“Si nosotros nos callamos esto sigue pasando, no es la primera vez. ¿Por qué? ¿Solo por pasar por ahí?, cuestionan familiares.
Gabriela Rasgado
Xalapa,
Ver. “Tener desaparecido a un familiar es la agonía más grande que te puedas
imaginar, tu vida se acaba en ese instante. No hay palabras para describirte el
dolor que uno siente. Puedes tener todo el oxígeno, y tú te ahogas”, sentencia
María, una mujer que solicita ser llamada así para dar su testimonio.
María es habitante de Playa Vicente, ella junto a
otras personas que son amigos y familiares de los cinco jóvenes desaparecidos
en Tierra Blanca, protestan en la plaza Lerdo, frente al palacio de gobierno
donde despacha Javier Duarte de Ochoa.
“Todos los que estamos aquí, es porque hemos pasado
por situaciones similares. Ya no queremos más desaparecidos. ¿Cómo crees que se
siente nuestro pueblo?”, cuestiona.
La mujer pasó una experiencia similar con una de
sus hijas, desaparecida desde hace tres años.
“No tengo miedo, tengo coraje, tengo impotencia. Me
duele ver que por un rato que tú salgas por necesidad o gusto, pases por equis
lugar y te suceda esto”.
Aunque no quiere entrar en mayores detalles, María
mantiene la esperanza que estos chicos sí sean devueltos a sus casas, con sus
familias.
“Lo que queremos es ahorita, si no se resolvió
aquello que se resuelva esto”, suplica.
El terror
de vivir en la Cuenca
La Cuenca del Papaloapan está compuesta por
municipios de Veracruz, Puebla y Oaxaca; dentro de los 22 veracruzanos que la
integran, está Playa Vicente, Tierra Blanca y Tres Valles.
En esa demarcación, los últimos dos años han estado
llenos de terror para los habitantes. El caso más grave fue a mediados de 2014,
cuando fueron halladas 13 fosas clandestinas de donde se extrajeron al menos 32
cuerpos, en Tres Valles.
Reportes hemerográficos sentencian la desaparición
de más de 80 personas de los municipios de Cosamaloapan, Tres Valles, Loma
Bonita, Tierra Blanca y Tuxtepec.
En mayo de 2015, Armando Saldaña Morales, reportero
veracruzano fue hallado en los límites de Oaxaca y Veracruz, en Cosolapa, con
al menos cuatro impactos de bala.
Ese terror no es ajeno a las personas que hoy
buscan a sus familiares:
“Si nosotros ahorita nos callamos esto sigue
pasando, y no es la primera vez. ¿Por qué? ¿Solo por pasar por ahí?, cuestiona
Amada Díaz, tía de Alfredo González Díaz.
Y agrega que si hay alguna ciudad que les infunda
miedo, es precisamente Tierra Blanca, el último lugar donde se vio a su sobrino
y los amigos de este.
“Anoche que pasamos por ahí, nosotros pasamos con
mucho miedo. Pues imagínese lo que pasó con los chamacos”.
Recuerda que no solo son secuestros o asesinatos,
sino que la violencia de esa zona se manifiesta en distintas formas.
“Vivimos con el temor de que sale uno, toman los
carros y asaltan a uno. Si se oye el temor. Tierra Blanca está pesado. Hay
quienes dicen que van 511 secuestros, nadie aparece”.
Amada refiere que su sobrino y los cuatro chicos
que viajaban con él, José Benítez de la O, Marco Arturo Orozco Sánchez,
Bernardo Benítez Arroniz y la menor Susana Tapia Garibo son muy queridos en el
pueblo, donde todos se conocen.
“Los muchachos saben respetar a uno y se dan a
querer con uno la verdad. Nosotros nos sentimos muy mal y nuestro pueblo de
Playa Vicente está muy triste porque queremos que nos regresen a los
muchachos”.
Playa
Vicente llora a sus desaparecidos
Carlos Antonio Sánchez Fentanes sostiene la lona
donde están impresos los rostros de los cinco. Mario Arturo Orozco Sánchez es
su primo. Todos son sus amigos.
“Me siento muy mal, porque con ellos conviví mucho,
pasé muchas cosas con ellos, cuando yo los necesité me apoyaron. Ahora me toca
a mí el papel de estarlos apoyando en esta situación tan delicada”.
El jovencito de 20 años asegura que la angustia que
hoy tiene por sus amigos desde su infancia “no se lo deseo ni a la peor de las
personas”.
“He llorado por ellos porque son mis amigos, soy
menor que ellos pero desde que yo los conozco tengo una gran amistad con ellos,
sobre todo con Bernardo y Mario, con todos”.
Carlos Antonio aún no da crédito a los hechos,
porque la última vez que los vio fue el sábado y el domingo por la noche se
comunicó con ellos para preguntarles cuando volvían de Veracruz. El lunes
perdió todo contacto con sus amigos.
“Como a eso de la una les volví a mandar mensaje y
ya no entraron los whatsapp. No los recibieron ni nada; hasta la noche supe lo
que estaba pasando.
El jovencito confirma lo que han dicho los demás
habitantes de Playa Vicente: “son muy tranquilos, no se meten con nadie, no le
faltan al respeto a nadie, se dirigen a las personas amablemente”.
Aunque es muy joven, Carlos refiere que siente el
miedo de todos, causado por la ola de inseguridad de esa zona, principalmente
en Tierra Blanca, donde insiste al igual que la mayoría, “uno pasa con temor a
que nos puedan secuestrar, asaltar o matar. La angustia es grande”
El reclamo y acusación del chico es muy claro:
“La zona es peligrosa. Y es más peligrosa por las
autoridades que están comprometidas con el crimen. No es cierto que estén
haciendo la lucha, al contrario ellos ayudan a los delincuentes y a nosotros no
nos dan el apoyo”.