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Año 22 Nº 187 Julio de 2018 Pág. 5
¡Por nuestros
camaradas proletarios! ¡Resueltos a vencer!
Proceso
electoral y la violencia de clase
el proceso electoral
transcurrió en medio de la violencia que emana del Estado, es la violencia de
clase que expresa el reacomodo de los diferentes grupos de poder económico y
político que pugnan por una mejor posición dentro del Estado burgués porque
desde éste se garantizan sus intereses y privilegios.
La violencia que
engendra el régimen alcanzó a sus propios hombres que lo personifican, sólo que
ésta se dirigió a los eslabones más débiles de la cadena de opresión política,
son las piezas desechables que hoy resultan prescindibles en el reacomodo, en
su liquidación se garantiza los secretos de Estado y los acuerdos
inconfesables.
Más de 150 políticos
de oficio fueron sacrificados para que la democracia burguesa siga existiendo,
son parte del tributo para que ésta se remoce; constituyen el argumento
perfecto para fortalecer la militarización y el Estado policíaco militar; a la
vez, expresa el alto grado de descomposición del régimen neoliberal y su crisis
política.
En dichos actos de
barbarie política se expresaron las contradicciones no antagónicas, unas se
resolvieron violentamente eliminando los eslabones débiles y otras bajo el
acuerdo político que lleva implícito la conciliación de clases, ambas tienen el
mismo objetivo, garantizar la continuidad del régimen.
La violencia de
Estado durante el proceso electoral nunca se dejó de ejercer contra el pueblo,
mientras los diferentes candidatos a puestos públicos o de supuesta
representación popular vendían parafernalia y se deshacían en promesas que
rayan en el absurdo, nuevas víctimas de la violencia de clase engrosaban la
larga lista del terror de Estado.
Es el pueblo no
organizado al que se le impone más cuota en desapariciones forzadas,
ejecuciones extrajudiciales, presos inocentes y desplazamiento forzado; la
violencia de Estado se ha cebado en los ciudadanos que no están organizados o
en aquellos que empiezan su proceso de organización.
El objetivo
contrainsurgente es claro, se busca disminuir tanto la base social como la base
política del proceso revolucionario; se intenta evitar a toda costa la
organización y movilización popular; la pretensión es ejercer el terror para
desmovilizar también a los organizados, es la esencia contrainsurgente.
La violencia de clase
a través del Estado se hizo presente también en el mismo día de las elecciones,
una jornada electoral vigilada por todo el aparato represivo, militares,
marinos y policías de diferentes corporaciones en los hechos impusieron un
latente estado de sitio bajo la bandera de la “protección a los ciudadanos”, lo
que refleja la esencia de todos los procesos electorales y la democracia
burguesa, ambos tienen un carácter coercitivo, las medidas en torno a ellos
tienen un corte profascista, el ejemplo más claro es la credencial de elector,
ésta en sí es una cédula de identidad para el control de la población.
Muchas fueron las
expresiones de violencia de clase contra el pueblo durante el proceso
electoral, incluido el día 1 de julio, la sangre no dejó de fluir por todo el
país, diferentes modalidades de violencia de Estado se hicieron presentes, pero
la dictadura de opinión se hizo patente, cada hecho fue ocultado y los pocos
casos que rompen la censura son minimizados. Como botón de muestra, es el caso
de la acción directa del ejército para obligar a votar por el PAN a comunidades
del Mpio. de Tantoyuca, Ver., es así como se sostienen cacicazgos políticos.
Ahí donde hay terrorismo de Estado como política de gobierno transexenal no hay
democracia para el pueblo, lo que existe es la dictadura burguesa que ejerce su
violencia para sostener la explotación del hombre por el hombre.
Gobierno, oligarquía
y voluntad popular
El combatiente por el
ideal comunista debe plantearse las debidas preguntas para poder orientar su
acción en una condición diferente a como se desarrolla la lucha de clases. El 1
de julio es electo, donde participa según cifras oficiales el 70% del padrón
electoral, un gobierno que su bandera política plantea que ante todo primero
los pobres y la renovación moral, al definir la corrupción como el mal
principal a extirpar para que el país supere todas las limitaciones y contradicciones
socioeconómicas.
El arribo de MORENA y
AMLO a la administración federal nos plantea diferentes interrogantes, ¿qué
papel tiene la lucha electoral para la transformación de la sociedad?, ¿será en
realidad la coronación de todas las “luchas sociales” y en consecuencia un
gobierno de izquierda?, ¿qué papel y lugar tiene la lucha armada
revolucionaria?, ¿qué táctica debemos desarrollar ante el cambio de la
correlación de fuerzas?, ¿será más difícil organizar al pueblo bajo la nueva
correlación de fuerzas?
Lo fundamental de la
reflexión está en torno a la discusión sobre las vías de la transformación
revolucionaria de la sociedad lo que contempla la estrategia y la táctica, para
ello debemos ser claros políticamente para definir qué tipo de cambios se
tendrán a partir del programa de gobierno que se expusieron con mucha
anticipación al proceso electoral.
En aras de la
claridad política y para evitar discusiones estériles, desde la perspectiva de
los intereses populares debemos señalar que, no hay ningún planteamiento de
transformación revolucionaria de la sociedad que troque radicalmente la
condición de explotación y opresión que viven las masas trabajadoras. No se
trata de ir a la cola de los acontecimientos y en consecuencia plegarse a la
“hola política” del triunfo de la “izquierda electoral” para elevarlo como
hecho histórico, para nada, en ello no hay nada de peculiar porque en esencia
el programa de gobierno, que se enarboló y que fue sufriendo modificaciones al
paso de la evolución del proceso electoral, es liberal burgués, en él están
expresadas las demandas, necesidades e intereses de la clase que detenta el
poder.
Nuestro planteamiento
es desde la concepción revolucionaria, en este sentido somos claros al señalar
que el triunfo de AMLO no es el triunfo de las fuerzas populares, tampoco la
coronación de todas las “luchas sociales”; MORENA sostiene una posición
política reformista sustentada en la concepción liberal, que para llegar a la
silla presidencial tiene que hacer infinidad de alianzas y concesiones a la
oligarquía para que ésta se sienta segura en intereses y privilegios, de otra
manera el resultado electoral sería otro.
Esto no significa que
se ponga a dicho partido político en la misma condición que al resto que han
dado vida al sistema político mexicano. El hecho que el 70% del padrón
participe en la jornada electoral de manera temporal fortalece políticamente a
la democracia burguesa y al régimen neoliberal. A la primera, porque la
presentan como la panacea y la elevan a paradigma político; al segundo, se le
presenta como el destino infalible para los mexicanos donde no hay lugar para
“caprichos ideológicos”.
A pesar de la
participación de más del 60 por ciento del padrón electoral hay un hecho
inocultable que todas las plumas del régimen tratan de minimizar, hay por lo
menos un 30% de dicho padrón que no convalida la farsa electoral; hay que sumar
un porcentaje también muy importante que no está empadronado que expresa una
voluntad popular de combatir al régimen de opresión y explotación capitalista;
y en esa voluntad política contra el sistema están aquellos que acuden a las
urnas y anulan el voto, en correspondencia, los índices de rechazo al régimen
son altos, son más millones de mexicanos los que expresan su rechazo al régimen
que los que lo legitiman por medio de las urnas.
El abstencionismo
como expresión política de rechazo al gobierno antipopular, al régimen
neoliberal y contra las políticas antipopulares es importante, abarca un
porcentaje muy alto, en esencia es el abstencionismo político militante, muy a
pesar de la campaña triunfalista dicha voluntad de combatir no se extingue con
el sólo hecho de cruzar la papeleta.
Es lo que tratan de
ocultar analistas, comentaristas y toda una nube de plumas que ayer servían al
gobierno priista, pero hoy rinden pleitesía al candidato electo, se trata de
magnificar a la democracia burguesa y minimizar la voluntad popular de
combatir, es fácil advertir el mensaje y pretensión política de que ya no hay
motivos para luchar contra el “mal gobierno”, sin embargo, muchas son las
causas que dan origen a la crítica política de las masas y en la medida que no
se resuelvan motivos para la lucha sobran.
Los planteamientos
del “cambio” que enarbola MORENA los encontramos en su programa, donde la
concepción liberal burgués no se oculta y en ese sentido se actúa con la verdad
en la mano y la boca, error sería que las fuerzas populares hagan otra lectura,
que las fuerzas de la revolución finquen esperanzas en el planteamiento
liberal, eso sería la pérdida de brújula ideológica.
El combatiente por el
ideal comunista ve la esencia del fenómeno ahí donde otros no lo hacen o tratan
de ocultar, los diferentes “votos” es el argumento desde los cuales
artificialmente pretenden encuadrar todo a la concepción burguesa de la
geometría política para diluir el hartazgo popular contra el régimen. La
campaña mediática desde los monopolios de comunicación contra el candidato de
MORENA enfiló ataques de toda índole con fines de linchamiento político; y la
acción de los organismos políticos de la burguesía que lo consideraban en un
primer momento como un peligro para México y posteriormente, dado el acuerdo
político al que se llega, en conjunto son parte de las formas burguesas de
hacer política.
Desde la perspectiva
revolucionaria, desde la concepción del combatiente por el ideal comunista,
desde el análisis del militante y combatiente del PDPR-EPR, es claro que el
triunfo de AMLO de ninguna manera constituye una transformación revolucionaria de
la sociedad en tanto que no se trastoca el régimen neoliberal en esencia,
cierto, llega por el amplio descontento que existe en las masas trabajadoras
que por diferentes medios expresan voluntad de combatir, es a lo que realmente
se le teme desde el poder burgués.
Por los objetivos y
toda la parafernalia durante el proceso electoral, el triunfo de MORENA
constituye un fortalecimiento para la democracia burguesa, oxigenación pura
para el régimen neoliberal, se constata desde el momento que todo lo mediático
se vuelca a festejar, destacar que la democracia volvía a tener credibilidad,
legitimidad por ser uno de los procesos más concurridos y todo tipo de
argumentación para nublar la conciencia política de las masas oprimidas.
Ese hecho ejemplifica
de qué manera se fortalece la democracia burguesa, ésta se remoza de
legitimidad y se le trata de presentar como un triunfo popular. El resultado
nos plantea el cómo abordar la nueva coyuntura, en lo inmediato las fuerzas
populares enfrentamos un proceso mediático que busca la mediatización a corto
plazo de toda expresión que cuestione la democracia burguesa y el régimen
económico político; el pueblo organizado fuera de los marcos del corporativismo
burgués enfrenta una vez más una ofensiva política del oportunismo y reformismo
que hoy se fortalece, por todos los medios se trata de ahogar en la grietas de
la democracia burguesa la voluntad popular de combatir.
A través de la
campaña mediática de los monopolios de comunicación el resultado electoral
constituye una válvula de escape que busca amortiguar la lucha de clases, sin
embargo, ésta continúa, sólo adquiere matices distintos, porque las causas
materiales que dan origen a la desigualdad económica, política y social no
están resueltas; porque el cambio que se pregona no es radical y mucho menos
revolucionario; y, porque la reforma moderada es el fondo teórico del programa
de gobierno y no la transformación en función de los intereses populares.
Como revolucionarios
definimos que el gobierno que emana del proceso electoral, en esencia es una
junta administrativa de los intereses de la clase que detenta el poder, se
advierte que pretende resolver ciertas contradicciones, pero la esencia que da
origen a la explotación y la opresión capitalista persiste, no se trastoca.
Será un gobierno de tendencia liberal burgués que en su programa plantea “limar
las aristas más filosas del neoliberalismo”, en consecuencia, no hay que
esperar una transformación revolucionaria de la sociedad, para el
revolucionario no debe haber lugar para la especulación y mucho menos sembrar
en las masas falsas esperanzas, en todo caso para las fuerzas de la revolución
encaramos un problema táctico que nos plantea cómo organizar la voluntad
popular de combatir en las nuevas condiciones y superar el proceso de
desmovilización de las masas al que empujan las posiciones no proletarias y
conciliadoras.
En la democracia
burguesa nunca se respeta la voluntad popular, si bien es cierto que el ganador
tiene como diferencia de otros procesos electorales un alto porcentaje del
padrón electoral, eso no significa que tenga el respaldo popular absoluto; el
pueblo por sus demandas y exigencia plantea el término no sólo del régimen
neoliberal, sino de la explotación y opresión capitalista, en ese sentido
afirmamos que no se respetó la voluntad popular en tanto que no se plantea la
muerte del régimen capitalista, en consecuencia, no hay motivo para echar a
vuelo las campanas, porque por muy progresista que sea el gobierno éste no
supera la lógica capitalista.
El acuerdo al que se
llegó con la oligarquía y las diferentes agrupaciones burguesas marcó la ruta
final del proceso electoral, como se señaló en el comunicado del 14 de junio el
camino quedó allanado para “elegir” al representante de los intereses de la
oligarquía en nombre de las banderas populares, es en el proceso electoral y su
culminación como se oculta y diluye su forma a la vez que se presenta como el
resultado de la voluntad popular, he ahí el fraude político para que prevalezca
voluntad e interés oligarca.
El arribo a la junta
administrativa de MORENA representa un intento por superar la crisis del
capitalismo con una salida moderada que no afecte intereses y dominio de clase,
fortalece al interés burgués, a corto plazo les da margen de tiempo para la
maniobra y superar la crisis tanto económica como política. Cada tiempo en el
desarrollo capitalista demanda determinado gobierno, pero siempre sujeto a las
leyes del Estado burgués.
En el proceso
electoral en la medida que avanzaba, en un marco de violencia de Estado en todo
el territorio nacional, hubo muchas señales que indicaban que la oligarquía
podría ser “susceptible al cambio”, sobre todo en la recta final, en específico
después de la reunión con el Consejo Mexicano de Negocios, ahí se acordó la
ruta a seguir para el régimen y en consecuencia para todos los hombres del
sistema. La oligarquía siempre apostará a quien garantice la defensa de sus
intereses y la continuidad del régimen económico y político.
Las declaraciones de
diferentes políticos de oficio, integrantes de la cúpula policíaco militar y de
diferentes oligarcas que estaban listos para “un cambio de régimen”, expresaban
que había que pactar para articular un gobierno que pueda salvar al régimen.
Por la experiencia histórica y los resultados de la táctica electoral, los
procesos electorales son más redituables para la oligarquía para superar sus
contradicciones, las cuales las solucionan bajo las formas burguesas de hacer
política que comprenden desde el acuerdo político, la coerción de grupo, la
coorporativización política, el hostigamiento policíaco, el linchamiento
mediático, hasta la violencia para eliminar los “cabos sueltos”.
Dada la magnitud de
la crisis económica y política del régimen nos permite observar que las
contradicciones de clase se resuelven a partir del papel que México juega en la
división internacional del trabajo, para el imperialismo es vital que su
traspatio esté en santa paz que convulsionado por la lucha de clases
antagónica.
De las posibles
cartas sobre la mesa para resolver la crisis del régimen neoliberal lo
importante es garantizar la continuidad de la ruta neoliberal. El fenómeno al
que nos enfrentamos no deja de ser la expresión de la lucha de clases nacional
e internacional, en esencia nos expresa la manifestación de las contradicciones
interimperialistas exacerbadas que empujan a una tercera conflagración mundial
para superar la crisis estructural del capitalismo, es la salida fascista por
medio de la guerra.
Vientos de guerra imperialista
soplan en el mundo y son muy fuertes, en la Segunda Guerra Mundial (SGM) el
argumento fue la amenaza comunista y el objetivo imperialista fue frenar el
avance de las fuerzas comunistas en el plano internacional, hoy es por la
sobrevivencia del régimen capitalista que se encuentra en una profunda crisis
estructural.
Tomando como
experiencia de la SGM, no hay nada de espontáneo o improvisación en el arribo
de administraciones que enarbolan el programa liberal burgués, si en un tiempo
las dictaduras fue la exigencia imperialista, en otro momento lo es también los
gobiernos policíaco militares, no es de extrañar que las banderas liberales se
desplieguen como una manera de liberar las presiones políticas y económicas
para fortalecer el régimen neoliberal.
Sobre la táctica
Lo concreto de la
situación a la que nos enfrentamos es un cambio en la correlación de fuerzas
producto del cambio de coyuntura que consiste en la existencia de un gobierno
que se le presenta cuasi revolucionario, en todo caso es un gobierno
progresista que en nombre de los pobres pretende realizar modificaciones a las
expresiones más radicales del régimen neoliberal sin atentar contra los
intereses de la oligarquía porque se parte de que el problema de la crisis
económica y política que vivimos en México es de factor moral y no económico.
Políticamente el
pueblo enfrenta una campaña mediática de todas las posiciones reaccionarias, a
la vez, la ofensiva ideológica del oportunismo y reformismo que presentan al
proceso electoral pasado como una victoria histórica de la izquierda en
conjunto, lo cual falta a la verdad porque en realidad quienes arriban a la
administración no son las fuerzas populares sino una parte del reformismo
electoral, porque la otra se diluyó en el PAN.
Un argumento desde el
oportunismo y las plumas mercenarias sostiene que “al pueblo le toca poner de
su parte”, en este contexto, proponen que el pueblo debe frenar la lucha por la
exigencia del cumplimiento de sus demandas históricas y actuales, es la
conciliación de clases la esencia de dicho planteamiento que niega la necesidad
de la lucha armada revolucionaria.
Dicho argumento
expresa una política oportunista que pretende diluir la lucha de clases, la
realidad es muy concreta, el pueblo lo conforman masas trabajadoras las cuales
son explotadas y oprimidas. En ese contexto desde la política revolucionaria
sería un error dar el privilegio de la duda a la democracia burguesa y sus
mecanismos.
El otro argumento que
se esgrime es que el triunfo de AMLO equivale a la revolución sin los muertos,
no obstante, se falta a la verdad porque el arribo de MORENA a la
administración federal se da en el cometido de más de 300 mil detenidos
desaparecidos, más de 300 mil ejecuciones extrajudiciales, más de 300 mil
presos de los cuales la mayoría es de manera injusta y más de 1 millón 200 mil
desplazados de manera forzada por violencia, ¿aún se quería más cuota de sangre
del pueblo?
Sobre estas víctimas
del terrorismo de Estado es que se tiene una victoria electoral, eso no debe
omitirse, mucho menos olvidar en el análisis político porque sería diluir la
política de violencia contra el pueblo y la tendencia es muy clara a la
conciliación de clases, la cual se presenta bajo la bandera de la
reconciliación y pacificación.
A partir del primero
de julio todo el esfuerzo político y mediático está para legitimar el proceso
electoral y la democracia burguesa, en correspondencia el régimen neoliberal,
el pasado proceso electoral estuvo bajo el escrutinio del mayor número de
observadores internacionales proimperialistas y organismos de la misma índole,
lo cual expresa el grado de la falta de legitimidad y credibilidad del régimen
político mexicano que requiere del aval imperialista. Irregularidades hubo
muchas, la violencia de Estado estuvo presente en diferentes puntos de la
geografía nacional y las expresiones antielectorales también fueron bastantes,
las cuales tratan de ocultar y minimizar.
Manifestaciones
contra el régimen político se dieron en todo el país, expresan voluntad de
combatir independientemente que no sean nota mediática, por ejemplo, en
Michoacán pueblos de más de 40 mil habitantes decidieron no votar; en Jalisco y
Chiapas comunidades indígenas no permiten la instalación de casillas;
expresiones de esa naturaleza también se dieron en Oaxaca, Guerrero, Hidalgo,
Veracruz y Puebla en conjunto son la expresión del abstencionismo político, el
rechazo claro al régimen y a la democracia burguesa.
La labor del luchador
social y en específico de los revolucionarios es el desenmascaramiento respecto
al significado y objetivo de la democracia burguesa, a la vez del objetivo
estratégico y la vía táctica para la transformación revolucionaria de la
sociedad.
La tarea del
revolucionario es construir conciencia de clase para que se comprenda la
necesidad histórica de la revolución socialista. Para elaborar la táctica hay
que analizar el resultado del proceso electoral y el futuro inmediato para las
masas trabajadoras, el análisis debe ser hecho bajo el prisma de la lucha de
clases, en esa perspectiva, ¿quién se beneficia del triunfo de MORENA y AMLO?
Es obvio que el pueblo trabajador tiene expectativas, pero éstas no están
dentro de la solución que plantea la nueva administración, el postergar por el
nuevo gobierno cambios y promesas electorales en función del acuerdo político
con quienes personifican el capital no beneficia a las masas trabajadoras, aquellos
son quienes salen ganando una vez más, es la esencia de la democracia burguesa.
Para el nuevo
gobierno están claras las prioridades, si bien es cierto que la bandera es en
nombre “de los pobres” por el acuerdo con la oligarquía, son las demandas y
exigencias de ésta que están por delante, se expresa en el cambio de cómo
solucionar las exigencias populares y encarar las contradicciones sociales, el
lenguaje expresa posición ideológica, si antes era la mafia del poder, hoy son
empresarios que pueden ayudar al cambio; si antes se planteó la derogación de
la reforma educativa, hoy sólo se pretende revisar sus aspectos más negativos;
si al principio se insistió en la inviabilidad del Nuevo Aeropuerto
Internacional de México hoy se considera viable.
Desde la alternativa
revolucionaria y los intereses populares, a las masas corresponde seguir en la
ruta de mantener la organización y la lucha popular, no dejar por ningún
momento la exigencia de solución a las demandas populares. Si en estos años de
los gobiernos panistas-priista la táctica era organizar la lucha contra el
Terrorismo de Estado, esta bandera no se diluye, por lo contrario, adquiera
mayor dimensión política.
La bandera de lucha
de la presentación con vida de los detenidos desaparecidos no desaparece, por
lo contrario, adquiere mayor connotación; las banderas de la lucha contra el
terrorismo de Estado son tan vigentes como cuando los gobiernos
panistas-priista organizaron la guerra contra el pueblo.
No se puede aceptar
pasivamente un “borrón y cuenta nueva”, las víctimas del terrorismo de Estado
durante el régimen neoliberal son parte de la memoria histórica, no se pueden
olvidar, son producto de la violencia sistemática y generalizada de la política
de gobierno y por tanto la exigencia de juicio y castigo a los responsables no
es moneda de cambio.
Por tanto, no se
puede asumir una táctica defensiva pasiva, ésta significa la derrota de las
fuerzas populares y su sujeción a la dictadura del capital sin resistencia. Es
fácil advertir que algunos organismos políticos se inclinen tácitamente al
perdón para dar paso a la reconciliación, ésta es imposible en tanto que
existen profundas causas económicas, políticas y sociales de la confrontación
antagónica de los intereses de las clases fundamentales de la sociedad
mexicana, NUNCA PODRÁ EXISTIR IGUALDAD Y RECONCILIACIÓN ENTRE EXPLOTADORES Y
EXPLOTADOS, ENTRE OPRESORES Y OPRIMIDOS.
Los crímenes de lesa
humanidad no se diluyen en buenas intenciones, mucho menos en las posiciones
judeocristianas, éstos deben ser sancionados sobre la perspectiva de que el
único que los comete es el Estado mexicano y sus agentes, sobre el juicio y
castigo a los responsables de crímenes de lesa humanidad.
Tampoco es correcto
aspirar sólo a conocer la verdad, clarificar “qué les pasó” a las víctimas y
pugnar por una indemnización económica, la lucha contra el terrorismo de Estado
va más allá de esa pretensión económica.
Las banderas para el
conjunto del movimiento popular son organizar la lucha contra el terrorismo de
Estado, organizar la voluntad popular de luchar para desencadenar la lucha
revolucionaria de las masas. La exigencia inmediata del pueblo es la
desmilitarización del país; desmontaje inmediato del Estado policíaco militar;
derogación de las reformas burguesas de carácter neoliberal; abrogación de la
Ley de Seguridad Interior; presentación con vida de todos los detenidos desaparecidos
de ayer y hoy; juicio y castigo a los criminales de Estado; la desarticulación
de todos los cuerpos policíaco militares especiales y paramilitares que ejercen
la represión y el terrorismo de Estado contra el pueblo.
La transición de
gobierno a gobierno ya empezó, desde la política burguesa se levantan grandes
expectativas y la ofensiva política persigue mediatizar el descontento popular,
pero para quienes luchan bajo las banderas de la revolución socialista una de
las tareas es educar políticamente para que las masas trabajadoras comprendan
en los hechos las limitaciones de la democracia burguesa.
La táctica para las
fuerzas populares consiste en mantener la ofensiva política en el
desenmascaramiento del carácter antipopular, represivo y proimperialista del
régimen neoliberal; en organizar y estructurar la voluntad popular de combatir
bajo las banderas de la revolución socialista.
De la revista : El insurgente
¡Por nuestros camaradas proletarios! ¡Resueltos a vencer!