José Miguel Cobián
Normalmente soy muy crítico con ¨el pulpo camionero¨, los monopolios de transporte de pasajeros en mi humilde opinión, generalmente cobran más de lo que deben, sobre todo en rutas en las cuales tienen la exclusividad, o en rutas ubicadas en zonas marginadas. El autotransporte de carga también tiene características monopólicas, en las cuales unos cuantos jugadores principales rigen el mercado y las tarifas. Se salvan los hombres-camión, ellos ejemplifican el esfuerzo y la competencia por sobrevivir siendo charalito en un mercado controlado por tiburones.
Incluso le achaco a los grandes monopolios de transporte de personas la destrucción de sistema ferroviario de pasajeros en el país. El desarrollo del transporte ferroviario tanto de personas como de bienes es un detonante de la actividad y desarrollo económicos de cualquier país del mundo, y en México, gracias a los intereses de los grandes capitales del transporte, muchos de ellos vinculados con la política, han sepultado al tren de pasajeros y tienen en estado de catalepsia (pues no hay desarrollo) al tren de carga.
También tuve un conflicto personal antes de poder escribir este comentario. Normalmente me opongo terminantemente a que se afecten derechos de terceros en las protestas y manifestaciones públicas. Salvo el caso de la toma de Reforma después de las elecciones del 2006, siempre he estado en contra de los bloqueos de vías de comunicación. En aquéllas épocas, comprendí que la toma de la avenida paseo de la reforma permitía que lentamente los ánimos de los más radicales de la izquierda se fueran calmando poco a poco, y si bien es cierto que hubo molestias por los obstáculos a la vialidad, también lo es que no hubo un solo acto violento y mucho menos el nacimiento de nuevos grupos guerrilleros o atentados de corte marxista, maoísta o leninista.
Después de todas estas aclaraciones, quiero felicitar a los transportistas por los paros realizados en varias carreteras del país, con el fin de frenar de una y por el resto del sexenio, el incremento en los precios de las gasolinas y el diesel. Resulta ridículo que siendo un país petrolero, el oro negro no se utilice para promover el desarrollo del país, mejorar el bienestar de los ciudadanos, y sobre todo crear empleos y riqueza. Al contrario, el precio internacional del petróleo y las gasolinas se ha venido utilizando exclusivamente para resolver los problemas económicos del gobierno en turno, sin tomar en cuenta el bienestar de los ciudadanos.
Nos enfrentamos a la paradoja o ¨parajoda¨ de un gobierno que incrementa el precio de los energéticos con el pretexto de ¨emparejarlos¨ a los precios mundiales, pero se olvida de ¨emparejar¨ el nivel de los salarios o el poder adquisitivo de su población. Así tenemos precios de la gasolina a nivel de Estados Unidos, con salarios que son la décima parte del salario gringo. También vemos la propuesta de producir reducir la importación de gasolinas mediante la construcción de una nueva refinería, que se anunció con bombo y platillo por parte del gobierno federal, que apretó al gobierno de Hidalgo para cumplir todos los requisitos, y que sin embargo, hasta la fecha sigue sin iniciar la obra, ni siquiera el alambrado exterior de los predios solicitados y adquiridos con tanto esfuerzo por el gobierno hidalguense.
Por eso, me sumo aplaudo la protesta de los transportistas. Los felicito por no ser mexicanos agachones, por poner el ejemplo al resto de la sociedad, y sobre todo, por recordarle al gobierno mexicano, que se debe al pueblo y a la voluntad popular, por encima de sus intereses particulares. Felicito a los transportistas por recordarle al presidente Calderón que antes que juntar dinerito para la elección del 2012, debe preocuparse por el bienestar de la población, y asumir de una vez por todas aquél lema romano que decía que la voz del pueblo es la voz de Dios, y que significa en palabras llanas, que el gobernante debe escuchar y atender las demandas de los gobernados, pues a fin de cuentas no es rey absoluto, sino servidor público, en cuyo título ¨servidor¨ lleva la obligación principal, que es la de servir a sus gobernados y anteponer su bienestar al de los intereses personales, de partido, de grupo, etc., del gobernante.
Por primera vez, aplaudo un paro carretero, porque el bien de todos es superior al bien particular y esta protesta lleva en el fondo la búsqueda del bienestar para todos los mexicanos.
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