La antropóloga y reconocida teórica feminista estará a cargo del cierre
de la Feria Internacional del Libro.
Por Ailín Trepiana - trepianaa@lmneuquen.com
Las palabras certeras y contundentes de Rita Segato abren un abanico de preguntas y reflexiones sobre las formas y métodos que necesita la sociedad para erradicar la violencia de género. La antropóloga feminista, reconocida internacionalmente por sus investigaciones sobre las estructuras de la violencia y el cruzamiento de la desigualdad de género con las categorías de raza y colonialidad, brindará la conferencia de cierre de la Feria Internacional del Libro en Neuquén.
Segato es argentina y actualmente reside en el país, aunque los últimos años vivió en Brasil. En la cárcel de Brasilia realizó entrevistas a violadores presos e investigó en profundidad las agresiones sexuales y sus causas. También fue convocada para analizar lo ocurrido con los feminicidios en Ciudad Juárez, México, una de las ciudades con mayores crímenes de mujeres en el mundo.
Aunque se consigan obtener respuestas concluyentes al escucharla y leerla, los interrogantes seguirán apareciendo. "Las mujeres argentinas tienen un papel protagónico en el mundo", destacó Segato en una entrevista exclusiva con LM Neuquén. Sin embargo, los femicidios y las violaciones como expresiones de máxima violencia, siguen ocurriendo en el país, hecho que para Segato tiene relación con el tratamiento mediático. Compara las agresiones de género con los suicidios y asegura que "son contagiosos" por el mal abordaje de los medios de comunicación. "Debe haber información, solo que está mal dada porque se lo presenta como espectáculo", explica.
La antropóloga también habló sobre la reciente detención y prisión preventiva de Teresa Godoy, titular de AMMAR Neuquén, por facilitación de la prostitución, y el debato en torno a si configura explotación o trabajo. "Tanto el abolicionismo como el regulacionismo son una falsa solución", opinó.
P: Según las últimas cifras difundidas por el Observatorio “Ahora que sí nos ven”, en lo que va del año en Argentina hubo 223 femicidios. ¿Cuál debe ser la tarea del Estado y la Justicia en la lucha para que estas cifras disminuyan?
RS: De la justicia evidentemente hay problemas en la forma que los jueces y fiscales perciben la violencia contra las mujeres en general. Un feminicidio no surge de la nada, surge de una sociedad violenta y de una sociedad cuyas relaciones de género son violentas y, dentro de ese hábito violento de la sociedad, en la punta de esa pirámide aparece el feminicidio. No es un hecho aislado. No me gusta hablar de la cultura de la violación, no me gusta culturalizar la violación. Pero dentro de la argamasa jerárquica hablo de un orden jerárquico, desigual, donde la mujer es siempre encaminada a una posición de subordinación, donde sobre la mujer cae una sospecha moral permanente. Pero esa máxima violencia, esas acciones que pueden ser tipificadas como crímenes surgen de innumerables violencias cotidianas que son normales y que no podrían jamás ser tipificadas como crímenes, y no deberían tampoco. Entonces lo que hay que modificar es esa argamasa de la sociedad, hay que modificar la sociedad para que en la cumbre de esa pirámide no surja el crimen letal. La acción de los jueces podría colaborar porque lo que más interesa de la acción de los jueces es su eficacia pedagógica. Tenemos una serie de errores de la visión de lo que significa que salga una sentencia de un juez y pensamos que la meta es la cárcel. La meta es retirar a un violador, un asesino, un femicida de la calle, pero la meta principal es pedagógica. Es que el juez le diga a la sociedad que no hay admisibilidad posible para las agresiones contra las mujeres. Es un proceso muy lento que tiene que darse en la sociedad, tiene que darse como una conciencia en la sociedad y una conciencia de los hombres, que creo que está ocurriendo en nuestro país. Me voy encontrando con cada vez más hombres que manifiestan que han entendido algo. Al principio eso me sorprendió muchísimo porque siempre las feministas estamos acostumbradas a plateas llenas de mujeres, pero la presencia masculina es cada vez mayor.
P: Luego de lo que ocurrió con la denuncia de Thelma Fardín vos hablaste en Página/12 de la espectacularización y glamorización del caso y de las agresiones sexuales en general en los medios de comunicación. ¿A qué te referís y qué revisión deben hacer los medios de comunicación con el abordaje de los abusos y las violaciones?
RS: Una alumna contó cuántas veces se mata a una misma mujer en la pantalla de la televisión. Se glamoriza en el sentido de que se transforma en un espectáculo. Se lo repite, se lo analiza, se buscan detalles, sin ningún cuidado para el mimetismo que produce en la gente. Los medios están con una deuda con la sociedad. Ahí comparo la mediatización del suicidio y la mediatización de los femicidios y de las agresiones de género. En el caso del suicidio, en la agenda mediática decidieron no informar sobre suicidios porque se percibió que era contagioso. El femicidio es contagioso y la violación como la de Thelma Fardin también son contagiosas. Y no hay una voluntad mediática por ver cómo se va a tratar la cuestión de la ofensa sexual y la ofensa letal contra las mujeres. En el caso del suicidio, la solución no fue buena. Porque el no dar la información es también problemático, y hoy en día el suicidio adolescente y juvenil es una de las mayores causas de muerte. Entonces muchas veces las familias no saben el peligro que están corriendo porque no hay información sobre suicidios. Debería haber un debate entre editores, profesores de comunicación, dueños de periódicos, dueños de canales de televisión, psicólogos sociales. Un debate mucho mayor sobre cómo se muestran estos fenómenos a la sociedad, de manera de informar sin promover, sin contagiar. En el caso de los feminicidios, de las agresiones y de las violaciones también hay una deuda pendiente de los medios con la sociedad. Cuando se informa, se informa para atraer espectadores y por lo tanto se produce un espectáculo del crimen, y ahí ese crimen se va a promover. Aunque al agresor se lo muestre como un monstruo, es un monstruo potente y para muchos hombres la posición de mostrar potencia es una meta. Entonces el monstruo potente es éticamente criticado, es inmoral, pero a pesar de eso es mostrado como un protagonista de una historia y un protagonista potente de una historia. Y eso es convocante para algunos hombres, por eso se repite.
P: ¿Cómo se explica que las cifras de femicidio no hayan disminuido? Hace 10, 15 o 20 años ni siquiera se hablaba de femicidio y hubo una pelea para visibilizarlo.
RS: Debe haber información, solo que está mal dada porque está como espectáculo. La curiosidad morbosa llama a la gente a curiosear. Es como ver una telenovela a la tarde, no puede ser así.
P: Esta semana la Justicia detuvo con prisión preventiva a Teresa Godoy, secretaria general de AMMAR Neuquén, por facilitación de la prostitución. ¿Qué visión tenés del debate sobre prostitución y trabajo sexual?
RS: Una vez compartí una mesa con una dirigente de AMMAR y no me llevé una buena impresión. El discurso era hermoso, cerrado, precioso, una capacidad oratoria impresionante. Yo no soy abolicionista. En España es muy clara la partición en dos posiciones: el abolicionismo que sería el suprimir y criminalizar la prostitución, y el regulacionismo, la solución alemana. Ninguna es buena, es una falsa dicotomía. Primero que el abolicionismo va a clandestinizar más. ¿Y por qué queremos una criminalización de la prostitución si la trata ya es crimen y sin embargo no es tratada como crimen? ¿Qué nos hace pensar que la criminalización de la prostitución no va a tener el mismo destino que la criminalización de la trata? Lo que hay que hacer es hacer cumplir la ley sobre la trata, que no se hace. La trata y la prostitución es un femigenocidio porque cumple con una de las cinco condiciones para que un crimen se considere un crimen de genocidio. La trata es un súper crimen, pero la policía no se hace sentir y la justicia mucho menos. El regulacionismo también es falso y es una falsa solución. Tenemos el caso de Alemania, donde la prostitución es legal y hay leyes sobre cómo ejercerla. Sin embargo, las historias y los relatos son absolutamente espantosos, de un dolor humano insoportable. ¿Por qué? porque las prostitutas son migrantes. En la Patagonia también, en los pozos petroleros hay una gran cantidad de, sobre todo, dominicanas migrantes que trabajan ahí. Podríamos reglamentarla pero las prostitutas no tendrían derechos porque muchas de ellas son ilegales. El problema es muy amplio y no se resuelve ni con la reglamentación ni con la proscripción legal. Y ahí viene la otra discusión. Para muchas mujeres es la única salida y es la manera de mandar dinero y comida a sus hijos, entonces el problema es mucho mayor que la prostitución. La trata debería ser rigurosamente perseguida y abolida. Lo primero que hacen las mineras es comprar domicilios para abrir burdeles. ¿Por qué? porque el burdel es una escuela de la pedagogía de la crueldad, es donde se aprende a ver la vida como cosa. Mi definición de pedagogía de la crueldad es todas aquellas prácticas que se vuelven habituales y que nos condicionan para aprender a ver la vida como cosa, el cuerpo como cosa, de una forma totalmente instrumental. La pedagogía de la crueldad es instrumentalizar la vida, incapaz de empatía.
P: ¿Qué lugar ocupa la lucha feminista de Argentina en el mundo?
RS: Las mujeres argentinas tienen un papel protagónico en el mundo, por donde voy eso es reconocido. No debemos olvidarnos de los 34 años del Encuentro Nacional de Mujeres, que están como un poco apagados o no recordados, en su intensa pedagogía de la organización y de una manera de hacer política desde la posición femenina, de una politizidad femenina que tiene una característica para mí, no permite vanguardias. No permite la apropiación ni el centralismo de ningún tipo. No hay centralización posible. El movimiento de las mujeres es plural, cabemos todas, todos los tipos de mujeres.