9 de agosto de 2015

NAVARRETE DEJARÁ PRESIDENCIA DEL PRD; TRIBUS BUSCAN CON URGENCIA RECONSTRUIR DIÁLOGO CON AMLO

Claves para entender la destrucción del PRD


El PRD busca renovarse; Carlos Navarrete dejará la presidencia nacional de dicho partido a menos de un año de haber llegado al cargo, para dar paso a una “dirigencia emergente”, que concluiría su periodo en 2017.  Las principales corrientes internas del sol azteca plantean una seria de medidas y acciones urgentes, a discutir durante su consejo nacional de este fin de semana, donde se contempla la posibilidad de una renovación en las dirigencias de los tres niveles, desde el nacional, estatales y municipales, para reposicionarse rumbo a los comicios del 2018.

El Consejo Nacional que sesiona este fin de semana aprobará la convocatoria a un Congreso Nacional a finales de septiembre u octubre, en el que se tomarán medidas urgentes “para el reencuentro de las izquierdas” y la rectificación del PRD como fuerza opositora.
La dirección nacional debe sustituir de inmediato a las direcciones que están secuestradas por los gobiernos locales, advierte el documento que elabora una comisión encargada de plasmar las propuestas que se presentarán a los consejeros nacionales este fin de semana.
Con el acuerdo de Navarrete de dejar la dirigencia nacional, las corrientes perredistas definieron la urgencia por reconstruir el diálogo con los personajes de la izquierda, como el propio Andrés Manuel López Obrador o Cuauhtémoc Cárdenas, posición que, coincidieron, ya no puede encabezar el actual presidente nacional.
“El PRD debe promover un amplio frente opositor con miras a las elecciones de 2016, 2017 y 2018, para enfrentar al PRI y a su principal aliado, el partido Verde. Este frente político-electoral debe buscar a los partidos de izquierda, a personalidades de organizaciones progresistas de la sociedad civil, así como también al PAN, revisando estado por estado, según su propia circunstancia, para decidir en dónde puede ser posible, lo que implica iniciar desde ya los contactos y la localización de posibles candidatos”.
Aunque se propuso también anticipar la renovación, previo a las elecciones de 2018, el acuerdo avanza en el sentido de nombrar una dirección que concluya el mandato de Carlos Navarrete y Héctor Bautista, y en 2017 realizar de manera normal el proceso electoral interno.
Carlos Sotelo, líder de Patria Digna e integrante del Comité Ejecutivo Nacional, aseguró que  la dirección emergente deberá concluir el periodo de Navarrete pero no permanecer más allá de 2017. Reveló que en ninguna de las negociaciones entre corrientes se ha puesto sobre la mesa algún nombre para ocupar la presidencia del PRD, pero consideró que su principal cualidad deberá ser la capacidad de diálogo con todas las expresiones de la izquierda nacional.
El análisis elaborado con la opinión de todas las corrientes y la mayoritaria, Nueva Izquierda, reconoce que el PRD “ha llegado a un límite. Los resultados electorales son evidentes y hay que dar ya, impostergablemente, un vuelco a esta situación”.
El partido “cerró las filas a nuevos militantes y personalidades de la sociedad, que no ve atractivos para acercarse al PRD, al identificarlo como un partido de corporaciones”, razón por la que fue castigado en las pasadas elecciones, de manera particular en el Distrito Federal, “al ser percibido como parte del statu quo”.
En este escenario, “el PRD está obligado a diseñar urgentemente una estrategia integral en la perspectiva de las elecciones para gobernador y una intermedia local en 2016, así como las de 2017, en la cual la más importante sea la de gobernador del Estado de México”.
A lo largo del documento de nueve hojas se detallan las fallas, prácticas, lastres y errores internos hacia la sociedad en que ha incurrido el PRD en los últimos años, que de acuerdo al documento, llevó al anquilosamiento del partido y a la pérdida de la confianza entre el electorado, que no ve a los perredistas como una opción atractiva de izquierda, como quedó demostrado en los pasados comicios.
El análisis agrega que los gobernantes perredistas “no fueron observados por la dirección nacional para verificar el cumplimiento de los compromisos hechos en campaña. Además, invariablemente, las direcciones estatales quedaron subordinadas a estos gobiernos”.
Los grupos parlamentarios en los estados “no fueron sujetos de un seguimiento y vigilancia de su actuación, ni por la dirección nacional ni por las dirigencias estatales, y terminaron actuando como si fueran autónomos del partido”.

Además, las dirigencias estatales fueron causantes del retroceso “político y electoral en más de la mitad del país”, pues actúan en función de los gobernadores de otros partidos, “lo que derivó en un abandono de la vida interna y externa del PRD”.

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