En 2012, cuando tenía 38 años de edad y había tomado posesión para encarnar al único Gobierno del Partido Revolucionario Institucional en el Distrito Federal, recibió un epíteto que lo marcó. El propio Enrique Peña Nieto le dijo en un evento del Ejército: “¡Mi próximo Jefe de Gobierno!”.
Pero las cosas han cambiado para él en los últimos pocos meses. Rubalcava ha sido exhibido como un hombre con muchas caras; uno capaz de tomarse la foto, alegre, con ese mismo que minutos después traicionará. Así lo demostraron los audios levantados por la Unidad Científica de la Policía Federal que, por orden de un juez, fueron levantados a su socio Juan Carlos Zaragoza Ríos. En los ataques evidenciados por las escuchas ordena ataques incluso a quienes lo han protegido. “Es como el lobo en casa”, dice una fuente del PRI-DF consultada por SinEmbargo, que resume: “Demasiada ambición, demasiado desaseo. La política está llena de trucos pero también de realidades, como la lealtad. Rubalcava resulta ya demasiado caro; demasiado inestable, incluso para su grupo político”.
En la demarcación que gobernó se le liga a “Los Claudios”, un grupo de extorsionadores y secuestradores. Cuando intentaba borrarse esa imagen hasta alterando una foto publicada por Reforma, salió su vínculo con Zaragoza Ríos (despedido por Televisa a partir de la divulgación de conversaciones), quien tiene montada una estructura para difamar y acosar a rivales políticos, periodistas y medios.
En unos días, Rubalcava estará en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. Aunque se le mencionaba como coordinador y uno de los líderes del PRI en la capital, llega con un perfil mucho más bajo. Sin embargo allí estará, mientras que la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos cometidos contra de la Libertad de Expresión (FEADLE) sigue sobando (y sin consignar) una averiguación que ya tiene todo… excepto la voluntad para ser turnada a un juez.
Por Linaloe R. Flores y Humberto Padgett
OCTAVA PARTE
Ciudad de México, 15 de septiembre (SinEmbargo).– Han pasado siete días desde que a Adrián Rubalcava Suárez se le vio como una máquina de furia en San Mateo Tlaltenango, una de las cuatro colonias (o pueblos) de la Delegación Cuajimalpa, la que gobernó hasta entrado marzo de 2015.
La guerra fue entre priistas y perredistas por colocar propaganda. La tarde del 13 de mayo, una llamada le mata ese mal humor que puede tener por el collarín y el parche que le cubre 17 puntadas en la frente, según la foto que difundió él mismo en Internet.
La voz del ex Delegado se torna suave al reconocer a su interlocutor. Quien le habla es Juan Carlos Zaragoza Ríos, el hombre que apenas rebasados los 30 años, se forja en el naciente mercado de la difamación y desprestigio en las redes sociales y que le sirve como operador en contra de sus rivales políticos o los medios que considera críticos.
Uno al otro se brindan impulso:
–Pero vamos bien, mi Adrián –le dice Zaragoza Ríos a Rubalcava Suárez.
–Ok, hermanito. Está bien. Lo checo entonces ahorita. Te mando un abrazo, amigo. Gracias.
Antes, Juan Carlos Zaragoza Ríos, le dio un reporte de su trabajo de ese día:
“De hecho estamos haciendo un blog como de lo que es este, como de la biografía de Cházaro pero en mal pedo”.
Adrián Rubalcava Suárez lleva más de una década metido en la política mexicana. El primer cargo lo tuvo en 2001 como asesor en la Dirección General Jurídica de la Delegación Álvaro Obregón y como coordinador de Verificaciones y Clausuras cuando quien estaba al frente de la demarcación era Luis Eduardo Zuno Chavira, de la coalición Partido Acción Nacional (PAN)-Verde Ecologista de México (PVEM) y quien pasó algunos años en prisión tras ser detenido en un avión propiedad de Carlos Ahumada Kurtz. En su equipaje iban tres pistolas calibre 45 y una 9 milímetros; un rifle y un cañón para rifle; 720 cartuchos útiles de varios calibres y más de mil 200 ojivas porque iría a cazar en África, según él.
En 2005, Rubalcava Suárez cursó la maestría en Administración Pública en la Universidad Iberoamericana. Lo negó por un tiempo, pero uno de sus trabajos fue en un despacho de abogados que llevó el caso de Raúl Salinas de Gortari. De hecho, fue su yerno. En enero de 2015, el llamado “hermano incómodo” reapareció en un acto público que homenajeaba al empresario Alejo Peralta en la Delegación Cuajimalpa.
En 2012, Adrián Rubalcava tenía 38 años de edad y había tomado posesión para encarnar al único Gobierno del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en el Distrito Federal. Entonces, recibió un epíteto que lo marcó. El propio Enrique Peña Nieto, le dijo en un evento del Ejército: “¡Mi próximo Jefe de Gobierno!”, según se publicó en la columna Templo Mayor del diario Reforma ese año. Detractores y amigos coinciden en que lleva esas palabras como tatuajes.
Pero las cosas han cambiado para él.
El de Adrián Rubalcava y Juan Carlos Zaragoza Ríos es un vínculo que ya existía cuando el primero era Delegado de Cuajimalpa. Lo confirma la intervención telefónica del 25 de febrero de 2015 de la Unidad Científica de la Policía Federal por orden de un juez federal, pasados unos minutos de las cinco de la tarde, con una duración de un minuto con 58 segundos. Es su coordinador de asesores, Alejandro Zapata quien le pasa el teléfono (el 5527555401).
Juan: Bueno.
Alejandro: ¿Juan, cómo vas?
Juan: Hey, ¿quién habla?
Alejandro: Alejandro Zapata.
Juan: Ah, qué onda mi Álex, espérame, bueno, bueno, bueno, bueno.
Adrián: Juan.
Juan: Sí, te escucho.
Adrián: ¿Cómo estás?
Juan: Bien. Bien, gracias.
Adrián: Sé que tenemos pendiente un asuntillo que ya va a salir, cabrón, pero necesito que me ayudes en este pinche tema que están chingando güey.
Juan: Sí, puse ahorita gente a monitorear el tema. Mira, ahorita estoy llegando a la oficina. Este, 15, 20, minutitos máximo, te mando el reporte de lo que están … De lo se estén generando como comentarios.
Adrián: Ok.
Juan: Pero también o sea nosotros estamos trabajando porque me encargó Álex que hiciéramos una estrategia para medirlo, ¿no?
Adrián: Sí, claro y otra en contra del otro güey que tiene fotos con ese cabrón.
Juan: Ajá, sí, sí, sí, entonces ahorita como fue de rápido agarré a dos cuates que me ayudaran a hacer el tema de monitoreo, estoy reuniendo gente, pues para darle con esto al tema todo el día y ahora sí que parte de la noche.
Adrián: Órale te lo voy a encargar mucho güey, y a los de gobierno y a los de diferentes partidos políticos, güey.
Juan: Sí, sí, sí, sí cuenta con ello, Adrián.
Adrián: Te lo voy a agradecer, cabrón. Te mando una abrazo, amigo.
Juan: Igualmente, que estés bien.
***
Visto así –collarín y un parche en la frente– pareciera que el ex Delegado de Cuajimalpa, Adrián Ruvalcaba Suárez, sobrevivió a una guerra. Está dejando el Hospital ABC de Santa Fe donde permaneció dos días. Hace 48 horas, esquivaba botellas, palos y piedras, mientras avanzaba la madrugada del 6 de mayo de 2015 en San Mateo Tlaltenango, Cuajimalpa. Esa refriega cuerpo a cuerpo validó esa estadística de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal que le puso la categoría a esa demarcación de “la más violenta” debido a que ahí se levantaron 10 denuncias de un total de 27 en cuanto a delitos electorales en el preámbulo de la votación del 7 de junio.
De lo que pasa en Cuajimalpa hay una teoría. La de que “todo se debe a Los Claudios”. La menciona Martina Sánchez, una vecina, quien se refiere al grupo de delincuencia organizada al que se le han adjudicado la intimidación, los golpes, amenazas de muerte y clausura de comercios en los meses pasados. Un grupo que pasó a la hemeroteca del país como “de choque”, encabezado por Claudio y Héctor González, y que a la fecha reúne por lo menos 10 averiguaciones previas en su contra por delitos de lesión culposa y amenazas. Los dueños de una bitácora de violencia: el 15 de abril, siete personas fueron agredidas cuando pegaban propaganda en la colonia Loma del Prado; más tarde, a las 16:00 horas, en la calle Ocampo, tres personas resultaron lesionadas y fueron trasladadas al hospital Enrique Cabrera.
Pero “Los Claudios” ya tenían currículum. En noviembre de 2014, cinco funcionarios de la Delegación Cuajimalpa fueron denunciados ante la Procuraduría capitalina por la agresión a empresarios circenses. Uno de ellos que prefiere el anonimato refiere que aquella vez, se mostraron como golpeadores profesionales. En un documento ante la Procuraduría dejaron asentado que les dijeron: “Les vamos a quemar sus circos”.
La madre de todas las trifulcas ocurrió esa madrugada del 6 de mayo, cuando priistas y perredistas se enfrentaron por el territorio de las calles Hidalgo y Mina, en San Mateo Tlaltenango, para colocar propaganda. Las versiones de lo ocurrido se encontraron. Que los perredistas fueron agredidos a pedradas cuando colocaban propaganda y que en el ataque participaron Miguel Ángel Salazar, Adrián Rubalcava, así como Héctor Rodríguez, líder del grupo de Los Claudios fue la versión de Raúl Flores, presidente del PRD en el Distrito Federal. Que el PRI-DF recibió un reporte de que una cuadrilla de hombres retiraba propaganda priista y entonces, tanto el ex Delegado como el candidato se apersonaron en el sitio donde fueron recibidos a palos fue lo que dijo Mauricio López Velázquez, presidente del tricolor en la capital del país.
Cuajimalpa, la región que se extiende en los pueblos de San Lorenzo Acopilco, San Mateo Tlaltenanco, San Pablo Chimalpa, El Contadero y el Parque del Desierto de los Leones, representa 5.1 por ciento del territorio del Distrito Federal. Dados sus bosques, alguna vez fue respiradero de la capital. Y, por sus barrancas, cañadas y corrientes, su reserva acuífera. En los días que antecedieron a la elección del 7 de junio, la delegación donde habitan casi 200 mil personas es el territorio donde actuó el llamado grupo deLos Claudios.
Y se convirtió en resumen de la violencia electoral.
¿Y de quién fue la culpa?
José Fernández Santillán, politólogo del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de México (ITESM), tiene una explicación: “En México, ha sido efectiva la idea de la política como espectáculo. En el escenario de violencia que es Cuajimalpa, Adrián Ruvalcaba no está solo. Tampoco lo está el PRI. Para bailar se necesitan dos. Y la violencia siempre encontrará la réplica. Si hay porros de un lado, también del otro. El mal ejemplo cunde. Enfrentados PRD y PRI-Partido Vede, vemos que la delegación es la muestra de cómo la política se está degradando, en lugar que la democracia se perfeccione”.
Para José Antonio Crespo, del Centro de Investigación y Docencia Económicos (CIDE), “los políticos en México pueden hacer lo que quieran. Las probabilidades de que haya consecuencias por sus actos son mínimas. Para la violencia no hay castigo”.