió en Europa, además de un proyecto de nación, un equipo altamente cualificado, conocer al país, incluir a la sociedad e insertarse al sistema-mundo; y esto no lo veo hoy y a diferencia de la época de Carlos Salinas, quien tuvo al mejor gabinete de la historia de este país, a pesar de todas las críticas que le podamos hacer; por ejemplo que impulsó una incipiente modernización sin sociedad. A diferencia del momento actual,  en el intento de implementar el Pacto por México, donde están todas las posibles reformas, las cuales dicho sea de paso no se pueden implementar con dinosaurios, bebesaurios regionales, conversas de izquierda, y lo peor sin consultar a la población que sea mayor de edad.

Es pertinente comentar que no es lo mismo que el Congreso de la Unión no sesione en su recinto por una crisis política como la de 2006 a la que estamos observando en 2013 por motivos sociales, como lo es el tema educativo, donde los maestros de la Coordinadora Nacional de Educación y sus miembros de los estados de Guerrero y Oaxaca muestran esa movilización para evitar la reforma educativa, la cual hasta el día de ayer no se discutió la iniciativa de la Ley de Servicio Profesional Docente. Aquel grupo es parte de la “pedacería social” que se irá manifestando públicamente, como seguramente se empatará en los próximos días con el tema energético.

Por otra parte, hay que decir que la sociedad mexicana ya no se moviliza para defender un resultado electoral, esto porque para aquella “todos los partidos son iguales”, además de que les molesta los excesos de su corrupción que han evidenciado aalgunos de los políticos que militan en la oposición; parte de estos hechos han provocado que ahora los que están en edad de votar digan esa patética frase “para que voto, si va a ganar el PRI”, es una frase que cada día la escuchó con más frecuencia y que nos regresa políticamente a antes de 1988, éste año fue emblemático porque el voto se convirtió en un valor político per se, hoy aquella expresión anuncia que los mexicanos no pudimos y no quisimos acceder a la modernidad, somos una “sociedad derrotada”, éste concepto lo usé hace dos días en una mesa temática en el puerto de Veracruz para abordar la elección de este año en Veracruz.

Retomando la expresión anterior sobre la “sociedad derrotada”, al estar hurgando sobre este tema, me topé con un magnífico libro de Sergio Zermeño que lleva por título “la sociedad derrotada”, por cierto que vio la luz en 1996, el cual considero que hay que releerlo y por supuesto citarlo para entender nuestra condición actual, su estudio abarcó el periodo de 1982 a 1996; aquel investigador observó a un país “roto” y que la situación social era el “desorden mexicano del fin de siglo”, que por supuesto heredamos en el siglo XXI; y que la apatía y el desánimo eran “actos destructivos y no constructivos de institucionalidad”, es algo que presenciamos en las elecciones en 14 entidades federativas, donde el fenómeno más evidente fue la abstención (excepto Veracruz, cuyo exdirigente afirmó que había votado el 60%; ¡vaya viaje!), por eso el autor proponía: “evaluar con todo cuidado las verdaderas potencialidades de la sociedad civil”.

Finalmente, México al fracasar su proyecto de modernidad accede al “tiempo de las tribus”, fenómeno que vemos en los partidos políticos, en los ya establecidos como el PRD, PAN y PRI; y los que se están formando, como Morena; ahora los maestros, y seguramente con otros trabajadores, o los microgrupos que se desdoblarán de la plaza pública hacia las calles defendiendo sus tradiciones y/o privilegios (heredar las plazas como factor no meritocrático o la defensa de los jeques petroleros, perdón los líderes sindicales donde argumentan con las falacias de que “el petróleo es de los mexicanos”), espacio donde se definirá el freno o la reducción de las reformas; inclusive el debate de fondo es que están en contra de un elemento de la modernidad: que fue la tan criticada idea de progreso.

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