11 de enero de 2015

10 PERIODISTAS ASESINADOS EN VERACRUZ #VaPorNuestrosPeriodistas

Periodistas asesinados en Veracruz
Reproducimos aquí la hoja de vida de nuestros 10 compañeros asesinados en Veracruz.
Estos textos forman parte del proyecto para guardar memoria de los periodistas y trabajadores de la información asesinados y desaparecidos en México desde el 2 de julio de 2000, cuando inició la alternancia democrática, hasta el día de hoy. Forman parte del trabajo que se puede encontrar en http://nuestraaparenterendicion.com/ 

Noel López Olguín (2011). Rumbo a Soteapan
El 8 de marzo del 2011, por la mañana, Noé, de 45 años de edad, estaba desayunando en su casa -ubicada en la colonia Rafael Murillo Vidal, en Jáltipan, Veracruz-, cuándo recibió una llamada telefónica. Hizo un alto en la comida, contestó el teléfono, intercambio un par de palabras y colgó. Entonces se dirigió a su esposa y le dijo que haría un par de diligencias rumbo a Soteapan y que volvería para la tarde.
Nunca más regresó.

Miguel Ángel López Velasco (20|06|2011) El Jefe Milo 
8h de la noche. Notiver, avenida Landero y Coss, centro del puerto veracruzano. Miguel Ángel López Velasco proviene del café La Parroquia -al que llegaba desde las 5h; distancia cuatro cuadras- con un lechero en el estómago. Abre la puerta, camina entre unas vetustas rotativas sobre una rampa, sube escalones, gira una perilla amarillenta y se encamina hacia su escritorio diez pasos adelante.

Misael López Solana (20|06|2011) Está cabrón y se va a poner peor
Veracruz. Era mediodía de domingo y tronaban armas en el estacionamiento de la plaza comercial Las Américas, en el ayuntamiento de Boca del Río, vecino al puerto. Militares, marinos y policías cercaron el perímetro. Había un enfrentamiento. Todos corrían. Unos para salir y otros para llegar. Ese 19 de marzo de 2007, los fotógrafos y reporteros de nota roja tropezaron con cuatro muertos, luego de varias horas de disparos cruzados entre autoridades y desconocidos.

Yolanda Ordaz (24|07|2011) ¿Para qué le puede servir un periodista a los criminales?
Una semana antes de su asesinato, Yolanda Ordaz, periodista del diario Notiver, cuestionaba al Procurador General de Justicia de Veracruz, Reynaldo Escobar, sobre la falta de resultados en las investigaciones que la instancia a su cargo realizaba para esclarecer la muerte de Miguel Ángel López Velasco, Misael López Solana y, compañeros de Notiver asesinados el 20 de junio de 2011.

Regina Martínez (28|04|2012) Un cadáver más en el estado más peligroso para los periodistas
El 28 de abril de 2012 la noticia fue transmitida de boca en boca en el seno de una comunidad conmocionada. La periodista Regina Martínez Pérez (1963), corresponsal del semanario Proceso, apareció asesinada en su casa de Xalapa. Veracruz. Quien escribe, entonces de visita en la Feria Internacional del Libro Universitario, se topó con un hondo silencio luctuoso al final de algunas presentaciones. Su última nota, publicada un día antes de morir, versó sobre el arresto de nueve policías corruptos en un municipio panista del Papaloapan. El lunes 30, al final de la presentación de mi libro más reciente, se me acercó una persona que prefirió no dar su nombre. Minutos antes se había pedido silencio por Regina Martínez. Mi interlocutor comentó que poco antes del asesinato habían entrado al domicilio de la periodista a llevarse su computadora. Pero ella -con treinta años de trayectoria impecable- decidió continuar su rutina.

Guillermo Luna Varela (3|05|2012) Breve historia de amor con el periodismo
Guillermo Luna Varela tenía 18 años cuando se enamoró del periodismo. Recién había terminado su carrera técnica como reparador de aires acondicionados y refrigeración, pero no sabía muy bien qué hacer con su vida. Así que mientras se decidía acompañaba a su tío, Gabriel Huge Córdova, un experimentado fotógrafo al que sus compañeros apodaban el Mariachi porque en sus inicios profesionales solía guardar su pesada y antigua cámara en un estuche de violín.

Gabriel Huge Córdova (3|05|2012) Huge y los héroes de Notiver
El fotógrafo Gabriel Huge Córdova acaba de regresar al lugar de los crímenes para seguir trabajando como periodista. Decidió abandonar Veracruz en julio, después de los asesinatos de la reportera del diario Notiver, Yolanda Ordaz, y del columnista Miguel Ángel Velasco. Pero volvió. Era consciente de que tenía una cita en Samarra. La referencia a la ciudad iraquí, donde empezó la guerra civil entre suníes y chiíes en 2006, viene a cuento porque un viejo cuento sufí expresa perfectamente lo que está ocurriendo actualmente con la prensa en México. Un criado está en el mercado de Bagdad cuando se cruza con la muerte que se le queda mirando fijamente. Aterrorizado, vuelve a su casa y le cuenta lo que ha ocurrido a su señor, que le presta su caballo más veloz y le dice: “Huye a Samarra”. A continuación, el señor sale al mercado en busca de la muerte y, cuando la encuentra, le dice: “¿Por qué has asustado de esa manera a mi criado? ¿Que te ha hecho?”. A lo que la muerte responde: “No pretendí asustarle. Simplemente me sorprendió verle aquí, en Bagdad, porque tengo una cita con él esta noche en Samarra”.

Esteban Rodríguez (Mayo | 2012) Un instante con Esteban
Esteban Rodríguez no estaba cómodo ese mediodía. Era 16 de agosto de 2010. Hacían más de 35 grados centígrados y una humedad del demonio. En un mes llegaría el huracán Karl a las costas de Veracruz. Esteban tenía el pecho a tierra, los codos bien levantados y los metatarsos plantados al asfalto como una flaca lagartija; empujaba la muñeca izquierda contra el piso y tomaba fuerte con la mano derecha su antigua Nikon D50, protegiéndola del cemento mojado.  En la foto se le ve a unos pasos de dos policías que se mueven híper bucólicos, casi en la trompa de una camioneta de ministeriales.

Víctor Manuel Báez Chino (13|06|2012) 25 años de experiencia que terminaron por una guerra
El día del sepelio de Víctor Manuel Báez Chino, sus compañeros reporteros apenas pudieron tomar fotografías. Escribieron sus crónicas con el rigor que exige el miedo y la autocensura. No querían más riesgos para nadie. “La familia pidió discreción”, escribió uno de ellos.

Gregorio Jiménez (05| 02| 2014) Me dueles Goyo, nos dueles Goyo
Goyo, me gustaría asegurarte que cambiaste la historia, que lograste unir al gremio, que no habrá otra desaparición que ocurra en silencio. Pero no puedo adelantarme. Eso sí, tu caso fue diferente porque tu jefa y tus compañeros se la jugaron por ti, porque en Veracruz ya se sacudieron el miedo. Como Antígonas, tus compañeras periodistas desafiaron las leyes del estado y salieron a buscarte, intentaron regresarte a casa. Ahora te pido, protégelas de toda ira. Protégelas de quienes no conocen la palabra dignidad.

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