15 de mayo de 2022

"DEJÉ A MI FAMILIA UN INSTRUCTIVO DE QUÉ HACER SI DESAPAREZCO": EL PÁNICO DE LAS JÓVENES POR LA OLA DE DESAPARICIONES EN EL NORTE DE MÉXICO


BBC News Mundo. Enviado especial a Monterrey, México

13 mayo 2022

FUENTE DE LA IMAGEN,

Marcos González Díaz / BBC

Maya, Mónica y Gabriela sufren de diferentes formas la inseguridad que las mujeres jóvenes sienten en el estado de Nuevo León.

Un paseo de pocos minutos por las calles del centro de Monterrey deja ver hasta cuatro fotos de personas desaparecidas. También hay murales con rostros y nombres de aquellos en paradero desconocido. Se ven en cada poste, en cada esquina.

Son la muestra cotidiana de la crisis que vive la capital y todo el estado de Nuevo León, en el norte de México, convertido en la cuarta entidad del país con más desaparecidos según cifras oficiales: más de 6.000.

Pero fue el reciente aumento de casos, especialmente de chicas muy jóvenes, lo que encendió todas las alarmas sobre la inseguridad que ha trastocado la vida diaria de miles de mujeres regiomontanas. Dicen que si no se cuidan ellas mismas, nadie lo hará.

"¿Cómo sé que eres periodista? ¿Por qué no usas grabadora?", me preguntó con recelo Guadalupe, una mujer que estaba en un café pasadas las 10:00 de la noche en el barrio antiguo de Monterrey, considerado el motor industrial de México.

"Yo ya me había fijado que caminaste para allá, que luego te acercabas… Es que estamos como en alerta constante, hasta ese extremo llegamos", me confiesa su amiga Diana, sentada en la misma mesa de la calle José María Morelos, la más animada de esta zona repleta de bares y restaurantes.

Si uno se siente terrible por el hecho de provocar esa sensación en alguien de manera involuntaria, es difícil imaginar cómo sufren las jóvenes un contexto de tanta desconfianza y tensión permanente.

Ambas mujeres dicen que se niegan a "vivir con miedo encerradas", pero no ocultan que esta noche "se pensaron un poco más" el salir las dos solas. "Sí estamos más observadoras porque no nos queda otra que cuidarnos. Duele y es triste, pero así es".

Aunque otras mujeres sí que optan por renunciar a su derecho a disfrutar de la noche.

En el emblemático salón Morelos, un local cercano con música en vivo, dicen que "desde el caso de Debanhi" [la joven que apareció muerta en la cisterna de un hotel en abril y cuya desaparición tuvo una gran repercusión] reciben menos clientas y, sobre todo, ven que las que llegan se retiran a casa más temprano.

"Mira, es muy raro que ya veas por la calle a chicas solas. Siempre vienen en grupos grandes o acompañadas [de hombres]", dice María Palacios, una de sus trabajadoras, quien asegura que ahora están más pendientes de ellas cuando salen del bar o que "cuando están tomadas" se niegan a venderles más alcohol.

"Entre nosotras nos tenemos que cuidar", afirma.


María Palacios ve cómo las mujeres jóvenes se marchan antes a casa del local nocturno donde trabaja.

Joven e hija de desaparecida

Nuevo León está bajo el foco desde que medios locales reportaran, a inicios de abril, la desaparición de ocho mujeres jóvenes en solo diez días, la mayoría en la capital Monterrey y su zona metropolitana.

Según cifras del gobierno, 376 mujeres fueron reportadas este año como desaparecidas en este estado hasta el 12 de mayo. De ellas, 48 permanecen como "no localizadas" y seis aparecieron sin vida.

Y en un país donde el 95% de denuncias generales queda en la impunidad, el papel de las autoridades a la hora de garantizar la seguridad y de investigar estos casos está bajo el punto de mira.

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Pero lo cierto es que esta tragedia ya golpea a Nuevo León desde hace mucho tiempo. Lo sabe Maya Hernández, una joven estudiante de psicología clínica cuya madre, Mayela Álvarez, desapareció en Monterrey hace casi dos años.

Teniendo entonces apenas 16, a Maya le tocó madurar de golpe y no solo liderar la búsqueda sino también dirigir su casa, en la que vive con su abuela y un hermano pequeño.

"Antes de que mi mamá desapareciera, yo no tenía idea de que esto era una crisis social. Y entonces me di cuenta de que no soy la única, que hay muchos desaparecidos en Nuevo León. Y que en lugar de ir disminuyendo, han aumentado con los años", le dice a BBC Mundo.

Asegura que, en todo este tiempo, no ha habido avances en la investigación. "La Fiscalía nos ha fallado", denuncia, a la vez que exige la implicación del gobernador del estado, Samuel García, como ha hecho con otros casos recientes más mediáticos como el de Debanhi Escobar, María Fernanda Contreras o Yolanda Martínez.

"Que mi mamá desapareciera me hizo ser más precavida y tener más conciencia. Pero cada vez me siento más insegura porque puede que un día no regrese a casa", reflexiona.

"¿Por qué no? ¿Por qué no podemos salir?", pregunta a quienes dicen que esa sería la solución a esta crisis. "Tenemos derecho a divertirnos y no tendríamos que encerrarnos en casa. Ya lo hicimos por una pandemia, ahora no deberíamos hacerlo por la inseguridad".

Maya Hernández

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MARCOS GONZÁLEZ / BBC

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Maya Hernández reclama que casos como el de su madre sean atendidos de la misma manera como se ha dado seguimiento a otras desapariciones recientes más mediáticas.

BBC Mundo no obtuvo respuesta de sendas solicitudes de entrevistas al gobernador de Nuevo León y a la Fiscalía del estado, cuya labor ha sido duramente criticada por familiares de desaparecidos y que llegó a reconocer claras irregularidades en casos como el de Debanhi.

La fiscal de feminicidios estatal, Griselda Núñez, insistió este miércoles en descartar que exista una tendencia generalizada u organizada de violencia contra las mujeres en Nuevo León, por lo que aseguró que cada caso debe ser abordado individualmente.

"No existe una situación de desaparición o de secuestro de mujeres, sino que son condiciones específicas por cada uno de los hechos", subrayó en una conferencia de prensa a la que asistió BBC Mundo.

Plaza de los desaparecidos

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MARCOS GONZÁLEZ / BBC

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La rebautizada como plaza de los desaparecidos rememora en Monterrey a las miles de personas en paradero desconocido en el estado.

Instrucciones de búsqueda para familiares

Pero estos mensajes están lejos de tranquilizar a las mujeres de Nuevo León y de su capital, que optan por tomar medidas para protegerse de posibles ataques en una ciudad donde la inseguridad se siente como el tema de conversación de casi cada día.

Según Mariana Limón Rugerio, es "el desamparo por parte del Estado" lo que no les deja otra salida que organizarse. Y más en su caso, que siente el triple de vulnerabilidades como mujer, joven menor de 30 años y periodista de Monterrey.

"Yo dejé a mi familia un instructivo de qué hacer y a quién contactar si desaparezco" para ayudarles a lidiar "con el dinosaurio burocrático que es México", asegura a BBC Mundo.

Mural de desaparecidos

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Gracias a una aplicación, su familia puede monitorear su ubicación a través de su teléfono, del que la joven se comprometió a estar pendiente en todo momento.

Según sus propias instrucciones, sus familiares deben empezar a preocuparse si transcurren tres horas sin que ella dé noticias. Si pasan cinco, deben acudir inmediatamente a la Fiscalía y exigir que inicien su búsqueda, dado que esos primeros momentos de la desaparición son cruciales.

"Obviamente espero que nunca lo utilicen [el instructivo]. Es muy agobiante explicarles a tus papás qué hacer si llegas a desaparecer. Pero prefiero que tengan un cuerpo que velar a que me tuvieran que buscar, porque a nivel psicológico es mucho más pesado para la familia no tener ni un cadáver que enterrar", reconoce la periodista.

Las jóvenes regiomontanas con las que habló BBC Mundo han agudizado su ingenio en las últimas semanas a la hora de adoptar medidas de protección.

Desde compartir su ubicación a través del celular en todo momento hasta llevar gas pimienta o aparatos de descargas eléctricas en el bolso, pasando por evitar publicar fotos en sus redes sociales a tiempo real para impedir que desconocidos sepan su ubicación al momento, son algunas de ellas.

Mural de desaparecidos

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Nuevo León pide justicia para sus desaparecidas.

Mónica López, quien es maestra de educación especial de 26 años y vive en el municipio de Escobedo, lamenta que se vean obligadas a adoptar estas restricciones y limitarse por el hecho de ser mujeres.

"Pero, aunque no es justo, te acabas resignando por tu familia y por llegar viva a casa", admite.

La joven le dice a BBC Mundo que, a raíz de los últimos casos, algunas de sus amigas entraron en una ansiedad social por la que se alegraban incluso de trabajar desde casa para no tener ni que salir. "Es una incertidumbre. Te limitas, pierdes la seguridad, restringes tus horarios…".

"Yo tengo miedo porque yo sí salgo, sí estoy en la noche, sí voy a fiestas. Si llego a ser yo la víctima, ojalá que me digan 'la maestra' y no 'la que desapareció porque estaba tomando'", dice criticando a quienes tienden a revictimizar a las víctimas o sus familiares por su comportamiento como si eso justificara que las desaparecieran.

Mónica López

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MARCOS GONZÁLEZ / BBC

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Mónica López comparte su ubicación casi en todo momento con grupos de amigas.

E inevitablemente, esa inseguridad de la que tanto se habla en Nuevo León salpica también a su trabajo y la relación con sus alumnos.

"Estableces muchos consejos y recomendaciones de seguridad, trabajas para que confíen en ti. Qué feo, porque son niños, pero al final es la cultura en la que están creciendo y a la escuela nos toca prepararlos para lidiar con eso".

Mujer, joven y policía

Temprano en la mañana, en el parque Fundidora -actual pulmón verde de Monterrey tras décadas ocupado por la compañía de hierro y acero de la ciudad- se puede ver a decenas de personas haciendo deporte.

Carolina Ayala, una chica de 25 años que acude casi todos los días a andar en patines, dice que prefiere hacerlo a esa hora que en la noche. "Cuando está medio oscuro, hay mucho hombre, ya no sabes… a esta hora, como que está más seguro".

Desde hace semanas, todo desplazamiento lo hace en el auto de su mamá o hermano. "No puedo andar sola, me da miedo, y eso que yo soy muy independiente. Pero toca cuidarse. Ahorita, ni de chiste me arriesgo"cuenta antes de que llegue su madre, quien también hace deporte con ella.

Carolina Ayala

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MARCOS GONZÁLEZ / BBC

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"Ni de chiste me arriesgo", dice Carolina Ayala ante la posibilidad de hacer deporte al final del día.

Las autoridades, tan señaladas por las jóvenes por no garantizar su seguridad, se ven a veces en "una situación complicada" como la que reconoce vivir Gabriela Martínez.

Ella es policía local de Monterrey desde los 19 años, pero antes que nada es una mujer joven a la que también afecta el escenario actual.

"A pesar de trabajar en esta área, sí se tiene un temor porque también soy mamá. Creen que uno es policía 24 horas y que tenemos como ese chip de estar más alerta, pero eso tampoco quita que nos pueda llegar a pasar algo y estamos expuestas", le dice a BBC Mundo.

La oficial asegura que, tras el incremento de la inseguridad hacia la mujer, los agentes de la ciudad han implementado medidas para aumentar el apoyo y protección a jóvenes mujeres en situación de vulnerabilidad, como por ejemplo acompañarlas cuando están esperando solas la llegada de su transporte.

Sin embargo, Martínez es consciente de que uno de los mayores retos de la policía es volver a ganar la confianza de la ciudadanía "que se perdió por cosas que pasaron en años anteriores" y lograr así que las mujeres se acerquen a ellos en situaciones de riesgo.

Gabriela Martínez

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MARCOS GONZÁLEZ / BBC

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Gabriela Martínez dice que ingresó en la policía local de Monterrey con solo 19 años con la intención de aportar su granito de arena en la mejora de la seguridad del municipio.

"Yo, como mujer, obviamente voy a velar por las demás. Tengo una niña por la que me gustaría que también alguien se preocupara cuando anda en la calle. De verdad, que tengan la confianza en nosotros de que vamos a hacer todo lo posible para que lleguen bien a casa", promete.

Pero la situación de inseguridad en Nuevo León no parece mejorar a ojos de muchas mujeres, quienes se muestran muy pesimistas sobre la posibilidad de una solución

Mientras algunas se ven obligadas a limitar sus movimientos para no terminar secuestradas, los familiares de las desaparecidas siguen alzando su voz para que sus casos no caigan en el olvido de las autoridades.

Ellos, como muchos otros, se siguen preguntando lo que los trabajadores de la Fiscalía estatal ven pintado en el suelo frente a su edificio en letras grandes, junto a los nombres de algunas de las miles de mujeres desaparecidas en el estado: "¿dónde están?".

* Con la producción en Monterrey de Melva Frutos.

UNA “CUARTA TRANSFORMACIÓN” TENDRÍA QUE DESMANTELAR EL TERRORISMO DE ESTADO: EPR


Una “cuarta transformación” tendría que desmantelar el terrorismo de Estado: EPR

Para hablar de una “cuarta transformación” a favor de las masas, como lo plantea la próxima administración, es necesario desmantelar inmediatamente al Estado policiaco militar, terminar con el terrorismo de Estado, abolir el actual estado de derecho oligárquico y juzgar y castigar a todos los responsables de crímenes de lesa humanidad, de acuerdo con el Ejército Popular Revolucionario (EPR).

En el número 188 de El Insurgente –órgano de difusión del Partido Democrático Popular Revolucionario y del EPR– se explica que para que exista una verdadera transformación en favor de las clases populares en el país, la administración entrante debe desmantelar por completo el terrorismo de Estado, lo cual sólo sería posible a través de una Revolución.

Toda transformación histórica conlleva inevitablemente a la contradicción antagónica entre clases sociales y, de acuerdo con el EPR, esto se da a través de la violencia entre ellas; “las tres grandes transformaciones históricas en nuestro país fueron producto de revoluciones, [por lo que] es utópico declarar la ‘cuarta transformación’ por la vía de una ‘transición tersa’”.

En la misma publicación, esta organización guerrillera criticó el argumento de “perdón sí, olvido no” que ha manejado el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, pues se considera que dicha postura lleva implícita la garantía de impunidad para los responsables de los crímenes que se han registrado en el país, lo cual “omite la gravedad del fenómeno de la violencia de clase que ha cobrado en el país más de 10 millones de víctimas”.

También, se advierte que los autores materiales de dichos crímenes están dentro de las mismas instituciones. La política de “perdón sí, olvido no” es una ventana de oportunidad que obliga a las familias de las víctimas a superar la violencia a la que se han enfrentado y “semejante disparate constituye consciente o inconscientemente a la revictimización”, según la misma publicación.

Por último, en el Editorial de la publicación, el ERP exhorta a las fuerzas populares a no perder la brújula política e ideológica de la necesidad de una Revolución, “es la única forma capaz de lograr la transformación que reclaman las masas explotadas y oprimidas (…) se trata de construir el poder político del pueblo, no de fortalecer al poder burgués”.

En esta última edición de El Insurgente se publicaron 12 artículos de diversos temas coyunturales, en los que se analizó el papel del gobierno en turno y las medidas que éste ha tomado frente a su pronta culminación, así como los hechos violentos que más han afectado al pueblo mexicano y la postura ideológica del próximo presidente, la cual, afirmaron, intenta fortalecer a la democracia burguesa, administrar la crisis del régimen y apuntalar con mayor fuerza la dictadura del capital.

Por considerarlo del interés de los lectores, desde esta liga se puede descargar el archivo PDF de El Insurgente.

Karen Ballesteros

13 de mayo de 2022

LA JAURÍA


TEXTO IRREVERENTE

 12 MAYO, 2022

Por Andrés Timoteo

“Perro sí come perro”, es la vergonzante confirmación que deja el asesinado de las periodistas Yessenia Mollinedo y Johana García en Cosoleacaque. Ayer, mientras eran sepultadas, seguía fluyendo lodo sobre sus cadáveres y mucha de esa suciedad la esparcen los mismos colegas, algunos que otrora se habían mostrado sensibles por las agresiones a comunicadores e incluso ellos mismos se asumieron en algún momento como víctimas de la represión por ejercer el oficio.

Son los ángeles caídos que, seducidos por los incentivos de palacio de gobierno, se alquilan para difundir toda clase de libelos contra las dos reporteras a fin de que la opinión pública las responsabilice de su propia muerte. No es la primera vez que sucede. Desde tiempos de la fidelidad y el duartismo, cada vez que un periodista era asesinado la jauría mediática se cebaba sobre sus cadáveres hasta dejarlos revolcados en el fango. 


Hoy se repite el espectáculo, pero la terca memoria también ha enseñado que el destino alcanza a los que difaman a los difuntos. Vean ahora a muchos de los periodistas de la fidelidad y del duartismo que se ensañaron con las honras de Regina Martínez, Milo Vela o Yolanda Ordaz, por citar algunos de los que nos fueron arrebatados, andan ahora dando pena ajena y sin una pizca de credibilidad. Algunos cerraron sus periódicos y otros lloran por las esquinas la falta de embutes del régimen gubernamental.
 

“Perro sí come perro” y además se presta a disimular la mano que sujeta la correa. Así lo demuestran los dichos del gobernante en turno, Cuitláhuac García al asegurar que la filtración de audios que presuntamente involucran a una de las periodistas victimadas con el crimen organizado y las fotografías de utensilios para el consumo de estupefacientes en el automóvil donde la mataron salieron de los propios compañeros de profesión. Por si fuera poco, todo parece que fue ‘sembrado’ por los propios forenses, según la denuncia de los familiares, replicado por algunos comunicadores como verdad. 

Al funcionario le es útil la jauría para manchar a las víctimas a través de interpósita persona. “Apenas estábamos en eso (¿investigando o conociendo?) cuando ya un periodista había sacado que le encontraron a la víctima cosas ahí, por qué entrarle a la vida personal, si esa es una línea ahí se va”, señaló casi lamentando el deslizamiento de las infamias.

Con su tara lingüística, García Jiménez intenta exculpar a su gobierno de filtrar las injurias para dañar el honor de las asesinadas y traslada esa responsabilidad al mismo gremio reporteril. A eso se prestan los difamadores, no solo a enlodar a los caídos sino a proporcionar coartadas a los poderosos en turno. 

En la táctica de ensuciar a los difuntos estos comunicadores no actúan de ‘motu proprio’ sino obedecen instrucciones de la Secretaría de Seguridad Pública y de la Fiscalía general donde los jefes de prensa Javier Contreras y Mario Lozano armaron un catálogo de calumniadores a sueldo y a ellos, en este caso, les ordenaron practicar el canibalismo.

Basta con revisar las publicaciones personales en las redes sociales de estos periodistas enlistados para ver las pistas de la ignominia. En sus ‘muros’ y tuits están las pruebas: lo que divulgaron sobre las difuntas y la apología que hacen de sus patrocinadores, los de la comanda de lodo, pues. Cierto, este comportamiento no es nuevo en la comunidad periodística, pero siempre es execrable. Vaya que el maestro debe estar avergonzado de sus alumnos. 

¿Y SU ‘CAR”N’? 

Ayer el gobernante en turno también quiso transferir la culpa de la ola de crímenes contra los periodistas a los políticos de oposición. Concretamente aludió al Partido Acción Nacional (PAN) y al homicidio del reportero Jorge Celestino Ruiz Vázquez acribillado el 3 de agosto del 2019 en Actopan. “Les pediría que indaguen a quienes postulan a quienes (sic) mandan a matar a los periodistas. Lo que no se ha querido decir es que quién (sic) instruyó uno de los asesinatos fue uno de los alcaldes del PAN. Digan quién es el responsable”, arengó. 

Se refiere al exalcalde de Actopan, el panista José Paulino Domínguez que no ha pisado la cárcel porque su gobierno no lo detuvo en su momento y tampoco lo ha podido localizar. Ajá si. Y lenguaraz, el funcionario afirmó que nadie de su gobierno ni de la “cuarta transformación” es o ha sido cómplice de las agresiones contra la prensa. Miente con todos los dientes, dirían las abuelas del pueblo. 

García Jiménez apunta con el dedo acusador hacia otro lado pero junto a él tiene al supuesto autor intelectual del crimen del periodista Cándido Ríos Vázquez de “La Voz de Hueyapan” y el “Diario de Acayucan”, y que fue asesinado por un comando armado el 22 de agosto del 2017 en Juan Díaz Covarrubias del municipio de Hueyapan de Ocampo. 

El mismo Cándido Ríos dejó un testimonio directo de quien sería el autor de su muerte en el caso de que sucediera y eso fue corroborado incluso por otro cacique de la región tuxtleca, el exalcalde Gaspar Gómez -también señalado como sospechoso – en un video previo al crimen en que alertaba sobre los que tomarían represalias contra el comunicador por sus publicaciones. Se trata del actual diputado local y presidente de la Junta de Coordinación Política, Javier Gómez Cazarín. 

Todos en Los Tuxtlas lo señalan a él y a su progenitor, el actual alcalde de Hueyapan de Ocampo, Juan Gómez Martínez como los supuestos responsables del asesinato de Cándido Ríos, pero la Fiscalía se han negado siquiera a llamarlos a declarar. Los Gómez y en especial el legislador apodado “El Carón” tienen impunidad garantizada por el ocupante de palacio de gobierno. El mandatario estatal no solo no lo toca sino que lo tiene como allegado y operador para todo tipo de amaños políticos y financieros. 

“Analicemos caso por caso y en cada caso (sic) no está la complicidad de este gobierno de la cuarta transformación, no es nuestra responsabilidad que suceda (los asesinados de periodistas) porque nosotros estamos dejando en claro que vamos a ir tras los culpables, caiga quien caiga”, machacó ayer García Jiménez en su perorata. No obstante, solo acusa a los de enfrente. Debería honrar sus dichos y comenzar por investigar a su protegido “El Carón”. El gobernante no engaña a nadie, el gremio reporteril tiene memoria.

*Envoyé depuis Paris, France.

 

Fuente: NOTIVER

 

https://www.notiver.com.mx/texto-irreverente-304/

7 de mayo de 2022

CARTA ABIERTA DE UN SACERDOTE


Marcelo Colussi

(Hallada en un baño público de una ciudad de Sudamérica)

Por razones de seguridad personal no puedo firmar esta carta. Solo haré saber que soy sacerdote por convicción, soy latinoamericano, hispanohablante y heterosexual. (Aclaro esto último porque, si bien hay voto de castidad en nuestro “gremio”, el mismo no siempre se cumple; por tanto, hay hetero, homo y bisexualidad. Pues bien: yo soy de los primeros).

¿Por qué decir todo esto? ¿Por qué hacer circular un anónimo como el presente? Simplemente porque tengo necesidad de decirlo, de sacarlo de mis profundidades. Dicho esto, alguien se preguntará si estoy mal psicológicamente, si me encuentro angustiado. Más aún: alguien se inquietará con lo que pueda decir. Pero…: ¡tengo que sacarlo! Sí, estoy angustiado, por eso escribo y manifiesto lo que pienso, lo que siento. ¿O acaso un pastor de almas no puede estarlo?

Me hice sacerdote por convicción. Provengo de un hogar católico muy pobre; mi padre era albañil, mi madre lavaba ropa ajena, éramos ocho hijos. Me crié en medio de un barrio precario, rodeado de violencia y carencias. De joven entré al seminario, y si bien siempre me cuestioné aquello del voto de castidad, lo terminé aceptando. Pero veo que hay allí un tema no resuelto dentro de la institución. Por lo que sé, comenzó a regir en el siglo XVI, a partir del Concilio de Trento; con anterioridad, los sacerdotes tenían vida sexual. ¿Por qué a partir de ese magno evento se fijó la castidad como condición para ejercer el sacerdocio? ¡Pamplinas! ¡¡Puras pamplinas!! (por decirlo suavemente). Los curas seguimos teniendo sexo, pese a la pretendida santidad que profesamos. Si eso se hizo en su momento por razones económicas (porque eran demasiado los hijos de sacerdotes que reclamaban herencias), ya es hora de cuestionárselo.

Yo, de hecho, he tenido sexo genital. Como hacían otrora los monjes en Irlanda, que se acostaban con las monjas –las sub introductae– para probar su autodominio (no consiguiéndolo en la mayoría de los casos, por lo que hubo de prohibirse la práctica), yo también me acosté con hembra apenas ordenado sacerdote para probar mi juramento. Y no aguanté. El canonista seglar Torrubiano Ripoll ya lo dijo en 1930 en su obra “Beatería y religión”: “el 90% de los clérigos son fornicarios”. Estoy dentro de ese porcentaje, no lo niego.

Una vez más: ¿por qué decir todo esto? Porque, hermanos, estamos manteniendo una mentira. El papa actual, este seguidor del San Lorenzo de Almagro y amante del tango, hombre prudente y recto que en su momento supo oponerse a la dictadura que enlutó su país, ya lo entrevé: esto del celibato no tiene futuro. Así, lo único que logramos es tener cada vez menos sacerdotes… ¡y tener millones y millones que pagar por indemnizaciones por las violaciones de menores!

Una vez, en algún país del istmo centroamericano, tuve ocasión de ver una publicidad de preservativos que decía “¡Qué rico escoger! (entre la vida y la muerte)”. Propaganda que me pareció atinadísima (por el juego de palabras que contiene, por supuesto… ¡y por la verdad que encierra. Porque… es rico, ¿no?). Pero la falsa moral que aún tenemos –de la que nosotros, los prelados, somos hacedores en muy buena medida– hizo que la quitaran rápidamente.

La feligresía en su conjunto, y nosotros sus pastores, nos golpeamos el pecho por ciertos hechos como el aborto, o la infidelidad conyugal, o el matrimonio homosexual…, pero las clínicas ginecológicas están siempre abarrotadas por “procedimientos quirúrgicos de emergencia” (¿qué serán?), los moteles están continuamente llenos, sin cuartos disponibles, y cada vez hay más travestis en las calles siendo contratados por los llamados “machos” heterosexuales, que los denigran de día pero los contratan de noche (haciendo igual que con las prostitutas: prohibidas por la “buena moral” pero utilizadas en secreto). ¿En nombre de qué unos cuantos ancianos (la jerarquía vaticana me refiero), en general misóginos, que supuestamente no saben nada de sexo dado su voto de castidad, pueden decretar lo que las mujeres deben hacer con sus cuerpos? ¿En nombre de qué fijamos que ser “puta” es un pecado?, si los más altos dignatarios de todas las instituciones –siempre varones– las contratan? (habiéndolas de lujo para quien pueda pagarlas, y viejas arrugadas y llenas de várices para el pobrerío). ¿Cómo es posible que todavía hoy, en medio de una brutal pandemia de VIH-SIDA, ¿sea posición oficial del Vaticano llamar al no-uso del condón, que es el método que puede salvar de los contagios? ¿No es eso un homicidio preterintencional?

¡CUÁNTAS COSAS DEBEN REVISARSE! O MEJOR: ¡MODIFICARSE DE UNA VEZ!

Soy creyente, y no dejaré de serlo. Como dijo el teólogo brasileño Fray Betto: “El escándalo de la Inquisición no hizo que los cristianos abandonaran los valores y las propuestas del Evangelio”. ¿Por qué digo esto? Porque los abusos, injusticias, inequidades y monstruosidades que se puedan haber cometido en nombre del Sumo Hacedor y de su hijo, Nuestro Señor Crucificado, no quitan en nada la esperanza de construir un reino de la equidad, de la felicidad, de la bonhomía. La institución religiosa, sabia en un sentido, terriblemente injusta y opresora en otro, no resta fuerza a nuestra creencia, a nuestra profunda convicción en la salvación, en el Reino de Dios en la Tierra, en la posibilidad de un mundo justo y armónico, más allá de las tremendas tropelías que pueda haber cometido (la Conquista de América, por ejemplo, donde en nombre de la evangelización se mató y torturó a millones de seres humanos; o la quema impiadosa de mujeres acusadas de brujas durante la Edad Media europea. O el haber apoyado en un inicio al régimen genocida de Hitler en la Alemania nazi).

EL MUNDO ACTUAL, SIN LA MÁS MÍNIMA SOMBRA DE DUDA, ES INJUSTO. NO SOLO INJUSTO: es monstruoso. Se gasta más dinero en fabricar armas y declarar guerras que en inversiones sociales para el bien de la humanidad. Se prefiere dejar perder alimentos para que no bajen de precio antes de alimentar al hambriento. ¡Eso es inmoral! Y en muchas ocasiones, hay que reconocerlo con altura, nuestra Santa Madre Iglesia Católica Apostólica Romana lo avala. Así como avaló en su momento las monstruosidades del nazismo, o la caza de brujas, o la condena de los homosexuales. Junto a una iglesia de los pobres y sufridos, muchas veces la jerarquía de nuestra institución bendijo atrocidades, dictaduras, infamias, estando al lado de los poderosos olvidando a quienes realmente debe asistir: los más necesitados.

Pero todo eso no quita en nada nuestra fe. Creo en el Señor y en la posibilidad de una sociedad planetaria más buena. Creo profundamente en ello, aunque “sea absurdo”, como dijera Tertuliano en el siglo III: Credo quia absurdum est. Y estoy hondamente convencido que ¡no es absurdo!

Más allá de taras que aún nos amarran, más allá de prejuicios ancestrales y tabúes que nos condenan, más allá de un voto de castidad hipócrita que casi ningún religioso o religiosa cumple, tengo fe inconmensurable, inconmovible, monumental, que un mundo de mayor justicia sí es posible. En realidad, ese mundo nos espera, y depende de nosotros saber construirlo. El mensaje de Cristo fue ese: enseñarnos a construir un mundo de igualdad y amor, no de bochornosas diferencias, no de idolatría del dinero y del poder, no de justificaciones insostenibles de lo que no puede justificarse como buen cristiano. No de la guerra (22 guerras cursan actualmente en el mundo) sino de la paz.

Estoy bastante mal, bastante angustiado por todo esto, por estas injusticias, por tanta mentira; tan angustiado, que llegué a pensar en el suicidio. Pero un buen católico no hace eso. No me atrevo a reconocer que tengo un hijo con una mujer casada, pero creo que es hora de ir sacándonos de encima tanta hipocresía. ¿Cómo es posible que en nombre del amor, la justicia, la democracia y no sé cuántas grandes y altisonantes palabras, la mitad de la población mundial siga aún famélica? ¿Cómo es posible que un vehículo humano llegue a Júpiter, pero no podamos resolver el problema del hambre en la Tierra? ¿Cómo es posible que aún se condene a alguien por su tendencia sexual? ¿Cómo es posible que en nombre del progreso se masacre a nuestra Madre Tierra, solo para seguir alimentando la voracidad del lucro económico de unos pocos privilegiados?

Me lo pregunto, y quiero compartir la pregunta, porque esto me angustia, me tortura: ¿Cómo es posible que aún alabemos ídolos insustanciales como el dinero?, si, como dijo un cacique norteamericano: “El día que se muera el último animal, se seque el último árbol y se evapore el último río, ahí veremos que el dinero no se come”. ¿Qué monstruo hemos construido y seguimos manteniendo? ¿Cómo es posible que matemos hermanos y hermanas, les torturemos, les opaquemos, solo para alabar a ese falso dios?

Por todo ello, porque creo que hay que terminar con los dobles discursos y la mentira, es que me atrevo a escribir esto, aunque aún no me den los c… cositos esos… para firmarlo.

 Marcelo Colussi