Por: Jorge Cruz Ibáñez
Los Congresos ordinarios y extraordinarios que se realizan en el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación ( SNTE ) son espacios de discusión y análisis que nos permiten reflexionar , entre otras cuestiones, sobre las fortalezas y debilidades de nuestra organización gremial, así como también de los logros, retos y desafíos que se pudieron superar a través de la gestión en turno.
En Veracruz, en vísperas del XXVI Congreso extraordinario para elegir a la nueva dirigencia sindical creo pertinente hacer un intento de análisis autocrítico con el único objetivo de ir construyendo , dentro de la diversidad de ideas y puntos de vista, el sindicato de los trabajadores de la educación que requiere y merece nuestra sociedad para elevar verdaderamente la calidad educativa de nuestro estado y país.
Para esta difícil tarea, retomo los apuntes del Mtro. Pedro Lizárraga Cuevas que hace once años escribió estas ideas en un artículo del mismo nombre y que pese a esa distancia de tiempo, aún siguen vigentes.
A finales de la década de los 30 , en que el Gobierno buscaba formas de hacerse fuerte , incorporó a las filas del partido gobernante a los trabajadores del país , la vía fue la organización. Lo que resultaba eficiente y económico. El SNTE es el resultado de la preocupación oficial de tener controlados a todos los educadores en un solo sindicato, así que presionó para la disolución de varios grupos de maestros, algunos combativos, otros de izquierda, muchos independientes y a todos los metió en un saco.
En un principio el SNTE fue encabezado por un liderazgo plural, pero poco a poco los gobiernos priístas fueron depurando la dirigencia , quedándose sólo con aquellos fieles a las órdenes del presidente. Los maestros rebeldes fueron eliminados del sindicato, para ellos se recurrió a la intriga, el despido, la compra de conciencia, la cárcel y hasta la muerte.
En la época de mayor esplendor del sindicato, durante el cacicazgo de Carlos Jongitud, el presidente negoció cargos y prebendas con el líder moral y los maestros como corderos eran llevados a aplaudir , obedecer y callar, que al fin todos formábamos parte del gobierno. En 20 años se consolidó el charrismo en el SNTE, que no es otra cosa que la antidemocracia y la sumisión. Por años no se eligió representantes , se aceptaron los que impuso el presidente , el gobernador o el cacique regional. La vida cotidiana del magisterio consistió en la simulación, el arribismo y el desinterés por la educación del pueblo de México.
Esto fue lo más grave. Al maestro no sólo se le corrompió , se le empobreció realmente, como trabajador y como persona. El proyecto de la charrificación consistió en acabar con todo rastro de dignidad de la persona , de tal manera que realizara su trabajo como autómata , como sobreviviente de un país de zombies.
La educación de los niños y la juventud es un acto burocrático, no hay pasión, entrega ni compromiso. Al maestro se le ha despojado de ideología , proyectos, personalidad, Dar clases es cumplir con el programa que impone el gobierno. Y el currículum oficial no es otra cosa que la mediatización de la población para que no piense ni reaccione ante tanta barbaridad y abuso gubernamental. Al abandonar el maestro ideales y luchas , sólo es un repetidor de lo que el PRI quiso que fuéramos los mexicanos: unos aduladores ciegos del México miserable que hoy padecemos.
El SNTE, sigue diciéndonos el asesor de la Universidad Pedagógica Nacional , Centro Xalapa, es un ejemplo de traición y charrismo. El sindicato en sus 70 años de vida no estuvo al servicio del interés de los trabajadores de la educación. Su utilidad la encuentran las clases dirigentes: por ese lapso controló a los maestros, los engañó, desmovilizó, los llevó a perder conciencia, dignidad. El maestro no formó mexicanos sensibles a la injusticia, nadie se escandaliza ante la miseria de niños y ancianos. No hay quien levante la voz ante tanto atraco de la clase gobernante. Tal parece que se nos enseñó a ver al ladrón de la esquina y clamar a gritos por el policía que golpea a este otro infortunado y se queda con el producto de su hurto. Pero fieles a la educación recibida, permanecemos indiferentes ante la venta del país.
El país conforma una masa de más de cien millones de seres sumisos incapaces de atender y de reclamar las políticas hambreadoras del señor presidente y sus ministros. No hay rabia alguna por la contaminación de ríos , por la descertificación del territorio nacional, todos estamos cruzados de brazos ante el tiradero de desechos tóxicos de las grandes corporaciones contaminantes. El sistema judicial no está hecho para impartir justicia , sino para encubrir a los grandes ladrones de los bancos , para tapar los robos de presidentes, gobernadores, diputados, entre ellos los que son maestros. El truhán número uno del país es el señor presidente y todos estamos conformes , gracias a la educación recibida.
Se mata, roba , mal educa a millones de seres humanos y por la educación que programó el estado, dejamos que las cosas sigan igual . Sin rubor. El sistema político priísta fue una simulación mayúscula. Por décadas se habló de democracia . Pero siempre supimos que era una forma de manipular y tener sometidos a todos bajo el dominio de un pequeño grupo de plutócratas . El sistema que el PRI procreó y del que el SNTE fue engranaje clave , pues como organización distribuida en todos lados y con posibilidades de manejo de conciencias , ayudó a engañar . Con el agravante de la alevosía y ventaja.
Lo mejor no es dejar pasar las cosas y que sean los historiadores quienes posiblemente traigan a colación la oscura noche que cubrió a varias generaciones de mexicanos.
Para finalizar, nos dice el Lizárraga Cuevas , es menester que todos recordemos y denunciemos. Eso para que no vuelva a pasar. Para que las organizaciones que puedan tener tintes de nobleza , la construyan, pero no de la nada, sino teniendo presente su ignominioso pasado. Mientras , estamos ante el legado histórico de un sistema autoritario. Esa es la educación que entrega un gremio que se plegó en todos los aspectos a sus caciques y al mandato de lo que fue el señor presidente de los Estados Unidos Mexicanos.