En
entrevista con SinEmbargo, el fotógrafo Rubén Espinosa dijo:
–Yo me especializo en movimientos sociales. Tengo una portada en
la revista Proceso con
el Gobernador, esa portada lastimó mucho, de hecho la compraron a granel…
–¿Qué foto es?
–Es una fotografía donde el Gobernador sale con una gorra de
policía y de perfil que va caminando. Nosotros en Xalapa nos hemos manifestado
siempre que asesinan a un compañero. Fui golpeado en el desalojo de maestros en
2013, en la plaza Lerdo, junto con otros compañeros, a raíz de eso tuvimos que
ir a marchar. Hicimos que el Congreso hiciera la Comisión para la Atención y
Protección de Periodistas, que no sirve de nada. Estuve en la colocación de la
placa en la plaza Lerdo, donde le pusimos Regina Martínez. He dado cursos de
seguridad para los fotógrafos y me han hecho saber que soy un fotógrafo
incómodo para el Gobierno del Estado.
–¿Cómo te hacen saber eso?
–No me dejan entrar a los eventos oficiales. En una ocasión cuando
fue lo de los 35 cuerpos que encontraron en el Monumento a los Voladores de
Papantla en Boca del Río, el entonces Procurador Reynaldo Escobar Pérez iba a
dar una conferencia. Entonces me dice una persona encargada de prensa, Edwin,
no recuerdo su apellido, que yo qué hacía ahí, que yo no tenía nada que hacer y
que estaba estorbando. Entonces de ahí comenzaron a tomarme fotos por parte de
la gente de Gobierno del Estado.
–¿Sólo te acosan a ti?
–A mí y al grupo de los periodistas en los que estoy.
Esta es la historia de esa foto y del acoso que desató.
Por Ignacio Carvajal
Ciudad de México, 2 de agosto (SinEmbargo/BlogExpediente).– Ojos
inyectados. Mirada extraviada. Labios entreabiertos. Orejas para atrás igual
que las aguzan los perros al acecho. El ceño adusto tras las gafas y una gorra
de policía. Las lonjas colgadas sobre el cinturón. Los botones de la camisa con
su nombre bordado amenazan con salir disparados. La foto de Rubén Espinosa
Becerril resultó implacable con el Gobernador veracruzano. Javier Duarte
retratado de pies a cabeza: autoritaro, rencoroso, desconfiado, rabioso, felón.
Es la imagen escogida por el equipo de la revista Proceso para
ilustrar la portada del número 1946. La mitad del cuerpo de Duarte en todo lo
alto y ancho. Una imagen como síntesis del contenido: “Veracruz, estado sin
ley”, decía el encabezado en la tapa.
En interiores un reportaje sobre los homicidios de periodistas
en Veracruz y las complicidades de los funcionarios para no esclarecerlos; otro
para el tercer aniversario del asesinato de Regina Martínez, impune; y uno más
de priistas que van por la vida lanzando incienso al duartismo.
En el interior, fotos de Yair Ceballos (Proceso y AVC Noticias), de
Félix Márquez (Cuartoscuro,
AVC y AP)
y de Rubén Espinosa (Cuartoscuro, AVC y Proceso). Imágenes
con técnica y composición para ilustrar los reportajes que describieron la
miseria, la tragedia y la corrupción campante en Veracruz. Pero ni una como la
de Rubén Espinosa. Por eso ganó la portada.
Don Manuel Buendía -asesinado por la espalda durante sexenio de
Miguel de la Madrid- decía que la crítica no molestaba tanto a los poderosos,
como dejarlos al desnudo con ironía y un refinado sentido del humor. Así lo
hizo Rubén Espinosa en Proceso 1946; pero con la lente.
No cabía de contento por su portada. Lo dijo a todos sus amigos.
Lo festejó, y humilde, para el mediodía del domingo comenzó a olvidarlo para
comenzar a trabajar en la siguiente foto de ocho columnas.
Ciudad de México, 2 de agosto (SinEmbargo/BlogExpediente).– Ojos
inyectados. Mirada extraviada. Labios entreabiertos. Orejas para atrás igual
que las aguzan los perros al acecho. El ceño adusto tras las gafas y una gorra
de policía. Las lonjas colgadas sobre el cinturón. Los botones de la camisa con
su nombre bordado amenazan con salir disparados. La foto de Rubén Espinosa
Becerril resultó implacable con el Gobernador veracruzano. Javier Duarte
retratado de pies a cabeza: autoritaro, rencoroso, desconfiado, rabioso, felón.
Es la imagen escogida por el equipo de la revista Proceso para
ilustrar la portada del número 1946. La mitad del cuerpo de Duarte en todo lo
alto y ancho. Una imagen como síntesis del contenido: “Veracruz, estado sin
ley”, decía el encabezado en la tapa.
En interiores un reportaje sobre los homicidios de periodistas
en Veracruz y las complicidades de los funcionarios para no esclarecerlos; otro
para el tercer aniversario del asesinato de Regina Martínez, impune; y uno más
de priistas que van por la vida lanzando incienso al duartismo.
En el interior, fotos de Yair Ceballos (Proceso y AVC Noticias), de
Félix Márquez (Cuartoscuro,
AVC y AP)
y de Rubén Espinosa (Cuartoscuro, AVC y Proceso). Imágenes
con técnica y composición para ilustrar los reportajes que describieron la
miseria, la tragedia y la corrupción campante en Veracruz. Pero ni una como la
de Rubén Espinosa. Por eso ganó la portada.
Don Manuel Buendía -asesinado por la espalda durante sexenio de
Miguel de la Madrid- decía que la crítica no molestaba tanto a los poderosos,
como dejarlos al desnudo con ironía y un refinado sentido del humor. Así lo
hizo Rubén Espinosa en Proceso 1946; pero con la lente.
No cabía de contento por su portada. Lo dijo a todos sus amigos.
Lo festejó, y humilde, para el mediodía del domingo comenzó a olvidarlo para
comenzar a trabajar en la siguiente foto de ocho columnas.
“Me da la Proceso donde sale Duarte Gordo” se preguntaba en los estanquillos, “ya no hay, se las llevaron todas”, decían los voceadores, y así en cada puesto Proceso había sido “levantada”. Circuló en menor medida en los restaurantes de cadena en donde habitualmente se vende.
El operativo contra la
revista no era novedad: Durante el sexenio pasado se recogían por pilas cuando
publicaban reportajes contra Fidel Herrera Beltrán. También pasó cuando el
Cártel de Jalisco Nueva Generación dio muerte y abandonó los cadáveres de más
de 30 personas en la vía pública, en Boca del Río.
Con
la portada de la Proceso 1946
Rubén Espinosa quedó en la mira. Habrían de venir otras agresiones, el acoso
desde el Palacio de Gobierno por medio de una horda de orejas. Tenían consigna.
Le tomaban fotos en las protestas y ruedas de prensa de quienes exigían
justicia o denunciaban algún abuso desde el poder.
A
principios de junio pasado resultó agredido física y verbalmente por
encapuchados que aprovecharon para hacer desmanes en Xalapa durante una marcha
de estudiantes de la Universidad Veracruzana (UV) tras la golpiza a ocho
alumnos, a la sazón de las elecciones federales pasadas. A Rubén Espinosa lo encaran
los “anarquistas”, tapados de la cara, le increpan y empujan.
En
2013 la vio cerca durante el desalojo violento por parte de la Secretaría de
Seguridad Pública (SSP) a maestros que protestaban en Plaza Lerdo o Regina
contra la Reforma de Educativa. Duarte necesitaba la plaza despejada para
celebrar, con acarreados de la periferia, el Grito de Independencia, y un baile
con la banda El Recodo.
Apasionado
de las protestas ciudadanas y de las causas sociales, se había enterado del
posible desalojo y se fue a la plaza para aguardar. A la una AM, policía
acreditable ingresaba por docenas y en cuestión de minutos corrieron a todos.
Rubén tomó las fotos y de inmediato se marchó a su casa para guarecerse. En el
camino fue interceptado por policías que le exigieron borrar las imágenes.
Después de eso se desapareció durante varias horas, perdió el teléfono y no
había comunicación.
Los
amigos le buscaron con denuedo pues lo pesaban detenido en las masmorras de
Arturo Bermúdez, en San José, junto a maestros reprimidos. Horas después
apareció con bien y sobre todo con varias fotos en las cuales se miraba a los
policías armados con toletes eléctricos y con los cuales aporrearon a los
mentores. Rubén Espinosa documentó una de las peores noches para los
movimientos sociales en Veracruz, pues la golpiza la recibieron los maestros y
docenas de jóvenes identificados con la causa que también estaban en la
resistencia. Duarte no dudó en madrear a dos generaciones distintas. Su muerte,
un golpe más duro para esas nuevas generaciones que admiraban su trabajo y
prácticamente le tenían como un símbolo.
“Las
protestas eran su especialidad”, cuenta Aarón Gaona, quien recuerda que Rubén
Espinosa Becerril era originario del Distrito Federal (Tacubaya) y llegó a
Veracruz en 2009 con otro equipo de profesionales para trabajar en el portal
Elgolfo.info, propiedad de José Othón González Ruiz, que manejaba una línea a
favor del gobernante en turno.
Al
tiempo, Rubén Espinosa sale de El Golfo y comienza a definirse por las causas
sociales y las manifestaciones, “yo creo que porque venía de una familia de
trabajo. No le gustaba mucho seguir órdenes. Las hacía; pero siempre buscó
hacer lo que a él le gustaba, su forma de ser era medio irreverente. El clásico
chilango que va a la provincia con sus ondas muy marcadas”.
“Como
fotógrafo era bueno. Buscaba mucho tener una buena composición. Nunca era
egoísta con lo que sabía” define.
No
había protesta o demanda social en Veracruz, o manifestación en Xalapa, que no
haya documentado desde su salida de El Golfo para trabajar en medios como Multigráfica, AVC Noticias y APRO.