3 de junio de 2018

¿POR QUÉ NO VOTARÉ POR AMLO?




Tomás Holguín

Estamos en momentos desesperados, eso es fácil de reconocer. Ver cómo parte de la población -incluyendo a un sector importante de luchadores sociales y hasta parte de la izquierda radical- defiende el voto de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y MORENA para las próximas elecciones presidenciales es un signo de ello.

Ese sentimiento de urgencia y desesperación tiene sentido. Somos un país en cual la mitad de su población vive en la pobreza, llevamos una guerra de 2 sexenios con un saldo de miles de muertos y desaparecidos (sólo por detrás de la guerra en Siria), violación continua de los derechos humanos, los trabajadores reciben los salarios mínimos más bajos de la región, y experimentamos una serie de inequidades estructurales -económicas, sociales, culturales y políticas-, que han consolidado a una élite económica y política avariciosa, déspota, corrupta y sinvergüenza.

En tal escenario, parece lógico, y hasta revolucionario, darle el voto a AMLO. Pero a pesar de eso -del escenario de barbarie capitalista y del sentimiento de urgencia y desesperación que todos reconocemos-, nosotros no votaremos por AMLO. Con nosotros me refiero a los trabajadores socialistas que creemos en la fuerza y la acción independiente e internacional de la clase trabajadora.

Lo que voy a decir a continuación es muy importante, pues tiene la intención de explicar a compañeros, amigos y familiares, lo que a sus ojos es una decisión y una conducta tan aberrante por parte nuestra: no apoyar a AMLO. Como decía, a pesar de que coincidimos con ellos en la visión de crisis social del país y en el sentimiento de urgencia.

A contra pelo de la propuesta de MORENA y AMLO, nosotros buscamos un cambio en todo el régimen económico del país, con la abolición y prohibición de la propiedad privada de los medios de producción, así como el control y planeación por parte del Estado de la producción y distribución de las mercancías en base a las necesidades sociales -por el contrario de la búsqueda de ganancias-; que incluye la nacionalización de los principales recursos naturales y económicos de la nación: petróleo, banca, telecomunicaciones, etc. AMLO sólo plantea débiles cambios fiscales, administrativos, de regulación y control sobre la gestión del actual sistema capitalista para una muy tenue redistribución social de la riqueza de la nación, sin alterar su esencia; raíz y razón estructural de la inequidad social.

A diferencia de MORENA Y AMLO, buscamos que todas las instancias de ejercicio del poder se democraticen: el Estado, los partidos y los sindicatos. Que se generen nuevas organizaciones democráticas de los trabajadores y la población en sus lugares de trabajo, en sus barrios y escuelas para crecer en fuerza y poder: comités de fábrica, de huelga, estudiantiles, asambleas de barrios, etc. Sí, que la democracia no sea sólo representativa, parlamentaria y política, sino que también sea participativa, económica, social y cultural. AMLO se limite a respetar la actual democracia parlamentaria, se ajusta al régimen político vigente. En el partido político MORENA no existe un mecanismo democrático para elegir a sus líderes, estos son seleccionados por AMLO; la estructura es exclusivamente vertical, sin espacios ni momentos horizontales para la discusión entre militantes que puedan elegir las mejores propuestas y líderes de entre ellos; la imposición es un mecanismo generalizado.

Por su programa, ideología, procesos y accionar, MORENA es un partido burgués más, como lo son el PAN, PRI y PRD; a pesar de su composición social y la desesperación. Lo reconozco, lo que acabo de decir en párrafos anteriores sobre nuestra postura suena bastante utópico. Pero sí, esa es nuestra propuesta -pero no sólo nuestra-, que es un movimiento social más lento pero de mayores alcances sociales; a diferencia de la real politik, basada en conclusiones inmediatistas y apresuradas.

En las próximas elecciones presidenciales, dentro de las distintas opciones a votar -incluido AMLO-, no hay ninguna que defienda la independencia de clase de los trabajadores ni su emancipación del capital; ninguno se define anticapitalista, no digamos ya socialista. Todos tienen la tarea de perpetuar el status quo, a pesar de la desesperación.

Por eso, cuando amigos, compañeros y familiares nos critican, y a veces, hasta nos aborrecen por no tener fe en AMLO y sus propuestas, y no darle nuestro voto; les decimos que no lo hacemos por manipulación de la derecha, por ignorancia o por falta de empatía ante la injusticia social, sino porque éste no nos representa en nuestros ambiciosos planes de emancipación. Sí, esto implica que creemos en que nuestra tarea emancipatoria no se resuelve por gracia de alguien más, por delegación o por un mecanismo tan simple como una votación en un día cualquiera; así es, la principal razón es que creemos firmemente en que la emancipación de la clase trabajadora sólo será obra de ella misma, sin intermediarios, y bajo sus propios medios, mecanismos y organizaciones, a pesar de los plazos tan largos.

Lo anterior nos hace estar en minoría dentro del movimiento social, a pesar nuestro. Nuestra tarea en este momento, sin abandonar la lucha social, es ir explicando nuestras ideas, propuestas y acciones, a pesar de ir a contracorriente. Tenemos que decirlo claramente: AMLO no será la solución a nuestros problemas, a nuestra crisis, por más que así parezca en este momento para muchos.

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¿Cómo hubiera sido el programa de una candidatura socialista en las próximas elecciones? Como Partido Obrero Socialista, nosotros apoyamos desde sus inicios la propuesta del Ejército Zapatista de Liberación Nacional y del Congreso Nacional Indígena de lanzar una candidatura anticapitalista, que se consolidó eventualmente en la figura de Marichuy. A los compañeros de la campaña de Marichuy les hicimos llegar el siguiente Programa socialista para una presidencia de los trabajadores y los indígenas (extractos): La mayoría de las siguientes propuestas podrían ser implementadas inmediatamente por un presidente de izquierda. Lo primero que haría un gobierno de izquierda es meter a la cárcel a Peña Nieto y compañía, aumentar el salario mínimo a un nivel decente y regresar al ejército a los cuarteles. ¿La “izquierda” de AMLO hará algo de esto? Proponemos este programa para discutir con la “izquierda” que apoya a López Obrador, y para agrupar a la que no.

– Cárcel, no perdón, para los gobernantes corruptos: a Peña Nieto y su gabinete; formación de comisiones de la verdad autónomas para Ayotzinapa, los feminicidios, desapariciones forzadas y ejecuciones sumarias durante la guerra contra el narco.

– Respeto a la jornada de 40 horas semanales.

– Salario mínimo constitucional ($400 pesos diarios): existirá un rígido control de precios para evitar que la inflación disminuya los estipendios de los trabajadores.

– Por el regreso del Ejército a los cuarteles y democratización de las policías:legalización de las drogas, prevención y combate a adicciones. Reducción del Ejército a un 20% del actual. Eliminación de la policía federal y desmilitarización de todas las policías. Control civil y democrático de las fuerzas de seguridad. Sistema de justicia comunitaria para pueblos indígenas.

– Por el cumplimiento de los Acuerdos de San Andrés: impulsar el uso y aprendizaje de las lenguas indígenas que se hablan en este país. Otorgar el derecho a la autonomía y la libre autodeterminación de las nacionalidades y comunidades indígenas que lo deseen.

– Por un plan de obras públicas incluyente: emprender un enorme plan de obras públicas y de construcción de infraestructura. Crear comités conformados por pobladores, científicos y funcionarios para decidir sobre construcción de proyectos.

– Por el impulso al mercado interno y contra las empresas rapaces:  la industria estatal será la base de la economía y producirá en primer término para el mercado interno. Política fiscal progresiva, para que quienes más tengan paguen más impuestos.

– Abrir paso a las mujeres: despenalizar el aborto y garantizar el acceso seguro a este procedimiento. Crear protocolos eficientes para castigar todo acto de violencia contra las mujeres en sus distintas formas, que serán implementados por comisiones especializadas. 

– Abrir paso a los jóvenes: impulsar el deporte para todos aquellos que lo quieran practicar. Construir un centro deportivo con instalaciones, piscinas e instructores por cada 100 mil habitantes. Fomentar la creación y desarrollo de orquestas de música por todo el país.

– Por una política exterior anti-imperialista y solidaria: unión de los proletarios de México, EEUU y Canadá. Protección eficaz de connacionales que han debido emigrar. Eliminación del Instituto Nacional de Migración. Solidaridad con los migrantes centroamericanos y de otros países. Extensión de todos los derechos de ciudadanía a los centroamericanos en México.

– Por una política económica que corrija el desastre neoliberal: confiscación de fortunas de narcos, corruptos y megamillonarios. Habrá intervención en el tipo de cambio para proteger al peso. Se suspenderá el pago de la deuda externa e interna. Habrá nacionalizaciones con control de los trabajadores.

– Por una democratización profunda del país: revocación de mandato de todos los funcionarios electos. Gestión presidencial de cuatro años. Segunda vuelta en elecciones. Convocatoria a elecciones en todos los sindicatos con voto secreto. Ningún salario estatal será mayor de 15 salarios mínimos. Se legislará el uso del referendum y el plebiscito.

– Salud y protección del medio ambiente: reducción drástica de ganadería y de cultivos de élite que implican la destrucción de selvas y bosques. Reforestación. Creación de más parques y reservas naturales en el país. Prohibición de industrias productoras de alimentos chatarra y de bebidas azucaradas. Medicina preventiva.

Crédito de foto: V. Cheregati vía Flickr.

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