Por: José Miguel Cobián
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@jmcmex
Difícil el tema de los bloqueos. Con demasiadas aristas, y cada uno tiene sus propias características particulares, distinto de los demás. Cada bloqueo tiene distintos intereses, y distintos fines, en muchos casos, diferentes de los que a simple vista se observan o demuestran.
Antes de 1968, quien hacía un bloqueo sabía que podía llegar la fuerza pública, en particular los granaderos, para desalojar a los manifestantes y se corría un riesgo severo de enfrentar algún problema legal con las autoridades. Hoy, el péndulo está exactamente en el extremo opuesto. Hoy cualquier grupo de personas puede generar caos en una ciudad o una vía de comunicación y siempre tendrá algún tipo de resultado su protesta.
Hoy los gobiernos temen ser llamados represores, y el cálculo de la opinión pública a veces puede más que la aplicación estricta de la ley. Ley que por cierto en nuestro país se aplica de manera muy esporádica, lo cual permite flexibilizarla y ajustarla a discreción.
Es muy fácil pensar en que el gobierno mueva a la gente que bloquea algo, incluso mediante la fuerza pública, el asunto creo yo, es ver primero el origen de su problema. En muchas ocasiones el bloqueo (yo he dirigido alguno) tiene su origen en una desatención de la autoridad correspondiente. En aquélla ocasión bloqueamos la calle que da a la oficina de hacienda federal, porque las autoridades no habían escuchado los argumentos de los pequeños contribuyentes, y la única vía que encontramos fue la toma pacífica de sus instalaciones. A partir de allí el propio subsecretario de ingresos nos prestó atención, pudimos dialogar, explicarle nuestras razones y al final la autoridad aceptó lo que se le solicitaba y lo cumplió.
Si un grupo de indígenas bloquea una carretera, hay que analizar si las autoridades correspondientes les prestaron atención, también hay que ver si no hay un móvil político detrás de la manifestación, y saber si son manipulados o van con plena conciencia de lo que hacen, porque incluso si van manipulados y no conocen que violan la ley, sería abusivo meterlos a la cárcel por su bloqueo.
Sin embargo, también la autoridad tiene que tener un límite en cuánto a permitir bloqueos, pues se llega a abusos, en los cuales, unos cuantos afectan a miles. Y entonces caemos en la anarquía, un país sin leyes, un país donde cada quien puede hacer lo que desea aún afectando los derechos de los demás. El riesgo de permitir bloqueos prolongados es que exista un enfrentamiento violento entre quienes bloquean y los que son bloqueados. Desde un atropellado, hasta golpes, heridos o muertos. Espero que no se llegue a ese extremo, pero si la autoridad no asume su papel, el riesgo está latente, y no sería conveniente que esto sucediera para que se tomen decisiones y cartas en el asunto.
Usted amable lector, imagine que trae un enfermo grave, una mujer a punto de dar a luz con la fuente ya reventada, un herido, etc., y resulta que se encuentra con una carretera bloqueada y además usted es el primer vehículo al frente de la fila. Quizá trataría de hacer entender por las buenas a los bloqueadores, pero si éstos no hicieran caso, cabe la posibilidad hasta de echarles el carro encima y pase lo que pase, proteger a la parturienta, al enfermo o al herido.
Se llega al bloqueo por incompetencia de autoridades inferiores. Así que las autoridades superiores, federales y estatales deben de estar muy atentas, no sólo ante los hechos consumados, sino también ante el desempeño de sus inferiores jerárquicos, para evitar que el año 2012 se convierta en un caos para la ciudadanía, en aras de la libertad de manifestarse.
En un bloqueo de la autopista al D. F. en la zona de Chalco, se creó una fila de 20 kilómetros de automóviles de lado y lado, con más de seis horas de espera para muchos. Esa fue la debacle de Santiago Creel, pues la población consideró que él en su cargo de secretario de gobierno no había cumplido a los ciudadanos, y que los bloqueadores habían rebasado su autoridad. Ese bloqueo todavía le pesa al aspirante presidencial panista. Esperemos que Veracruz no se convierta en el paraíso de los bloqueadores de vías de comunicación, pues también en muchos casos se cede para evitar el bloqueo, pero se da la puerta fácil para que quien quiera algo, dinero, concesiones, etc., pueda obtenerlo movilizando a un pequeño grupo de gente. Lo ideal es el respeto a la ley tanto por parte de los funcionarios públicos como por parte de la población en general.
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