24 de septiembre de 2016

EL COCHINO MÁS PUERCO: JAVIER DUARTE


 José Cardenas

Javier Duarte sufre al cuadrado, pierde poder y cae en desgracia. A 70 días de entregar el mando todo el fuero del mundo no alcanzará para cubrir sus fechorías.

Javier Duarte sufre al cuadrado, pierde poder y cae en desgracia. A 70 días de entregar el mando todo el fuero del mundo no alcanzará para cubrir sus fechorías.

Aun así, el casi ex gober de Veracruz no puede considerarse desafortunado, al contrario, fue tanta la riqueza acumulada que la creyó infinita; ¿pensó –es un decir– que su estado aguantaba todo, que los veracruzanos son estúpidos y jamás se darían cuenta de sus transas, y que el sistema terminaría tapándolo?

¿De qué tamaño será ese pez ex gordo que además de impresentable se volvió insostenible? 

Duarte rebasó los límites de la clase política acostumbrada a despacharse la sopa de la impunidad con la cuchara grande; llevó el abuso a niveles de escandaloso cinismo; burló al fisco –pecado mortal–, dispuso del erario público como si fuera propio, inventó decenas de empresas, benefició a su prole y transformó a sus empleados en cómplices. Lo único comparable a tal impudicia fue la incapacidad para dirigir a un estado caótico y violento.

La PGR sigue con lupa las huellas de Duarte quien podría acabar de vulgar delincuente por enriquecimiento ilícito, peculado e incumplimiento del deber. Todo indica que al más alto nivel del gobierno federal ya se tomó la decisión política de proceder en su contra.

No dude que el PRI también dará la espalda al primer veracruzano; el próximo lunes podría ser defenestrado por la Comisión de Justicia Partidaria.

Habrá quien diga –quizás con cierta razón– que Javier Duarte es el tributo presidencial a los nuevos tiempos de transparencia y combate a la corrupción, pero aun cuando su caso tuviese tintes políticos el tamaño del escándalo es tal que sería imposible calificarlo sólo como un ajuste de cuentas tras la debacle electoral que sumió al PRI en una pesadilla.

Javier Duarte no es chivo expiatorio, si acaso el cochino más puerco.

La justicia suele caminar tan lento como las tortugas, pero cuando llega, llega, pregúntele a los ex gobernadores Guillermo Padrés, de Sonora, y Rodrigo Medina, de Nuevo León.

A estas horas no hay jarocho valiente que se atreva a cuestionar el origen de las investigaciones judiciales, y mucho menos a meter las manos al fuego en defensa del Porky mayor.

Se han dejado de hacer apuestas sobre el futuro inmediato del gobernador Duarte; a ver quién le atina a la fecha en que pedirá licencia. Seguro es que no entregará el poder a su peor enemigo.

EL MONJE MADREADOR: Luis Miranda, secretario de Desarrollo Social debutó con el pie izquierdo como ministro de pobreza, sí, de pobreza discursiva… En San Pedro Escobedo, Querétaro, el mexiquense motivó al México bronco: “Pártanle la madre a los malos que quieran arrebatarles paz y progreso”. ¿Son las nuevas instrucciones precisas para lograr un país justo, seguro y próspero?; ¿rómpanle la madre ustedes porque nosotros (gobierno) no podemos?; ¿incita Miranda a ejercer la justicia por propia mano? Al primer compadre del país le urge quien le enseñe a comunicarse.

@JoseCardenas1 | josecardenas@mac.com


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