Por: José Miguel Cobián
Cada fin de trienio o de sexenio sea municipal, estatal, federal, de diputado local, federal o senador, los ciudadanos esperan que haya un barrido, señalando lo que estuvo mal en el período anterior y si los ¨hados¨ son favorables, hasta fincar responsabilidades civiles y penales a los servidores públicos salientes. Así sucedió durante el gobierno de Fox, que obtuvo la votación de muchos ciudadanos, porque ofreció acabar con ¨los alacranes, las tepocatas y las víboras prietas¨, aunque una vez que llegó al poder, jamás cumplió su palabra.
En la clase política hay reglas no escritas. Algunas de las más importantes son las siguientes: 1. El funcionario en un puesto público es el ser más desprotegido del universo. Existen muchos aspirantes a su puesto, que aprovecharán cualquier coyuntura para atacarlo y bajarlo (así se dice en el argot político cuando a alguien le quitan un puesto al otros aspiran). Por lo tanto, el funcionario público por el sólo hecho de serlo tiene enemigos en todos lados, principalmente entre los miembros de su propio partido y sobre todo, los más cercanos al poder en turno, pero que no lograron una plaza o un convenio conforme a sus ambiciones. Además, tiene enfrente a los partidos de oposición, que buscan cualquier pretexto para reducir su popularidad y ¨acusarlo¨ ante la opinión pública de todos los males del mundo, sin importar si lo que mencionan es verdad o mentira, lo importante es que el funcionario desilusione al electorado, con el fin de evitar que en la siguiente elección se vote por su partido. Por si esto fuera poco, hay organizaciones no gubernamentales que están interesadas en obtener la atención del pueblo, mediante la vigilancia, control y exhibición de funcionarios que no cumplen adecuadamente con su función. Y todavía queda un sector de la población y poderes fácticos que se han sentido agredidos por la gestión del funcionario que también le desean el mayor de los males del mundo. Ante tantos enemigos, los funcionarios entrantes lo que menos quieren es tener otros más, en la persona de los funcionarios salientes, que por serlo conocen el medio ambiente en que se va a desenvolver el nuevo funcionario, tienen amigos incrustados en las áreas de administración y control, y podrán hacerle todo el daño del mundo en caso de que decida atacarlos ya sea mediante procesos judiciales o cuando menos exhibiéndolos ante la opinión pública en los medios de comunicación. 2. La regla de oro de la política en México es la discreción. El convertirse en acusador de otro miembro de la clase política los convierte (a los funcionarios) en personas non gratas para el resto de la clase política, salvo los casos en que algún funcionario ataca a otro por instrucciones de la superioridad, lo cual siempre se sabe y simplemente se les identifica como los instrumentos de tal líder de tal grupo político.
Por lo anterior, resultará muy difícil que algún alcalde entrante tome medias en contra de su antecesor, a pesar de que la ciudadanía, o algunos sectores de poder interesados en ello, así lo exijan. Y menciono a los sectores de poder, porque normalmente en nuestro país las denuncias y las denostaciones e incluso las manifestaciones, los paros, los bloqueos, etc., siempre tienen un trasfondo político, algún interés de alguien que es la persona que mueve los hilos para que ello suceda. Tan es así, que un buen mediador y pacificador de un estado, es aquél que sabe no sólo dónde se genera la inconformidad, sino quien es la persona que mueve los hilos de dicha inconformidad, pues así resulta mucho más fácil resolver los problemas políticos que disfrazados de sociales, se presenten en una entidad. Al saber el verdadero origen de un problema, resulta muy sencillo acercarse al ¨titiritero¨, y resolver a la buena o bajo presión el conflicto que en ese momento se presente.
El problema en cuanto a la opinión pública y la sociedad en general, nace cuando se generan expectativas de un cambio, de una modificación de la conducta del animal político en nuestro país, y luego no se cumple. Por ello es preferible conocer y entender el funcionamiento del sistema político para evitar ser engañado con falsas promesas o generar falsas expectativas de un gobierno entrante. A tal grado que en estos tiempos se menciona que el 95% de los problemas que tienen los funcionarios se deben a que abren la boca para decir cosas que no debían decir, prometer obras o acciones que no van a poder cumplir, pero que a los ciudadanos convencen en el momento y luego generan mayor rencor y rechazo no sólo por el propio político que ofreció y no cumplió sino también por su partido político. Lamentablemente la operación política ha quedado en el olvido y ahora sólo vale la inversión económica en las campañas, en lugar del trabajo social de mediano y largo plazo que genera lealtades firmes y reales entre la población votante.
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