9 de julio de 2015

MOISÉS: VIVIR CON MIEDO NO ES OPCIÓN

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Texto y fotos: Témoris Grecko / Medellín de Bravo, Veracruz
Jorge no es un visitante asiduo de camposantos. A la que hoy es la tumba de su padre, el periodista Moisés Sánchez, sólo ha venido en cuatro ocasiones desde que encontraron su cadáver mutilado, el 24 de enero: al prepararla; durante el entierro; con su hijo menor, de siete años; y en esta mañana del 30 de abril, en que súbitamente sintió el deseo de acudir como el que tiene algo pendiente o necesita desatorar algo o escucha una llamada o debe vaciarse o más bien llenarse. Frente a ella, recuerda qué él, como también familiares y amigos y vecinos y funcionarios públicos y policías y criminales, le advirtió a Moisés que estaba en grave peligro, que sus esfuerzos le arrojaban demasiados riesgos y costos, que lo daba todo por algunos que después no lo agradecerían…
Moisés Sánchez Cerezo es un héroe solitario que fue asesinado en soledad. Murió inerme ante los cobardes. Luchó siempre por su cuenta, sin partidos, organizaciones ni empresas de respaldo, presto a solidarizarse con cualquiera y brindarle apoyo. Se convirtió en una referencia en Medellín de Bravo, este municipio que es como un páramo sin señas, ni urbano ni rural, necesario pero marginado, a merced de políticos explotadores y agrupaciones de delincuentes. Periodista de alma y servicio, porque dar cuenta de datos y hechos era su forma prioritaria de romper el aislamiento de Medellín, era reportero-fotógrafo-editor-repartidor del impreso que dirigía. Se llamaba “La Unión…”, con puntos suspensivos porque ese solitario soñaba con el día en que todos desearan estar juntos.
Fueron por él a la humilde casa que construyó con sus manos, el 2 de enero de 2015. Lo sacaron de su habitación, frente a sus pequeños nietos y su esposa, para desaparecerlo. Y después, las jugarretas de las autoridades. Las medias verdades, las investigaciones que no van a ningún lugar, el señalamiento de culpables que no son detenidos, las dilaciones, el casual extravío de evidencias, la percepción de que se encubre la mano del titiritero. La mano del gobernador Javier Duarte de Ochoa, cree Jorge, pues, según consta en un informe oficial, su padre supo que ese político del PRI había regañado, pocas semanas antes del crimen, a Omar Cruz Reyes (alcalde de Medellín, militante del PAN y señalado por la policía como autor intelectual del homicidio) por no haber sido capaz de callar a Moisés. La orden, explícita, implícita o inducida, habría venido del primer despacho del Estado de Veracruz, sospecha.

La línea de investigación que lleva al gobernador Duarte no ha sido ni siquiera considerada, señala ese mismo reporte, presentado por la Comisión Estatal de Atención y Protección a Periodistas (CEAPP). De pie en el camposanto, mirando la lápida mortuoria en la que el nombre de Moisés se inscribe junto al logotipo de “La Unión…”, Jorge Sánchez, vestido con playera negra y pantalones de mezclilla azul, se distancia del hijo prudente que advertía a Moisés del peligro, para encarnarse en su padre, apasionado, decidido: “Si creyeron que al matarlo iban a ganar el silencio, verán que no es así: los vamos a evidenciar”.

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