Del 2005 a la fecha, la voluntad inquebrantable de un grupo de mujeres veracruzanas, llamadas “Las patronas”, ha inspirado a miles de personas en el mundo entero. Su lucha diaria por alimentar desde la orilla de la vía del tren, a los cientos de migrantes que día a día recorren el estado de Veracruz, como parte de su trayecto hacia Estados Unidos, las ha convertido en un ejemplo de generosidad y en uno de los últimos reductos de esperanza, de quienes aspiran a una sociedad solidaria y comprometida con los más desprotegidos.
El inicio….
Bernarda Romero Vázquez, tenía 25 años de vida y por lo menos diez, de escuchar los gritos de gente que desde un vagón, suplicaba por comida. “Tenemos hambre”, decían las voces desde las entrañas de “la bestia”. Cuenta Bernarda, que un día, no las pudo ignorar más…. “Deje pasar el primer vagón con los que gritaban, el segundo también, al tercero y al cuarto, no pude ya” narra la primera mujer que se convirtió en “Patrona”.
Ese día, no sólo cambio su vida, también la de 200 migrantes que en promedio, pasan diariamente por la comunidad de La Patrona, nombrada así en honor a la Virgen de Guadalupe, en el municipio de Amatlán de los Reyes. Era un sábado 4 de febrero de 1995, cuando Bernarda decidió, darles el litro de leche y la bolsa de pan, que su madre le había mandado a comprar para que cenara la familia. Al regresar a casa, una humilde vivienda de con techos de lámina, ubicada a escasos 200 metros de la vía del tren, no halló, como esperaba, regaño alguno por donar la cena, al contrario, la voz de los hombres del vagón, rezumbó en los oídos y el corazón, de sus padres y sus tres hermanas. A partir de ese día y durante casi diez años, en completo anonimato, y sin ayuda de nadie más, las hermanas Bernarda, Norma, Toña y Rosa, con ayuda de su madre, Doña Leonila, consiguieron arroz, frijoles y pan, para hacer entre 20 y 50 “lonches” diarios, para aventarlos a quienes pasaban a bordo del tren, dos veces al día.
La llegada del “patrón”….
Después de 5 o 6 años de la misma rutina, de cocinar diario una cacerola de frijoles y otra de arroz rojo, de recolectar envases vacíos del parque para rellenarlos con agua para completar “los lonches” y aventarlos a los viajeros del tren en marcha, ya que el tren no para en esa comunidad, la historia de “Las Patronas” y de sus beneficiados cambió.
Javier García, periodista de “Milenio”, llegó a la comunidad para realizar un reportaje, sobre la labor incansable de la familia Romero Vázquez. De primer momento dudaron, el pueblo entero les decía que ayudar “a esa gente” seguro era peligroso. Aun así, guiadas por un instinto que desconoce cualquier malicia, permitieron que les hicieran un documental.
Dos años después, en el 2007, Javier García, regresó a la comunidad. El cortometraje basado basado en la vida y lucha de “Las Patronas” , ganó un premio en un festival de cine en Francia. Javier García, llevaba a Bernarda y sus hermanas, “el premio”, que consistía en dinero en efectivo, con el que les construyó una cocina tipo industrial, y una pequeña casa de dos pisos, que “Las Patronas” decidieron ocupar, para alojar, en la planta de arriba a los jóvenes voluntarios que con el periodista llegaron, y en la planta baja, a los migrantes, que desde el vagón “avientan” porque vienen heridos o enfermos.
“De nadie” se llama el corto que le dio la vuelta al mundo y que provoco que desde varios estados del país, empezaran a llegar apoyos para la labor de las hermanas Romero. “Esta bonita su labor, nos decían, y empezaron a mandarnos, ropa, arroz, frijol, ropa y de todo, nos dio mucha alegría, y pos nos organizamos, una a separar ropa de hombre y mujer, otras a cocinar, y luego entre todas a hacer los lonches, para aventar por separado, comida y la ropa”, recuerda Bernarda.
El día a día….
Cada semana, las 4 hermanas, una de sus cuñadas –Lupe-, y sus 5 sobrinas, organizan en una pizarra, el trabajo que a cada una toca, durante los 7 días de la semana. Tres de ellas, van 4 veces por semana, muy tempranito, a “Chedraui”, quien les “dona” entre 3 y 5 cajas de pan, a cambio de lavar decenas de charolas y los hornos de la panadería del supermercado. Otra de ellas, es la encargada de cocinar los frijoles con los que se rellenan los panes y el arroz, que se mete en bolsitas aparte. El resto de las mujeres, llega al mediodía, después de atender sus casas, sus parcelas de café o caña de azúcar, o la “tiendita” de abarrotes, para hacer los lonches. Todas, cada día, esperan a “la bestia” para aventar las bolsitas con comida, ropa, y los botes de agua.
“Las Patronas”, ante la eterna escases, han aprendido a eficientar recursos, nada se desperdicia, saben que no siempre llega la ayuda, por eso cada mañana, se comunican a Tierra Blanca, municipio en donde el tren hace parada, y desde ahí, Don isidro –dueño de un pequeña purificadora que da agua a los migrantes a borde del tren- les avisa, cuantos migrantes van y la hora aproximada en la que pasaran por su comunidad.
Sujeto a espacios disponibles y con horarios distintos, el tren pasa por la comunidad de “La Patrona”, una a dos veces al día, transportando en sus vagones, entre 80 y 300 migrantes diarios, dependiendo de eso, las hermanas preparan los “lonches” y esperan al pie de la vía.
Dios juzga por separado….
Gobierno del estado, a través del DIF estatal, les envía ocasionalmente despensas, también el DIF de Córdoba, porque aunque la comunidad no pertenece a ese municipio “las señoras son buenas” dice Bernarda. Sin embargo, Amatlán de los Reyes, no aporta nada, menos la gente del pueblo, quienes incluso, en ocasiones las acusan de estar “mal de la cabeza, por ayudar a esa gente que sepa Dios de donde serán”. Ni a Bernarda ni a su familia les importan los comentarios…. “Dios juzga por separado, ¿o no mi’ja?, allá él que diga, yo no soy nadie pa’ decir nada, hacemos esto porque se siente bonito y alguien tiene que hacerlo, solo un día no lo hice en tantos años y no dormí, pensando en los que se fueron con la panza vacía ese día, la familia es lo más importante, y yo aquí la tengo, imagínese ellos que se van solitos” dice Bernarda.
“Las Patronas” sobreviven, además del trabajo en sus parcelas y la tienda de abarrotes, de vender botecitos con “Salsa macha” casera y bolsas de café, en las Universidades en donde las invitan a platicar su historia.
Bernarda, la primera de “Las Patronas”, a diferencia de sus tres hermanas, nunca se casó ni tuvo hijos, ha dedicado cada día, de los últimos 20 años de su vida, a alimentar a las voces –antes sólo de hombres, hoy también de mujeres y niños- que desde el tren gritan “tenemos hambre”.
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Del buzón de agradecimientos; Gracias a Bernarda y la familia Romero Vázquez, por recibir, compartir su historia, su vida y su ejemplo de infinita bondad con Notiver. La comunidad de “La Patrona” está a 30 minutos de Córdoba, en el Municipio de Amatlán, ahí reciben directamente la ayuda que los ciudadanos quieran brindarles, solo en especie, nunca en efectivo. También a través de www.lapatrona.org , puede ponerse en contacto con este grupo de mujeres veracruzanas, decididas a hacer del mundo, un lugar mejor del que les toca vivir.
FUENTE: NOTIVER.