Graciela Ríos López no soporta la pesada carga que la embarga y se suelta a llorar, suplica que le devuelvan a su hija. “Si llegaran a ver a mi niña comuníquense conmigo, tengan piedad”, dice, sollozando.
Muestra la foto de su pequeña, la aprieta, sus lágrimas ruedan por su mejilla, y con voz entrecortada narra cómo hombres armados le arrebataron a su única hija de las manos de su señora madre, la abuela de la niña.
El principal sospechoso es el padre, el empresario dueño de la empresa alcoholera Aguardientes el Chachalaco, Abel Álvarez Villareal, dice con desesperación y rabia a la vez.
Acompañada de su señora madre, Graciela López Ruiseco de 63 años, Ríos López recuerda cómo a partir del pasado 31 de octubre comenzó su martirio. Su hija, María Paula Álvarez Ríos de cinco años de edad, fue secuestrada. No saben hasta ahora de ella.
“Hombres fuertemente armados le pusieron la pistola en la cabeza a mi mamá (Graciela López) y se llevaron a mi hija”, señaló, y enseguida suplicó ayuda a la población para dar con el paradero de la menor, y por tanto exigió a las autoridades emprendan una diligencia para buscar a la menor.
Los hechos
Eran alrededor de las 18:30 del domingo 31 de octubre, cuando después de haber ido al cine, Graciela López junto con la niña María Paula regresaban a su casa en la colonia El Mirador.
Bajaban de la camioneta cuando dos hombres encapuchados y armados descendieron de un auto verde y, primero, amagaron con un arma en la cabeza a la abuela; después, exigieron que le entregaran a la niña porque, de no hacerlo, amenazaron que matarían a las dos ahí mismo.
“Primero me negué, les dije que si querían nos llevaran a las dos; me amenazaron, me dijeron que la soltara o nos matarían (...)”, refirió Graciela López.
“La niña se fue desesperada, porque vio cómo hombres encapuchados encañonaban a mi mamá”, dice Graciela Ríos López, llorando, afigida por el secuestro de su hija, quien, antes del plagio, aún cursaba el kinder.
“Mi temor es que no sé qué va a ser de la niña”
Ante la prensa y después en entrevista –sin dejar de llorar un solo instante– Graciela Ríos López asegura que su principal temor es que su hija vaya a ser sacada del país. “No tengo noticias sobre ella”, expresó.
Dijo que desde hacía mucho tiempo Abel Álvarez, con quien ahora está en un proceso de divorcio, la había amenazado con llevarse a su hija para siempre, la acosaba, se sentían vigiladas por personas, pero incluso así nunca lo tomaron en cuenta.
“Su madre aceptó que mi ex marido tiene a mi hija. Esto después de que la llamaran a declarar. Como si fuera cualquier cosa ella declara que, efectivamente, su hijo tiene a mi hija, no sabe dónde están; son personas que tienen muchos recursos”, enfatizó la señora Graciela Ríos López.
Uno de sus principales temores es que, dice, al contar ellos con muchos recursos puedan sacar del país a su hija. “Él es el papá y tiene derecho de convivir con la niña, pero su actuar y procedimiento han hecho que la juez no le haya concedido una conviviencia por su inestabilidad (...) Mi temor es que la niña corre peligro”.
“Estoy desesperada, quiero saber dónde está, cómo está la niña, ella tiene dos años que no convive con él. Ella estaba enferma. Él no sabe nada de ella, no sabe cómo tratarla (...)”, dijo, y soltó en llanto.
Suplicó a quien los vean a comunicarse con ella, que “tengan piedad”, dijo con lágrimas. “Mi celular es el 228 180 2161”, mencionó. “El señor no está estable, porque el acto de violencia con el que fue arrebatada mi hija no lo hace un papá normal. La niña se fue desesperada (...). Por favor, cualquier dato que tengan, por mínimo que sea, que me lo hagan saber”.
Graciela Ríos López no soporta la pesada carga que la embarga y se suelta a llorar, suplica que le devuelvan a su hija. “Si llegaran a ver a mi niña comuníquense conmigo, tengan piedad”, dice, sollozando.
Muestra la foto de su pequeña, la aprieta, sus lágrimas ruedan por su mejilla, y con voz entrecortada narra cómo hombres armados le arrebataron a su única hija de las manos de su señora madre, la abuela de la niña.
El principal sospechoso es el padre, el empresario dueño de la empresa alcoholera Aguardientes el Chachalaco, Abel Álvarez Villareal, dice con desesperación y rabia a la vez.
Acompañada de su señora madre, Graciela López Ruiseco de 63 años, Ríos López recuerda cómo a partir del pasado 31 de octubre comenzó su martirio. Su hija, María Paula Álvarez Ríos de cinco años de edad, fue secuestrada. No saben hasta ahora de ella.
“Hombres fuertemente armados le pusieron la pistola en la cabeza a mi mamá (Graciela López) y se llevaron a mi hija”, señaló, y enseguida suplicó ayuda a la población para dar con el paradero de la menor, y por tanto exigió a las autoridades emprendan una diligencia para buscar a la menor.
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