Una estrategia correcta de lucha antidroga debería resultar en la reducción de la violencia, pero en México sucede todo lo contrario.}
Por Erich Moncada
Especial para The Narco News Bulletin
19 de febrero 2008
México enfrenta este año un escenario adverso en materia económica y social. El gobierno conservador de Felipe Calderón – vestido de uniforme verde olivo – prefiere hablar sólo sobre narcotráfico, en lugar de atender las demandas de sindicatos y campesinos que amenazan con llevarnos a un nuevo conflicto armado a dos años de celebrarse el bicentenario de la Independencia y el centenario de la Revolución. Aunque la guerra entre cárteles no sea el problema más apremiante del país -como sí lo son el desempleo y la pobreza extrema- los encargados de conducir la nación proclaman victoria anticipada sobre una guerra ilegal basada en mentiras. Cualquier similitud con Irak es pura coincidencia.
Veamos unas notas recientes de la prensa mexicana al respecto (las frases en negrilla son enfatizadas por el autor):
El Estado ya arrebató a los narcos el control de varias plazas: Gobernación
Integrantes del gabinete de seguridad presentan informe sobre las metas alcanzadas
Alonso Urrutia
Al hacer un balance de la estrategia de combate al crimen organizado, el titular de la Secretaría de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, manifestó que “en esa lucha no existe para nosotros la derrota, pues ningún grupo criminal es capaz de resistir la fuerza del Estado”. Añadió que se ha logrado dañar la estructura de bandas de narcotraficantes, a grado tal que plazas donde su presencia era muy significativa “han dejado de serlo, y hoy ya no están bajo su control”
En un mensaje conjunto de los integrantes del llamado gabinete de seguridad, se hizo un balance de los objetivos alcanzados en 2007 y durante el primer mes de este año. Mouriño destacó que los resultados de esa política “están a la vista, siendo la violencia, las guerras entre las mafias y las ejecuciones síntomas claros de que el crimen organizado se ha debilitado”.
(…)En su oportunidad, el secretario de la Defensa Nacional, Guillermo Galván Galván, destacó que este año se han efectuado tres operativos de alto impacto en Michoacán, Guerrero y la confluencia de los estados de Sinaloa, Durango y Chihuahua, lo cual ha permitido, junto con otras acciones, destruir 4 mil 533 plantíos de marihuana en 682 hectáreas y 2 mil 918 de amapola en 441 hectáreas.
¿En base a qué información o datos puede afirmar el gobierno que las plazas ya no están bajo el control de los narcos? ¿De qué plazas se trata? ¿Dónde están localizadas? Y si ya no están ocupadas… ¿a dónde se fueron los invasores? Deberíamos contar con un punto de comparación. Pero esos datos no están disponibles porque los oculta el Estado y los medios de comunicación comerciales.
Las palabras del secretario de gobernación no tienen sentido. Una estrategia correcta de lucha antidroga debería resultar en la reducción de la violencia. Pero sucede todo lo contrario. La estrategia del gobierno es como la de un niño confianzudo que agita un panal de abejas. Las organizaciones criminales se disputan los territorios ignorando las declaraciones triunfalistas de los funcionarios públicos. El alarmante número de ejecuciones (2,500 el año pasado) es el más claro indicador del fracaso de esta guerra.
En cambio, el ciudadano español (Mouriño cuenta con nacionalidad española por su lado paterno) que se encarga de la política interna dijo en su momento que el éxito se mide por la sangre derramada, por los cuerpos acumulados en las morgues y por las cabezas cercenadas. Un verdadero triunfo se reflejaría en el incremento del precio de las sustancias ilegales, una escasez en su disponibilidad y en una reducción el número de los consumidores mediante políticas efectivas de prevención de adicciones. Sin embargo, el último estudio oficial sobre consumo de drogas fue en el año 2002.
Otro problema surge con las cifras sobre la destrucción de cultivos ilícitos. ¿Cuál es la producción anual de drogas? ¿Cuántas hectáreas deben ser erradicadas para menguar la producción de estas? Podrán lanzarse al aire cifras asombrosas, pero si las erradicaciones son menores a las cosechas, entonces los esfuerzos son inútiles. Si las autoridades no se preocupan por proporcionar toda la información al público, ¿por qué deberíamos creerles? Vean ustedes esta nota publicada en el diario Milenio:
°PGR: no hay riesgo de perder la guerra contra el narcotráfico.
°Respondió a las críticas de México Unido contra la Delincuencia.
Por Tomado de internet / Milenio Diario
Dia de publicación: 2008-02-01
(El Procurador General de la República) Dejó claro que las escenas de violencia que se han vivido durante el último año en diferentes estados del país, no es sino una manifestación del debilitamiento de la delincuencia organizada, ya que esta es la primera vez que se le combate de manera estratégica.
Asimismo, recordó que en Colombia el acoso a Pablo Escobar derivó en terrorismo, pero él acabó muerto y sus cárteles fueron destruidos.
¿”La primera vez”? ¿Ni siquiera fue combatido por el gobierno de Vicente Fox, perteneciente al mismo partido de Felipe Calderón? La sola admisión de este hecho debería obligar a los encargados de procurar la justicia a detener y encarcelar a los anteriores gobernantes, especialmente al expresidente Fox. El negarse a hacerlo los convierte automáticamente en cómplices. Sí, debemos combatir a los narcos. Pero también hay que perseguir con severidad a los gobernantes que los solapan.
Además, por las palabras del procurador debemos inferir que el narcotráfico fue erradicado para siempre de Colombia. ¿Verdad?
Según El Universal:
(En 2007 los cárteles mexicanos recibieron) ...380 toneladas de cocaína de Colombia, de las cuales sólo 37 les son decomisadas en promedio
Colombia es el peor referente para inspirarnos a librar y mantener esta guerra, sobre todo con el conflicto que aún mantiene el presidente Álvaro Uribe con las FARC.
De la misma nota:
Medina Mora puntualizó que la victoria del Estado mexicano contra el poder del narcotráfico se va a reflejar en la reducción de la violencia y del delito, con el fraccionamiento de dichas agrupaciones delictivas, “a niveles que sean combatibles desde el punto de vista policial y con la perspectiva local…”
(...) El procurador insistió en que el ascenso de la violencia, de la guerra entre mafias y de las ejecuciones no son síntomas de fuerzas de poder, sino todo lo contrario; es decir, a mayor acoso del gobierno, la violencia tenderá a ser mayor.
Más contradictorio no puede ser. ¿Cómo es posible que la acción del gobierno provoque la reducción de la violencia y que al mismo tiempo el acoso del gobierno genere un aumento de la violencia?
Todo esto, por más descabellado que parezca, tiene una lógica perversa y retorcida.
El 31 de Enero de 2008, el procurador, en declaraciones para la agencia Notimex dijo que:
El procurador general de la República, Eduardo Medina Mora, afirmó que “estamos en la guerra para recuperar la paz y los territorios para construir un mejor futuro”.
¿En qué momento declaramos la guerra? ¿Quién la autorizó? ¿Quién es el enemigo? ¿Cuándo será ganada?
El gobierno nos pedirá paciencia. Que esta es una guerra sin cuartel de “los buenos” y que nadie desea estar del lado de “los malos”. Que el enemigo no tiene rostro, ni tiene un ejército convencional porque es elusivo y no cuenta con un territorio definido. Que medidas tales como la de los cateos sin orden judicial, que pretende aprobar el Congreso (mejor conocida como “Ley Gestapo”), son esenciales para perseguir a los evil doers, (Bush dixit: los que ejercen el mal) y no para criminalizar la protesta social.
Durante un discurso que tuvo lugar el año pasado, el presidente Felipe Calderón nos da un indicio de qué tan larga será esta “lucha frontal contra los narcos”:
“Es una batalla que va a tomar tiempo, es una batalla que va a tomar muchos recursos, costará mucho dinero. También, desde luego, y hay que advertirlo y decirlo con sinceridad, probablemente cueste, nos está costando, desde hace mucho tiempo, muchas vidas humanas.”
Qué cinismo e irresponsabilidad decir “ya ni modo, vengan los muertos”. Tanto dinero que podría invertirse en combatir la pobreza (y atacar de fondo a los narcos). Pero ayudar a los pobres impresiona menos al Tío Sam que tener a los soldados desplegados en la calle. Todo para que Juanito no se fume un churro mortal de marihuana, para que Manuelito no entre en contacto con esa endemoniada línea de coca, para que Laurita no se meta una tacha en un rave y se ponga promiscua con cualquiera. A fin de cuentas Juanito podrá volverse alcohólico, Manuelito podrá fumarse varias cajetillas de cigarros y Laurita puede adoptar la bulimia… males socialmente tolerados.
A lo mejor soy yo el que exagera. Quizá sea necesario que los militares se involucren en esta guerra que jamás será ganada. Los soldados del heroico Ejército Mexicano son incorrompibles y honestos, incapaces de pisotear los derechos humanos de la ciudadanía. Jamás se atreverían a violar a una anciana indígena (Ernestina Ascencio), a un grupo de prostitutas (en Coahuila) o a asesinar a tiros a una familia en un retén militar (en Sinaloa)...
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