La honestidad del viejo Partido Acción Nacional, tan presumida, se ha quebrado.
René Avilés Fabila El PRD sufrió un descalabro severo al quedar al descubierto el estilo personal de gobernar (decía Cosío Villegas) de Amalia García. Intuíamos ya que en lugar de dignificar la política, el PRD ha contribuido a su total deterioro. El escándalo ha sido mayúsculo, puesto que Amalia no venía del PRI sino del Partido Comunista, donde teníamos la certeza de luchar por motivos ideológicos, no para ocupar un empleo público y apropiarse de sus recursos.
El golpe también afecta al PAN. ¿Esos son sus aliados, con los perredistas tienen la misión divina de acabar con los caciques del PRI? No podemos dejar de lado que es el antipriismo natural de Felipe Calderón lo que lo lleva a ensuciar al panismo, al hacerlo sumar fuerzas y con aquellos que más lo han ofendido públicamente. La honestidad del viejo PAN, tan presumida, se ha quebrado por dos razones visibles: en sus filas también los hay además de incapaces, corruptos, y sus mejores y más serios aliados, los miembros del PRD, la Izquierda (con mayúscula), son ladrones por donde se les vea. Las obsesiones de un hombre de Estado deberían concentrarse en el bien nacional, no en vencer a un enemigo, al PRI en este caso.
Son muchos los fracasos de Calderón, no sólo su política de alianzas que le han resultado victorias pírricas. El pasado jueves apareció una nueva encuesta sobre la gestión del Presidente, hecha por GEA/ISA y en ella se refleja una caída en su popularidad. El 54 % de los encuestados lo reprobó. Los indicadores hablan del fracaso de su guerra contra el narcotráfico y la inseguridad, de sus desacertadas políticas económicas que han provocado mayor desempleo y de la estrechez de su gabinete. En consecuencia, la intención del voto recae principalmente en el PRI. Para colmo, sólo uno de cada cinco entrevistados, vio con simpatía la alianza PAN-PRD. A la pregunta sobre por quién votaría en estos momentos, la mayoría se cargó hacia la figura de Peña Nieto.
Pésimos resultados para el PAN y desde luego para Felipe Calderón, quien consigue el nivel más bajo de su administración política. En poco más de dos meses, disminuyó siete puntos. Inútil es decir que el gabinete resultó con las peores calificaciones, de tal suerte que si de allí piensa sacar al sucesor, está perdido. Santiago Creel tiene mejor posición que los demás panistas en materia de sucesión presidencial. Felipe Calderón está en la recta final y no ha solucionado ninguno de los grandes problemas nacionales. Como si ello fuese poca cosa, sus estrategias políticas han fracasado ruidosamente por más triunfos que haya podido obtener con ex priistas en Puebla, Sinaloa y Oaxaca. Hoy es un hombre acorralado, un auténtico solitario en Los Pinos. Es una buena prueba de lo que Pablo González Casanova solía decir: Existe profunda diferencia entre el discurso y la realidad. Calderón se sostiene a base de palabras, no de hechos. Quizá lo peor, y eso lo veremos en poco tiempo, sea la fragmentación de su partido por haberlo obligado a tener alianzas con el PRD, con quien, además, pelea con rabia en el DF. ¿Dónde quedó la ética de un partido crítico, que se decía esperanzador, distinto? La sola relación con rufianes, daña la imagen del PAN. A estas alturas de su gobierno, imposible decirle a la nación que Acción Nacional es diferente al PRI o que en el PRD no hay corrupción. Los fiascos son innegables y no hay forma de enderezar el barco. Le queda a Felipe mostrar decoro y dejar a su partido en libertad para que opte por las personas más adecuadas y no mandarle más recados con César Nava para celebrar coaliciones con el PRD. Enfrentar directamente al PRI con sus viejos principios y sin ninguna alianza con quienes día tras día muestran lo bajo que han caído. Es grave que gobierne un hombre con sólo el 33% de aprobación política. Fox no perdió tanta popularidad en la recta final de su gobierno.
*Escritor y periodista