17 de agosto de 2015

ESTE 15 DE SEPTIEMBRE, NO HAY NADA QUE CELEBRAR.....



Cada año aparecen aguafiestas que vienen a eso, a aguadar la fiesta.

Unos van contra el día de la Raza , otros contra el del amor y la amistad; otros atentan hasta contra la Navidad o el día de la Independencia. Y uno se pregunta, ¿de qué se quejan, si sí somos libres? Ahí están el lábaro patrio (alias la bandera), los Niños Héroes que nos defendieron con bandera envuelta incluida, los retratos del cura Hidalgo, de Morelos y de otros tantos con nombre de calle o de estación del metro. Y también somos libres como pueblo, porque se supone que tenemos nuestro territorio, nuestro petróleo, agua, mar y cielo y hasta nuestras propias marcas de refrescos. Celebrar la independencia, entonces, no puede estar mal, pues somos libres y soberanos, ¿no? O sea, México para los mexicanos. 

Pero este panorama no sólo no existe, sino que se está poniendo peor. La inocencia, el desconocimiento, la indiferencia y otros factores -como la tele- se juntan y convierten la conmemoración de la Independencia en una noche de pachanga, alcohol y atracón. Vivir, beber y divertirse están de maravilla; el ‘pero' está en hacerlo en nombre de algo tan borroso e intangible, pero sobre todo tan ficticio, como la pretendida independencia de México. 

Cualquier pesito que baile en su bolsa está completamente amarrado a la fuerza o debilidad del dólar estadounidense, es decir, a la bolsa de valores de allá, o sea, las empresas, bancos y demás que en ella participan. Arroz, frijoles, maíz y una enorme cantidad de alimentos de consumo diario y masivo vienen de las granjas del vecino país del norte. El petróleo se cuece aparte: los optimistas dicen que sigue siendo nuestro; los desencantados, que desde cuándo dejó de ser exclusivo de la nación. Por otra parte, la política nacional está fuertemente subordinada a intereses y conveniencias de otras naciones (Estados Unidos, España), de coorporaciones (tabacaleras, automotrices, petroleras, de tráfico de drogas-aunque no se reconozcan como “empresas”-) y de grupos de familias (Salinas, Zambrano, Azcárraga, Slim, Hernández (Banamex), entre otras pocas más. 

Cada año que pasa y que nos dejamos aplastar, saquear y manosear por todos y por todos lados como nación, los vivas que se gritan en los zócalos del país o frente a las teles en las casas tapizadas de banderas, son más y más huecos, no hay nada detrás de ese viva , más que ilusión y la infantil esperanza en que un día un milagro suceda y una mañana México amanezca siendo primer mundo. 

Que México viva, está bien, pero ¿cómo? No como hasta ahora; con las tortillas carísimas, la gasolina y el gas siempre disparándose (pero a los mexicanos nadie se los dispara), el azúcar y el frijol por los cielos, las playas invadidas por megaempresas depredadoras, gente matándose por todo el país, miseria, desempleo y políticos saqueadores. 

Es padre y bonito reunirse la noche del quince con la familia y los amigos, echarse unos tragos y pozolear. Pero piénsele tantito, vea a su alrededor y verá que hay muy poco por qué brindar y, menos, gritar.

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