No votar por verdes y acabar con esa calamidad
Un voto al Verde es un voto al PRI
Martín Moreno/ SinEmbargo.
Sin vender humo, hay una decisión en las manos de los ciudadanos votantes: lo que el INE no se atreve a hacer, se puede lograr el 7 de junio: que el oportunista, oscuro y nefasto Partido Verde Ecologista de México (PVEM), propiedad de la familia González, nido de juniors arribistas de la política y hoy palero del PRI, desapareciera al no alcanzar un 3% de la votación federal.
Sin vender humo, es posible, aunque también poco probable: las encuestas le otorgan entre 7 y 9 por ciento del voto, con lo que el Partido Verde sobreviviría – para desgracia de la democracia mexicana- en la vida política del país.
Sin vender humo, también el 7 de junio podría marcar un principio para el fin del PVEM: si la votación a su favor promedia un 5 o 6 por ciento, el mensaje ciudadano en las urnas equivaldría a condenarlos a muerte para 2018. Con una tendencia marcada a la baja en la intermedia, el Verde estaría muy cerca, dentro de tres años, de no lograr el 3%. Es decisión de los votantes y de aritmética electoral.
El Verde es el partido acusado de violar la ley.
El Verde es el hijo bastardo del PRI.
El Verde no abona a la democracia.
Matemos, sin votar por sus siglas, al Partido Verde.
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Cuando siete partidos políticos piden la cancelación del registro del PVEM, es bajo una premisa indiscutible: los verdes han violado la ley y merecen ser castigados. Eso dentro del Instituto Nacional Electoral (INE), cuya cabeza, Lorenzo Córdova, reculó en esa intención tras ser estrangulado por su propia lengua al mofarse sobre cómo hablan los indígenas.
Y en el ámbito ciudadano, alrededor de 140 mil mexicanos sumaron sus firmas, mediante la plataforma change.org, exigiendo que se cancele el registro del Verde.
Plantear la desaparición del PVEM no es un acto de fe. Es un acto de justicia. Cierto: el artículo 94 de la Ley General de Partidos Políticos establece como una causal de cancelación de registro, que: “Incumplir de manera grave y sistemática, a juicio del Consejo General del Instituto o de los Organismos Públicos Locales, según sea el caso, las obligaciones que le señala la normatividad electoral”.
Y el Partido Verde se ha pasado cuántas veces ha querido, por el arco del triunfo, la ley electoral, al INE y a quien se le ponga enfrente.
Es el Partido Verde y su historia negra.
Es el junior Arturo Escobar y su maleta con un millón 100 mil pesos, detenido en el aeropuerto de Tuxtla Gutiérrez en 2009. Primero dijo que no era él. Luego, que el dinero pertenecía a uno de sus empleados. Después, que era billete producto de la renta de una casa. Mentiroso.
Es el junior Jorge Emilio González, atrapado in fraganti en aquel famoso video del 2004 donde es exhibido cuando pide 2 millones de dólares para gestionar la liberación de unos terrenos cerca de Cancún. Sí, el mismo que fue ligado mediáticamente a la muerte de la búlgara Galina Chankova, quien murió “al caer del piso 19 de la Torre Esmerald, en Cancún. González Martínez negó en todo momento ser propietario del inmueble y se defendió diciendo que se sentía difamado”. (SinEmbargoMX. David Martínez Huerta. “El Niño verde: bueno para el escándalo y malo para legislar”. 24/V/2014).
De las evidentes pillerías a los escándalos personales, hoy el PVEM se ha convertido en una amenaza para la democracia mexicana, al ser palero del PRI, aprobando y respaldando todo lo que el priato le presenta, sin discusión ni mucho menos equilibrio de poderes. No. Nada de eso.
Como los priistas, los verdes tampoco practican la democracia. Para ellos, el credo político es: dime qué quieres y te diré cuánto vale. Y mientras persistan éstas desgracias políticas, difícilmente alcanzaremos una democracia de mayor calidad.
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Algunas voces insisten que si el PVEM debe perder el registro, que sea en las urnas. Otras, como la del maestro Eduardo Huchim, especialista en temas electorales, insisten: se trata de hacer cumplir la ley, y eso nada tiene que ver con el sufragio. Si se violan las leyes, hay que castigar. Tiene razón Huchim.
Por lo pronto, veremos al Partido Verde en las boletas el ya cercano domingo 7 de junio.
Muchos ciudadanos me han preguntado: ¿Por quién votar si todos son iguales? Mi respuesta ha sido: siempre habrá alguna opción. Por el menos malo. Por el que represente menor amenaza a las libertades. Por el que más convenza. Pero hay que votar. No al voto en blanco ni al nulo ni a la abstención.
Pero lo que sí podría decirles, con certeza, es por quién no votar: si se insiste en el PVEM, será perpetuar a un partido que en nada abona a la democracia. Ser lacayo del partido en el gobierno es ignominia política.
No votar por el Verde es la mejor manera de aplicar una justicia electoral que, hasta hoy, nos debe el INE.
No votar por el Verde. Que no llegue al 3% en 2015 o en 2018. Que lo matemos sin avalarlo en las urnas.
Entonces sí que habrá justicia de manos ciudadanas.
A ver qué dice el 7 de junio.
Twitter: @_martinmoreno.