Por José Miguel Cobián
Será el tema, la película de moda, o la selección de candidatos para el estado de México… He ahí el dilema…
En realidad se trata de la película. Caray después del exorcista nada ha habido que se le parezca un poquito. Cuando menos en aquélla se preocuparon de estudiar un poco de demonología católica, y presentan símbolos que sólo los conocedores captan, aunque el vulgo en general también sufre los efectos del miedo a Luzbel. En la actual, basta que se obligue a la entidad que se posesiona del infortunado mortal a dar su nombre, para que de inmediato se le expulse del cuerpo poseído. Minimizando el ritual del exorcismo a una simple presión de ¨dí tu nombre y te expulso¨. Qué triste, ni siquiera consideran el esfuerzo de construir a lo largo de dos mil años una enorme cantidad de demonios con los símbolos de todas las religiones que competían y compiten con la católica.
Sabido es que en su expansión por el mundo, el catolicismo romano usó dos tácticas, la más importante fue el sincretismo religioso, con el cual, se asumían las costumbres de los ¨paganos¨ como parte de nuevos rituales del catolicismo, para atraer nuevos adeptos, o para lograr una confusión inicial entre ambos rituales, y al final después de varias generaciones, que se terminara adorando a los nuevos santos y al Dios de Israel. La otra táctica fue la de sangre y demonización, se consideraba hereje o demoniaco todo aquello que se oponía al avance de la nueva religión, y con sangre o anatema se le condenaba a la muerte, al ostracismo, al rechazo social y en muchos casos al olvido. Así, muchos de los dioses paganos, se convierten en los nuevos demonios, seguidores de Lucifer, pero cada uno de ellos con características particulares, enseñoreándose de ciertas criaturas repulsivas y repugnantes que a fin de cuentas con su abundancia representan la presencia de tal o cual espíritu maligno.
En otras películas realizadas con más cuidado, se muestra la presencia de ciertos demonios mediante su simbolismo ancestral, pero en el Rito nos muestran ranas o sapos y hasta el momento no he podido localizar un demonio que sea su señor, en la mitología cristiana, si acaso su mayor presencia bíblica la encuentro en una de las siete plagas de Egipto. Esto habla del descuido y falta de respeto al ritual del exorcismo que se plantea en la película. Incluso, tiene momentos chuscos, cuando en medio de un exorcismo, un joven sin la decisión y entereza necesarias se enfrenta a un demonio, que resulta ser baal, aquél que adoraban los israelitas cuando Moisés recibió los diez mandamientos. El propio demonio le dice al joven exorcista, ¨huy que miedo, mira como estoy temblando¨ cuando a él se dirige sin la seguridad plena del apoyo de Dios para lograr su meta.
Si consideramos que por una parte, se ha vulgarizado al demonio e incluso se ha demonizado a los enemigos terrenales a lo largo de la historia, como es el caso de el papa romano y el papa de Avignon, (entre ambos se decían mutuamente demoniacos y se anatemizaban), no debe soslayarse que las fuerzas del mal están activas y presentes en el mundo. Los creyentes incluso están iniciando círculos de oración a las ocho de la noche para prevenir el mal en México. Y todo esto no debe tomarse a la ligera, pues aún los ateos deben aceptar que científicamente se ha comprobado el beneficio de que un grupo de personas se reúnan en oración a favor de un tercero en desgracia.
En el mundo hay fuerzas naturales presentes permanentemente, y muchos creemos que también hay fuerzas sobrenaturales. Películas como el Rito, cumplen su función de entretener y asustar, pero vulgarizan y ridiculizan un ritual, que a pesar del mal uso que se le ha dado, a lo largo de la historia ha servido a muchos seres humanos, cuando se practica limpiamente, independientemente de la religión de aquél que lo practique.
Por otra parte, el inicio de la película muestra una visión muy protestante del catolicismo, pues la cámara ironiza sobre la oscuridad y los símbolos sagrados que exaltan la tortura y el dolor. Algo que ha pasado desapercibido en un país tan católico como el nuestro.
Creo que ver el Rito es una pérdida de tiempo, como lo es el asunto de los rituales políticos, dónde se pierden raudales de horas hombre, en el culto a la personalidad, o en la espera del alto funcionario que siempre llega una o dos horas después de la hora programada. Muchos pensarán que llega tarde para darse importancia o por problemas de retraso en su agenda, pero curiosamente en muchos casos, la culpa es de los organizadores, que quieren ver abarrotado el lugar, para demostrar su poder de convocatoria, a pesar de que obliguen a la gente a llegar unas horas antes, aún cuando de niños se trate. Total por quedar bien, no importa usar y abusar de los más débiles.