28 de julio de 2014

AGÁRRESE FUERTE


Por: Alejandro Páez Varela
Puf. ¿Por dónde empezar? Digo, porque lo que no está en los spots del gobierno federal es mucho. ¿Que los estados y municipios dejarán de recibir más de 11 mil millones de pesos cada año y hasta 2018, en este país con millones de pobres? ¿O que entre todos los ciudadanos pagaremos el pasivo laboral de un billón 153 mil millones 301 mil pesos de Carlos Romero Deschamps y su sindicato corrupto, para que sigan aportando votos al PRI? ¿O que las empresas que explorarán en suelo mexicano no están obligadas a pagar reparto de utilidades, por ejemplo? 

¿Sabía usted que empresas y corporativos extranjeros podrán “tomar prestada” durante años su tierra (o la de millones de indígenas, comuneros, ejidatarios en pueblitos, ranchos, donde quieran) para “desarrollar proyectos productivos de energía” o para explotar los minerales que hay debajo de su finca? ¿O que cualquier extraño que convenza al gobierno podrá fracturar el subsuelo para sacar gas shale, a pesar de que la técnica de fracking es rechazada en gran parte de Europa y está en proceso de prohibición en entidades de Estados Unidos, donde empezó todo esto? 

¿Le queda claro que todas las pérdidas que generará la Reforma Energética las cubriremos usted y yo, para que las empresas extranjeras (y los Pedro Aspe) puedan llevarse, sin demora, cuanto energético encuentren hasta en medio de sus piernas, a cambio de dar empleos y porcentajes ridículos (propinas del 10 por ciento) a los verdaderos dueños de esos recursos? ¿Le queda claro que los sindicatos priistas de Pemex y CFE seguirán con todos sus privilegios hasta agotar lo que queda de esas empresas, mientras que todos los demás, usted y yo, estamos condenados a entregar la vida bajo una mínima cobertura social gracias a la Reforma Laboral que impulsó uno de los más grandes esquiroles que este país ha parido: el Senador calderonista Javier Lozano? 

¿Está usted enterado, porque yo lo dudo, que 43 diputados por los que usted no votó (casi todos son plurinominales) fueron suficientes para aprobar en comisiones estas modificaciones constitucionales que lo dejan a usted en calzones y a expensas de lo que quieran las empresas extranjeras y los Pedro Aspe, ese puñado de mexicanos inmorales, ex funcionarios enriquecidos con nuestro dinero, que son los que está detrás de las reformas? ¿Sabía usted que de todo el paquete de regulaciones que contiene la Reforma Energética sólo la Ley de la Agencia Nacional de Seguridad Industrial y Protección al Medio Ambiente del Sector Hidrocarburos trata el tema del medio ambiente, apenas con detalles? 

¿Sabía usted que un puñado de senadores decidió que desde ahora, en México, la energía nuclear es “limpia”, y que experiencias como la de Fukushima puede usted guardársela en donde le quepan? Es más, ¿sabía usted que aunque ya sabemos que daremos a las empresas privadas nuestros energéticos, la ley no ha contemplado quién nos protegerá de los daños que hagan o, simplemente, quién vigilará que se paguen compensaciones a civiles, comunidades o dueños de la tierra cuando una empresa decida explotar los hidrocarburos que hay en su patio o en su recámara? ¿Sabía usted que la Secretaría de Hacienda, que opera un alumno de Pedro Aspe (Luis Videgaray), será la que decida cuánto fijará de “comisión” a los Pedro Aspe y a los extranjeros por explotar hidrocarburos o por los contratos con Pemex? ¿Sabía todo esto? 

¿Lo sabía? Bueno, si no lo sabía qué lástima. Le queda poco qué hacer ya. Sólo agarrarse fuerte y muerda un pedazo de madera porque lo que viene no estará fácil. Voy a repetir lo que he dicho desde que empezó la discusión sobre la Reforma Energética: yo creo que Pemex o CFE no pueden seguir operando como hasta hoy. Creo que el sector energético mexicano requiere ser modernizado. 

Creo que necesitamos que nuestros recursos energéticos detonen el crecimiento y acaben con la desigualdad. En lo que no creo es en los corruptos de siempre; en los Carlos Romero Deschamps, en los Pedro Aspe, en sus Oceanografías. No creo en esos que hoy reforman la Constitución y mañana dirigirán las empresas que se beneficiarán con lo que hoy reforman. No les creo. Corruptos, saqueadores, inmorales. 

No creo que lo hagan por “el bien público”: lo hacen para conservar su mundo de privilegios; para seguir nadando en dinero. Por mí –y ya lo he dicho antes–, que el petróleo se quede enterrado. Por mí, que los hidrocarburos se queden en el subsuelo antes que permitir que esta bola de inmorales conocidos se lleven más de lo que ya se han llevado. 

Mejor esperar dos o tres o cuatro generaciones a que nazcan mexicanos mejores (también lo he dicho), mexicanos con compromiso, mexicanos que asuman y entiendan qué enorme responsabilidad es disponer de los recursos de la Nación. Pero, bueno, poco qué hacer ya. Agarrarse fuerte y muerda un pedazo un hueso de mango, el palote de las tortillas o lo que quiera, digo: viene fuerte y no será fácil para usted o para sus hijos o para sus nietos, ¿sabía? ¿Lo sabía?



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