14 de agosto de 2011

“¡Ni besos ni abrazos acaban los balazos!”: colectivo No más sangre

México, DF. Simpatizantes e integrantes del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad colocaron zapatos con la frase: ¿dónde están? frente a la sede del Senado, donde denunciaron los excesos de la guerra contra el narcotráfico. Xinhua

Así se diferenció en el Ángel de la Independencia del grupo liderado por Sicilia, quien guardó silencio.

Ciro Pérez


México, DF. A su paso por el monumento por la Independencia, vestido de blanco por el colectivo No más Sangre, la marcha del Movimiento por la paz que encabeza el poeta Javier Sicilia fue recibida con un grito que terminó por diferenciar a ambos grupos: “¡ni besos ni abrazos acaban los balazos!”, “ ¡ni besos ni abrazos acaban los balazos!¡”.

Del otro lado, el poeta guardó silencio y situó su paso hacia el Senado para pedir frente al inmueble vacío un alto a la Ley de Seguridad Nacional. En medio algunos que lo acompañaban respondían al Colectivo: “¡Somos los mismos! ¡Chingue a su madre Calderón!” y otros más, casi con desesperación sostenían con dificultad una nariz roja de plástico a la manera de los payasos y agitando los brazos exigían en un grito: “¡ no se mezclen, no se mezclen, aquí está la línea que nos divide¡”, decía al tiempo que señalaba la avenida Paseo de la Reforma del Jardín que circunda al Ángel de la Independencia.

Desde el medio día de este domingo, las banderas blancas pintadas de rojo se plantaron en los jardines de este monumento. Se desplegaron mantas en las que se exige “Juicio político a Calderón” y otras en las que se demanda detener el derramamiento de sangre en esta guerra contra el crimen organizado que ha dejado más de 50 mil muertos. Y simultáneamente filas de hombres y mujeres esperaban turno para dejar su firma en apoyo a todas estas demandas.

“El colectivo No más sangre no está por el diálogo con quienes promueven la guerra sino a favor de que se les enjuicie por su responsabilidad en la muerte de miles de personas y en el deterioro del país”, sostuvo Pedro Miguel.

Al iniciar el ejercicio un minuto por No Más Sangre, cada uno de los participantes que así lo deseó tomó un micrófono para expresar la condena a la estrategia oficial para enfrentar a la delincuencia.

“La guerra que estamos viviendo no es una guerra creada por la estupidez y la torpeza, sino que obedece a un programa de desestabilización y destrucción del país. Estamos enfrentando a una política deliberada e injerencista por parte del gobierno de Estados Unidos, de la oligarquía que se ha hecho del poder en México y del gobierno espurio de Felipe Calderón”, insistió Pedro Miguel.

Como adelantaron los integrantes de este colectivo, sólo saludaron el paso de la columna que encabezó Sicilia, que había pasado ya por la residencia oficial de Los Pinos y se encaminaba al Senado.

El mensaje fue claro: “nosotros no tenemos nada que dialogar con quienes promueven esta guerra. En la lucha por la paz, ¡todos! en el diálogo con Manlio Fabio Beltrones no. Juntos pero no revueltos” subrayaron quienes participan en este colectivo.

Luego de este breve encuentro, el colectivo continuó: “Hay que organizarnos para que en la próxima elección presidencial no nos vuelvan a hacer un fraude”, decían unos; “los diagnósticos los conocemos todos, las cosas están mal y tenemos que cambiarlas”, decían otros entre gritos que rezaban: “¡Es un honor luchar con López Obrador”!

Gobierno, con la mesa puesta para la invasión de espías

J. Jesús EsquivelEn poco más de cuatro años el gobierno de Estados Unidos hizo lo impensable: instalar dos Oficinas Binacionales de Inteligencia en México y desplegar “en su traspatio” a personal de sus principales agencias especializados en la materia… Todo con el aval de Felipe Calderón.
 
WASHINGTON.- La facilidad con la que se instalaron en México dos centros estadunidenses de espionaje hace evidente la dependencia del presidente Felipe Calderón respecto al gobierno de Estados Unidos en su estrategia para combatir a los cárteles de la droga.
 
Dentro de la corresponsabilidad en el combate al trasiego de drogas y al crimen organizado en México, Estados Unidos logró en lo que va del sexenio calderonista lo que no consiguió ni durante la Guerra Fría: tener centros de espionaje en territorio mexicano con autorización de Los Pinos.
 
Ambos centros de espionaje están en sitios estratégicos: uno en Paseo de la Reforma 265, en la Ciudad de México (Proceso 1776), y otro dentro de una zona militar en la región norte del país, según lo publicado por The New York Times en su edición del domingo 7, y que, de acuerdo con expertos consultados, se encuentra en Escobedo, Nuevo León. Desde esas instalaciones Washington realiza trabajos de inteligencia con toda libertad en territorio mexicano.
 
Cuando llegó a Los Pinos el 1 de diciembre de 2006 tras una controvertida elección, Calderón instrumentó una estrategia militarizada contra el narcotráfico que en los meses posteriores comenzó a recibir el apoyo económico y militar estadunidense. (Extracto de un reportaje que se publica esta semana en la edición 1815 de la revista Proceso, ya en circulación)

13 de agosto de 2011

“La violencia es fruto de la pobreza”

Foto: Octavio Hoyos
El reconocido filósofo advierte sobre la responsabilidad que tiene el pueblo como sujeto de la transformación de la historia, lanza una dura crítica al neoliberalismo y comenta el discurso “por la paz” de Javier Sicilia.
 
Autor de libros como Filosofía de la liberación y 20 tesis de política, Enrique Dussel (Mendoza, Argentina, 1934) llegó a nuestro país en 1975 como exiliado político y actualmente es ciudadano mexicano. Profesor en la Universidad Nacional Autónoma de México y en la Universidad Autónoma Metropolitana, es uno de los fundadores del movimiento Filosofía de la Liberación. Crítico de la modernidad, su trabajo se centra sobre todo en los campos de la ética y la filosofía política. En esta conversación, reflexiona, entre otros temas, sobre la violencia que actualmente se vive en México, sobre la legalización de las drogas y el movimiento social encabezado por el poeta Javier Sicilia.

¿Cómo percibe, desde la filosofía, la violencia que se vive en nuestro país?
 
La filosofía latinoamericana que yo practico —la Filosofía de Liberación— parte de los oprimidos y de los excluidos. Acontece que la situación mexicana se va agravando cada vez más, como cumpliendo aquel adagio que dice: “¡Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos!” La parte de América Latina que está lejos de Estados Unidos, va saliendo y bastante bien, y en el caso de Brasil, mucho más. Va respondiendo a exigencias populares, defendiendo principios nacionalistas, no entregándose a los imperativos de Estados Unidos. México, en cambio, más y más, y desde el Tratado de Libre Comercio, ya de una manera violenta, se ha entregado a una competencia imposible con Estados Unidos. La política bancaria de los préstamos y su salvajismo, el Fobaproa y lo que siguió —que es lo que ahora está sufriendo, muchos años después, Grecia, y ya sabemos lo que le va a pasar— ha sumido a México en una pobreza enorme, fruto de una representación política inescrupulosa y corrupta. Eso hace que el país se encuentre en una crisis económica, de pobreza política, de corrupción cultural, de negación de sus propios principios, de educación pública en manos de sindicatos charros. Realmente no se ve ninguna posibilidad próxima futura de salir de esto, sino al contrario, se va a ir agravando.
 
¿Se puede hablar de una violencia justa o de una violencia que no ataque los principios de la ética, qué puentes tiende la filosofía de la liberación dusseliana entre la violencia y la justicia?
 
Habría que empezar por distinguir varias cosas. La palabra violencia viene de violar o de vir, que significa fuerte. Violencia, en su sentido éticamente negativo, significa violar el derecho del otro. Hidalgo, al convocar un ejército de liberación en México contra el ejército español, ¿cometió un acto de violencia contra el derecho del otro? No, porque España no tenía derecho de hacernos colonia. Lo que él hizo organizando un ejército, fue un acto de coacción legítima defendiendo al inocente, que la ética valúa como acto heroico. Washington también tuvo que luchar contra los ingleses, en las batallas tuvo que matar a algunos, pero nadie llama a Washington asesino, sino héroe de la patria.

Hoy, en cambio, la cuestión es completamente distinta. Cuando hablamos de violencia, es la violencia que se ha establecido entre los grupos de sicarios. Ellos ejercen una violencia completamente injusta, corrompida por el business de la droga articulado perfectamente con el capitalismo norteamericano, donde el lavado de dinero en los grandes bancos es parte normal de la acumulación de riqueza. Pero junto a ésta, hay otra violencia que ya no está ligada a la droga, sino que es provocada por una teoría económica estudiada en Estados Unidos, que produce la destrucción del campo, la inexistencia de la industria, el desempleo y, entonces, la juventud, para poder vivir, debe dedicarse al crimen.
 
Acaban de cumplirse 40 años desde que Nixon inició el enfoque combativo a las drogas y no parece augurarse ninguna victoria. ¿Qué posición toma usted en el debate sobre la legalización de las drogas?

Yo recuerdo muy bien que cuando se lanzó la lucha que prohibió la droga, se entendió que era un sustituto de la lucha neocolonial de Estados Unidos en América Latina y la presencia del ejército norteamericano con sus bases. Se descubrió el negocio gigantesco que era y entonces se incrementó y sirvió para un doble fin: la presencia militar y el negocio de la venta de armas. Si las drogas, algunas o todas, se legalizan, pierden precio y entonces ya no es tan negocio. Si se usara el dinero en mostrar el daño cerebral que hace y en educación en masa para la juventud, entonces se harían las cosas con otros fines. Vamos a terminar en eso, como con el alcohol. Es cuestión de tiempo. Pero tiene que ser una medida adoptada por todos los países, que no pase como en Holanda que legalizó, pero hizo un oasis donde los drogadictos se reúnen. Esa tampoco es la solución, tiene que ser más general, más generacional.
 
Hay un debate sobre la naturaleza humana que gira en torno a la violencia, una de las partes sostiene que la violencia humana es producto de nuestra propia naturaleza animal, la otra afirma que la violencia humana es producto de la historia. ¿Cómo responde a este debate la filosofía de la liberación?
 
Dijo Hobbes “Homo homini lupus” —en realidad, esta frase es de Plinio—. Para el hombre, el lobo es un animal peligroso; entonces, si un hombre o un ser humano toma la función del lobo en la especie humana, destruye a los otros hombres. En realidad, el lobo no es lobo para el lobo, es el animal más cariñoso, más afectivo y más defensivo de su especie. Si el hombre fuera como el lobo para el lobo, sería un animal completamente solidario. Lo que pasa es que un cierto darwinismo social nos está haciendo creer que el ser humano es egoísta, competitivo, como en el mercado. Si la especie humana fuera así, habría desaparecido hace cientos de miles de años. Hay gente que es autista, egoísta, pero no puede ser la mayoría. Nos olvidamos de los millones de actos cotidianos de la gente solidaria que es la que hace funcionar el mundo. La que cada mañana se levanta para ir a trabajar y sonreír a la gente y decir “buenos días”, la madre que alimenta al hijo y el profesor que da su clase por amor a sus discípulos y todos los demás. No estoy de acuerdo en esa antropología implícita del capitalismo liberal que nos hace creer que somos seres individuales, competitivos. No puede ser, el ser humano no es lobo para el ser humano y, si lo fuera, habría desaparecido como especie hace muchos millares de años.

¿Cómo pensar la liberación en un país aterrado por la violencia de la guerra contra el narcotráfico, ¿dónde quedan la lucha de clases y el pensamiento revolucionario?
 
Esta violencia es fruto de la pobreza, de élites que se han enriquecido desproporcionadamente, empobreciendo a las mayorías. Lo que quieren justamente es que la población asustada abandone lo público y se atrinchere en lo privado. Esto se logra por el miedo y toda dictadura crea miedo. Entonces, la gente, al tener miedo querría la paz, pero la paz se va a lograr sólo después de perder el miedo, lo que hay que hacer es salir a la calle; como han salido los jóvenes en Egipto, en Túnez, en Atenas, en Madrid y otros muchos que van a seguir saliendo; entre nosotros, Javier Sicilia ha salido a la calle.

Hay un tema político de fondo: la representación democrática liberal se ha corrompido porque el pueblo no puede juzgarla, fiscalizarla. La única manera para que el pueblo pueda juzgarla es asumiendo su responsabilidad pública e institucional. El único país que ha institucionalizado constitucionalmente la participación es Venezuela. El asunto es institucionalizar la participación, éste es el gran reto mundial, y en México ni hablar. Este es es el tema de fondo del siglo XXI. El pueblo va a tener que ir tomando responsabilidades.

¿Qué opinión le merece el discurso en torno al perdón de Javier Sicilia y el diálogo que mantiene con el gobierno?
 
Empecemos por el perdón. El perdón exige algunas condiciones objetivas para su cumplimiento. Como hacen los indígenas: “tú mataste a una persona, bueno, la condición del perdón va a ser que trabajes la tierra del muerto y alimentes a su familia”. Entonces, el asesino empieza a recobrar una dignidad en el pueblo porque, al menos ahora, tiene un mérito, está alimentado a una familia, se está reeducando. Pero no se le da tan fácil el perdón, después de años que cumpla otras condiciones, un día, con una fiesta quizá religiosa, se le reincorporará plenamente a la comunidad.
 
El perdón tiene condición. ¿Cómo voy a perdonar si no se ha cumplido ninguna condición? La condición sería que toda esta situación cambie. Pero el cambio significa un proyecto económico distinto. El mismo grupo moral, bello, que se genera entre las víctimas tendría que tener un proyecto económico, y no lo tiene. Este movimientos está comenzando, éticamente, a despertar una conciencia. Yo digo “muy bien”, pero falta mucho.

¿Cómo entiende la Filosofía de la Liberación los conceptos de “autonomía” o “autogestión” reivindicados por las comunidades urbanas o campesinas, ya no sólo en Argentina sino en otros países latinoamericanos como Bolivia, Ecuador, Chile, México?
 
Los anarquistas dicen “hay que cambiar el ejercicio del poder, pero todo estado es burgués, entonces no hay que tener estado”. Yo digo con Samir Amin y muchos otros: el estado es la macro institución política y hay distintos tipos: hubo un estado esclavista egipcio, uno helenista, uno romano y hay el estado burgués. Pero podemos crear un estado en favor del pueblo, una nueva institución que responda a otros fines.

La posición que dice “necesitamos cambiar la subjetividad, luchar desde lo social y no esperar demasiado del estado ni de las instituciones, las cosas se cambian de otra manera” cree que las instituciones de la representación por naturaleza son burguesas y no se puede contar con ellas. Yo diría que tiene algo de muy positivo, pero hay un problema: un cierto espontaneísmo ingenuo. Porque ¿cómo voy a cambiar la sociedad, si no es a través de instituciones que la propia sociedad creó para poder vivir en consenso? No es que sea institucionalista, soy realista. La política exige la representación basada en la participación, pero la participación tiene que ser institucionalizada para que no se diluya en la ingenuidad.
 
¿Es posible alcanzar la liberación por medios apegados exclusivamente al derecho y a través de las instituciones, puede alguna vez la democracia liberal significar la liberación de los pueblos oprimidos en Latinoamérica?
 
Yo al neoliberalismo no le concedo ni el primer paso. Cuando dice “hay individuos libres”, digo: no hay individuos, hay comunidades y nunca son libres sino institucionalizadas, y no es un contrato lo que le da la socialidad sino siempre es a priori. Ahora, lo normal, sería el estado de derecho pero, en América Latina, nunca se ha dado. El estado de excepción es cuando ponemos al estado de derecho en problemas y el estado de rebelión es cuando la gente sale a las calles y deja al estado de excepción en el aire, es como con De la Rúa, en Buenos Aires. Propuso estado de excepción y todos salieron y lo destituyeron. Ese es un estado de rebelión en el que se pone de manifiesto que el pueblo es la fuente del poder. El grito “¡que se vayan todos!” no es una expresión empírica, sino un grito de alerta que recuerda a las instituciones que el pueblo es su fundamento. El estado de rebelión, sin organización ni institucionalización, cae en el espontaneísmo de nuevo. Tiene que surgir de la participación organizada y la representación reconstruirá y no recauchutará; no va a hacer un legalismo mejor, sino un sistema político que no sea nada igual y que tenga una representación auténtica, no la liberal, que es ficticia.
 
“No puede entenderse la historia de las liberaciones en Latinoamérica, sin la participación de la teología de la participación”, sostuvo Michael Löwy en la UNAM. ¿Cómo podría explicar Dussel esta relación entre teología y liberación que hunde sus raíces en la historia latinoamericana?

Bueno, decir que “no se pueden entender los grandes movimientos políticos actuales sin la teología de la liberación” me parece demasiado. La teología de la liberación es la expresión colectiva de una experiencia popular, parte del hecho de que gente muy simple a nivel pueblo, que nunca había tomado la palabra, se reúne y discute temas que fueron religiosos. Como cuando los cristianos se reunían en las catacumbas. Los soldados romanos iban al cementerio, pero no intervenían porque era lo sagrado de los muertos. Hablaban en un lenguaje apocalíptico, hablaban de la bestia, del 666, y entonces si alguien era una oreja del sistema decía “esta gente está hablando de cosas que no se comprenden, no tienen nada que ver con el imperio, así que dejémoslos”.

Míguez Bonino decía que “la comunidad de base es lugar para hacer pueblo”, porque hablando de temas religiosos decían: “el faraón son los militares y los esclavos somos nosotros”. Entonces la gente empezaba a descubrir la realidad y se alertaba políticamente con un lenguaje simbólico. Eso no lo hizo el partido comunista nunca, nunca tuvo comunidades de base en el campo, entre indígenas, entre campesinos analfabetos y entre marginales. El asunto fue hacer hablar a aquellos que nunca habían hablado. Esta teología parte de un gran respeto al pueblo, cree en el imaginario popular, en América Latina y surge en un diálogo con un cristianismo profético mesiánico y con un análisis duro de la economía a partir de Marx, sabe lo que es el plusvalor y el capital, y sabe que eso es pecado.

Permítame leer una cita de Gustav Landauer: “O viene pronto sobre nosotros el espíritu, que no se llama revolución sino regeneración, o tendremos que sumergirnos una vez más (…) en la revolución. Porque tal es el destino de ésta en nuestros siglos de transición: ser para los hombres como una inmersión en el espíritu. En el fuego, el arrebato y la fraternidad de estos movimientos agresivos, despierta siempre (…) la imagen y el sentimiento de la unión positiva mediante la cualidad mancomunandora, mediante el amor, que es fuerza; sin esta regeneración transitoria no podríamos continuar viviendo y habríamos de sucumbir”. ¿Qué le respondería a Landauer?
 
Que de eso es de lo que estamos continuamente hablando, lo mismo que regeneración o revolución se da aquí. La revolución es la explosión de la fuerza de un pueblo, como la erupción de un volcán. Es la erupción de la potencia del que descubre su propio derecho y está decidido a que el derecho de esa comunidad sea defendido; es magnánimo, nunca vengativo. Ese sí que sabe perdonar, porque apenas logra invertir la situación de que el dominado deja de estar dominado, se olvida de quién es el dominador. Los sandinistas no mataron a Somoza en Paraguay, en Paraguay Somoza ya no era Somoza; simplemente lo ignoraron, ya no tenía más significación. Yo diría que esta eclosión del tiempo-ahora que es el cambio histórico, eso es la revolución y, al mismo tiempo, es la regeneración, es justamente el acto de liberación. Liberación es el momento en que el esclavo deja de serlo. Estaba en la mina trabajando como un esclavo, no veía la luz del sol y un día alguien pagó un dinero, que era el rescate en redención y dice “señor usted es libre”. Imagina la alegría que tuvo que haber producido en un esclavo, salir de la boca de la mina y decir “ahora soy libre”. Es una regeneración completa, es un nuevo mundo. Este acto es la revolución y al mismo tiempo es la regeneración, entonces es el espíritu, porque en la resurrección le da nueva vida a un pueblo.

Este domingo nueva marcha ciudadana encabezada por Sicilia. Con Manuel Feregrino

Con el objetivo de evitar que sea aprobada en su totalidad la Ley de Seguridad Nacional por considerar que viola las garantías individuales, Javier Sicilia realizará la marcha "Pasos por la paz" en el Distrito Federal.
-------------------------------------------------------------------------
Se anunció la realización de una nueva marcha liderada por Javier Sicilia la cual está en contra de la ley de Seguridad Nacional propuesta por el gobierno mexicano.

El Gobierno del Distrito Federal aseguró plena seguridad para todos los participantes de la marcha "Pasos por la paz", la cual se realizará mañana, partiendo a las 11:00 horas desde el Museo de Antropología, se dirigirá a la Residencia de los Pinos y terminará en la nueva sede del Senado de la República.

El Movimiento con Justicia y Dignidad, ha manifestado estar en contra de la Ley de Seguridad Nacional, debido a que considera que viola sus garantías individuales.
 
Esta marcha estará vigilada por elementos de la Secretaría de Seguridad Pública, quienes, además de cuidar el paso de las personas, procurarán que la vialidad no sufra afectaciones; sin embargo, se considera que en el desarrollo de "Pasos por la paz" habrá diversos recortes en la circulación.

Con información de Enrique Pérez Ocampo.

En sondeo de opinión, el 84 % de los participantes, no cree que Javier Duarte castigue a los funcionarios corruptos de Veracruz

El Gobernador de Veracruz Javier Duarte declaró el miércoles 10 de agosto de 2011, en mensaje de cobertura estatal por radio y televisión que:

“A todos aquellos servidores públicos que por miedo o por interés económico estén coludidos con grupos delincuenciales, tendrán que responder a la sociedad por sus malos actos, por la traición a la confianza depositada en ellos, serán sancionados con todo el peso de la ley”
 
Ante la declaración anterior, lanzamos nuestro siguiente sondeo de opinión:

Según Duarte castigará a los funcionarios corruptos en Veracruz ¿Le crees? (Da click en la opción que gustes)
 
- Opción Si
- Opción No

Resultado del Sondeo realizado del 11 al 13 de agosto de 2011
Fuente: Agenda Sondeos

En Veracruz, la corrupción es lo que prevalece en la construcción de nuevos conjuntos habitacionales

Complejos habitacionales, negocio para alcaldes y particulares
 
No existen revisiones ni estudios respecto de la disponibilidad de reservas territoriales para los municipios, situación de la que se están aprovechando los alcaldes y la iniciativa privada que busca desarrollar nuevos complejos habitacionales o turísticos, expresó el diputado presidente de la Comisión Permanente de Desarrollo y Fortalecimiento Municipal, Germán Yescas.
 
El legislador expresó que los diputados “debemos entrarle” a la revisión de la disponibilidad y la existencia de las reservas territoriales municipales, pues consideró que “los alcaldes se están aprovechando” de que no existe un padrón de éstas.

Javier Sicilia y las crónicas de un laberinto

Tradicionalmente los movimientos sociales surgen a partir de la búsqueda de una transformación social; es decir, son de protesta social, han existido movimientos obreros, sindicales, vecinales, de minorías, feministas, derechos humanos, de migrantes, otros tantos de lucha por la democracia.
 
Por Arturo Garcia
 
Muchos de ellos, basan sus acciones de presión a través de protestas en las calles; y también basadas en un aspecto específico que es el que comparten una ideología o en su caso una causa en común, dependiendo del grupo social que se trate.
 
Y el caso que nos trae es el tema de los derechos humanos vinculados a los movimientos sociales, en este sentido, podemos decir que el reciente movimiento de Javier Sicilia es impulsado por el hartazgo de la violencia que se vive en el país, a partir de las medidas políticas aplicadas por el Poder Ejecutivo en contra de las organizaciones criminales y específicamente contra el narcotráfico, que entre sus actividades no solo se encuentra el distribuir droga, sino además, se basa en la extorsión y en el secuestro, y este último muchas veces termina en muerte.
 
El movimiento en sí, rompe un poco con los tradicionales movimientos sociales que conocemos, porque en primer lugar si bien es cierto que se trata de un movimiento que responde a carencias de valores e ideologías, y en contra de la violencia, que no es generada por parte del Estado hacia la población, si es en parte, una consecuencia de su intervención que ha generado violencia.

La reacción del movimiento que encabeza Javier Sicilia responde entonces a la indefendible fractura en una de las tantas estructuras de gobierno, y las funciones que debe desempeñar con la sociedad, ¿y qué provocó es fractura de las estructura s? Pues todos lo sabemos “nuevos desequilibrios”, por llamarle de alguna manera a la incapacidad de otorgar paz social y seguridad hacia la sociedad; pero no solo el gobierno federal es culpable, también lo son los gobernadores en cada una de las entidades del país; y es por ello que las demandas y “frustraciones” son ocupados en este momento por el “Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad”, que piden una humanización de las políticas en nuestro país, y la que ellos defienden principalmente es la seguridad de todos.
 
Porque a manera de reflexión la paz no cuenta con un “dueño legítimo” la paz es uno de los derechos humanos que tenemos todos en común.
 
Se trata de un movimiento de respuesta a valores en este caso políticos “desvalorizados” como una alternativa en la que se identifican todos aquellos que han sido afectados por los momentos violentos que vivimos y que a veces se recrudecen a la vista de una realidad “poco alentadora” en materia de seguridad pública.
 
Sin embargo, existe una contraparte, de esas que nunca faltan y es que al interior del movimiento algunos de los que se integraron intentan “politizarlo” y al mismo tiempo enjuiciar las acciones del presidente de la República, Felipe Calderón; y en realidad el movimiento surgió como una manifestación de reconciliar a la nación; me refiero a un “espíritu“ de esperanza y voz a familiares de las víctimas del crimen organizado, incluido el propio Sicilia.

Pero la realidad que vive actualmente el movimiento es ya un acto meramente político, y creo que le fue “arrebatado” y ocurrió desde que pasaron por Ciudad Juárez, cuando algunos grupos, y específicamente “No Más Sangre” solicitaron poner “fin a la estrategia de guerra del gobierno federal, el regreso inmediato del Ejército a sus cuarteles, la no aprobación a una reforma a la Ley de Seguridad Nacional, cancelación de la Iniciativa Mérida, juicio político contra Felipe Calderón, Genaro García Luna y Javier Lozano”… etc..

Debido a este incidente Javier Sicilia y su cercano ex ombudsman de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF), Emilio Álvarez Icaza, dieron una conferencia en el Paso, Texas, y ahí señalaron que las supuestas conclusiones hechas por el movimiento que lo “engañó” fueron una verdadera confusión y negó que el movimiento haya pedido el regreso del Ejército a sus cuarteles y el juicio político a Calderón y Genaro Luna.
 
No me cabe la menor duda que Javier Sicilia se perdió desde ese momento, ¿y por qué lo digo? Porque después de los encuentros en el atrio del Castillo de Chapultepec en una primera instancia con el presidente Calderón y posteriormente con los legisladores de la Cámara de Senadores y de la Cámara de Diputados, Sicilia pidió no impulsar una Ley de Seguridad Nacional; sino una de “Seguridad Humana”, que la verdad yo no acabo de comprender qué quiere decir con eso.

Y es que francamente, a decir de muchas personas ya no se sabe que es lo que en realidad desea Javier Sicilia; pide por una parte al titular del Poder Ejecutivo “pedir perdón a las víctimas” y que reconociera que su “estrategia contra el crimen organizado” ha sido un error que le ha costado la vida a muchas personas; eso nadie lo duda, de verdad es lamentable; pero como mencionó el presidente en su momento al hijo de Sicilia no lo habían matado las fuerzas de seguridad del país; sino la delincuencia, y que por ello el Estado los tenía que enfrentar. Por otra parte, a los legisladores también les tocó la “furia” de Javier Sicilia, quien los califico de “traidores y estúpidos” por haber aprobado en lo general la minuta de la Ley de Seguridad Nacional, y no su propuesta de ley de “seguridad humana”, que reitero, no sé qué demonios quiera decir con eso.

Es verdad y así lo creo, un movimiento que tenía otra simbología a las tradicionales y que se mostraba como un movimiento de conciencia ha perdido el rumbo de hacia dónde se dirige; qué es lo que quiere en realidad?; porque, a decir verdad, ya parece un pliego petitorio de “caprichos”, y lo peor es que los legisladores le dieron “el avión” (por no decir la esperanza) de que la Ley de Seguridad sería como habían acordado, que en su contenido solicita el respeto de los derechos humanos, y que el Ejército no realice labores de policía en las calles de las entidades.

¿Y por qué digo que “caprichos” a sus peticiones? Uso ese calificativo porque si bien es verdad que el Ejército no goza de una buena reputación en cuanto al respeto de los derechos humanos, su presencia en las calles es justificada, porque el tema del narcotráfico y el crimen organizado es un tema esencialmente de “seguridad nacional” y el Estado tiene la obligación de enfrentar todo aquello que represente una amenaza a las instituciones, a la sociedad, y al propio Estado; y no dudo que la Ley de Seguridad tenga aspectos, o mejor dicho, defectos, y sin duda las Fuerzas Armadas deben contar con regulaciones legales, pero insisto el Estado no puede desarmarse.
 
Finalmente, los legisladores le han prometido a Sicilia hacer de manera conjunta la Ley de Seguridad (así lo dijo Manlio Fabio Beltrones); cosa que es imposible, porque podrán tomar en cuenta sus comentarios, sus aportaciones, pero quienes legislan son los diputados y nadie más, aunque nos duelan sus “fallas” garrafales. Considero que Sicilia se está ahogando en su propio laberinto, porque parece que ya perdio el rumbo de lo que realmente buscaba en un inicio.