Los Presidentes que lo han intentando, lo han dejado al final de sus respectivas administraciones, pues saben del gran alboroto que su sola pretensión provoca, ya sea por razones históricas, ideológicas, económicas o sociales. Lo cierto es que cada vez que se habla de abrir Petróleos Mexicanos (PEMEX) a la inversión privada, ya sea nacional o extranjera los mexicanos sentimos algo similar a un escozor. Sin embargo con Enrique Peña Nieto la determinación ha sido tomada desde antes que éste asuma la presidencia de la república y quizá lo más sorprendente es que lo ande manifestando en el continente europeo y no entre los mexicanos, a quienes según nuestra Constitución Política nos corresponde tan preciado bien.
Recientemente se aprobó en la Cámara de Diputados la “Reforma Laboral” y ahora nos salen con la declaración de la “imperiosa necesidad” de abrir PEMEX a la inversión privada, esgrimiendo la misma cantaleta de siempre: que urge su modernización para beneficio de todos los mexicanos. Desde el punto de vista económico, ambas propuestas corresponderían a un partido de derecha, cuyo uno de sus propósitos es desalentar la participación del estado en los procesos productivos, de ahí que se entienda que en el 2008 haya sido el propio Felipe Calderón quien haya pretendido modificar la Constitución para alcanzar tal objetivo, mismo que no fue posible precisamente debido a que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) se opuso conjuntamente con los partidos de izquierda a que así fuera. Por lo que ahora resulta verdaderamente sospechoso que al igual que la Reforma Laboral, se pretenda aprovechar la mayoría legislativa que integran el PRI y el Partido acción Nacional (PAN) para sacar vía “fast track” la reforma que permita que la inversión privada intervenga en lo que ha sido el sustento de nuestra economía nacional en las últimas décadas.
Es tal el alcance del plan económico neoliberal que nos rige desde hace ya varios años, que siendo sinceros, son pocas las empresas que aún dependen de la rectoría del estado: la Comisión Federal de Electricidad y PEMEX indiscutiblemente resultan las más atractivas para aquéllos que constantemente se frotan las manos sabedores de las grandes utilidades que ambas generan a pesar de su saqueo constante y de su pésima administración. Ya otras empresas con características similares como Ferrocarriles Nacionales y Teléfonos de México, que bajo el mismo argumento han sido entregadas a la inversión privada, han traído grandes beneficios a sus respectivos propietarios, mientras por el contrario en poco o en nada han beneficiado a la gran mayoría de mexicanos que con enojo tenemos que pagar tarifas altísimas a cambio de un pésimo servicio. Es claro que la privatización si produce riqueza, a grado tal de tener entre nosotros a los hombres más ricos del mundo, pero lamentablemente siguen sumiendo en la peor de las pobrezas a millones de mexicanos que ilusos creen en las promesas de mejoría personal a cambio de entregar nuestros recursos.
Y es que de otra manera no me explico, cómo es que mes tras mes pagamos más por el litro de la gasolina, cuando en los medios electrónicos se hablan de los miles de millones de pesos que se obtienen por el robo del combustible sin que hasta ahora hayan detenido a uno sólo de los culpables. O cómo entender las millonarias participaciones que se le otorgan a su poderosísimo sindicato, que incluso alcanza para financiar campañas electorales, mientras las refinerías cuentan con tecnologías caducas y obsoletas... ¿o es que esa es parte de la estrategia para vendernos el cuento de que la inversión privada resulta impostergable? ¿O cómo explicar que se invierta en países ajenos al nuestro cuando en México es urgente la inversión directa para generar empleos y derrama económica? ¿Cómo creer que es para beneficiar a los mexicanos, cuando la paraestatal ni siquiera es capaz de atender los daños causados por el derrame en el Istmo de Tehuantepec? ¿Este es el tipo de gobierno que nos espera para los próximos seis años? El que se caracteriza por decir que hará cosas buenas que terminan siendo malas. No se equivocaron quienes decían que detrás de la figura de Enrique Peña Nieto está el maquiavélico de Carlos Salinas de Gortari, pues los primeros pasos del Presidente Electo, se parecen muchos a los de él.
Antes es necesario que se nos explique a los ciudadanos, de ser necesario con peras y manzanas, cuáles serán los beneficios directos e inmediatos que como mexicanos obtendremos. Voy a decirlo con toda claridad, aun cuando los diputados se digan nuestros representantes, lo cierto es que con frecuencia dudamos que así sea, por lo que una campaña de información respecto a qué, cómo, cuándo y dónde se desea hacer es requisito sine qua non para abrir el debate de cara a la sociedad y no sólo en el Congreso, pues ya hay señales claras de que sin el menor decoro están dispuestos a aprobar todo lo que les envíen. Más si se trata de “iniciativas preferentes” como ya lo ha anunciado Peña Nieto pudiera ser el caso de la privatización de PEMEX. Creo que nadie está en desacuerdo en el sentido de que a la empresa que aporta más de cien mil millones de pesos al presupuesto público le urge una “modernizadita”. Pero de ahí que a “ojos cerrados” se diga que la única forma de hacerlo es a través de la inversión privada, hay mucha discrepancia. Su modernización pasa por transparentar su manejo: ingresos, costo de producción, gasto corriente, deuda, entre otras cosas más que con seguridad con una administración colegiada pudiera contribuir a que sus números por momentos se tornen rojos…y que a pesar de ellos haya muchos “dispuestos” a arriesgarse a invertir en ella.
Por supuesto que hay experiencias exitosas de petroleras privadas en Brasil, en Dubai, en Colombia, pero esos éxitos pasan por programas permanentes de fiscalización y de anticorrupción. Aspectos que en México sí debería modernizarse antes de pensar en entregar a quienes poseen más el 60 por ciento de la riqueza nacional en sus manos, una empresa que por mucho ha sido el orgullo de los mexicanos y que por décadas sirvió para que el PRI usufructuara el poder, hasta que terminó por traicionar sus principios. Parece que doce años alejados del poder, no les fue suficiente y hoy amenazan con volver a las mismas andadas.
Hay que abrir el debate sobre la posible privatización de PEMEX.
Tuwiter: @Mario_Mendoza_F