18 de septiembre de 2014

PANCHO COLORADO Y DUARTE: LA PISTA EL NARCO


Columna: Informe Rojo
Imprudente como es, lenguaraz como le gusta ser, Pancho Colorado testereó la fibra más sensible de Javier Duarte de Ochoa: los indicios de que financió su campaña al gobierno de Veracruz con dineros del narcotráfico.

Desesperado, desbocado porque 20 años de prisión en una cárcel de Texas son una vida, Francisco Antonio Colorado Cessa admite que “como muchos otros empresarios” le puso al proyecto para hacer a Javier Duarte gobernador. “Eso qué tiene que ver”. Pero no dice más. Se lleva los índices de sus manos a la boca, los coloca sobre sus labios, cierra el capítulo y no agrega una palabra.

Ni falta que hace.

Ha dicho lo sustancial. Ha admitido que su dinero llegó a la campaña del priísta, alfil de la fidelidad, títere de un proyecto transexenal títere del ex gobernador Fidel Herrera Beltrán imponer un maximato de 12 años y así evitar que la ley lo alcanzara.

No dice con cuánto se puso.

Le hace la revelación al periodista Ciro Gómez Leyva, desde la prisión de Bastrop, en Texas, Estados Unidos, recluido ahí desde hace dos años cuando se entregó para “probar su inocencia” y luego de ver que 14 zetas eran encarcelados y otros declarados prófugos de la justicia por lavar dinero de esa organización criminal.

Colorado se dice inocente, pero para la justicia norteamericana no lo es. Fue condenado a 20 años de prisión por lavado de dinero, vía la compra de caballos cuarto de milla a favor de Los Zetas, en una de las operaciones de blanqueo más impresionantes de que se tenga memoria.

Dice que no lavaba. Se asume extorsionado. O pagaba los caballos de los Miguel Ángel Treviño Morales, alias Z-40, y sus hermanos José y Omar, o lo mataban a él o a su familia. Y le entró.

Pagó 8 millones de dólares por una compra de caballos para Los Zetas que valía mínimo 100 millones. Su pesadilla inició en 2004. Nacía el fenómeno de la fidelidad. Era candidato Fidel Herrera. Dominaba el escenario criminal el Cártel del Golfo; los Zetas eran su brazo armado.

Pancho Colorado tiene una cronología precisa: en 2004 se inició en el negocio de los caballos de carrera; en 2008 se veía obligado, dice, a comprar caballos ganadores para Los Zetas.

Le entró “a güevo”. Y si no, lo mataban. En 2009 los Treviño compraban los mejores caballos en las subastas. Pancho Colorado los asesoraba. Y más que eso, los pagaba.

Hizo 16 operaciones así. En 2010, José Treviño compró 23 caballos en la subasta de Ruidoso, Nuevo México. Costaron 2 millones 200 mil dólares. ¿Quién los pagó? Pancho Colorado.

Le sucedieron amenazas. Lo obligaban a seguir pagando caballos. Simultáneamente Los Zetas participaban en las carreras más significativas de Estados Unidos. Sobornaban a los organizadores. Les arreglaban el sitio de salida. Les daban la salida antes que a los demás. Así ganaban. Así blanqueaban una fortuna que provenía del tráfico de drogas.

Llegaron otras subastas. Sólo en 2011 pagó 4 millones de dólares. Ese año, en 2011, Los Zetas le pidieron que hiciera otro pago. Ya no tenía liquidez. Entonces pidió prestado. Después se iría a vivir a Estados Unidos junto con su familia, temeroso de que Los Zetas cumplieran su amenaza de matarlos si se negaba a seguir colaborando en la operación de lavado.

Fantasiosa, la historia contada por Pancho Colorado no convenció a la justicia norteamericana. Se entregó el 14 de junio de 2012. Decía que iría a “probar su inocencia”, a contarles que era objeto de una extorsión. Y ahí se quedó.

Colorado tiene un pobre concepto de la ley. No denunció que era extorsionado y prefirió comprar caballos para sus verdugos. Así se implicó en el lavado.

Fue procesado. El 6 de septiembre de 2013 se le condenó a 20 años de prisión por su participación en las operaciones de lavado de dinero procedente del narcotráfico. Semanas después, su hijo Francisco fue acusado por intento de soborno a un juez federal. Logró salir, pero su padre permanece en prisión.

Pancho Colorado jura que no lavó dinero, que el pago de los caballos se hizo con recursos de su empresa ADT Petroservicios, que le dan contratos en el gobierno federal, que tiene un historial cumplidor, que hace obras de remediación para Petróleos Mexicanos. Sólo le faltó decir que es una blanca paloma.

Lo difícil es creerle.

Hay aparte otra historia. ADT Petroservicios hizo su agosto con Pemex. Sólo en contratos hallados por la prensa, suman 2 mil 422 millones de pesos, algunos de ellos por remediación en caso de derrames y contingencias ambientales.

No siempre ha salido bien librado. Presumiblemente se le inhabilitó, pero en el sexenio de Felipe Calderón le siguieron lloviendo contratos. Con Peña Nieto, aun estando en la cárcel de Bastrop, le cayó un contrato más. 

Fidel Herrera le dio 22 contratos en el gobierno de Veracruz. Casi todos por perforación de pozos que sumaron 20 millones 554 mil pesos.

También le vendió parte de la reserva territorial de Coatzacoalcos. A precio de ganga, Fidel le entregó 6.8 hectáreas a razón de 10 millones 236 mil 331.22 pesos, según el fideicomiso F-50101-3 de Banorte. Y no los pudo pagar.

Tiempo después, cuando ya estaba en prisión en Estados Unidos, la operación se deshizo. Obvio, el ex gobernador no estaba dispuesto a perder semejante negocio o a que se lo confiscara el gobierno. Sórdida, esa operación implica a Fidel y socios con el reo de Bastrop.

Opacada en Estados Unidos, su estrella, sin embargo, brilla en México. Aquí le llueven contratos. Y también concesiones. Una de ellas se la dio la Comisión Nacional de Agua para que administre descargas de fluidos procedentes de pozos petroleros, en el norte de Veracruz, hasta el año 2022.

Sobre Pancho Colorado hay una extensa sombra, la del narco. ADT Petroservicios está boletinada por el gobierno norteamericano. Impide a empresas de EU trabajar con ella. Por eso el empresario se vale de empresas subsidiarias, asociadas con formas canadienses que luego se declaran en bancarrota. O sea, más trampas a las trampas.

Políticamente, la sombra del narco existe. Toca al gobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa. Para él, según el propio Pancho Colorado , hubo dinero en su campaña. No se sabe si Duarte y el PRI lo reportaron al Instituto Electoral Veracruzano, su monto, en qué fecha y bajo qué mecanismo llegó. Pero si no lo reportaron, hay delito electoral. Es dinero sucio, presumiblemente del narco.

Pancho Colorado es como el Rey Midas al revés: todo lo pudre. Su apoderado en ADT es Francisco Silva Ramos, alias “El Negro”, hermano del ex alcalde de Tuxpan y actual coordinador de Comunicación Social del gobierno de Veracruz, Alberto Silva Ramos. Con él se cierra el círculo. Alberto Silva, “El Cisne”, sería el delfín de la sucesión duartista, pero la sombra del narco y su diminuta estatura política lo pulverizaron.

En 2004, Miguel Ángel Yunes Linares, operador de la campaña panista de Gerardo Buganza Salmerón al gobierno de Veracruz, acusó que había dinero del narco en el proyecto fidelista. En el juicio de Pancho Colorado, un contador del Cártel del Golfo, José Carlos Hinojosa, testificó que desde entonces el grupo criminal había apoyado con 12 millones de dólares la campaña de Fidel.

En 2010, según reseñas periodísticas sobre ese juicio, se estableció que hubo dinero del narco en la campaña de Javier Duarte, hoy gobernador de Veracruz.

Para la justicia norteamericana, Pancho Colorado colaboró en el lavado de dinero de Los Zetas. Y Pancho Colorado dice que le aportó a la campaña de Javier Duarte.
Así o más claro.
Archivo muerto

Prendido de la yugular de Fidel Herrera Beltrán, José Pablo Robles Martínez olvida la jauja de los días del fidelismo. Llegaba a palacio. Tocaba la puerta. Gozaba de la plenitud del “pinche poder”, salpicado de sus mieles.

 ¿Cuánto, maestro? 3 millones y si se puede 5. Visitante frecuente, nunca salió con las manos vacías.
Nadie le dio tanto como Fidel, ni Javier Duarte. Y luego lo vieron en tórrido romance con Miguel Ángel Yunes Linares, el que lo correteó, lo envió al exilio y casi lo destruyó. Succionador profesional —chupa de la roja, chupa de la azul, chupa de la amarilla—, como lo definió el ex gobernador de Veracruz, finge olvidar esas visitas de 3 y hasta 5 millones, y lo que le arrancó al Colegio de Periodistas, que no disfrutaron los Robles Barajas, sino los Robles Martínez: Mariú y su prole... Formal prisión a Alicia Mena Brito Trejo por el delito de uso de documento falso. Día amargo, día para no olvidar en el
IEMOL, el domingo 14.

El Juzgado Tercero de Primera Instancia la encontró presunta responsable de la falsificación de la firma de la maestra Inés del Carmen Valladares Lavín, en un documento con el que se pretende hacer creer que renunció voluntariamente a su puesto de trabajo en el Instituto Educativo Margarita Olivo Lara. Revés judicial a las propietarias del IEMOL, María Amparo Elena Arens Medina (Helen Arens), Margarita Gómez Ortiz y Alicia Guadalupe Mena Brito Trejo, cuyo registro como escuela está en riesgo. También para su abogado, Rodolfo de la Guardia García, ex director de INTERPOL México, cuatro años tres meses preso por hacerle las contras a la ex procuradora Maricela Morales ¿de Macedo?, e inodado en un caso de secuestro, junto con Sami Hayek, según denuncia de Juan Manuel Ramírez Farret, actualmente en reserva. Inicia un juicio que cada vez atrae más las miradas de los medios de comunicación... Remedio para el insomnio, el informe de Patricia Peña Recio es un ejemplo de lo que no se debe hacer.
Analfabeta legislativa, la diputada por Coatzacoalcos se ahorró unos litros de saliva pues hablar no se le da, proyectó un video soporífero y aunque fuera para cubrir las formas, contó que gestiona obras cuando su misión es hacer leyes, reformarlas o derogarlas. Verla ahí era lastimoso. Sin voz para el micrófono, presentó a un “segundo informe de labores” que, por supuesto, no incluyó la zozobra, el miedo y el terror en que viven los veracruzanos de Coatza.
Se dormían también Héctor Yunes Landa y José Francisco Yunes Zorrilla, senadores del PRI y aspirantes a gobierno de Veracruz, mientras decenas de maestros llevados con engaño —“nos dijeron que sería reunión de maestros jubilados”— y otros obligados preferían dormir, jugar con el celular o hacer tertulia, mientras unos más actuaban cono guaruras del Estado Mayor Presidencial, cerradas las calles aledañas al anexo del palacio municipal, interrogados los peatones y los dueños de negocios sobre su destino. Citaba la ínclita diputada federal las leyes aprobadas en las que participó.
Eran las de las reformas estructurales, las que el PRI movió para complacer a Peña Nieto, pero ninguna de la autoría de la legisladora por Coatzacoalcos. Una auténtica diputada fantasma y aviadora, la favorita del cacique magisterial, Juan Nicolás Callejas Arroyo...
¿Quién es ese funcionario municipal de cuantiosa fortuna, que cuenta entre sus bienes un lujoso avión con el que ingresó al selecto club de los que surcan las nubes y logran su destino en un abrir y cerrar de ojos?... No tan inexplicable la designación de Luis Vicencio Santos como tesorero municipal de Las Choapas. Le preceden escándalos, omisiones, inconsistencias, observaciones del Órgano de Fiscalización Superior (ORFIS), pero con la “virtud” de maquillar cuentas para evitar que un alcalde y un tesorero en Nanchital fueran a parar a la cárcel por desvío de 30 millones de pesos. Así pues, el famoso Güicho Panteón es todo un caso.
Refieren sus allegados que compró la tesorería de Las Choapas en 2 millones de pesos; financió en parte la campaña del candidato del PRD, el priista renegado Marco Antonio Estrada Montiel. Se aseguró que así iba a estar donde se manejan las finanzas y se construyen las fortunas. 2 millones lo explican todo. Y por 2 millones cree que nadie lo va a sacar... 

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