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El sacerdote chileno, un caso parecido a Marcial Maciel quien aparece en la foto con Karol Wojtyla, durante una de las visitas que el fundador de la Legión de Cristo hizo al jefe de la Iglesia católica en el Vaticano. Foto: Ap |
Sanjuana Martínez
¿Hasta qué punto la violencia sexual se considera tortura? El Comité Contra la Tortura de la Organización de Naciones Unidas (ONU) ha dado un paso más para investigar y analizar los crímenes sexuales del clero católico y sus consecuencias directas contra las víctimas.
A través de decenas de documentos, el Centro de Derechos Constitucionales y la Red de Sobrevivientes de Abusos Sexuales de Sacerdotes (CCR y SNAP) por sus siglas en inglés, han presentado la semana pasada, ante la ONU, un texto estremecedor titulado “Shadow Report” (Informe Paralelo) con 123 páginas de casos y argumentos jurídicos para demostrar que los abusos sexuales cometidos por los sacerdotes contra menores de edad deben ser considerados también “actos de tortura, crueles e inhumanos”.
“Fui torturado como muchos otros”, me dice de entrada el periodista Juan Carlos Cruz Chellew, víctima de abuso sexual del sacerdote chileno Fernando Karadima, acusado de violar a cientos de menores de edad y conocido mundialmente como “El Marcial Maciel chileno”.
Su caso, fue incluido en la importante cita, algo que reivindica a Juan Carlos y a miles que como él, han esperado durante años infructuosamente que el Vaticano actúe contra los depredadores sexuales con sotana y se les ha negado el acceso a la justicia. “Nos decía que a él lo molestaba mucho el demonio y que por eso nosotros teníamos que ser obedientes.
Su papel como confesor era decirnos la voluntad de Dios y se amparaba en el hecho de que él había sido discípulo de San Alberto Hurtado, el primer santo chileno y en el juicio salió la verdad de que apenas lo conocía. Se lo inventó”, dice Juan Carlos quien junto a otras tres víctimas llevaron al cura Karadima ante los tribunales chilenos, aunque la prescripción de los crímenes los salvó finalmente de la cárcel y la Iglesia solo lo mando a tener una vida de “retiro espiritual”.
El Vaticano ratificó en 2002 la Convención Contra la Tortura y durante su segunda comparecencia ante la ONU, intentó como se esperaba, deslindar ese tratado de los crímenes sexuales de los sacerdotes, argumentando que dichos abusos no deberían equipararse con la tortura. Tal y como lo hizo en su primer interrogatorio ante la ONU por este tipo de crímenes, en su segunda cita en Ginebra, el arzobispo Silvano Tomasi, embajador del Vaticano ante la ONU, utilizó una argucia legal para zafarse del problema y repitió argumento: las disposiciones del tratado sólo aplican en los límites de la ciudad Estado del Vaticano que tiene menos de mil habitantes y los sacerdotes pederastas distribuidos por el mundo que aún siguen cometiendo sus crímenes impunemente, no son parte de la “jurisdicción” de la Santa Sede ni del tratado.
El sacerdote Tomasi por supuesto no dijo nada sobre los tratos crueles e inhumanos infringidos contra los niños abusados por sus representantes. La violación sexual, se considera una forma de intimidación, coerción, explotación de poder y sometimiento. Los abusos sexuales, también son tortura, aunque al Vaticano no le convenga ahora admitirlo. Hay que recordar que el pasado mes de enero fue la propia ONU la que criticó al Vaticano por privilegiar de manera sistemática sus intereses sobre los de las víctimas, particularmente al encubrirlos y permitir que los sacerdotes pederastas continuaran violando y acosando miles de niños alrededor del mundo.
El padre Tomasi olvida además que el Vaticano es uno de los 155 Estados Partes en la Convención contra la Tortura y Otros Tratos Crueles, Inhumanos o Degradantes y está obligado a someterse a exámenes frente a los 10 expertos independientes que hicieron preguntas en torno a los casos paradigmáticos presentados por las dos organizaciones de apoyo a las víctimas, particularmente casos ocurridos en Brasil, Chile, Honduras, México, Mozambique y Perú.
El CCR y SNAP demuestran con testimonios y evidencias que los sobrevivientes de abusos sexuales de sacerdotes que sufrieron tortura, padecieron enfermedades y afectaciones mentales o desórdenes adictivos muy graves. Algunos incluso, se suicidaron debido al gran peso que representaba vivir bajo el estigma social del abuso y particularmente por la angustia y depresión que padecieron. Pero el padre Tomasi dijo ante la ONU que ahora hay una “declinación” en los casos de “pedofilia” (el Vaticano no una la palabra pederastia por razones jurídicas) y que incluso existe una “estabilización” del problema, lo cual, según su criterio significa que las medidas puestas en practica por la Santa Sede, han dado resultado. Lamento contradecir al vocero del Vaticano. Miente. Sigue habiendo miles de casos de sacerdotes pederastas impunes en el mundo. Y para muestra, basta un botón: el sacerdote de San Luis Potosí, Eduardo Córdova Bautista, acusado de abusar a cientos de menores y adolescentes del movimiento Acción Social del Instituto Potosino (ASIP), el Colegio Motolinia, Renovación Marista (Remar), Ciudad Nueva Marista, Encuentros Juveniles de Espiritualidad (Ejes) y Familia Educadora en la Fe (FEF). Protegido por la jerarquía católica de San Luis Potosí y el Partido Revolucionario Institucional (PRI), el cura pederasta ha abusado de niños durante los últimos 30 años y aún sigue ostentando su investidura sacerdotal y ofreciendo servicios religiosos a pesar de las denuncias.
El padre Córdova Bauitista proviene de una familia de abolengo y sus abusos sucedieron particularmente con niños y adolescentes de la clase alta potosina que durante todo este tiempo ha preferido mantener el silencio, por distintas razones, algo que afortunadamente y por el bien de los niños, ha llegado a su fin. Decenas de testimonios empiezan a surgir. Sin embargo, el manto de silencio de autoridades eclesiasticas y gubernamentales, convirtió a todos en cómplices y provocó que este depredador sexual con sotana continuara abusando sexualmente de niños durante tres décadas. Córdova Bautista estudió la primaria en el Colegio Motolinía de la Congregación de las Hijas del Espíritu Santo y la secundaria y preparatoria en el Instituto Potosino Marista. Se ganó la confianza de los hermanos maristas que le otorgaron el cargo de encargado de la biblioteca, siendo aún alumno de la institución. Luego se graduó de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de SLP (1980-1984) donde fue maestro y encargado titular de diversos grupos de secundaria, participando en actividades religiosas y apostólicas del Instituto Potosino. Juan Manuel Mancilla, entonces capellán del colegio [hoy Obispo de Texcoco], fundaron el movimiento Acción Social del Instituto Potosino (ASIP), desde el cual se organizaban retiros espirituales y diversas acciones de apostolado. Fue allí donde Córdova Bautista, aún sin ser sacerdote, empezó los abusos sexuales contra menores del Instituto Potosino Marista.
De manera morbosa, mandaba llamar a los alumnos para mantener con cada uno de ellos, juntas individuales y hacerles preguntas de carácter sexual, momento que aprovechaba para cometer sus crímenes. Las víctimas han vivido todo este tiempo atormentadas por la culpa. Córdova Bautista fue expulsado del instituto en 1983 por el hermano marista Marco Antonio Flores Meyer por las denuncias de los padres de familia, que en ese momento, no se animaron a interponer denuncias penales. Y como sucede casi siempre, el asunto quedó entre la jerarquía católica y las familias afectadas. Pero el depredador sexual ya había descubierto el lugar donde quería continuar cometiendo sus delitos, así que al año siguiente ingresó al Seminario Mayor de la Diócesis de San Luis Potosi y al terminar sus estudios continúo al lado de los menores y jóvenes en el mismo plantel educativo de los maristas, que paradójicamente le permitieron seguir a cargo de las actividades religiosas y sociales alrededor de los chicos. Fue entonces cuando creó la “confesión alternativa”, un método que consistía en solicitar a los muchachos que se relajaran a base de pastillas o masajes, para entonces cometer los abusos. Desde tocamientos, sexo oral y violaciones, Córdova Bautista, fue cometiendo los abusos frente a la mirada cómplice de sus superiores, que además lo convirtieron en representante legal y eso les permitió obtener poder político e impunidad con el PRI.
El caso del padre Córdova Bautista ya está en el Vaticano. Y lo siguen analizando, pero en San Luis Potosi, el arzobispo Jesús Carlos Cabrero Romero lo sigue protegiendo, seguramente esperando que como en la mayoría de los casos el sacerdote pederasta solo sea enviado a una vida de “retiro y penitencia”. Peor aún, el vocero de la jerarquía católica potosina se atreve a decir que no hay pruebas y que las víctimas se van a “topar con pared” porque no interpusieron denuncias ante el Ministerio Público.
Lo que no dice, el vocero Juan José Priego Rivera, es que son ellos los que recomendaron a las víctimas mantener todo en secreto y las alentaron a no ir a las autoridades para cuidar la imagen de los menores abusados. Tampoco cuenta, la cantidad de denuncias que se les fueron acumulando y prefirieron como en la mayoría de los casos mantener una conducta inmoral al proteger al depredador con sotana, calificado por las víctimas como un auténtico “psicópata sexual”.
El caso “Córdova Bautista” es una de las pruebas de fuego para el Papa Francisco. Dependiendo de su futuro sabremos si el pontífice esta dispuesto a cambiar la política sistemíca de protección a los curas pederastas. Si el padre de San Luis Potosí, como otros más en el mundo, siguen en su ministerio sacerdotal aprovechando su investidura para cometer crímenes sexuales de manera impune, sabremos que nada ha cambiado en la nueva era de la Santa Sede a cargo del jesuita argentino.
El arzobispo Cabrero Romero acudirá al Vaticano el próximo 17 de mayo. ¿Pondrá fin el Papa Francisco a los abusos del cura Córdova Bautista? Esperemos que la comisión de la ONU, al emitir sus observaciones finales y recomendaciones el próximo 23 de mayo, condene nuevamente el sistema del Vaticano que ha permitido proteger a miles de sacerdotes pederastas que además han torturado a sus víctimas y provocaron enorme sufrimiento a ellos y sus familias.
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