19 de junio de 2016

UN PAÍS CONVULSIONADO, UN RÉGIMEN MORIBUNDO / MATICES

¿Y dónde esta el piloto? NOTIMEX/FOTO/GUSTAVO DURÁN/FRE/POL/

Por Ricardo V Santes Álvarez - 19 Jun 16 en Opinión

Desde los tiempos aciagos del presidente José López Portillo, la sociedad mexicana no había vuelto a vivir un saqueo de sus recursos como viene aconteciendo con en el actual gobierno. Y todavía se preguntan: ¿por qué el mal humor de los mexicanos? ¿acaso es posible ser optimistas cuando un puñado de políticos vividores se enriquecen obscenamente, mientras que la mitad de la población vive en una insultante pobreza? [.] No cabe duda que el hartazgo ante la corrupción, la ineficiencia y la impunidad, así como la imparable violencia y la inseguridad en la que vive secuestrada la ciudadanía, han sido los factores que llevaron a la derrota del partido en el poder.

(Editorial del semanario Desde la Fe, 12 de junio de 2016).

Si hay alguien en esta amada patria que pueda ofrecer una buena noticia, es el momento de hacerlo. Los mexicanos estamos urgidos de un poco de optimismo para animarnos a ver hacia el futuro. Difícil es recordar cuándo conocimos una nueva que nos hiciera abrigar alguna expectativa de mejora para la vida nacional. Repasemos algunos botones de muestra. Entre los viejos, habrá quien haya quedado marcado por la matanza de Díaz Ordaz en Tlaltelolco, en 1968; otros, por el “Halconazo” de la época echeverrista, en 1971 y la crisiseconómica de 1976. O tal vez algunos más sean alcanzados por la debacle económica propiciada durante el sexenio del nepotista José López Portillo, ese que en 1981 jurara defender el peso como un perro. Y acaso otros recuerden la mascarada de “Renovación moral” de Miguel de la Madrid, quien un día aseveró: “sacaremos al buey de la barranca” y no sólo no lo sacó, sino que lo dejó atorado de peor manera.

Seguramente los jóvenes tienen en la memoria el sexenio de los crímenes “de Estado” y de triunfalismo neoliberal, que dejó como herencia el trágico sexenio de Carlos Salinas, y cuyo colofón en 1994 fue una debacle económica que, con afán de “sacar el cuerpo”, él mismo denominó “error de diciembre” para así achacarlo a su sucesor. ¿Y qué tal la matanza de Acteal, Chiapas, o Aguas Blancas, Guerrero, durante el zedillismo? Sí, vaya recuerdos; ninguno bueno por desgracia.

Otros, más jóvenes sin duda, tendrán presente la truncada “transición a la democracia”, aquella que se fue a la basura por causa de un débil, fatuo, bocón, ineficiente e impresentable Vicente Fox. Y, ciertamente, la mayoría ha de tener muy en la piel el sexenio de terror y muerte, de decenas de miles de cadáveres, que dejó como marca otro impresentable, Felipe Calderón, el mismo que quiere regresar a la presidencia en 2018 de la mano de su esposa. Y así, hasta llegar al sexenio de la corrupción, la impunidad, la ineficacia, el cinismo y la soberbia; el que hoy padecemos.

Insisto, si alguien tiene una buena nueva, que la comparta. Urge.

Hoy, somos testigos de preocupante convulsión social. En Oaxaca, Chiapas, Michoacán, Veracruz, y la mismísima Ciudad de México, los maestros de la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE) manifiestan rechazo a la decisión gubernamentalde imponerles una así llamada “Reforma Educativa”. Testimoniamos que los maestros, pese a la campaña de desprestigio orquestada desde la cúpula, cada vez van ganando más apoyo a sus peticiones por parte de diversos sectores sociales. Entre las demandas, llama la atención una muy singular, que en cualquier contexto de incipiente democracia sería lo mínimo esperado: entablar pláticas con la autoridad. Y, por supuesto, cualquier gobierno que se precie de democrático, lo elemental que propondría sería, justamente, el diálogo. Sí, pero NO. Eso no pasa. No en México.

En nuestra sufrida patria, lo que la autoridad exige es que, primero, los maestros de la CNTE acepten la reforma que se les impone, que regresen a las aulas, y entonces, sólo entonces, se les concedería la gracia del diálogo. Cerrazón total a la salida política respecto a un tema político que amerita solución política. Penosamente, la irracionalidad y la soberbia de un régimen hediondo, que opta por la judicialización de los asuntos, metiendo a líderes sociales a la cárcel, así como la represión y el sometimiento del inconforme, tienen al país al borde del colapso. Oaxaca es un polvorín y se anuncian ya varios civiles muertos en Nochixtlán. El parte será, obviamente, que las fuerzas del orden fueron agredidas y solamente “repelieron la agresión”.

Un régimen que se derrumba por el hecho de que no entiende que no entiende, como ya lo advirtió hace algunos ayeres el medio británicoThe Economist. No entiende que en su pésimo desempeño está el origen del problema. El dólar rasca los 20 pesos (pero eso es culpa del racista Trump y del proceso Brexit, dicen en el gobierno), el crimen paseándose a lo largo y ancho del territorio como Juan por su casa (en eso, estamos trabajando, dicen en el gobierno); y la lista sigue: los corruptos engordando sus bolsillos con el erario; los feminicidios, las violaciones en autobuses, las desapariciones, los robos… la impunidad y la inseguridad por doquier.

Y, a propósito, ¿dónde está el piloto y su tripulación? ¿Dónde está el hábil manejo del sistema educativo por parte del experimentado secretario Aurelio Nuño? ¿Dónde está el finísimo control de los asuntos internos por parte del avezado secretario de gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong?

Ayer, ardía Nochixtlán. Pero NO, el piloto y su tripulación no estaban ni están ahí. Ni ahí ni en lugar alguno donde exista oportunidad de construir una mesa de comunicación con el “malhumorado” pueblo mexicano. No cabe duda, el régimen se muere de nada, muere por su propia incapacidad. La Iglesia católica ya pintó su raya; la Coparmex hizo lo propio. Parece que hay fuerte división en la cúpula del poder. ¿Qué dirá el sector de los militares, donde todavía puede haber (digo, tal vez) un poco de dignidad? Esto último es aún más inquietante.

@RicSantes

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