12 de septiembre de 2014

LOS CABALLOS DE 'LOS ZETAS'



El más chico de la dinastía, José Treviño Morales, tenía en sus manos las riendas del negocio de caballos. 
Por Daniel Lizárraga e Irving Huerta / Investigaciones Especiales NoticiasMVS
La señal de salida, los gritos, la angustia por saber quién cruzará primero la meta y la idea de saberse ganador en las apuestas, eso que apasiona a quienes gustan de las carreras de caballos, hizo que el cártel de “Los Zetas” viera derrumbarse la más ingeniosa forma de lavar dinero que han tenido desde que cobraron notoriedad, en el año 2006...
José Treviño Morales, el cerebro de este grupo en el blanqueo de capitales, dejó un rastro que los agentes del FBI siguieron hasta dar con una maquinaria manejada en México y Estados Unidos, que arrojó, a lo largo de cuatro años, ganancias limpias, estimadas por las autoridades en 60 millones de dólares
Tan sólo Jesús Rejón Aguilar, alias “El Mamito” o el “Z-7”, uno de los operadores destacados en el trasiego de drogas y, a su vez, considerado como uno de los más crueles cuando se trataba de eliminar a sus rivales, llegó a tener 350  caballos cuarto de milla, con  los cuales ganaba algunas carreras a punta de sobornos, en el sur de Estados Unidos.
Pero no todo eran trampas. El desmantelamiento inició cuando José Treviño apareció en los registros oficiales y públicos como el dueño de Tempting Dash, un caballo campeón catalogado como una leyenda.
Este caballo tuvo su propio canal de televisión en internet, llamado “Tempting Dash TV”. En un video, lo describen como poseedor de marcas perfectas, una estrella capaz de producir ingresos por un millón de dólares y que, además, mejoraba cada vez que estaba en una pista.
Presentando al hijo campeón de First Down Dash, en el Establo Southwest: Tempting Dash, su vieja y gran línea de sangre se completa con su madre, la yegua del año Tempting Cheek
Su historial en las carreras también es legendario. Tempting Dash se mantuvo invicto hasta su retiro. En su corto historial de carreras, este campeón obtuvo dos victorias de Grado 1.
Quienes lo admiraron fueron testigos de un corredor talentoso, que desplegó su rapidez.
Muchas de sus victorias fueron remontadas a algunos de los mejores caballos de dos años de la región.
En tan sólo el segundo arranque, Tempting Dash impuso un nuevo récord en el Parque Lone Stark, con una victoria en el gran Premio Dash for Cash Futurity.
“Tempting Dash parece mejorar cada vez que se para en una pista”, en palabras de Gary West, del periódico Forthworth Star Telegram...
Asegúrate de reservar para tus yeguas, para esta temporada. La tarifa para Tempting Dash es de 5 mil dólares.
Tempting Dash está en un establo acreditado en Texas y está disponible para carreras de caballos.
Tempting Dash, el caballo del futuro.
El 14 de diciembre del 2008, José Ramiro Villarreal —un prestanombres— compró este caballo por 21 mil 500 dólares. A partir de ese momento inició la leyenda de Tempting Dash, entrenado, cuidado y manejado indirectamente por “Los Zetas”.
¡Arrancan! Miren a Feet que va rápidamente, va por afuera deslizándose. Tempting Dash es rápido, wow. Tempting DAsh está al frente. Aquí está Hotdog en segundo. Miren a Tempting Dash, Tempting Dash. Aquí está Hot Dog. Tempting Dash, de José Villarreal; entrenador Eusebio Cantú; jockey, Julián Cantú
En ese entonces, los aficionados veían en los tableros electrónicos que Tempting Dash era propiedad de José Villarreal, entrenado por Eusebio Huitrón y montado por el yóquey Julián Cantú.
El segundo de ellos, Eusebio Huitrón, es uno de los sentenciados a 20 años de prisión. Le decían “el Chevo” y estuvo bajo las órdenes de José Treviño.
De acuerdo con la investigación del FBI, abierta en la Corte Federal Oeste de Austin, Texas, el cártel tenía un grupo encargado de arreglar algunas de las carreras. Mediante sobornos conseguían que abrieran las puertas a sus caballos segundos antes que a los demás, o que pusieran tierra más firme en su arrancadero, a fin de tener mayor empuje desde la salida.
Esta tarea la ejecutaban el propio Huitrón y otros como Carlos Nayen Borbolla y Adán Farías, quienes también eran entrenadores y asesores. Los tres, están sentenciados.
Esta maquinaria, con capacidad para limpiar más de 233 mil dólares por semana, era encabezada por Miguel Ángel Treviño Morales, conocido como “el Z-40”. El 15 de julio de 2013 fue capturado en Nuevo León…
Por debajo estaba su hermano, Óscar Omar Treviño Morales, “el Z-42”, uno de los capos más buscados y sobre quien existe una recompensa de 5 millones de dólares, de parte del FBI.
El más chico de la dinastía, José Treviño Morales, tenía en sus manos las riendas del negocio de caballos. Su tarea era limpiar el dinero de las ganancias por la venta de droga en Estados Unidos; sin embargo, él mismo cometió dos errores que llamaron la atención del FBI.
En septiembre del 2009, en el hipódromo de Lone Star Park, Tempting Dash hizo una de sus carreras más espectaculares, ya que a pesar de salir en último lugar remontó y ganó con varios cuerpos de ventaja.
¡Arrancan! en el Dash For Cash Futurity. First Corona Call salió bien. Diamond for Jess viene desde afuera. Streakin Down ya fue rebasado. Desde dentro viene Tempting Dash y First Corona Call, pero Tempting Dash en su segunda salida se hace del Premio Dash for Cash Futurity
Sorpresivamente, al final, en la pantalla, no apareció el nombre de José Ramiro Villarreal como dueño de Tempting Dash, como sucedió en otras carreras. En su lugar, surgió el de José Treviño. Eso encendió las alertas del FBI…
Tiempo después, incluso recibió el premio llamado el mejor caballo de 2 años 2009” otorgado por la “Asociación Estadounidense de Caballos Cuarto de Milla”:
P: Realmente tienes un caballo especial, ¿no?
JV: Eso creo y espero que mejore con el tiempo.
P: Una pregunta. ¿Por qué ese caballo empezó tan tarde aquí en Estados Unidos?
JV: No lo sé, compré el caballo en septiembre y lo conseguí en una de estas subastas, tú sabes.
P: Tienes un caballo fantástico, eso es seguro. Felicidades.
JV: La razón por la que me vendieron este caballo, porque lo compré barato, es que era pequeño. Sé que ustedes saben que es pequeño, pero es muy rápido.
José Treviño no lo sabía pero a partir diciembre del mismo año 2009, el FBI encontró la ruta para cerrarle el paso.
Parte de las ganancias obtenidas por Tempting Dash, 435 mil dólares, se transfirieron de una cuenta personal de Treviño, en Bank of America, a la empresa Tremor Enterprises.
Antes de finalizar ese mismo mes, el 22 de diciembre, José Treviño firmó dos cheques a su nombre, desde una cuenta de esa misma empresa, por 157 mil dólares y, 10 días más tarde, depositó nuevamente a favor de la misma compañía, otros 157 mil dólares, que a la postre regresaron a sus manos.
Su esposa, Zulema Treviño, tuvo a su nombre las empresas fachada. Las importantes fueron las siguientes: Granjas Zule, GG Terra y la propia Tremor Enterprises.
El dinero en efectivo se inyectó al sistema bancario por dos rutas. Una de ellas, fue mediante las empresas fachada y, la otra, mediante la simulación de compra-venta de caballos en subastas.
Cuando el FBI interrogó a José Treviño, en junio de 2012, dijo que no todos los caballos que estaban en su propiedad eran suyos, que algunos eran de sus clientes, y que otros más los había comprado por 400 dólares.
El menor de los hermanos Treviño aseguró ante la Corte que su negocio nada tenía que ver con el narcotráfico. Pero el FBI tenía pruebas de lo contrario. Una de ellas fue una hoja de Excel sobre este negocio, que el propio José Treviño entregó al Z40, Miguel Treviño. Cuando José Treviño supo de esta evidencia, ya no quiso hablar.
La operación también fue sostenida sobre los hombros de otro grupo de operadores dedicados a exclusivamente compra- venta caballos. El FBI identificó como responsables de esta maniobra a Luis Gerardo Aguirre, Erick Geovani Lozano y a la hija del jefe del cartel, Alexandra Treviño. Todos están en prisión.
Los encargados de vigilar el entrenamiento y la atención de los caballos eran diferentes a los compradores o vendedores. Las operaciones, muchas de ellas simuladas, se concretaban en las subastas.
El segundo error ocurrió alrededor del 14 de enero de 2010, cuando Treviño dirigió a distancia, mediante teléfonos y mensajes de texto, la compra de Dashin Follies, por aproximadamente 875,000 dólares, y la de Corona Coronita Cartel, por aproximadamente $250,000 dólares, usando prestanombres.
850 mil dólares. ¿Alguien 875? 875 mil dólares. ¿Alguien más? Ahí vamos, gracias. Han sido una puja maravillosa. Se va por 875, entonces.
En la lista de compradores simulados, el FBI incluyó a Francisco Pancho Colorado, dueño de la empresa contratista de Pemex, ADT Petroservicios, quien adquirió 13 caballos en otra subasta hecha en Ruidoso, Nuevo México, por 546 mil 500 dólares. El pago se  hizo con un cheque de una cuenta en American Express Bank International.
Esta compra fue por los caballos Morning Cartel y Feature Honor, los cuales posteriormente se registraron a nombre de las empresas Tremor Enterprises Y 66 Land, manejadas por Zulema Treviño, quien está condenada a tres años de prisión.
En el expediente judicial se cita en al menos dos ocasiones a una empresa mexicana llamada Grupo Aduanero Agencia Integral ADU, la cual, presuntamente, fue usada para enviar dinero a Estados Unidos. El banco que “Los Zetas” emplearon para mover sus ganancias fue el Bank of America.
Por ejemplo, uno de los acusados y entrenador, Felipe Quintero, abrió una cuenta en ese banco. El 22 de septiembre de 2010, recibió una transferencia por 90 mil dólares desde la compañía ADT Petroservicios.
Hasta el momento no se sabe si el gobierno de Estados Unidos abrió una indagatoria por este caso en su sistema bancario.
Por otro lado, en el mismo expediente, se cita frecuentemente que, desde México, Quintero también hizo transferencias al mismo Bank of America. Sin embargo, no aparece el nombre del banco mexicano supuestamente involucrado
Al final, el gobierno de Estados Unidos incautó y subastó los 525 caballos de Los Zetas. Tempting Dash se vendió en 1.7 millones de dólares, la cifra más alta, jamás pagada, en una subasta por un caballo cuarto de milla.
Para tomar en cuenta.

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