15 de agosto de 2018

PARA LAS VÍCTIMAS DEL “AGENTE NARANJA”, LA GUERRA DE VIETNAM NO ES HISTORIA

Mirar la serie documental The Vietnam War –en total, dura 18 horas–, de Ken Burns y Lynn Novick, es una experiencia conmovedora. Es imposible que quien la vea –ya sea que haya servido en las fuerzas armadas de Estados Unidos durante el conflicto bélico, o que se haya manifestado en la calle para acabar con esa guerra– no sea tocado por este documental. Las escenas de combate son potentes, los relatos de los veteranos estadounidenses y soldados vietnamitas que pelearon en ambos lados son convincentes.

En términos humanos, el saldo de víctimas mortales de la guerra es pasmoso. Cerca de 58.000 estadounidenses y entre dos y tres millones de vietnamitas, muchos de ellos civiles, murieron en el conflicto. El número de heridos es incalculable. Muchos de los veteranos estadounidenses sufren estrés post-traumático (PTSD, por sus siglas en inglés). Se han suicidado más veteranos de EEUU de la guerra de Vietnam que los que han muerto en la guerra misma. Sin embargo, estas cifras no bastan para contar toda la historia de la guerra. 
Estados Unidos se implica en la guerra química 
Una de las más graves omisiones de la serie es que desestima los estragos ocasionados por las fuerzas armadas de Estados Unidos en gran parte del territorio de Vietnam como consecuencia del rociado de herbicidas químicos que contenían el veneno llamado dioxina; el más conocido de ellos era el ‘Agente Naranja’ (AN, en adelante). Este es uno de los más trágicos legados de la guerra de Vietnam. Aun así, aparte de unas pocas y breves menciones, las víctimas del AN/dioxina, tanto vietnamitas como estadounidenses, casi no aparecen en al documental. Aun más importante, los daños todavía en curso causados por esta guerra química no son mencionados.
El AN/dioxina era un arma química de efecto defoliante elaborada por las empresas estadounidenses Dow y Monsanto; fue rociado por las fuerzas armadas de Estados Unidos entre 1961 y 1971. La dioxina es uno de los venenos más tóxicos conocidos por el ser humano.
Unos tres millones de vietnamitas y miles de soldados estadounidenses y aliados estuvieron expuestos al AN/dioxina.
El gobierno de Estados Unidos era conciente de que el empleo de venenos como arma de guerra estaba prohibido por la ley internacional desde mucho tiempo antes de que autorizara su utilización en Vietnam. De hecho, ese mismo gobierno retiró de la circulación un informe de 1965 llamado Bionetics study (Estudio de la bionética), que demostraba que la dioxina provocaba muchas deformaciones fetales en animales de laboratorio. Hasta que no se filtraron los resultados de ese estudio el uso del AN/dioxina no se suspendió. 

Horrorosas deformaciones fetales 
Es frecuente que las personas expuestas al AN/dioxina tengan hijos y nietos con graves enfermedades y minusvalías congénitas. En la comunidad científica internacional, la opinión de que la exposición al AN/dioxina provoca ciertos tipos de cáncer, anormalidades reproductivas, deficiencias inmunológicas y endocrinas y daños en el sistema nervioso es prácticamente unánime. En Vietnam, continúan naciendo víctimas de segunda y tercera generación; lo mismo ocurre en Estados Unidos con los veteranos del ejército de EEUU y los estadounidenses de origen vietnamita. Para muchos de ellos y su progenie, el sufrimiento persiste.
Mai Giang Vu sufrió exposición al AN mientras servia en el ejército de Vietnam del Sur. Transportaba bidones con productos químicos que serían rociados en la jungla. Sus hijos no podían andar ni moverse normalmente. Poco a poco, sus extremidades se deformaban y solo podían arrastrarse. Con 18 años, estaban postrados en cama; uno de ellos murió a los 23 años de edad y el otro a los 25.
Nga Tran, una mujer franco-vietnamita que era corresponsal de guerra en Vietnam, estaba allí cuando las fuerzas armadas de EEUU empezaron a rociar defoliantes químicos. Una vez, la envolvió una gran nube de AN. Poco después de nacer, la piel de su hija empezó a desprenderse; no podía tener contacto físico con persona alguna. La niña no creció; nunca superó los tres kilos –su peso al nacer–, hasta que murió cuando tenía 17 meses. La segunda hija de Tran sufría talasemia alfa, una anemia genética casi desconocida en Asia. Tran vio a una mujer que dio a luz una “bola” sin forma humana. Muchos niños nacen sin cerebro; otros emiten sonidos no humanos. Hay víctimas que nunca han podido ponerse de pie; se arrastran y apenas pueden levantar la cabeza.
Rosemarie Hohn Mizo es la viuda de George Mizo, que combatió en Vietnam en las filas del ejército de Estados Unidos. Después de que se negara a hacer un tercer periodo de servicio, se le formó un consejo de guerra, pasó dos años y medio en prisión, y fue dado de baja y degradado. Antes de morir afectado de una enfermedad asociada con el AN, Mizo colaboró en la fundación de la Ciudad de la Amistad, donde las víctimas vietnamitas viven en un ambiente de apoyo.
La doctora Jeanne Stellman, autora del fundamental artículo “Agent Orange” publicado por la revista Nature, dijo, “Este es el mayor desastre medioambiental [antinatural] del mundo”.

La doctora Jean Grassman, del instituto Brooklyn de la Universidad de Nueva York manifiesta que la dioxina es un potente modificador celular que altera las secuencias de reacciones bioquímicas implicadas en los procesos metabólicos y afecta los sistemas corporales. Dijo que los niños son muy sensibles a la dioxina; la exposición intrauterina o postnatal a la dioxina puede ocasionar alteraciones en el funcionamiento inmunológico, neurológico y hormonal. La mujer pasa a sus hijos los efectos de la exposición a la dioxina tanto dentro del útero como con su leche al amamantar.
Estos son algunos de los testimonios escuchados en el Tribunal Popular Internacional de Conciencia en Apoyo de las Víctimas Vietnamitas del Agente Naranja, realizado en 2009 en París.
Una hueca promesa de indemnización 
En 1973, en ocasión de los Acuerdos de Paz de París, la administración Nixon prometió que, acabada la guerra, contribuiría con 3.000 millones de dólares para indemnizar y reconstruir Vietnam. Esa promesa todavía no se ha cumplido.
En 2004, tanto los veteranos estadounidenses como las víctimas vietnamitas demandaron a las empresas químicas que fabricaron el Agente Naranja y otros defoliantes a sabiendas de que contenían una innecesaria cantidad letal de dioxina. Las víctimas fueron impedidas de entablar juicio al gobierno de Estados Unidos sobre la base de la doctrina de la inmunidad soberana. Pese a que en un pleito anterior se había acordado indemnizar a los veteranos estadounidenses por algunas enfermedades asociadas a la exposición al AN y otros herbicidas, el gobierno de EEUU y las empresas químicas sostuvieron ante los tribunales –y continúan haciéndolo hoy– que no había evidencias que confirmaran una conexión entre exposición y dolencia.
Las acciones de algunos grupos de veteranos y otros en favor del cuidado de quienes habían combatido en Vietnam dieron como resultado un esquema de indemnizaciones gestionado por la Administración de Veteranos. A partir de este esquema, se pagan miles de millones de dólares cada año a ex combatientes que pueden demostrar que estuvieron en una zona contaminada de Vietnam y sufren una enfermedad asociada con la exposición al AN.
Desgraciadamente, los vietnamitas expuestos al mismo agente en una escala sin precedentes en la guerra moderna fueron dejados a la intemperie. El hecho de que no se incluyera esta parte de la historia en el documental de Burns y Novick es moralmente inaceptable. Ciertamente, se podría alegar que incluso la mención del AN en la serie televisiva fue muy engañosa. Por ejemplo, en el último episodio, el comentarista habla de la campaña de rociado de defoliante pero lo hace sobre un verde telón de fondo de praderas y feraces cultivos.
Las acciones del gobierno de Estados Unidos y los fabricantes estadounidenses del AN y otros letales defoliantes constituyen un atentado moral. El gobierno de EEUU financió la limpieza del aeropuerto de Danang, apenas uno de 28 “puntos calientes” todavía contaminados con dioxina. Pero estos trabajos ignoran el daño ocasionado a la gente que vive allí y se alimentan de los vegetales, los animales y el pescado de la zona circundante. Todos esos puntos calientes deben ser reparados. 
Ley de ayuda a las víctimas del agente naranja, de 2017

En 2017, la diputada demócrata por California Barbara Lee presentó el proyecto de ley H.R. 334, de “Ayuda a las víctimas del agente naranja”; contaba con otros 23 proponentes. La ley conduciría a la limpieza de la contaminación con dioxina y arsénico todavía presente en Vietnam, proporcionaría ayuda al sistema de salud pública de Vietnam en relación con los tres millones de vietnamitas afectados por el AN. También ampliaría la ayuda a los hijos de los ex combatientes varones que sufren el mismo conjunto de defectos congénitos cubiertos en el caso de hijos de mujeres veteranas. Habilitaría la investigación sobre el alcance de las dolencias relacionadas con el AN en la comunidad vietnamo-estadounidense y le proporcionaría asistencia. Por último, apoyaría la investigación farmacológica y epidemiológica sobre los efectos del AN.

Marjorie Cohn es profesora emérita en la Facultad de Derecho Thomas Jefferson y ex presidenta del Colegio Nacional de Abogados. Escribe, da conferencias y hace periodismo en relación con los derechos humanos y la política internacional de Esatados Unidos. Su libro más reciente es Drones and Targeted Killing: Legal, Moral, and Geopolitical Issues (Drones y asesinatos selectivos; cuestiones legales, morales y geopolíticas asociadas)
Jonathan Moore fue uno de los abogados que entablaron una demanda para conseguir que se indemnizara a los vietnamitas que sufrieron exposición al AN/dioxina.

Traducción del inglés para Rebelión de Carlos Riba García

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