Y esta fue la respuesta que recibieron las fuerzas federales ese mismo día.
El cártel de Sinaloa solía ser el más importante de México.
Pero, según las autoridades nacionales, eso empezó a cambiar el 22 de febrero de 2014. Esa madrugada, cayó Joaquín El Chapo Guzmán, su líder. Había logrado fundar un imperio con ramificaciones en todo el país, con alcances trasnacionales.
Pero fue partiéndose, diluyéndose.
Mientras, sobre la misma costa del Pacífico, una nueva organización era catalogada como la mayor amenaza.
Por su poder. Por su dinero. Por sus armas.
El cártel Jalisco Nueva Generación es hoy, para las autoridades federales, el más peligroso de México.
Con alcances en Colima, Michoacán, Guanajuato, Tamaulipas, Veracruz y Guerrero.
Se fundó hace cosa de tres años, heredero de la organización criminal de Los Valencia, que hicieron de la producción y tráfico de metanfetaminas un negocio que les dio notoriedad internacional desde la década de los noventa.
Según datos de inteligencia estatal, esta organización combina el negocio de las pastillas con el de la heroína. Se han detectado sus exportaciones en Europa, Asia y Oceanía.
Y no sólo eso. Ha incursionado en secuestros y hasta en robo de combustible, que según un testigo clave en el expediente, podría estarles dejando una utilidad de 7 millones de pesos diarios.
Con ese dinero pudieron financiar varias guerras simultáneas: contra Los Zetas en Veracruz, contra Los Templarios en Michoacán y el Estado de México, contra todos en su propio territorio.
Eso requiere financiamiento, hombres y armas.
En octubre de 2014 encontraron una ensambladora de ametralladoras R-15 en el centro de Guadalajara. Había como para hacer 15 mil.
El líder más visible de este cártel es Nemesio Oseguera, alias, El Mencho. Para las autoridades federales de inteligencia, El Mencho es solamente la cara, la cortina de humo que cubre a los verdaderos dueños: una docena de hermanos, los González Valencia, apodados Los Cuines, quienes usan la discreción como una de sus herramientas más efectivas.
Para los análisis del gobierno de Jalisco, El Mencho lidera el brazo armado y Los Cuines son los operadores financieros.
En la búsqueda de Nemesio Oseguera, fue capturado su hijo Rubén, apodado El Menchito. Lo acusaron de ser directivo de la empresa familiar. Quedó libre en diciembre pasado. Estuvo un año en la cárcel.
Hace dos meses, cayó uno de los hermanos Cuines, Abigael González Valencia. Ofreció 20 millones de pesos a los policías federales que lo arrestaron. No para que lo soltaran sino para que su rostro no apareciera en televisión. Sigue tras las rejas.
Nada más en las últimas fechas: Cinco militares muertos en una emboscada, quince policías estatales en otra, un ataque al comisionado Estatal de Seguridad y el viernes 1 de mayo de 2015.
Ese día, las autoridades federales decidieron hacer presencia determinante en Jalisco.
Su objetivo: Nueva Generación.
El primer combate de la Operación Jalisco fue por aire. Un helicóptero militar Cougar fue impactado por un lanza cohetes ruso RPG.
El parte oficial en poder de Primero Noticias señala que la nave transportaba a un grupo de 18 elementos de élite: 16 militares y 2 de la Policía Federal, una mujer entre ellos.
Ante el golpe en el rotor trasero, la tripulación realizó maniobras para aterrizar de emergencia en una zona boscosa. El Cougar se incendió.
El saldo actualizado es de cinco soldados muertos, diez heridos y también los dos policías. Siete siguen delicados de salud, y un militar está aún en calidad de desaparecido.
Según fuentes de alto nivel de los gobiernos federal y estatal este comando de élite tenía la misión de capturar a Nemesio Oseguera Cervantes, El Mencho, y se encontró con su convoy en la ruta Casimiro Castillo-Villa Purificación. Recibieron fuego, incluyendo el del lanza cohetes ruso.
De acuerdo con la Secretaría de la Defensa Nacional, del grupo agresor fueron abatidos nueve delincuentes, que habrían sido trasladados en varios vehículos, portando armamento de grueso calibre, alta potencia y gran volumen de fuego.
Reportaron el aseguramiento de catorce armas largas, seis cortas, cinco granadas de mano, cargadores, cartuchos y diez camionetas, una de ellas con una ametralladora calibre 50.
Tras este enfrentamiento, que marcó el inicio de la Operación Jalisco, desde las nueve de la mañana siguió el combate por tierra.
Fueron horas de guerra. De incertidumbre. De una población que prefirió atestiguar y resguardarse por el miedo. De una autoridad que no terminaba de contar fuegos y balas.
Los narcotraficantes interceptaron lo mismo tráileres que camiones o vehículos familiares. Según testimonios de las víctimas, los bajaron a punta de pistola y se robaron los vehículos para incendiarlos y realizar los conocidos como narco bloqueos. Fueron 39 narco bloqueos en 25 municipios jaliscienses, sobre todo de la zona de su bastión, en la sierra del estado, pero también en los cuatro puntos cardinales de la zona metropolitana de Guadalajara y del polo turístico de Puerto Vallarta.
En la capital del estado las calles lucieron vacías. No tuvo nada de festivo el día feriado. Restaurantes vacíos, alamedas en silencio, antros sin música ni baile.
Veintiséis rutas del transporte público resultaron afectadas, 19 gasolineras recibieron ataques incendiarios. También 11 bancos.
En Autlán, falleció un elemento de la Fiscalía del Estado, tras un tiroteo en medio de la quema de gasolineras.
No sólo fue Jalisco. Siete vehículos recibieron fuego en Colima: en Manzanillo, Cuauhtémoc y Tecomán. Cuatro en León, Guanajuato, y otros cuatro más en carreteras de Michoacán.
Con el conflicto, las autoridades de Jalisco activaron el Código Rojo para unificar el mando.
En Vallarta a los criminales no les importó.
Al caer el domingo, la Fiscalía de Jalisco desactivó el Código Rojo al considerar que la situación de seguridad en el estado ha pasado a una fase preventiva. En Michoacán, Guanajuato y Colima la emergencia también fue declarada superada.
Según fuentes de inteligencia gubernamental, cuando logró ser liberado Rafael Caro Quintero, uno de los capos más famosos de México, mandó un mensaje de paz a El Mencho. Le prometió no meterse en su negocio y le pidió protección a cambio de millones y El Mencho los despreció.
Jalisco Nueva Generación. El cártel más poderoso y peligroso de México.
Fueron cuatro estados, cincuenta y cuatro narcobloqueos. Más las tiendas, los bancos, las gasolineras.
Y un fin de semana que para el domingo en la noche aún se sentía, si ya no con miedo, todavía con incertidumbre y precaución y apenas van tres días del Operativo Jalisco.
AGHO