2 de marzo de 2015

URGENTE LA CAÍDA DEL MODELO SAQUEADOR EN MÉXICO

Urgente la caída del modelo saqueador en México (
Le sobra razón al cineasta Alejandro González Iñárritu al haber dicho lo que dijo al recibir el Oscar a mejor director. Los mexicanos no nos merecemos el “gobierno” que tenemos, porque no nos sirve a nosotros sino a intereses extranjeros, como lo quisieron los conservadores el siglo XIX y tener la osadía de ofrecerle el trono de un imperio de pacotilla a Maximiliano de Habsburgo. Esta es la gran tragedia que vivimos los mexicanos de hoy, enfrentados como estamos a poderes fácticos decididos a hacer de nuestro territorio una colonia de nuevo cuño que sirva de modelo al resto de América Latina en el presente siglo.
Los terribles problemas que estamos viviendo, que con estricta lógica horrorizan al Papa Francisco, son consecuencia de la traición a la patria de un grupo de tecnócratas leales a los grandes intereses trasnacionales, motivo por el que la realidad nacional es cada vez más monstruosa y degradante. Los hechos cotidianos que vivimos la mayoría de ciudadanos así lo testimonian, por eso sale sobrando la demagogia de la burocracia dorada que encabeza formalmente Enrique Peña Nieto. Obviamente, sería mucho mejor incluso para él mismo que se quedara callado, pero al igual que la dirigencia del PRI, le gusta burlarse de la sociedad con palabras cínicas y vacías.
¿Acaso no es una burla decir lo siguiente?: “La democracia fortalece la transparencia y la rendición de cuentas y, sobre todo, hace y obliga a que las autoridades respondan a las necesidades de las grandes mayorías, no a los intereses de unos cuantos”. ¿No es precisamente lo que se ha estado haciendo hace tres décadas, “responder a los intereses de unos cuantos”?
Es oportuno señalar que los mexicanos que triunfan en el extranjero, lo hacen por esfuerzos propios, no por una política de Estado que lo favorezca. En la industria cinematográfica esta verdad es más contundente, porque uno de los primeros objetivos de la Casa Blanca, en el que coincidió plenamente Carlos Salinas de Gortari, fue acabar con el cine mexicano. Se empeñó en lograrlo durante su sexenio, desmanteló el sector paraestatal de la industria y hasta quiso desaparecer los Estudios Churubusco, los más importantes de América Latina.
De ahí la insensatez que significan las palabras siguientes de Peña Nieto: “Como país… hoy nos ocupa, precisamente, sembrar las mejores condiciones, trabajar por que nuestro país tenga los mejores espacios, para que cada individuo pueda escribir sus historias personales de éxito, para que cada individuo pueda encontrar los espacios idóneos y óptimos para construir un sendero de triunfo y de realización personal”. Nadie, ni siquiera las personas más desinformadas del país, pueden creerle que las historias personales de éxito se logran gracias a la “semilla” que está sembrando el grupo en el poder. Lo que todos sabemos, es que lo que está sembrando la alta burocracia, no es otra cosa que odio social y violencia, por las condiciones tan injustas, inmorales y caóticas que impuso a su forma de dirigir a las instituciones del Estado.
Se salieron con la suya, los miembros originales del grupo tecnocrático formado y liderado por José María Córdoba Montoya, de entregar los principales recursos del país a las grandes trasnacionales, de poner fin al Estado comprometido con la sociedad nacional, de sembrar profundas semillas de corrupción que será muy difícil erradicar. Lo lograron sin muchos esfuerzos, porque se hicieron del poder con todo el apoyo de la Casa Blanca y de los poderes fácticos nacionales y trasnacionales. Pero han sido tan desmesurados sus abusos, tanta la corrupción, tanto el saqueo a la nación, como en ningún otro país de la tierra, que ellos mismos están poniéndose límites. No porque así lo quieran, sino porque se fueron grandes.

El sistema que fundaron hace treinta y dos años ya dio todo de sí, creyeron que con las reformas estructurales el camino quedaría libre para imponer una dictadura sin violencia, con una población convertida en una masa de zombis, pero los abusos del modelo a nivel global también han hecho que el esquema no sea tan color de rosa, como se imaginaban. Así lo demuestra la realidad, por eso no cabe el desaliento ni la desesperanza, sino un positivo interés en enfrentar sin caer en provocaciones la caída del modelo saqueador que sigue vivo.

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