Por José Miguel Cobián
Todos sabemos que el servicio médico y la atención a los derechohabientes en el IMSS es malo comparado con estándares internacionales. Los médicos y enfermeras a pesar de que a veces hacen su mejor esfuerzo se ven sobrepasados por la enorme cantidad de personas que requieren sus servicios, y todavía deben enfrentar la escases de recursos materiales y medicinas, con lo cual su labor se vuelve aún más complicada. Sí, seguro el IMSS es malo, pero sería mucho más malo no tenerlo. Lo que debemos de hacer es encontrar mecanismos para que sea totalmente viable, y no sólo ello, sino lograr un sueño, el de la cobertura universal mediante el servicio del IMSS para sustituir ese engendro en que se ha convertido el seguro popular, que sólo ha servido para afirmar en foros internacionales la falsedad de que los mexicanos tienen cobertura médica, aunque no sea cierto y como medida de control político y obtención de votos de una población absolutamente desamparada y que se desengaña hasta el momento en que intenta hacer uso del servicio.
Me imagino que ante la actual crisis económica y falta de médicos, el lector estará pensando que estoy loco al plantear la cobertura universal de atención médica a los mexicanos mediante el IMSS, sin embargo las bases están planteadas y el problema de caja que enfrenta la institución tiene opciones para resolverse.
A nuestros diputados federales les envío por este medio la propuesta de que se eliminen las afores en el país, y sólo exista una sola afore propiedad del IMSS, lo cual apoyaría brutalmente a su viabilidad financiera, ya que hemos visto que los fondos para el retiro han crecido de manera impresionante y las utilidades que generan a sus administradoras son todavía mucho más grandes. Esas utilidades podrían financiar directamente los programas de salud del propio IMSS y su déficit de caja, no sólo para cubrir el gasto corriente sino también para cubrir las jubilaciones carísimas de los ex empleados del IMSS y las jubilaciones ridículamente bajas que otorga el IMSS a sus derechohabientes.
Cómo esto no es posible, pues en nuestro país los grandes grupos empresariales -entre los que se encuentran los bancos y el resto de las administradoras de fondos para el retiro- tienen más poder de decisión que cien millones de mexicanos, entonces existe la posibilidad de establecer un impuesto directo a las utilidades de las afores, que debería de ser cuando menos del 50% y de allí obtener los recursos etiquetados y directos para mejorar la situación financiera del IMSS.
Asimismo, estamos a tiempo para mejorar el sistema de pensiones además de hacerlo universal, siempre y cuando se entienda que el 2% de ahorro para el retiro no sirve para nada. Los países civilizados tienen tasas de ahorro mínimo del orden del 10% sobre el salario de los trabajadores, lo cual permite un retiro digno después de la etapa productiva de la vida. Todos, población y gobierno sabemos que ese dos por ciento no sirve para nada, y reitero el ejemplo de toda la vida. Si ahorras un dos por ciento de tu sueldo, en cincuenta meses habrás ahorrado un mes de sueldo y en 500 meses habrás ahorrado diez meses de sueldo. Suponiendo que los intereses sean mejores que las ganancias de las afores, entonces tendrías el doble ahorrado, es decir 20 meses de sueldo en toda tu etapa de vida productiva, pues 500 meses representan toda la vida productiva de un trabajador, que comience a trabajar entre los 20 y 25 y se jubile entre los sesenta y sesenta y cinco años.
El 2% de ahorro para el retiro es un paliativo pero no resuelve el problema financiero de los trabajadores, aunque si resuelve el problema de falta de ahorro interno que tenía el país hace algunos años. Ya resuelto el problema de ahorro nacional, ahora hay que resolver el problema de ahorro personal de cada mexicano que tiene la suerte de estar en una afore. Y sobre todo, lo más urgente es encontrar medios baratos para resolver el gravísimo problema de caja que enfrenta el IMSS, pues en caso contrario, cuando estalle el problema en los inicios del próximo sexenio, vamos a tener que pagarlo todos los mexicanos una vez más, con mayor déficit, más impuestos y menor nivel de vida, gracias a una mala planeación y a que no se tomaron las decisiones en el momento adecuado.
La gangrena avanza desde las extremidades inferiores. En un país civilizado, de inmediato se toman medidas. En México la decisión se pospone hasta que el paciente tiene un problema sistémico, ya padece gangrena en todas sus extremidades y está a punto de morir, entonces y sólo entonces se diagnostica que tiene un problema de salud y se enfrenta el problema. Así es México y por ello debemos cambiarlo.