6 de diciembre de 2016

EL TAMAÑO DE UN HOMBRE


Mtro. Miguel Erasmo Saldivar Carrillo

El tamaño de un hombre pudiera medirse por la magnitud de sus enemigos.  El verdadero tamaño de David solo podía calibrarse al compararlo con la inmensidad de Goliat al que venció. Muchos al ver a Goliat tan grande y poderoso se amedrentaron pero David no temió, no dudo y no se asustó. Cuba siendo un pequeño país del caribe se ha enfrentado por más de medio siglo a la potencia imperialista más grande de la historia. Mucho hicieron los 10 presidentes norteamericanos para derrocar el proceso cubano desde sus mismos inicios: no nos odiaron por comunistas porque aún no lo éramos: no odiaron por dignos, por independizarnos, por atrevernos a caminar sin la tutela de los amos. Nos odiaron por defender a los desposeídos. Considérese que “El 23 de diciembre de 1958, a una semana del triunfo de la Revolución, mientras el ejército de Fulgencio Batista se encuentra en plena desbandada a pesar su superioridad en armas y hombres, tiene lugar la 392 reunión del Consejo de Seguridad Nacional, con la presencia del Presidente Eisenhower. Allen Dulles, entonces director de la CIA, expresa claramente la posición de Estados Unidos: “Tenemos que impedir la victoria de Castro”.

El hombre que este fin de años el pueblo de Cuba despide fue objeto de más de 600 atentados por parte de la CIA para terminar con su existencia. Cuando David venció a Goliat este murió y con ello terminó el peligro. Con Fidel y Cuba no pasó de igual manera; el Goliat vencido no moría sino que cada vez era más grande y poderoso y cada año David debía enfrentársele y vencerlo una y otra vez.  Ese es realmente el mérito: no claudicar por grandes que fuesen los riesgos.
Para tener una idea de la magnitud de la obra organizada y encabezada por nuestro Fidel piense que a los 25 años de edad (tal vez muchos menos años que los de nuestro lector) concibió la gesta liberadora cuando Fulgencio Batista, el dictador, tenía más de ochenta mil hombres sobre las armas.  Recuérdese que en esta época se pensaba que sin el apoyo de Estados Unidos ninguna revuelta tendría la más mínima posibilidad de obtener la victoria.  Sin embargo, él planifica, organiza y dirige el asalto al cuartel Moncada. Su plan era excelente pero temerario: tomar el cuartel por sorpresa, convocar al pueblo santiaguero, entregarle las armas al pueblo y alzarse en la Sierra Maestra hasta alcanzar la victoria.
No obstante, son derrotados, la mayoría de ellos asesinados por los esbirros del dictador. En el juicio se enfrenta a los asesinos de sus compañeros y los acusa, los destroza. Es condenado pero no teme a la cárcel como el mismo dice.  En el presidio organiza a sus compañeros; estudian, leen, debaten; el mismo es el maestro de filosofía. Todos deben aprender, prepararse para la victoria definitiva que como dijera Martí debe hacerse con las ideas. Por qué estudiar en la cárcel, por qué las clases de filosofía, historia y de oratoria, entre otras: porque como él mismo dijera: “(…) sin educación no hay Revolución posible, sin educación no hay socialismo posible, sin educación no hay ese hombre nuevo de que hablaba el Che (…)”1 de septiembre de 1997—Discurso pronunciado en el acto de inauguración del curso escolar 1997-98, celebrado en Ciudad Escolar Libertad, Ciudad de La Habana.
Ya Martí nos había enseñado: “Ser culto es el único modo de ser libres” y él siempre fué su mejor alumno.
Sale de la cárcel directamente hacia México e inmediatamente a organizar otra vez la lucha. Estamos entonces frente a un joven que por sus ideales pone su vida en riesgo una y otra vez.
Zarpó el 25 de noviembre del puerto de Tuxpan en México con solo 81 expedicionarios para enfrentarse a ese enorme ejército. El mal tiempo los retrasa; deben llegar el 30 pero no lo hacen sino hasta el día 2 de diciembre. Llegaron a Cuba bajo difíciles condiciones y sorprendidos fueron casi aniquilados y al reencontrarse con doce hombres y siete fusiles en “Siete palmas” exclamó “Ahora sí ganamos la guerra”. Realmente era un pequeño David frente a un inmenso Goliat, un David que no dudó nunca en la victoria.
¿Por qué los gobiernos de los EUA estaban tan empeñados en truncar la vida de ese líder y destruir a la Revolución cubana?
La respuesta a esta pregunta es una sola y simple: Cuba con Fidel, se atrevió a destruir el régimen capitalista burgués y construir una sociedad de los humildes, por los humildes y para los humildes. En la Cuba pre revolucionaria la mortalidad infantil alcanzaba la astronómica cifra de 60 por cada mil nacidos vivos; Batista existían 9 000 maestros desempleados, en 1953 la población no rebasaba los cuatro millones 376 529 habitantes, con un millón 32 849 analfabetos (23,6 por ciento); en zonas rurales y urbanas, la diferencia era notoria: el 50 por ciento de los niños en edad escolar, aproximadamente 800 000, no asistía a la escuela; existían 17 000 aulas, cuando debían ser 35 000. Estos infantes sin escuelas vivían en el campo. Cada año aumentaba el ejército de adultos analfabetos.
Luego del triunfo de la Revolución en solo un año (de 1960 a 1961), se habían creado 15 000 aulas nuevas en zonas rurales y la matrícula en escuelas elementales había aumentado hasta un millón 118 942 alumnos.
La realidad del sufrido pueblo cubano cambio radicalmente luego del triunfo revolucionario. La promesa de repartir las tierras a los campesinos puso frente a frente los intereses de las grandes corporaciones imperialistas y los del pueblo de Cuba: los interese de Goliat contra los de David. El imperialismo no permitiría que el odiado socialismo se impusiera en su traspatio. Presionaron, sancionaron y agredieron pero la Cuba de Castro no se amilanó: defendió su derecho a existir y a la larga venció.
“Cuando el pueblo tiene el control de su destino, cuando el pueblo tiene el porvenir de su país en sus manos, no quiere decir que ha conquistado el cielo, no quiere decir que ha conquistado un mundo, sino que ha conquistado la oportunidad de empezar a crear el bienestar, la oportunidad de empezar a trabajar para el porvenir”.

12 de noviembre de 1971– Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en la Plaza de Antofagasta, Chile
La osadía de la libertad implicó pagar un alto precio en vida y en daños económicos. Isla de Cuba tiene algunos de los récor más lamentables de la historia: La primera guerra imperialista de la historia se desarrolló cuando los EUA intervienen en la guerra de liberación de Cuba contra España en sus apetencias de anexarse a la isla; en su población se ensayaron guerras bacteriológicas con la introducción del moho azul del tabaco, la roya de la caña, la fiebre porcina, el dengue hemorrágico, etcétera;  el primer avión civil explotado en el aire cargado de pasajeros también fue cubano, los primeros secuestros de aviones de la historia se desarrollaron contra Cuba.
Hoy, luego de su muerte y de las groseras palabras de nuevo presidente del imperialismo que amenaza nuevamente con destruir las relaciones que ya se van construyendo y trata de condicionarnos para que hagamos el capitalismo deshumanizado que ello tienen debemos responderle nuevamente con las palabras del comandante inmortal:
“Nosotros estamos dispuestos a resistir digna y abnegadamente los años que sean necesarios el bloqueo imperialista. Si otros transigen, si otros se dejan sobornar, si otros traicionan, Cuba sabrá mantenerse como ejemplo de una revolución que no claudica, que no se vende, que no se rinde, que no se pone de rodillas”.

26 de julio de 1978—Discurso pronunciado en el acto central nacional por el XXV aniversario del asalto al Cuartel Moncada, celebrado en la Ciudad Escolar 26 de julio
De qué tamaño es Fidel: midan el tamaño de sus enemigos, el tamaño del imperialismo norteamericano, el tamaño de su arsenal nuclear, de sus numerosos portaviones, de sus más de 800 bases militares alrededor del mundo. Midan el tamaño de sus guerras, de sus genocidios, de sus intereses de hegemonía y vean a ese imperialismo siendo derrotado año tras año por más de medio siglo, entonces, podrán tener una respuesta clara de porque Fidel Castro es y será inmenso e inmortal.

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