24 de agosto de 2021

ASÍ TERMINÓ SUS DÍAS AGUSTÍN DE ITURBIDE: EL TRÁGICO DESTINO DEL PRIMER EMPERADOR DE MÉXICO


A través de la mirada de un conservador como José Joaquín Pesado, se puede conocer cómo fueron los últimos días de Iturbide desde el exilio hasta el fusilamiento. 

31 de Marzo de 2021 

El 30 de marzo de 1823 se registró el exilio de Agustín de Iturbide del territorio mexicano rumbo a Liorna, Italia, esto como un medida de defensa hacia su persona y su familia ante el levantamiento en armas de Antonio López de Santa Anna y la promulgación en 1822 del Plan de Casa Mata. 

Días antes, Iturbide había abdicado al trono ante el Congreso Mexicano. Éste no admitió que México se quedara sin gobernante, así que decidieron condenarlo al destierro perpetuo con una pensión vitalicia de 25 mil pesos anuales. 

Previo a dejar la titularidad del Imperio Mexicano y junto con el congreso, se declararon nulos el Plan de Iguala y los tratados de Córdoba, esto con el fin de permitir que México se constituyera políticamente como mejor le pareciera a los intereses de la nación, esto de acuerdo a José Joaquín Pesado, periodista mexicano de la época. 

En su libro “El libertador D. Agustín de Iturbide”, Joaquín Pesado afirmó que la decisión de salir del país se tomó en conjunto con Pedro del Paso y Troncoso y de su hermana Victoria, quienes le anunciaron la serie de revoluciones que se estaban planeando contra él y cualquiera que quisiera el regreso del reinado de España. 

En su viaje se embarcó en una antigua fragata, Rowlins, con dirección a Italia. Estaba acompañado por su esposa, sus ocho hijos, su sobrino, dos eclesiásticos, su secretario personal y su servidumbre. 

Desembarcó en Italia el 2 de agosto de 1823; sin embargo, él y sus acompañantes tuvieron que cumplir cuarentena obligatoria y pudieron salir hasta el mes de septiembre. 

No obstante, las cosas no fueron nada fáciles en ese país, pues sólo se le otorgó seguridad durante un mes ya que, según el periodista Pesado, en Europa “no fue bien vista la Revolución Hispano-Americana”. 

El exilio en Europa de Iturbide no duró mucho tiempo, pues entre sus constantes mudanzas de Florencia a Londres, pudo conocer los planes de reconquista sobre México que tenía España. A la par de recibir noticias a través de cartas que “pintaban a la república en un estado de anarquía”. 

Con esta información y aconsejado por algunas personas que querían una monarquía en América, decidió volver a México un año más tarde. Se embarcó en Londres el 4 de mayo de 1824, junto con algunos miembros de su familia, rumbo a la bahía de San Bernardo, Texas, misma a la que arribó el 27 de junio. 

Pasó días en Texas planeando su entrada a México, quería hacer creer que él prestaba sus servicios a la patria para evitar que se siguieran creando conflictos y evitar una reconquista por parte de España; sin embargo, esto no funcionó y fue arrestado el 16 de julio en Tamaulipas. 

Tres días después, el 19 de julio de 1824, fue fusilado en Padilla, Tamaulipas, por órdenes del congreso local que ordenó cumplir el decreto de fusilar al traidor Agustín de Iturbide. 

El periodista José Joaquín Pesado plasmó en su libro las últimas palabras que se registraron del que fuera emperador de México, en las que afirma se puede observar “los sentimientos dominantes en el corazón de Iturbide: la religión, la patria y el honor”. 

“¡Mexicanos! en el acto mismo de mi muerte, os recomiendo el amor a la patria y observancia de nuestra santa religión, ella es quien nos ha de conducir a la gloria. Muero por haber venido a ayudaros, y muero gustoso, porque muerto entre vosotros: muero con honor, no como traidor. No quedará a mis hijos y su posteridad esta mancha: no soy traidor, no. Guardad subordinación y prestad obediencia a vuestro jefes, que hacer lo que ellos os manden es cumplir con dios. No digo esto lleno de vanidad porque estoy muy distante de tenerla”. 

José Joaquín Pesado Pérez, no sólo se desempeñó como escritor y periodista, también formó parte del Partido Conservador de México, con el cual fue gobernador de Veracruz, ministro del Interior de México, ministro de Relaciones Exteriores de México y secretario de Relaciones Exteriores, Gobernación y Policía. 

Se dice que sus obras formaron parte de la herencia conservadora del México post independencia, en especial para modificar la percepción de figuras como Iturbide o la herencia española en el país. 

fuente: infobae

https://www.infobae.com/america/mexico/2021/03/31/asi-termino-sus-dias-agustin-de-iturbide-el-tragico-destino-del-primer-emperador-de-mexico/ 

ITURBIDE: LA PRIMERA TRAICIÓN

DESARMADOR POLÍTICO EN LA HISTORIA


POR RAFAEL ROJAS 

Las historias nacionales son variaciones sobre eso que Borges llamó “el tema del traidor y del héroe”. Cada patria cuenta, por lo menos, con dos panteones, el de los santos y el de los herejes, el de los soldados y el de los desertores. El traidor, como Lucifer, no es un antagonista originario, sino un ángel caído. Los enemigos, como se sabe, ni siquiera cuentan con su panteón, ya que son cadáveres extramuros, sepultados fuera del camposanto de la patria. Son muy pocos, sin embargo, los personajes históricos que logran desafiar esta pesadilla binaria, tan propia de la imaginación paulina. En el siglo XIX mexicano sólo hay tres biografías políticas que oscilan, emblemáticamente, entre el heroísmo y la traición: la de Iturbide, la de Santa Anna y la de Díaz. Los tres, como Fergus Kilpatrick, el extraño mártir irlandés que concibió Jorge Luis Borges, fueron mitad héroes, mitad traidores. 

Agustín de Iturbide es el primer traidor de la historia moderna de México. Lo es no sólo porque el Congreso de la primera República Federal así lo decretara, un 28 de abril de 1824, sino porque su origen era el de un ilustrado criollo michoacano —Calleja y Venegas, en tanto realistas peninsulares, fueron enemigos, no traidores— y porque fue el caudillo que, acaso sin desearlo plenamente, consumó la independencia de la nación mexicana. Debido a la falta de una buena biografía, poco se sabe de la vida de Iturbide antes del Plan de Iguala. Casi todas las noticias, amén de su vaguedad, confirman, sin embargo, cierta tendencia al vaivén político. Al parecer, el joven Iturbide apoyó el golpe de Estado de Gabriel de Yermo contra el virrey Iturbide en 1808, pero al año siguiente estuvo implicado en la conspiración autonomista de Valladolid; combatió con tenacidad a Hidalgo y a Morelos, mientras leía la literatura ilustrada francesa y española que alebrestaba a los insurgentes; participó en la antiliberal conjura de la Profesa en 1820 y unos meses después proponía a Guerrero un pacto separatista sobre bases gaditanas. 

A pesar de una notable reputación como coronel y brigadier contrainsurgente, forjada con crueldad y malversación, la gran hazaña de Iturbide no fue una batalla, ni mucho menos una férrea dictadura. Fue un pacto: el Plan de Iguala. Con todo y la proverbial cursilería neoclásica de don Agustín en sus discursos y proclamas —siempre más contenida, por cierto, que la de un Santa Anna o un Bustamante—, el texto del Plan de Iguala es mejor literatura política que el de la Constitución de 1824. La mínima filosofía de la historia que se plasma ahí parece una adaptación de Gibbon por el abate de Pradt, repujada con el providencialismo de Humboldt: si todas las naciones europeas fueron hijas del imperio romano que, al crecer, se independizaron y adoptaron formas imperiales, las nuevas naciones de Hispanoamérica son hijas de la monarquía española que deberán convertirse en nuevos imperios americanos. El estado naciente será, por tanto, una monarquía constitucional moderada, responderá al nombre de Imperio de la América Septentrional y estará encabezado por el propio Fernando VII o algún príncipe de la casa borbónica. 

El entusiasmo que suscitó esta fórmula fue tal que reconcilió a los adversarios de una guerra de diez años y hasta ganó el apoyo del último virrey de la Nueva España, Juan O’Donojú. La entrada del Ejército Trigarante a la ciudad de México, el 27 de septiembre de 1821, es la consagración del héroe. Justo ahí comienza la saga del traidor ¿Cuál fue, pues, la traición de Iturbide? Una en tres actos: la aceptación de la corona imperial en mayo de 1821, tras la algazara de Pío Marcha, la disolución del Congreso Constituyente en octubre y el fatídico desembarco por Soto de la Marina, en julio de 1824, que le costó la vida. La eficacia simbólica del imperio, como reconoció Alamán, dependía de su ambigüedad, es decir, de que el trono se mantuviera vacío en espera de un príncipe con sangre real. Si Iturbide hubiera permanecido como Regente, liberando la presión de las provincias a través del Congreso y refrenando la ambición con su eficaz melancolía, tal vez no habría acabado en Padilla, ejecutado por un pelotón de federalistas tamaulipecos. 

La mirada serena del tiempo nos persuade de que la “traición” de Iturbide no fue más que una serie de errores políticos. Sobre todo el último: la travesía de Londres a Tamaulipas. Acompañado por su esposa. Ana María Huarte, dos hijos, un sobrino, dos sacerdotes, su ayudante polaco, un editor inglés y una imprenta, Iturbide, como demostrara Bulnes, no regresaba para levantarse en armas contra la República Federal, sino para reinsertarse en la vida política de la nación que él, como pocos, ayudó a independizar. Este trágico final y la condición híbrida de héroe-traidor hicieron de su tumba un lugar mítico, una cripta sin paz, un sepulcro tan perturbado como el de los propios caudillos del santoral nacionalista. 

El general Manuel Mier y Terán, atormentado por la independencia de Texas, se suicidó en 1832, en Padilla, dejando caer el cuerpo sobre su espada. Al año siguiente, Santa Anna ordenó que los restos de Iturbide se trasladaran a la Ciudad de México, donde serían honrados. La orden se cumplió en 1838, siendo presidente Anastasio Bustamante, iturbidista de primera y última hora, quien decretó que las cenizas del caudillo se depositaran en la capilla de San Felipe de Jesús en la Catedral de la Ciudad de México. En 1853, el propio Bustamante, desencantado de un México independiente que se precipitaba en la tiranía de Santa Anna, pidió, como último deseo, que su corazón fuese enterrado junto a las cenizas de Iturbide en la cripta de la Catedral. 

A partir de 1857, los liberales profundizaron esa satanización, iniciada por los yorkinos de los años veinte, que atribuía a Iturbide el rol de un anti-Hidalgo. Si el cura de Dolores era el Padre de la Independencia, su Alteza Serenísima Agustín I era el Padrastro. En 1917, los revolucionarios dieron otra vuelta de tuerca al mito del primer traidor a la patria. Al cumplirse el centenario de la consumación de la Independencia, en 1921, siendo presidente Alvaro Obregón, la Cámara de Diputados federal aprobó, por 77 votos contra 5, que el nombre de Agustín de Iturbide, grabado en letras de oro, fuera desprendido de uno de los muros de la sala de sesiones. 

Hoy la leyenda negra de Iturbide, aunque atenuada, sigue viva. Los libros de William Spence Robertson y Timothy E. Anna, más que las apologías de Rafael Heliodoro Valle y Alfonso Trueba, han erosionado, al menos entre historiadores, la nefasta costumbre de colocar al Emperador en la galería de mexicanos infames. Pero el mito persiste en la imaginación patriótica ad usum. Como en el cuento de Borges, que podría transcurrir “en algún país oprimido y tenaz, algún estado sudamericano o balcánico”, la “ejecución del traidor”, con las armas de la memoria, sigue siendo “un instrumento para la emancipación de la patria”. Iturbide murió gritando al pelotón de fusilamiento: “¡No soy traidor, no!” 

FUENTE NEXOS

ENLACE: https://www.nexos.com.mx/?p=10139

23 de agosto de 2021

REPORTEROS SIN FRONTERAS PIDE INVESTIGACIÓN RIGUROSA DEL ASESINATO DE JACINTO ROMERO, EN IXTACZOQUITLÁN


Reporteros sin Fronteras pide investigación rigurosa del asesinato de Jacinto Romero, en Ixtaczoquitlán La organización internacional Reporteros sin Fronteras (RSF) pide al gobierno de Veracruz y al federal una investigación rigurosa e independiente sobre el asesinato del periodista y locutor de radio Jacinto Romero Flores, ocurrido la mañana del jueves 19 de agosto, en Ixtaczoquitlán. Jacinto Romero, de 61 años, trabajaba para la estación de radio Ori Estéreo 99.3 FM, con sede en Orizaba, conducía su automóvil en el barrio Potrerillo de Ixtaczoquitlán, cuando fue acribillado.

Desde 2015, el periodista mexicano transmitía en Facebook el programa “Un Café con El Enano del Tapanco, con Jacinto Romero Flores” en el que abordaba temas relacionados con la política, la inseguridad y las condiciones sociales en los municipios de la región Altas Montañas de Veracruz. RSF menciona que Jacinto Romero recibe varios mensajes amenazadores en febrero pasado, uno de los cuales lo insta a “dejar de escribir mierda” luego de que el periodista denunciara presuntos abusos de autoridad cometidos por policías y familiares de funcionarios locales en una fiesta en la ciudad de Texhuacan.

Luego de las amenazas, el reportero solicita protección a la Comisión Estatal de Atención y Protección de los Periodistas del Estado de Veracruz (CEAPP) y queda bajo protección preventiva; en un comunicado, la Secretaría de Seguridad Pública dijo que se estaban realizando operaciones de búsqueda para encontrar a los asesinos. “El asesinato de Jacinto Romero Flores vuelve a ensombrecer el panorama de la libertad de prensa en México, a menos de un mes del asesinato de otro periodista,” deplora el director de la oficina latinoamericana de RSF, Emmanuel Colombié. “Jacinto Romero Flores, consciente de que corría peligro, ya había pedido protección oficial. RSF hace un llamado a las autoridades para que realicen una investigación completa, rigurosa e independiente para no dejar impune este crimen”.

Desde principios de 2021, al menos otros cuatro periodistas han sido asesinados en México: Benjamín Morales Hernández, el 2 de mayo (Estado de Sonora), Gustavo Sánchez Cabrera, el 17 de junio (Estado de Oaxaca) y Ricardo López Domínguez, el 22 de julio (Estado de Sonora), y Saúl Tijerina, el 22 de junio (Estado de Coahuila). México ocupa el lugar 143 de 180 países en la Clasificación Mundial de Libertad de Prensa 2021 establecida por RSF.

https://www.gobernantes.com/

CEMDA Y GREENPEACE CRITICAN EL TRABAJO DE ALBORES EN LA SEMARNAT


Angélica Enciso L.

Periódico La Jornada

Lunes 23 de agosto de 2021, p. 7

La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), con María Luisa Albores al frente desde hace casi un año, carece de brújula y de agenda, pues dejó de lado el trabajo con las comunidades que sufren los infiernos ambientales, firmó el decreto que permite la pesca en el hábitat de la vaquita marina (en riesgo de extinción) y ni siquiera ha expresado su condena pública por los 18 activistas asesinados en 2020, denunciaron organizaciones defensoras de la naturaleza.

En cambio, la actividad más visible de la funcionaria es su recorrido por áreas naturales protegidas, ya que de acuerdo con la información que promueve en su cuenta de Twitter, ha visitado, entre otras áreas, Los Tuxtlas, Sian Ka’an, el Vizcaíno –para el avistamiento de la ballena gris–, Celestún y Yum Balam.

También en varias ocasiones ha ido al centro de educación ambiental y cultural Muros de Agua José Revueltas, en las Islas Marías.

Albores dejó la Secretaría de Bienestar el 2 de septiembre de 2020 para llegar a la Semarnat en sustitución de Víctor Toledo, pero todavía hay mucha gente que desconoce quién está al frente de la dependencia. No saben quién es. Mis alumnos preguntan: ¿quién está al frente de Semarnat? No tiene presencia pública. No está haciendo labor en favor del medio ambiente, hay silencio total. Estamos en el fondo del fondo, lamentó Gustavo Alanís, director del Centro Mexicano de Derecho Ambiental (Cemda), e indicó que estos temas deberían ser de seguridad nacional, al igual que el cambio climático y la escasez de agua en el país.

Albores suspendió el trabajo –impulsado por su predecesor– en los infiernos ambientales de comunidades afectadas por emergencias, como Tula y Atitalaquia, en Hidalgo; El Salto, en Jalisco, y Coatzacoalcos, Veracruz, afirmó a su vez Gustavo Ampugnani, director de Greenpeace México. 

▲ Ambientalistas lamentan que haya poca preocupación de la titular de la Semarnat por el cuidado de la naturaleza.Foto La Jornada

También es preocupante que la Semarnat considere la quema de residuos sólidos urbanos como parte de la economía circular, ya que ha sido una estrategia de empresas y gobiernos en varios países para seguir vendiendo sus productos en plásticos de un solo uso.

El ecologista reconoció la labor de la dependencia para enfrentar 26 juicios de amparo en contra del decreto presidencial para la eliminación del glifosato y esperamos que continúe invocando los principios de precaución en materia ambiental como lo han hecho hasta ahora, pero también hay muchos temas pendientes.

En relación con el cambio climático, México actualizó a fines del 2020, en el contexto del Acuerdo de París, las contribuciones determinadas a nivel nacional (metas voluntarias de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero), es bueno que la Semarnat haga mayores esfuerzos en adaptarse a los impactos del cambio climático, pero en el concierto internacional de la lucha contra este fenómeno esto no se considera como una meta ambiciosa, señaló la Iniciativa Climática de México.

En entrevista, Alanís dijo que “a casi tres años de gobierno es evidente que la agenda ambiental no existe para el Presidente. Albores, por ejemplo, en el caso de los 18 ambientalistas asesinados el año pasado no ha dicho absolutamente nada. Los recursos son raquíticos, no pueden hacer nada con la pobreza presupuestal.

Sobre la vaquita marina, el decreto del 9 de julio del Diario Oficial de la Federación indica que se admiten hasta 65 embarcaciones en la zona de tolerancia cero, por lo que diversas organizaciones ambientalistas pidieron que se establezca con claridad la prohibición de la pesca en esa zona.

https://www.jornada.com.mx/2021/08/23/politica/007n1pol?fbclid=IwAR1XPoWQvWwTW1GBiBtu4Hd2JD-MzkO-VPz6hCaPbiRLc1u5LCyY2h-5V-w

ROSARIO FUE ASESINADA HORAS DESPUÉS DE HACER LA ÚLTIMA BÚSQUEDA DE SU HIJO.

Al menos cinco familiares de desaparecidos perdieron la vida de forma violenta durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador. 

PorAlberto Pradilla


@
albertopradilla

23 de agosto, 2021 

La víspera de su asesinato, María del Rosario Zavala Aguilar era muy optimista. 

Aquella noche llamó a Joanna, la mayor de sus seis hijos, y le dijo que estaba muy cerca de encontrar a su hermano. Fue la última vez que hablaron.  

Yatziri Misael Cardona Aguilar tenía 16 años cuando un grupo de hombres armados lo secuestraron en su casa en León, Guanajuato, la víspera de las navidades de 2019. Desde entonces su madre no hacía otra cosa que buscarlo: imprimió cartelones, presionó a la fiscalía, se unió a un colectivo de búsqueda y se recorrió todo el estado preguntando a ver si alguien había visto a ese joven imberbe de cabeza rapada y ojos desafiantes.  

Después de una intensa tarde de rastreo, Rosario creyó estar más cerca de su objetivo. Llevaba varias horas recorriendo la colonia Coecillo cuando un joven le dijo que sabía dónde estaba Yatziri. El chico aseguró que lo había visto en un punto de venta de drogas pero no ofreció más detalles porque temía sufrir represalias. A pesar de que las explicaciones fueron escasas las expectativas se multiplicaron. Una pequeña pista, sin posibilidad de ser corroborada, bastó para que la madre llamase emocionada a su hija, convencida de que el reencuentro estaba cerca.  

No sobrevivió al anuncio.  

Horas después de aquella última búsqueda, dos jóvenes asesinaron a María del Rosario Zavala Aguilar en la puerta de su casa. Tocaron el timbre antes del amanecer y esperaron a que ella abriese. La acribillaron con seis balazos. Fue el 14 de octubre de 2020 en la misma vivienda en la que diez meses atrás Yatziri fue secuestrado. Tenía 45 años, estaba casada y dejaba seis hijos. Uno de ellos sigue desaparecido.  

Meses antes de ser tiroteada la mujer aseguraba no tener miedo. No se sentía objetivo de nadie ni decía necesitar protección. Si alguien la hostigaba eran las autoridades, que frecuentemente allanaban su vivienda en busca de drogas. 

“En vez de investigarme a mí, ¿por qué no buscan a mi hijo?”, se quejaba.

La noche de su asesinato una patrulla de la Guardia Nacional se personó en la vivienda otra vez, diciendo que habían recibido una denuncia. Horas después no estaban allí cuando los sicarios mataron a la buscadora.  

El asesinato de María Rosario Zavala Aguilar fue la primera de una serie de muertes violentas sufridas por familiares de desaparecidos. Con ella son cinco los buscadores a los que arrebataron la vida durante el actual sexenio de Andrés Manuel López Obrador. El 19 de julio de 2019 fue asesinada Zenaida Pulido en Aquila, Michoacán. En 2020 fue Rosario. En 2021 se incrementó el número de víctimas: Javier Barajas, muerto a tiros en Salvatierra, Guanajuato, el 29 de mayoAranza Ramos, asesinada al interior de su casa en Guaymas, Sonora, el 17 de julio; y Nicanor Araiza, asesinado en Zacatecas el pasado 31 de julio 

La familia de Rosario no quiso hacer público el asesinato durante meses. Tenían miedo. Ahora siguen sin protección pero decidieron dar a conocerla por si alguien tiene alguna pista que les lleve a encontrar a Yatziri. A su madre ya no se la van a devolver, pero sueñan con que les entreguen a su hermano.  

El secuestro de Yatziri 

La vida de María Rosario Zavala Aguilar cambió para siempre el 23 de diciembre de 2019. La víspera, la familia había estado celebrando los 16 años de Yatziri. Su hermana Joanna le prometió que le compraría unas tenis y estaba previsto que aquel día fuesen a por ellas. Al día siguiente podría estrenarlas en la cena navideña.  

Nunca llegó a hacerlo.  

Pasadas las 2 de la tarde cinco hombres armados irrumpieron en la vivienda familiar encañonando a los que se encontraban en la planta baja. La casa tiene tres pisos y es una de las más altas de la colonia, situada en el extrarradio de León. Abajo hay una tienda de abarrotes desde la que se accede al salón principal, con un gran televisor, dos sofás y una pequeña cocina americana. Arriba, los dormitorios y una zona que se utiliza como almacén. Yatziri bajaba las escaleras cuando vio al primer tipo con pistola. 

“¡Denos el dinero hijos de su puta madre!”, gritó. Los hombres comenzaron a llevarse ropa que la familia vende en el tianguis, los celulares, la laptop de una de las hijas. En mitad de la confusión, uno de los asaltantes agarró a Yésica, hermana de Yatziri y embarazada, y amenazó con llevársela. En ese momento la habitación era un caos: gritos, amenazas, un tipo que perseguía a una de las chicas, niños aterrorizados. Y Yatziri, a mitad de ese horror, logró canjearse por su hermana. Así que se lo llevaron. “Es para que dejen de pegarle”, dijo a su tía antes de desaparecer del lugar. Su padre, desde el tercer piso, aventó varios ladrillos a la camioneta mientras que Rosario les gritaba desde abajo que le devolvieran a su hijo. Los hombres rafaguearon la fachada y marcharon a toda velocidad.  

Todo esto ocurrió a plena luz del día, en una colonia popular de León, una ciudad de casi millón 800 mil habitantes.  

A partir de ese momento comienza un calvario para Rosario Zavala. 

“Entraron unas personas armadas y de aquí se lo llevaron. Él no salió por propia voluntad, de aquí lo sacaron”, contó ella misma en una entrevista mantenida en agosto de 2020, tres meses antes de que la asesinaran.  

Altar a María del Rosario Zavala Aguilar y a su hijo, Yatziri Misael Cardona Zavala, en la vivienda en donde residian en León, Guanajuato el 17 de junio del 2021. Foto: Fred Ramos.


Rosario era una mujer fuerte y decían de ella que tenía un carácter difícil porque no se callaba ante nada. Tenía la cara ovalada y ojeras muy marcadas. En el brazo izquierdo llevaba tatuada una imagen de la Santa Muerte, de la que era devota. En el segundo piso de la vivienda hay instalado un altar con decenas de imágenes de figura popular de culto. Cada mes llegaban los fieles para encender una veladora o pedirle algún imposible. Por eso era conocida en toda la colonia. 
 

En febrero de 2012 Rosario tuvo un traspiés. Fue detenida con mariguana y cocaína para la venta y encarcelada durante un año. Aquel arresto le perseguirá toda la vida. 

“Yo andé por malos pasos, ya se lo dije al de la investigación. Pero salí por buen camino y me puse a trabajar. Un error lo comete cualquiera y me está afectando con mi hijo”, dijo, en entrevista, en agosto de 2020. 

El estigma también le alcanzará en la búsqueda de su hijo. Parecía que los policías estuviesen más interesados en investigarla a ella que en dar con el paradero de Yatziri. Periódicamente, patrullas estatales o de la Guardia Nacional irrumpían en el domicilio para hacer un cateo. Lo mismo hacía la Fiscalía General de Justicia de Guanajuato a través de agentes del Ministerio Público y de Agentes de Investigación Criminal que la estigmatizaban por su pasado. 

La Plataforma por la Paz y la Justicia acompañó a Rosario a interponer una queja ante el Organismo local de derechos humanos que lo canalizó a la CNDH. Actualmente se desconoce el avance sobre este abuso de autoridad y allanamiento de la Guardia Nacional. 

Joanna Cardona Zavala, 32, despacha a un cliente, en el negocio familiar, en su casa en casa en León, Guanajuato el 19 de junio del 2021. Foto: Fred Ramos

Joanna Cardona Zavala, 32, despacha a un cliente, en el negocio familiar, en su casa en casa en León, Guanajuato el 19 de junio del 2021. Foto: Fred Ramos

Su pasado era también una de las razones con las que los investigadores explican el secuestro de su hijo. La teoría era que se lo habían llevado para dar una lección a su madre. Que años después de que fuese encarcelada, alguien buscó de nuevo a Rosario Zavala para ofrecerle entrar de nuevo al negocio de la venta de droga. Ella lo rechazó y capturaron a su hijo como castigo.

Alguien declaró en Fiscalía que ella era “la Tía”, y que se habían llevado a su hijo por su negativa a vender droga.  

Su hija Joanna explica la razón del mote: “la llamaban la Tía, pero no por el hecho de vender droga, sino porque creía mucho en la Santa”.  

Fosas que el Estado negaba

Guanajuato es el estado más violento de México. En 2020 fueron asesinadas más de 5 mil personas de las 34 mil que perdieron la vida de forma violenta en todo el país. Esto supone una tasa de 73 homicidios por cada 100 mil personas, por encima de países como Honduras o El Salvador, que durante años fueron considerados algunos de los territorios más peligrosos del mundo. 

Esta violencia desmesurada se explica por la pugna entre el Cártel Santa Rosa de Lima, un grupo local dedicado originalmente al robo de combustible, y el Cártel Jalisco Nueva Generación, la estructura con mayor crecimiento durante los últimos años. La detención de José Antonio Yepes Ortiz, ‘El Marro’, líder de Santa Rosa, en agosto de 2020, no frenó los asesinatos. Hay expertos como el analista David Saucedo que aseguran que esto se explica por la llegada del Cártel de Sinaloa para disputar el territorio.

Además de los asesinatos Guanajuato sufre el drama de las desapariciones. La Comisión Nacional de Búsqueda (CNB) dice que más de 2 mil 500 guanajuatenses están sin localizar. En México son más de 90 mil. Sin embargo, en Guanajuato es un problema que las autoridades reconocen desde hace poco.

A finales de 2019, cuando Rosario ingresó a un colectivo de búsqueda, el fiscal del estado Carlos Zamarripa negaba que en su territorio hubiese desaparecidos o se hallasen fosas clandestinas. Esta versión oficial no se sostenía sobre el terreno, donde los grupos de familiares crecieron de forma desmesurada. En 2018 únicamente existían dos. Tres años después ya eran 12, desplegados en las principales ciudades de Guanajuato como León, Irapuato o Salvatierra. Desde finales de 2020 se multiplicaron los hallazgos de fosas. En noviembre, 76 cuerpos en un predio de SalvatierraEn diciembre, más de 100 bolsas con restos en una casa en las afueras de Acámbaro. Si no fuese por las buscadoras estos lugares no hubiesen visto nunca la luz. Si Rosario no hubiese sido asesinada, estaría con sus compañeras escarbando en la tierra para encontrar a sus seres queridos. 

Durante los diez meses que transcurrieron entre el secuestro de Yatziri y el asesinato, Rosario no dejó de buscar. Saber qué había ocurrido con su hijo se convirtió en su gran obsesión. 

La última pista ofrecida por los investigadores es que el joven fue asesinado. “Nos dijeron que lo habían disuelto en ácido”, recordaba.

En Guanajuato son habituales las historias sobre secuestros perpetrados por el crimen organizado como forma de reclutamiento forzoso. Se llevan a adolescentes a los que obligan a vender droga o convertirse en sicarios. Si dejan de ser útiles, simplemente se deshacen de ellos. 

Eso es lo que la Fiscalía cree que hicieron con Yatziri.

La única prueba es una camiseta con manchas de cloro que se encontró en un centro de exterminio y que su familia cree que pertenecía a Yatziri. También se encontraron doce fragmentos de dentadura. Allí estaban secuestrados varios jóvenes que lograron salvar la vida gracias a la llegada de la policía. Uno de ellos dijo a la familia que lo tenían desnudo y preparado para disolver en ácido cuando los sicarios se emborracharon y olvidaron que iban a matarlo. Poco después fueron rescatados. Según la Fiscalía, Yatziri pudo pasar por aquel siniestro lugar pero en su carpeta de investigación no aparecen estas detenciones. Casi dos años después del secuestro no se han cotejado los restos de ADN de la playera o de los dientes con los de sus hermanos.

Animal Político consultó con la Fiscalía General de Guanajuato (FGE) y con la Comisión Estatal de Búsqueda, pero al cierre de la edición no había recibido respuesta. 

Para Raymundo Sandoval de la Plataforma por la Paz y la Justicia en Guanajuato, quien acompañó a Rosario en la búsqueda de Yatziri, este caso ejemplifica la triple victimización que sufren las familias: la desaparición, la estigmatización y el asesinato. Además, denuncia la impunidad y recuerda que existen sospechas sobre la colusión de la fiscalía con grupos criminales. 

También interpusieron una queja por la lentitud de las pesquisas y se reunieron con la secretaría de Gobernación, sin resultados. “Hay una especie de encubrimiento político a la fiscalía”, dijo Sandoval. 

Rosario siempre estuvo inconforme con los avances en la investigación. Por eso acudía a fiscalía continuamente para exigir resultados. Ella no estaba buscando culpables, solo quería saber qué ocurrió con su hijo. Esta es una declaración de principios habitual en quienes tienen familiares desaparecidos, casi una oferta a los criminales: ayuden a encontrar que nosotros olvidaremos quién fue el responsable. 

“A mi me entregan a mi hijo y retiro todo, pero que me digan dónde está”, afirmaba Rosario. 

En Fiscalía no encontró aliados. Durante los diez meses en los que buscó sin descanso siempre sintió el desdén de los investigadores. 

“Le dijeron cosas feas, sí nos trataron mal”, explica Raymundo Pérez, de 29 años, esposo de Joanna y yerno de Rosario. Él se hizo cargo de acudir a las diligencias porque en FGE se quejaron de la actitud de la madre. Pero el problema no era de modales sino de resultados. “Yo quería que se agilizaran las pruebas. Ellos se molestaban y querían que se les hiciera el trabajo a los investigadores. Nosotros no nos sentíamos conformes. ¿Cómo se sentirían si fuera un familiar suyo?”, se pregunta. 

Raymundo Pérez, 29, mira las camaras de la video vigilancia instaladas afuera de su casa al lado de su hija, quien mira la televisión, en su vivienda en León, Guanajuato, el 19 de junio del 2021. Foto: Fred Ramos

La búsqueda es un proceso solitario y angustioso que las familias llevan a cabo con el único apoyo de otras víctimas. La intervención de las autoridades es limitada y el volumen de desaparecidos sobrepasa con mucho las capacidades de fiscalías y comisiones. Así que son las madres, los hermanos, las hijas, quienes se convierten en investigadores. Son ellas las que llegan las primeras a una fosa clandestina, las que se meten en las colonias más peligrosas tratando de dar una pista y las que se juegan la vida por encontrar a su ser querido.

Hay veces en las que estas pesquisas les llevan a la muerte. 

El asesinato de la buscadora 

La víspera de su asesinato, María del Rosario Zavala Aguilar era muy optimista.

Habían transcurrido diez meses del secuestro de su hijo pero ella no perdió la esperanza. Aquella tarde la pasó mostrando la foto de Yatziri a los jóvenes que encontraba en la colonia Coecillo, una zona del centro de León donde se ubica la central camionera y en la que existen diversos puntos de venta de droga. 

Horas después, dos pistoleros acabaron con su vida en su domicilio.

Pasaban algunos minutos de las 6 de la mañana cuando dos pistoleros tocaron el timbre. Quién sabe si fue por casualidad pero ella abrió la puerta. Recibió seis disparos y quedó tendida en el piso, entre las bolsas de papas y las cajas con botellas de agua, mientras los sicarios escaparon corriendo. Uno de sus hijos y su esposo llegaron tras escuchar las detonaciones. Ella todavía estaba viva, así que la metieron en un coche e intentaron llevarla al hospital. ¿Qué otra cosa podían hacer? 

Junto al lugar del ataque los homicidas dejaron una cartulina. Ahí quedó escrita la sentencia de muerte: acusaban a Rosario de “hablar demasiado”. 

Es posible que nunca sepamos a qué se refieren esas palabras. Tampoco importa demasiado. 

Aquel fue un golpe terrible para la familia. 

“Ella no tenía pelos en la lengua. Pero si a sus hijos les falta algo se quitaba las cosas de la boca, como cualquier madre”, dice Joanna, de 32 años, su hija mayor. Tras el asesinato ella se mudó al domicilio familiar con su esposo. Ahí, rodeada de recuerdos, trata de sacar adelante a los suyos. 

“Mi madre era una mujer muy valiente, que no se agachó a pesar de lo que le ocurrió a su hijo. Siguió adelante hasta que le quitaron su vida”, dice. 

Casi todos los domingos Joanna acude al panteón para recordar a Rosario.

Joanna Cardona Zavala, 32, platica con su pareja en su vivienda en León, Guanajuato, el 19 de junio del 2021. Foto: Fred Ramos

Asegura que no ha movido la investigación. Que tiene miedo de que su familia sufra las consecuencias y que, en el fondo, su madre ya está muerta y nadie se la va a devolver. En México hay una impunidad de más del 90% según informes de México Evalúa. Si las familias no realizan pesquisas por su cuenta es posible que nunca se sepa quién apretó el gatillo. Así que la familia ha optado por la seguridad. También solicitaron medidas de protección a las autoridades estatales, pero apenas envían un coche de policía que da unos rondines antes de volver a marcharse. 

Lo que no quieren olvidar es la búsqueda de Yatziri. Desde el asesinato de Rosario la familia dejó de acudir a Fiscalía y abandonó los rastreos en colonias peligrosas mostrando su fotografía. Sin embargo, no pierden la esperanza de encontrarlo. 

“Vivimos un martirio, es algo muy feo. Se llevan a una persona, algo de ti y te quitan las perspectivas de verla viva”, dice Raymundo, que reconoce que muchas cosas cambiaron en la familia desde aquel secuestro. 

Joanna reconoce que habla de su hermano en pasado, como si el subconsciente le advirtiera de un fatal desenlace. “Quiero ser realista, a veces pienso que no va a volver y otras me levanto con ánimo de que sí regresará”, afirma.

En su última entrevista, Rosario Zavala aseguró que no había día que no llorase la desaparición de Yatziri. “Veo su foto, lloro y pido a mi padre Dios que me lo devuelvan”.

Tres meses después de aquella conversación, dos pistoleros la mataron antes de que pudiese cumplir su sueño de encontrar a su hijo. Aquel día estaba convencida de que pronto iba a dar con su paradero. 

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