- 20 cartones de cerveza para celebrar Domingo de Ramos
- Maestros llegan el martes y regresan el jueves a sus pueblos
- Sacerdotes contra caciques enfrentados por un mundo mejor
Luis Velázquez
TEQUILA, Veracruz; 17 de marzo, 2013 —Maestría en Educación Superior en el colegio Lasalle. Licenciatura en Educación Media en la universidad de Puebla. 40 años cumplidos. 4 años de sacerdote en Tehuacán, en la Sierra Madre Oriental. Vicario en la catedral de Orizaba y en la iglesia de Zongolica. Felipe Manuel Serrano Monarca, presbítero en la iglesia Pedro Apóstol, dibuja con la palabra la primera escena: un mundo de machos.
"Una abuelita me ha dicho que desde hace 50, 60, 70, van al corte de caña y café. Llevan totopos para comer. Los secan y ponen al comal. Y así, los totopos aguantan 8 días en los peores calores. Y su dieta siempre es la misma. Frijol, chile, tortilla y café.
Por eso, tienen un promedio de vida muy bajo. 50 años, cuando más, mientras en el resto del país llega a los 70, 80, 90 años.
Y todavía para amolar, los maridos son alcohólicos. Y las mujeres se quejan, pues ellas pagan ‘el pato’. El marido llega borracho a casa y las maltrata, las agrede, les pega’’.
Hay en la montaña de Zongolica 25 sacerdotes, con 8 parroquias en la zona cálida y once en la zona fría. Y de todos, apenas, apenitas unos 5, 6 quizá, tienen emoción social para servir a plenitud a los indígenas. Uno de ellos, Serrano Monarca, quien cada día, tempranito, luego de oficiar misa y confesar y comulgar, sale a las comunidades a pastorear feligreses.
Segunda escena: un mundo alcohólico.
‘’Domingo de Ramos en la iglesia. Procesión en el atrio y algunas calles. Los católicos muestran su fe. Unos mayordomos cargan la cruz. Otros, ayudan en la procesión a poner la alfombra. Termina el ritual. Luego, llegan unos feligreses cargando unos 20 cartones de cerveza que el mayordomo principal compró, ni más ni menos, con dinero de la secretaría de Desarrollo Social.
Y ahí mismo, en el atrio, comenzaron a beber. Y a seguir tomando. Unas 50 personas. Me enojé. Y regañé a todos. Incluso, hasta levantamos un acta para que nunca, jamás, se repita el fervor etílico, cuando menos, creo, digo, en el atrio. Imagine, son 65 mayordomos. Y si cada uno compra cartones de cerveza. El alcoholismo sigue diezmando a la población. Y nadie la frena. Nadie la combate’’.
Tercera escena: profesores tramposos.
‘’Aquí, en el municipio, los profesores llegan a trabajar el día martes y regresen a la ciudad el jueves. Y las clases inician a las 10 de la mañana y salen a las 13 horas, pero con un recreo muy largo.
Hemos preguntado a los maestros las razones por las cuales trabajan así. Y siempre dicen lo mismo: ‘me dejó el carro’. Y en otras ocasiones repiten el mismo estribillo: ‘no hay seguridad, nos han agredido’.
En otros tiempos, hubo una Escuela Normal, en Los Reyes. Un día, los estudiantes reclamaron derechos. Y los maestros se pusieron en contra. El diálogo se rompió y el gobierno del Estado, de plano, cerró la Normal. Y así seguimos.
Aquí llegan profesores originarios del otro extremo de Veracruz. Y están, pero a la fuerza. Pensando en tramitar su cambio. Buscando una relación política.
Pero además, los libros de texto, por ejemplo, están en náhuatl. Pero en el náhuatl que se habla en Acayucan, en el sur de Veracruz, mientras el náhuatl que se habla aquí es otro. Y los niños, simple y llanamente, no entienden. Lástima, porque los políticos se ufanan de que envían libros bilingües’’.
En la sencilla oficinita, el escritorio del padre Serrano Monarca es una mesita de madera, de las que venden los indígenas en los pueblos urbanos. Hay dos sillas de madera para los visitantes. Libros en un anaquel. Entre ellos, las memorias de José Revueltas, el gran líder del movimiento estudiantil del 68 que terminara en el penal de Lecumberri. Y la figura de un Cristo gigante que cuesta 300 pesos.
Cuarta escena: niños descalzos y sucios.
‘’Los niños indígenas andan descalzos y sucios. Habitan una casa con piso de tierra y techo de lámina y de cartón. Y la mayoría de los jefes de familia están sin trabajo. Y cuando laboran, les pagan un jornal de 80 a 100 pesos. En el municipio hay 21 mil habitantes, de los cuales 17 mil son católicos. Y de ellos, el 15 por ciento es migrante y corta caña y café desde tiempos inmemoriales. Y en todo caso, se contratan de albañiles.
Y, claro, están los programas de Oportunidades, Progresa y el Seguro Popular, entre otros. Pero el gobierno ha incurrido en un programa asistencialista. El indígena es como un burrito a quien le dan pastura y va atrás. Pero al mismo tiempo, los programas son una bomba de tiempo. El día en que dejen de ayudarlos… sacarán las uñas.
Imagine, la Sedesol otorga subsidios hasta de 50 mil pesos. Una indígena que fracasó en su matrimonio me dijo: ‘yo no me preocupo, el gobierno me ayudará’.
Y es que el gobierno es paternalista. Y así, enseña a la gente a ser deficiente, en vez de que le enseñen a pescar’’.
En la cabecera municipal hay muchos perros. Unos, claro, son callejeros. Los más, siguen a su dueño. ‘’El taquito, el chilito, el café y el perro son sagrados’’, expresa el sacerdote. Aún así, los perros merodean alrededor del parquecito, olisqueando la comida. Y se amontonan en los puestos de tacos, esperando la compasión humana.
Quinta escena: pueblo rico, gente pobre.
El sacerdote publica un periodiquito de 4 páginas, ‘’El noticiero de la sierra’’. Fotocopiado. Pronto, sueña, será impreso. ‘’Pero no hablaré de Dios. Hablaré de la pobreza y la marginación, de temas sociales, económicos, políticos, culturales. Será para evangelizar en la doctrina social de la iglesia. Somos aquí, en Tequila, un pueblo rico en recursos naturales, pero con gente pobre’’.
Sexta escena: caciques contra sacerdotes.
Catalogado el pueblo como uno de los quince municipios más pobres del país, en un lado del ring están los caciques. Entre ellos, los siguientes:
1.- Mario Zepahua Valencia. Su abuelo fue alcalde. Su padre, alcalde. Él, alcalde. Su primo hermano, alcalde. Su hermana, síndica. Y su familia es dueña de las Adelas (Autobuses de la sierra) que el padre calcula en 300 unidades, pero Ricardo Zepahua, el patriarca del clan, en 110.
2.- Joaquín Morales. Propietario de terrenos, ranchos y ganado.
3.- Fidencio Hernández, cuyo hermano Joaquín es el presidente municipal en Texhuacan. Y otro de sus hermanos, Juan, también fue autoridad.
4.- Jacobo Romero, dos veces alcalde en Mixtla de Altamirano, conceptuado el municipio más pobre y miserable del país. Incluso, Jacobo tiene buena suerte, porque cuando el PAN lanzó su candidato a la alcaldía fue un protestante y para contrarrestar, el PRI nominó a Jacobo, quien es católico.
5.- Regina Hernández, dos veces presidenta municipal.
En el otro lado del ring están los sacerdotes con emoción social:
6.- Lidio Limón, en Tehuipango. Tan compenetrado está con la población indígena que habla náhuatl. Sacerdote afectivo. Agresivo con ‘’los gandallas’’, es decir, los caciques, los ricos, el gobierno.
7.- Eduardo Trujillo, en Atlahuilco. Un ministro de Dios crítico. Aventado, que ‘’se va hasta la secretaría de Gobernación, en la ciudad de México, a tocar puertas para los indígenas’’.
8.- Martín López, en Atzompa. Indigenista. Teórico. Lee y estudia mucho. Promotor de la pastoral indígena.
8.- Camerino Carrillo, en Zongolica. Con un gran proyecto pastoral social en toda la sierra de Zongolica. Incluso, en 2009, en Tehuipango, organizó la ‘’Reunión Pastoral Indígena’’ con la asistencia de 45 etnias.
9.- El padre Trinidad, en Tezmacalapa. El padre Oscar, en San Sebastián. ‘’Ellos son jóvenes, pero les veo mucha emoción social’’.