3 de mayo de 2020

“LA PREGUNTA ES QUÉ SE HACE CON EL VIRUS DEL CAPITALISMO”

El sociólogo argentino Alejandro Horowicz, profesor de Los cambios en el sistema político mundial, explica por qué las crisis de los mercados han superado los límites de lo real.


El ensayista Alejandro Horowicz en un bar de Buenos Aires, Argentina.NICOLÁS SAVINE

A comienzos de este año, cuando Alejandro Horowicz volvió a Buenos Aires después de celebrar su cumpleaños 70 en Nueva York, el nuevo coronavirus era apenas una “misteriosa neumonía china” y el adjetivo “histórico” recién empezaba a saltar de los titulares sobre los incendios en Australia a las noticias sobre la decisión del príncipe Harry y Meghan Markle de ser normales. En febrero estalló el contagio en Europa, pero las noticias sobre el virus tardaron casi un mes en volverse algo “histórico”: el 28 de febrero, después de siete días en picada, los mercados bursátiles de todo el mundo informaron sus mayores caídas en una semana desde la crisis financiera de 2008. Una caída histórica, la primera de varias en la carrera descendente de los mercados, seguida por otro récord histórico en Estados Unidos, en este caso ascendente: el de los números de desempleo.

“Los mercados practican el socialismo al revés: las pérdidas son de todos, las ganancias son de los mercados”, dirá después Horowicz, un miércoles por la mañana, del otro lado de la pantalla. Horowicz es ensayista, doctor en Ciencias Sociales, profesor en la Universidad de Buenos Aires y autor de varios libros, entre ellos Los cuatro peronismos, un clásico del pensamiento político en Argentina. El año pasado publicó su último libro, El huracán rojo (un estudio sobre las revoluciones desde la de Francia en 1978 hasta la de Rusia en 1917), fruto de años de investigación y escritura. El trabajo, que tenía previsto lanzarse en España este año, “no es una visita al museo de las revoluciones”, advierte la sinopsis; por el contrario, la obra lee las revoluciones en tiempo presente: como condición de posibilidad de la democracia política, la transformación tecnológica o la educación masiva que conocemos hoy.

El escritor Rodolfo Fogwill decía que siempre se escribe en contra de algo; Horowicz parece la prueba de que siempre se piensa y se enseña (mejor) en contra de algo. En esta entrevista, por ejemplo, contra las explicaciones vacías y las miradas ahistóricas del presente.

Pregunta. Desde que empezó la crisis por el coronavirus, todo el tiempo leemos que tal Bolsa de valores o tal moneda se han desplomado por el temor de los mercados. ¿Quiénes son “los mercados”? ¿De quiénes estamos hablando?

Respuesta. Los mercados forman parte del género literario de los anónimos, a los cuales se les puede hacer decir prácticamente cualquier cosa, porque uno los “interpreta” como le viene en gana. Existen los llamados supuestos datos objetivos de los mercados, que son el precio al que cotizan los valores. Pero para poder creerles a los mercados es preciso ser, fundamentalmente, muy ignorante. ¿Por qué digo esto? Si vos mirás la deuda pública soberana del conjunto de los países de este mundo y sumás ese valor, y sumás los productos brutos, el ingreso de esos mismos países, vas a ver un fenómeno por lo menos muy curioso que no registran los mercados: que la deuda soberana es cuatro veces mayor a la producción anual de riqueza del planeta Tierra. Entonces, la pregunta es: ¿cómo puede ser que se deba cuatro veces lo que existe?

Los economistas tienen un modo muy divertido y encantador de explicar lo que no explican y que consiste en decir que eso es capital ficticio. Entonces, la pregunta se traslada: ¿qué es el capital ficticio? Porque convengamos en que, cuando yo digo que esto es una ficción, sabemos que no rige el estatuto de la verdad.

Los mercados te muestran simplemente una aspecto, que es la compra y la venta de un bien, y parten de la presuposición de que ese precio es el precio justo. Pero esto surge de transformar en abstractas y en igualdades cuestiones que de ninguna manera son iguales entre sí. Por ejemplo, a nadie se le ocurre que un señor que vende su fuerza de trabajo es igual al capitalista que se la compra. Porque ahí estamos frente a lo que Marx llamaba “la libertad de morirse de hambre”. Esa es la libertad de los mercados: la de que te podés morir democrática y libremente de hambre, de coronavirus o de cualquier otra maldita peste. La primer cuestión, cuando decimos “los mercados”, es que estamos hablando de procesos que ignoramos, cuya profundidad desconocemos, que no nos proponemos averiguar y que simplemente estamos formulando una respuesta que vale tanto como el abracadabra.

P. ¿Qué significan entonces las crisis de los mercados?

R. ¿Qué es una crisis en términos de mercado? Una ruptura de un conjunto de determinados equilibrios. ¿Cuál es ese equilibrio? Pues bien, que el gasto público esté por encima de las posibilidades de esa determinada sociedad. Por lo tanto, en aceptación al dictamen de los mercados, la Unión Europea, por ejemplo, tiene reglas extremadamente duras sobre cuál debe ser el comportamiento de cada uno de sus Estados nacionales miembro respecto del gasto público. Ahora, ese gasto público tiene algunas curiosidades inenarrables. La primera curiosidad es que en 2010, la deuda de los países respecto del gasto era de la mitad. Esto es: debían la mitad de lo que producían. Uno puede decir que está bien, que está mal, pero todavía no es ficción literaria pura. No estamos frente a una esquizofrenia. Estamos frente a algo que se comporta según patrones convenidos previamente. Pues bien, entre el 2010 y el 2020, ¿viste esa transformación de 0,5 a 4,2? [la deuda soberana de los países pasó de ser la mitad a ser cuatro veces lo que producían]. Lo que vos ves es una fenomenal transferencia de ingresos de los sectores productivos al sistema financiero internacional. ¿Esta es la primera vez que lo ves? No, de ninguna manera. Esto es una política constante.

Si vos mirás la crisis de 2008 en los Estados Unidos, ves que un conjunto de bancos quiebran. ¿Por qué quiebran? Porque hicieron préstamos chatarra, acumularon los préstamos chatarra, emitieron títulos sobre los préstamos chatarra, no tenían ninguna clase de control, prestaban a cualquiera de cualquier modo, hacían diferencias siderales hasta que, por supuesto, la bola de nieve... pasó lo que tenía que pasar; es decir, se cayó a pique. El dislate consiste en que el valor de mercado no tiene nada que ver con el de la producción de bienes reales, porque el mercado no registra la producción de bienes reales en rigor de verdad, sino las operaciones y los flujos financieros.

¿Cuál es el sentido de esos flujos financieros? Pues bien, como los bancos hicieron lo que hicieron, quebraron. En el momento en que quiebran los bancos descubrimos qué es el mercado: el mercado es la incapacidad de autorregularse; porque si la lógica del mercado funciona librada a su propio modo de operar, lo que sucede es que el mercado y las sociedades reguladas de este modo se van al mismísimo carajo. ¿Qué hace el Gobierno de los Estados Unidos, que tiene una cierta comprensión fanática de algunos principios económicos, pero que no se suicida tan sencillamente? Establece una inyección de 750.000 millones de millones de fondos públicos para rescatar a los bancos. ¿Qué nos enseña la economía de mercado? Que si yo pongo la plata, yo soy el dueño. Ustedes, muchachos, quebraron, entonces los bancos son públicos, son de aquellos que pagamos los impuestos. Pero no, los mercados practican el socialismo al revés: las pérdidas son de todos, las ganancias son de los mercados; es decir, del sistema financiero internacional.

Entonces, cuando hablamos de los mercados no hablamos de ninguna otra cosa que del sistema financiero internacional. Y cuando hablamos del coronavirus, de lo que hablamos es del efecto que una gramática mercantil que se extiende sobre todo, produce como efecto destructivo sobre todo. Yo no soy un infectólogo, no soy médico y no pretendo dar lecciones de aquello que ignoro, ni mucho menos. No sé cómo se combate específicamente esta pandemia, pero sé como se combate el sistema y la lógica de las pandemias. Es decir: si los mercados siguen regulando la producción, y el planeta Tierra se explota como una especie de granja sin límites, donde el único concepto de los mercados, que es la rentabilidad, puede destruir todo, incluido el mercado, lo van a hacer. Sin ninguna duda. Entonces, zafemos o no zafemos del coronavirus, la pregunta es qué se hace con el virus del capitalismo. Ese es un virus altamente peligroso.

El autor de “Los cuatro peronismos” en uno de sus espacios de trabajo.NICOLÁS SAVINE

P. Cuando empezaron a colapsar los mercados, recuerdo haber visto varios posteos en redes sociales que decían: de pronto estamos descubriendo que, al final, a la economía la sostenían los cuerpos que trabajan. ¿Esto es así o gran parte de las ganancias de los flujos de capital que vemos son simplemente ficticias? O sea, no se corresponden con…

R. Se corresponden con las necesidades del capital, no con las necesidades de la actividad. Y las necesidades del capital tienen que ver con la rentabilidad. Y esto tiene una ecuación matemática enormemente sencilla. Tomemos el ejemplo de los autos de Fórmula 1. Cuando vos mirás los corredores de autos Fórmula 1, ves que la diferencia entre el primero y el último son unas centésimas de segundo, un segundo. Entonces vos decís: ¿qué relevancia tiene esto en andar en auto? Ninguna. Es decir: si tu auto tiene un pique de una fracción de segundo sobre 400 kilómetros respecto del mío y hace que tengas una ventaja de cuatro segundos en llegar. ¿Qué es lo que sucede con tu auto? ¿Por qué es mejor que el mío? ¿Se puede usar ese auto? ¿Vos podés subirte al auto y usarlo en una carretera? No. Esta es la fantasía de los mercados y de la productividad infinita a cualquier precio.

La idea de tardar menos para hacer una cosa es importante si yo tardo 30 días en llegar desde Madrid a Buenos Aires en barco; cuando yo voy en avión, la cosa cambia. Y si el avión, en lugar de ir a 900 kilómetros por hora, puede ir a 1.800 kilómetros por hora, está bien. Pero hay un momento en que se constituye lo que se llama un límite fisiológico; esto es: a esa velocidad los cuerpos se desintegran. Por lo tanto no es una velocidad útil, no nos sirve, le sirve a otra cosa. La sociedad humana ha llegado a un punto donde la economía de tiempo ha alcanzado, en muchos de sus elementos —no digo en todos—, topes imposible de superar, por así decirlo. Vos fíjate que esto hasta nos produce un efecto subjetivo. Una carta tardaba, en alguna época, cuando el correo funcionaba de verdad, seis días, cinco días en llegar de Buenos Aires a Londres. Ida y vuelta, 15 días. Hoy, cuando yo tengo que esperar 15 segundos en la computadora para entrar a mi charla de Zoom con vos, digo: “¡Qué lenta que está esta máquina, carajo!”. Ahora, esta percepción es una percepción real. No es un disparate. Pero someter a esta percepción el conjunto de las decisiones de la existencia de un planeta sí es un disparate. Este es el punto.

Tenemos estructuras de medición y evaluación absolutamente arbitrarias. Y estamos acostumbrados a un ejercicio que destruye todas las especificidades. Ahí vemos el final de esta lógica, que es básicamente una lógica teológica. Una lógica que no admite sino un Dios único todopoderoso. Hemos construido un Dios único, todopoderoso, que es la gramática mercantil y su altar son los mercados.

P. ¿Cuál ha sido el comportamiento de los mercados en otros momentos críticos de la historia reciente? Más allá de la crisis de 2008, ¿ha habido momentos que hayan sido esenciales para transformar la relación entre el capital y los Estados nacionales?

R. Sin duda. Cuando vos ves el fenómeno que arranca en 1890, que desemboca en la Primera Guerra Mundial, ves la ampliación del mercado nacional como un mercado insuficiente. Viene la lógica de esto que estamos planteando como lógica de los mercados. ¿Cuándo es insuficiente el mercado nacional? Yo puedo decir que es insuficiente porque hay una sobreoferta. Esa es una lectura. La segunda lectura es que la demanda es demasiado pobre, es demasiado incapaz.

Cuando vos mirás al interior de los Estados nacionales y ves, por ejemplo, una comparación entre Alemania y Francia, ves que Alemania, teniendo un mercado mucho más grande que Francia —numéricamente la población alemana es casi dos veces la población francesa— al mismo tiempo tiene una demanda muy baja. ¿Por qué? Porque las sociedades campesinas que no han hecho la revolución democrática son muy incapaces de comprar. En consecuencia, vos necesitás vender fuera lo que no podés vender dentro. Esta necesidad de ampliación de mercado se expresa como imperialismo geográfico, como el imperialismo más elemental y obvio. Y entonces ves en ese mismo período previo, entre 1860 y 1890, que Gran Bretaña quintuplica sus posesiones coloniales. Y se mastica, ni más ni menos, que a la India. No estamos hablando de una pequeña cuestión, no estamos hablando de las Falklands [las Islas Malvinas], estamos hablando de la India, de un tamaño descomunal, con una sociedad que tiene varias decenas de veces la población y la extensión de Gran Bretaña. Entonces nos damos cuenta de que estamos frente a un fenómeno de otro nivel.

Cuando vemos cómo ingresa el mercado y el capitalismo en Japón, vemos que ingresa con las cañoneras. Cuando vemos cómo ingresa el capitalismo en China, vemos que ingresa con una guerra de opio. Cuando vemos cómo se amplía el mercado mundial, vemos exactamente mecanismos político-militares relativamente atroces. Este ajuste es permanente y para cada ciclo tenés nuevos ajustes. Porque no es que vos ingresaste al mercado mundial en 1848 y por lo tanto, en la crisis posterior de 1946, te va bien. En 1848 Gran Bretaña hegemonizaba el mercado mundial. En 1946, Gran Bretaña era la gran perdedora del mercado mundial. Termina endeudada con los Estados Unidos y, de la potencia colonial imperial que era, tiene que retroceder, perder la India, perder su lugar, poner fin al imperio de la reina Victoria. Entonces no hay ninguna duda de que hay una relación directa entre una cosa y la otra. Lo que tenemos que tener muy, muy en claro, es que esta relación no es amable.

Cuando Marx escribe “hay un adentro y un afuera del mercado mundial”, el afuera del mercado mundial es todavía más grande que el mercado mundial. Con la caída del Muro de Berlín y la implosión de la Unión Soviética, el mercado mundial y el planeta Tierra se han vuelto lo mismo. Tenemos un dominio globalizado que no tiene ninguna forma de control democrático. ¿Quién elige al presidente del Fondo Monetario Internacional, al presidente del Banco Mundial, al conjunto de sistemas que en rigor son los que gobiernan y deciden en última instancia?

Hemos visto cómo el mercado mundial cambiaba al primer ministro de Italia, al primer ministro de Grecia. Hemos visto cuestiones que, con los estándares que usábamos para caracterizar los golpes de Estado en América Latina, se llamaban golpe de Estado. Sin embargo, nadie se inmutó demasiado. Nadie creyó que esto era particularmente grave. Nadie se plantea que el problema... el problema sigue siendo cuál es el déficit, el déficit fiscal es lo que nos quita el sueño, porque esto es lo que pone nervioso a los mercados. ¿Y qué es, en definitiva? Lo que te está diciendo es que lo único que se propone es garantizar que pagues lo que debes, no que clausures la deuda. Están planteando una transferencia sistémica de bienes, permanente, que no tiene modo de ser soportada por esa estructura sin derrumbarse.

En Marx, la noción de competencia y la noción de crisis son prácticamente iguales. La competencia entre capitales supone, obviamente, la derrota de los más débiles, la reconcentración y la crisis como modo de saldar esta actividad. Lo que tenemos que entender es que el volumen, la importancia, la intensidad y la calidad de todo esto ha llegado a un punto en que, desde la bomba atómica para acá, militarmente, y ahora financieramente, somos capaces de poner fin a la existencia de la vida en el planeta Tierra. Esta es la novedad que los diarios no ponen en tapa.

ETIEM JIMÉNEZ, REGIDOR DE MORENA DEL AYUNTAMIENTO DE CÓRDOBA, VERACRUZ, DEFIENDE A LA ALCALDESA PANISTA AL SEÑALAR QUE ES UN TRABAJADOR DEL AYUNTAMIENTO QUIEN HA DESOBEDECIDO ÓRDENES.


Córdoba, Ver.- Torpe regidor de MORENA no conoce cuáles son sus atribuciones y facultades que le confiere la ley orgánica del municipio libre para el estado de Veracruz y solo se justifica, incluso en las sesiones de cabildos del ayuntamiento de Córdoba siempre ha levantado la mano para aprobar las propuestas de la alcaldesa Leticia López Landero, siempre complacientes, no propone, siempre calla, por lo tanto los 10 regidores y el síndico son responsables junto a la inepta alcaldesa de los hechos y actos de corrupción y ahora quieren castigar a un trabajador "chivo expiatorio". ¡Cobardes, cínicos y corruptos!

ETIEM JIMÉNEZ, REGIDOR DE MORENA DEL AYUNTAMIENTO DE CÓRDOBA, VERACRUZ, DEFIENDE A LA ALCALDESA PANISTA AL SEÑALAR QUE ES UN TRABAJADOR DEL AYUNTAMIENTO QUIEN HA DESOBEDECIDO ÓRDENES.





30 de abril de 2020

EL CORONAVIRUS Y LAS MISERIAS DEL CAPITALISMO

¿Qué importa más? ¿La vida o las ganancias?  

EL CORONAVIRUS Y LAS MISERIAS DEL CAPITALISMO

La pandemia nos invita a repensar(nos). A revisar un sistema que prioriza las ganancias exorbitantes de unos pocos por sobre la posibilidad de las mayorías de tener una vida digna. Que prioriza la producción y el consumo desenfrenados por sobre el cuidado y la sustentabilidad del medio ambiente.

Por Pedro Gaite *

"Debemos abandonar el individualismo que es propio de este sistema y pensar en salidas colectivas", propone Pedro Gaite.
"Debemos abandonar el individualismo que es propio de este sistema y pensar en salidas colectivas", propone Pedro Gaite. 

Imagen: Bernardino Avila

La pandemia del coronavirus puso de manifiesto las miserias del capitalismo financiero. Los países europeos evitaron tomar medidas duras contra el virus por temor a afectar la economía y hoy Europa tiene más de un millón de contagiados y mueren miles de personas por día.


Donald Trump se enfrenta a los gobernadores que decretaron la cuarentena a pesar de que Estados Unidos ya es, por mucho, el país con más contagiados y muertos. Su principal asesor económico, Larry Kudlow, dijo que el costo económico de cerrar las fronteras del país para evitar la propagación quizás no valiera la pena. El vicegobernador de Texas, Dan Patrick, consideró que las personas mayores de ese país están dispuestas a morir para no dañar la economía y sostener a Estados Unidos tal y como es. “¿Está diciendo que hay peores cosas que morir por coronavirus?", le preguntó quien lo entrevistaba, y Patrick no dudó: "Sí".

En Latinoamérica Jair Bolsonaro exige la reapertura de comercios, despidió al ministro de Salud por estar de acuerdo con el aislamiento social y, como Trump, enfrenta a los gobernadores que establecieron la cuarentena ante la “gripesinha”. Incluso había decretado la posibilidad de suspender contratos de trabajo durante cuatro meses sin goce de sueldo, pero tuvo que dar marcha atrás ante el bombardeo de críticas.

Decisiones que están impulsadas por la lógica capitalista, cuyo objetivo es la maximización de las ganancias.

La epidemia del coronavirus solo puso sobre la mesa una pregunta que subyace al capitalismo: ¿Qué importa más: la vida o las ganancias?

DESIGUALDAD

Desde la óptica del capital el virus puede hasta terminar siendo positivo. La población que morirá es en su mayoría sobrante desde el punto de vista productivo. Adultos mayores que cobran una jubilación y no aportan a la generación de riqueza. Cuando Dan Patrick responde que hay algo peor que la muerte, solo manifiesta cuál es la lógica que mueve al sistema.

Desde que se confirmó el primer caso de coronavirus (21/1/2020) la enfermedad mató a unas 183 mil personas en todo el mundo (al 22/4). En este mismo periodo fallecieron otras 950 mil personas, por otras causas, por no acceder a la atención médica, según la ONG Oxfam. La pobreza es más letal que el virus.

Esta pobreza es la otra cara de la extrema desigualdad que genera el sistema.

En 2019, los 2153 milmillonarios que había en el mundo poseían más riqueza que 4600 millones de personas. Para esa elite el crecimiento de su riqueza es un cero más en sus cuentas bancarias. Podría reducirse a una décima parte y podrían seguir pagando cuantas mansiones, yates y lujos desearan. Mientras tanto casi la mitad de la población mundial vive con menos de 5,5 dólares por día.

Uno de esos milmillonarios es Paolo Rocca, dueño de Techint, que despidió a 1450 trabajadores de su empresa constructora en medio de la cuarentena argentina. Bien podría pagar esos salarios con parte de los 400 millones de pesos que se ahorró el año pasado por la exención privilegiada de cargas sociales que obtuvo del gobierno macrista. Ni que hablar con los 9100 millones de pesos que blanquearon los directivos de la empresa en 2016.

La máxima expresión de la lógica capitalista es el neoliberalismo. Este dogma descansa sobre tres grandes premisas:

1. El mercado es el mejor asignador de recursos.

2. La meritocracia

3. La teoría del derrame.

EL MERCADO

La idea madre del neoliberalismo es que el mercado es el mejor asignador de recursos, y que por lo tanto la intervención del Estado en la economía debe reducirse a la mínima expresión. Cada individuo (o cada país) buscando su propio beneficio individual contribuye de la mejor manera posible a maximizar el beneficio social.

Esta falacia se manifiesta más claramente en situaciones críticas. En estos días atravesados por la crisis del coronavirus vemos a fundamentalistas de la desregulación reconocer el rol clave del Estado. Todos los países llevan adelante una política fiscal y monetaria expansiva para intentar frenar la caída de la actividad económica.

En algunas potencias mundiales como Francia, el Reino Unido y Alemania los paquetes fiscales superan el 14 por ciento del PIB. Son las mismas potencias que de la mano del FMI le exigieron a Grecia un severo ajuste que hundió a esa economía en ocho años de recesión y una caída de 30 por ciento del PIB y de los salarios reales.

También analizan estatizar sus empresas más importantes ante las dificultades financieras que genera el coronavirus. Claro que a Grecia le exigieron privatizar el sistema de energía, telecomunicaciones, puertos, aeropuertos y cuanta empresa estatal hubiera.

Es la doctrina de “patear la escalera”. Todos los países centrales se desarrollaron en base a políticas proteccionistas en sus etapas tempranas de desarrollo, con un Estado activo que invirtió en sectores estratégicos y/o generó los incentivos para que el sector privado lo haga. Luego exportaron al mundo las ideas del libre comercio como la receta del éxito, y cuando no lograron convencer a los líderes de la periferia limitaron su margen de acción con una red de instituciones como el FMI, el Banco Mundial y la OMC.

LA MERITOCRACIA

El imaginario neoliberal plantea que el éxito (y su ausencia) es resultado exclusivo del esfuerzo personal. Pero se estima que una tercera parte de la riqueza de los milmillonarios proviene de herencias. Mientras ven crecer cómodamente sus fortunas por el frenesí de la especulación financiera, el sistema se sostiene sobre empleos precarios y mal remunerados.

Las tareas de cuidado de niños y niñas, personas mayores y/o con enfermedades físicas y mentales y las tareas domésticas diarias son el ejemplo más claro. Si nadie invirtiera tiempo en estas tareas la economía mundial colapsaría por completo. Las mujeres realizan tres cuartas partes de este trabajo, en general sin recibir un centavo. Por eso el 42 por ciento de las mujeres en edad de trabajar no forma parte de la mano de obra remunerada, frente al 6 por ciento de los hombres.

De la misma manera en los países de bajo desarrollo humano los años promedio de escolaridad no llegan a cinco, mientras en los de muy alto desarrollo humano superan los 12. Claramente las oportunidades no son las mismas. La meritocracia está mediada por el género, el status social, raza, etnia, nacionalidad.

EL DERRAME

El tercer mito del neoliberalismo es la teoría del derrame, la cual postula que una distribución de la riqueza regresiva, o sea más para los más ricos, es lo mejor para la sociedad. Como los que más tienen son los dueños de los medios de producción, si tienen más invertirán más y eso generará empleo y beneficiará al conjunto de la sociedad. Así se justifica la reducción de impuestos, la flexibilización laboral e incluso la estatización de sus deudas. Solo 4 centavos de cada dólar recaudado provienen de impuestos sobre la riqueza.

Los millonarios gozan de los impuestos más bajos en décadas y además a través de maniobras financieras como cuentas fantasmas en paraísos fiscales eluden hasta el 30 por ciento de sus obligaciones fiscales. Mientras tanto las grandes mayorías intentan pescar alguna migaja que se derrame, en general con poco éxito. Un aumento de medio punto porcentual en el impuesto al patrimonio del 1 por ciento más rico permitiría recaudar fondos necesarios para invertir en la creación de 117 millones de puestos de trabajo en sectores como la educación y la salud.

Así es como opera el capitalismo financiero, especialmente en su versión neoliberal. Un sistema que prioriza las ganancias exorbitantes de unos pocos por sobre la posibilidad de las mayorías de tener una vida digna. Que prioriza la producción y el consumo desenfrenados por sobre el cuidado y la sustentabilidad del medio ambiente.

¿Cómo se explica, si no, que el 1 por ciento más rico de la población mundial tenga más del doble de riqueza que 6900 millones de personas? ¿Que día tras día 10 mil personas mueran por no tener acceso a la salud? ¿Que uno de cada cinco niños en el mundo no pueda acceder a la educación? ¿Que se exploten montañas y se contaminen miles de litros de agua para obtener metales preciosos para alimentar el ego de una minoría privilegiada? ¿Que se arrase con bosques y selvas esenciales para la vida con el fin de aumentar la superficie de cultivo de alimentos transgénicos? ¿Que el avance de la tecnología sea una amenaza para millones de puestos de trabajo en vez de una oportunidad para eliminar los trabajos precarios y mejorar la vida de millones de personas? ¿Que la ciencia y la tecnología se siga poniendo al servicio de la industria armamentística, para luego matar seres humanos? ¿Que Estados Unidos tenga más misiles que camas en hospitales? ¿Que en la Argentina los fondos buitre obtuvieran una rentabilidad de 1600 por ciento a costa del hambre del pueblo?

La pandemia del coronavirus nos invita a repensar(nos): ¿Qué producimos? ¿Cómo lo hacemos? ¿Para qué y para quién? ¿Qué trabajos son esenciales para la supervivencia humana? ¿Cuáles mejoran nuestra calidad de vida y cuáles simplemente reproducen un sistema de exclusión?

Es momento de repensar la forma en la que nos organizamos como especie. Los recursos naturales alcanzan para que todos los habitantes del planeta accedan a una vida digna, sin hambre ni necesidades básicas insatisfechas. Pero para ello debemos abandonar el individualismo que es propio de este sistema y pensar en salidas colectivas. El avance de la ciencia y la tecnología nos da una oportunidad única para que los trabajos insalubres y que nadie querría hacer sean realizados por máquinas. Es momento de que la ciencia y la tecnología estén al servicio de mejorar la calidad de vida de todos y todas. Momento de poner a la vida y al medio ambiente en el centro.

* Economista UBA. Becario doctoral CENES-Conicet.
*Nota: Los datos incluidos en el artículo son de la ONG Oxfam.
@pgaite5

ÓSCAR CHÁVEZ, UN ARTISTA POLIFACÉTICO QUE MARCÓ A VARIAS GENERACIONES

La Jornada en Línea | jueves, 30 abr 2020

Ciudad de México. Óscar Chávez falleció este jueves. Apenas ayer había sido internado en en el Hospital 20 de Noviembre del ISSSTE en la Ciudad de México con síntomas de Covid-19, pero hoy perdió la batalla.
Óscar Chávez, fue un artista polifacético que marcó a varias generaciones. Estudió en la Escuela Teatral del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Su amplia producción musical abarca desde el rescate de ritmos tradicionales mexicanos y latinoamericananos, hasta parodias políticas y música romántica.
Conocido como "El Caifán Mayor", por la película Los Caifanes (1966) —donde compartió créditos con Carlos Monsiváis y Julissa, entre otros—, el pasado 20 de marzo cumplió 85 años.
Realizó El oficio más antiguo del mundo (1968); Santa (1969); Las cadenas del malEl cuerpazo del delito y Flor de durazno (1970);  La generala (1971); Las cautivas (1973); México de mis amores (1976); María de mi corazón (1979); A fuego lento (1980); Piedras Verdes (2001) y El Chávez canta aunque la rama cruja (TV) (2006).
A lo largo de su trayectoria grabó más de 20 materiales discográficos —muchos de ellos grabados con el sello Ediciones Pentagrama—, entre los que se encuentran Los Caifanes (1967); Guerrero (1978); Nicaragua vencerá (1979) y Encerrona Vol. 1, 2, 3 y 4 (1995), entre otros.
Además, Que cante Óscar Chávez parodias políticas y otras yerbas, Vol. 1 y 2. (1988); Navidad Mexicana (1991); 30 años con Óscar Chávez en Bellas Artes (1992); Fuera del Mundo, Óscar Chávez le canta a la Capital, vol. 1 y 2 (1992); El Caifán (1993) y Cantos ferrocarrileros (1995), entre otros.
 La Secretaría de Cultura de la Ciudad de México lo reconoció en 2019 en la Fiesta de Trova y Canción Urbana “Cantares” como Patrimonio Cultural Vivo de la Ciudad de México.

LA VIOLENCIA EN VERACRUZ NO ACEPTA CUARENTENA


Al asesinato del activista Adán Vez Lira, que formaría parte de varios homicidios ocurridos en la región de Actopan y Alto Lucero contra quienes se oponen a la operación de la minera canadiense que proyecta hace tiempo operar una mina a cielo abierto en el cerro La Paila, Veracruz ha vivido en las últimas semanas jornadas sangrientas, sin tregua ni cuarentena por el coronavirus, que han elevado el número de homicidios dolosos.
En anterior Hora Libre me referí a los datos oficiales reportados a nivel nacional sobre homicidio doloso que, pese a ser cuando saltaron las alertas por el Covid-19, ubicaron a marzo como el mes más violento durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, con un reporte de 2 mil 585 mexicanos asesinados.
Ahí señalamos un dato comparativo del portal Animal Político: “El crecimiento de violencia fue tal que el promedio de homicidios en marzo fue de 83.4 casos diarios, que son seis homicidios más al día respecto al mismo mes de 2019, cuando el promedio diario de asesinatos fue de 77.5 casos”.
Veracruz no ha sido una isla. La violencia ha crecido y ha protagonizado días de terror, que se pierden en medio de los datos y recomendaciones en torno al Covid-19. Uno de ellos ha sido este miércoles 8 de abril.
La agencia AVC reunió el saldo de la jornada criminal del 8 de abril en un dato duro: 12 personas asesinadas:
Tres hombres y una mujer en la comunidad de Ojital Viejo, municipio de Papantla; los cuerpos fueron hallados en la batea de una camioneta abandonada.
  • Una mujer fue víctima de feminicidio en Nogales: su pareja sentimental, de 45 años, la asesinó a martillazos en su domicilio en la localidad de Balastrera.
  • Un hombre de 32 años fue ultimado durante la madrugada, también en Nogales, cuando viajaba en su automóvil sobre el Boulevard Benito Juárez.
  • Un hombre fue asesinado en Atoyac cuando circulaba sobre la carretera federal que comunica la localidad La Concha con Potrero Nuevo.
  • Un hombre, ambientalista e integrante del proyecto ecoturístico de La Mancha, Adán Vez Lira, fue asesinado en un camino de terracería del municipio de Actopan; sus homicidas le dispararon en nueve ocasiones.
  • Cuatro asesinados en Martínez de la Torre: dos hombres que habían sido agredidos horas antes e ingresaron al Hospital Civil Manuel Ávila Camacho, fueron rematados a balazos. Además: el cadáver de un hombre con huellas de violencia fue hallado en Pueblo Viejo. La cuarta víctima fue descubierta cerca de la carretera Martínez de la Torre-San Rafael, en la localidad de Brinco del Tigre.
Mientras la violencia criminal se cebaba con 12 veracruzanos, el miércoles 8 la Secretaría de Salud de Veracruz daba a conocer que ese día se sumaron 89 casos sospechosos y 7 nuevos casos confirmados, para llegar a 49, sin fallecidos.
Abril puede ser peor que marzo en violencia
Por desgracia, abril comenzó muy mal, según las crónicas policiacas. La periodista Perla Sandoval hizo un recuento que debería hacer voltear a las autoridades estatales sobre lo que se está dejando de hacer en materia de seguridad pública, sobre todo en un escenario en que, tanto las autoridades federales como estatales, dejarán descobijada la lucha contra el crimen ante la necesidad de contener el coronavirus.
Desde el primer día de abril comenzó el drama: sujetos armados asesinaron a tres hombres que convivían en la congregación Aguilera en Sayula de Alemán: dos perdieron la vida en el lugar, y un tercero fue levantado y luego encontrado Esto dejó como saldo a dos hombres acribillados en el lugar de los hechos, los cuales eran padre e hijo; mientras que el tercero fue privado de su libertad y encontrado ejecutado con un narco mensaje.
Al día siguiente, el 2 de abril, hombres armados interceptaron y ejecutaron a un hombre que conducía su automóvil en la colonia Lázaro Cárdenas, en Córdoba. Mientras tanto, en Las Choapas, dos cadáveres fueron abandonados en el ejido El Zapote.
El viernes 3 la situación adoptó signos dramáticos en Papantla, donde fueron asesinados cinco integrantes de una familia, dos de ellos menores de edad (cuatro y cinco años) y tres mujeres, dentro de su propio domicilio que fue allanado por los criminales. Ese mismo día, en el centro de Álamo, fue abandonado un cuerpo decapitado.
En tanto, en Cosoleacaque, hombres armados asesinaron a dos personas, y por la noche, a las 23:00 horas, delincuentes irrumpieron en un taller mecánico de la calle Minatitlán y dispararon contra dos trabajadores.
El sábado 4, en Martínez de la Torre se reportó el secuestro de una mujer dedicada al servicio de transporte público en su modalidad de taxi. Y un taxista de 36 años en Coatzacoalcos fue agredido a balazos; cuatro disparos dieron en su cuerpo por lo que se reportaba como grave.
El domingo 5, hombres armados asesinaron a una persona de unos 40 años en Cosoleacaque, mientras caminaba por la vía pública.
El lunes 6 de abril fue hallado un cuerpo sin cabeza en un camino de terracería que comunica a las localidades Aguilera y La Caudalosa, pertenecientes a los municipios de Sayula y San Juan Evangelista, respectivamente. Ese mismo día, en Cosoleacaque, hombres armados a bordo de una motocicleta asesinaron a un sujeto en la colonia Patria Libre.
La situación de inseguridad se mantiene latente tanto en Veracruz como en el país, pero el coronavirus ha caído como anillo al dedo para que nadie hable de ese tema, como tampoco se ha vuelto a mencionar el problema de la violencia de género, profundizado con la obligada reclusión a que ha obligado la pandemia.

29 de abril de 2020

VIETNAM: LA GRAN DERROTA MILITAR DE EE.UU.

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Vietnam: la gran derrota militar de EE.UU.

El 30 de abril de 1975 entró en Saigón (capital de Vietnam, actual Ciudad Ho Chi Minh) el Viet Cong y los invasores yanquis tuvieron que huir rápidamente.

@gaby_liszt
Lunes 30 de abril de 2018 | 11:07
EE.UU. fue derrotado militarmente como imperialismo hegemónico por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial. Demostraba que su poderío no era invencible. Las movilizaciones en apoyo a Vietnam se desarrollaron especialmente en el movimiento juvenil y antirracista en EE.UU. También hubo fuertes movilizaciones en Francia y Alemania. La tendencia era a la unidad de los pueblos oprimidos con los obreros y estudiantes de la nación opresora imperialista. El Mayo Francés del 68 se desató cuando el gobierno reprimió una manifestación pro Vietnam. En el 68 también el pueblo checoslovaco se levantaba contra la burocracia estalinista que dominaba el país. Estaban en cuestión los acuerdos realizados entre EE.UU., Gran Bretaña y la URSS estalinista en Yalta y Potsdam antes de finalizar la guerra, donde se repartían el mundo en zonas de influencia.
Tres luchas triunfantes por la liberación
Indochina, la actual Vietnam, fue colonia francesa desde 1859. En 1930, con una relativa industrialización del país (esencialmente campesino), el pueblo luchó contra el imperialismo francés.
En la Segunda Guerra Mundial, la “aliada” Francia –ya invadida por los nazis–, la burguesía nativa y su ejército, coexistieron cinco años en la administración de Indochina junto al imperialismo japonés. Ho Chi Minh, del Partido Comunista indochino, comenzó a crecer entre los campesinos. Desde sus inicios el PCI siguió la política del estalinismo ruso. Pasó del ultraizquierdismo del "tercer período" a la colaboración de clases en 1935.
Ho Chi Minh
La derrota japonesa en 1945 produjo una insurrección de masas en Indochina, con la creación de comités populares y sindicatos, revueltas campesinas, milicias armadas y manifestaciones de masas en Saigón. Ese fue el primer triunfo, una insurrección de las masas contra el imperialismo francés. Los japoneses intentaron “retrasar” su salida pero se creó un vacío de poder que ocupó Ho Chi Minh.
El imperialismo inglés ayudó a Francia a reocupar Indochina. Con la ayuda del PCI (ahora convertido en Vietminh) y su dirigente Ho, formó un gobierno de colaboración de clases que se sumó a la nueva Unión Francesa. El costo de esta política lo pagó el pueblo indochino teniendo que comenzar una nueva guerra de liberación en 1946, que se desarrolló como una guerra de guerrillas con miles de muertos. En 1949 Mao triunfa en China. Vietnam fue dividido en una región comunista y otra capitalista en 1953. En 1951 el conocido general Giap había sido derrotado con la utilización de Francia del napalm.
Recién en 1954 el Vietminh impulsó la reforma agraria, desatando las fuerzas del campesinado y fortaleciendo al ejército guerrillero. También fueron movilizados 100.000 trabajadores hacia Dien Bien Phu. El general Nguyen Giap, ministro del Interior del gobierno de Ho y futuro general en la guerra contra EE.UU. dirigió las maniobras militares rodeando a los franceses y construyendo a través de 150 kms de jungla una carretera para transportar los 24 cañones aportados por China.
Realizaron cuevas en las zonas elevadas del valle y ocultos desde allí bombardearon la base militar francesa. Luego excavaron túneles que los convertían en un enemigo invisible capaz de atacar en cualquier momento y lugar. Giap, considerado un gran estratega, no habría logrado esta victoria sin la fuerza moral del pueblo por su liberación. La derrota de Francia, la segunda, fue total. A pesar de esto, el Partido Comunista en Francia apoyaba a “su” imperialismo contra el pueblo indochino. En cambio tanto en Indochina como en Francia grupos trotskistas luchaban por la liberación de la colonia.
En Ginebra se realizaron acuerdos declarando un armisticio y la división de la Federación Indochina. Vietnam fue dividida en dos: la República Democrática de Vietnam del Norte en manos del Vietminh y Vietnam del Sur que siguió bajo dominio francés y gobernado por un emperador. Dos años después se iban a realizar elecciones para reunificar las dos zonas, pero EE.UU., que no había firmado los acuerdos de Ginebra, temía una reunificación comunista.
Comenzó entonces una nueva guerra en 1959 entre el Frente Nacional de Liberación o Viet Cong y el Ejército de Vietnam del Norte contra la ofensiva norteamericana. El incidente del Golfo Tolkin fue utilizado por el presidente norteamericano Lyndon Johnson para hacer votar al Congreso la intervención masiva en Vietnam. En 1968, en la llamada Ofensiva del Têt, los vietnamitas sufrieron una nueva dura derrota. Sin embargo, a pesar de la superioridad militar indiscutible de EE.UU., a pesar de las migajas de apoyo que les daban China y la URSS, a pesar de que su dirección no era revolucionaria, los vietnamitas derrotaron militar y políticamente a EE.UU.
Lyndon Jonson. presidente de EE.UU.
Ya en los acuerdos de paz de París, en 1973, EE.UU. admitió su derrota, reconociendo la independencia de Vietnam. Sin embargo su retiro recién reconocerá su derrota total en 1975. También el que pagó el mayor costo fue el pueblo vietnamita: 3 millones de muertos contra 58.000 (y unos 300.000 heridos, mutilados, suicidados) del Ejército yanqui. Todavía hoy hay malformaciones producto de la cantidad de napalm que tiraron los yanquis sobre la población. Pero su poderío militar no pudo contra moral del pueblo vietnamita y las manifestaciones en contra de la guerra, fundamentalmente en EE.UU., en aumento con la llegada de los soldados muertos.
Protesta en EE.UU. contra la guerra
Enormes triunfos que podían dar un golpe mortal al imperialismo
A pesar de los terribles sacrificios y, sobre todo, del triunfo sobre los yanquis, la lucha del pueblo indochino-vietnamita no tuvo la repercusión mundial necesaria para derrotar al capitalismo como sistema.
Miembro del Vietcong
Vietnam logró conformarse como un Estado obrero "deformado" por el estalinismo luego de 1975. Pero para lograr su liberación y la reforma agraria y volver a unirse, el pueblo tuvo que luchar durante 45 años. Las condiciones eran muy favorables luego del ascenso del 68. Sin embargo, lo que impidió este desarrollo fue la política del estalinismo, el maoísmo y del “tío Ho”. Todos ellos ponían a los trabajadores y el pueblo detrás de bloques de colaboración de clases. Una concepción contraria a la independencia de clases y la estrategia revolucionaria que Lenin y Trotsky aplicaron durante la Revolución Rusa. El Ejército Rojo dirigido por Trotsky logró derrotar a 14 ejércitos imperialistas en tres años (a pesar de la situación calamitosa de la población).
El estalinismo, que también salió como ganador en la Segunda Guerra, utilizó ese prestigio para dividirse con el imperialismo zonas de influencia. Luego vino la llamada “Guerra Fría” entre EE.UU. y la URSS. El imperialismo aprovechó esta política que ayudó a desviar la revolución portuguesa de 1974. En América Latina, EE.UU. comenzaba a impulsar los golpes dictatoriales contra el ascenso obrero estudiantil que simpatizaba ampliamente con Cuba y Vietnam. La política del estalinismo de “construir el socialismo en un solo país” impidió que semejante triunfo estuviera al servicio de la revolución mundial. Como pronosticó Trotsky, de no darse revoluciones contra las castas burocráticas que dirigían estos Estados, estos retrocederían de una forma u otra a la restauración del capitalismo.
Lamentablemente hoy Vietnam sigue el camino de China, restauración capitalista bajo la dirección del Partido Comunista.
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