* Observadores de medios destacan, sin embargo, escaso interés de las audiencias en participar en la gestión de los medios, más allá de los reclamos anecdóticos.
Vania Sandoval, del Observatorio Nacional de Medios (Onadem) de Bolivia.
Un aspecto general del encuentro.
Edgar Reboucas, del Observatorio da Midia Regional de Pernanbuco, Brasil.
Benjamín Fernández Bogado, representante de Radio Libre de Paraguay.
Cholula, Pue., a 13 de mayo de 2011
"Algo no funciona bien en el sistema democrático cuando el periodismo termina convirtiéndose en juez, policía o fiscal; cuando la prensa se convierte en un poder y no en un contrapoder; cuando se deja de ejercitar el sentido del servicio y pasa a convertirse sólo en defensora de sus intereses”, expresó Benjamín Fernández Bogado, en el Encuentro Internacional de Observatorios de Medios y Defensores de las Audiencias en América Latina.
Tal afirmación es correspondida por la mayoría de los ponentes que desde ayer participan en el campus Puebla de la Universidad de las Américas, como Edgar Reboucas, quien estima que precisamente tales condiciones invitan a recuperar el sentido social de los medios de comunicación masiva a través de los observatorios de medios y defensores de las audiencias y regresarlos a su componente original como herramientas de la sociedad.
Los observatorios permiten “la formación de un contra-poder”, pero son también “el logro de una razón política de la sociedad”, que permite “rescatar el espíritu de tomar parte en lugar de hacer parte”.
Es decir, “los observatorios pueden servir de canal para la participación de la sociedad en los medios y en el Estado, además pueden contribuir a un cambio en los valores en una dirección más democrática, de interés público”.
Reboucas participa en el Observatorio da Midia Regional creado en 2006 en la Universidad Federal de Pernambuco, como el brazo de investigación científica de la campaña “quién financia la telebasura contra la ciudadanía”, vinculada a la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados y a varias organizaciones de la sociedad.
En este organismo realizan la observación sistemática de los programas de radio y televisión, así como periódicos y revistas a partir de cuestiones legales y de derechos humanos. Así como de contenidos de las noticias, entretenimiento, publicidad, políticos y religiosos.
El paraguayo Fernández Bogado, representante de Radio Libre, alertó que hoy “debemos ser notablemente creativos para ofrecer productos que interesen a la gente, debemos entender que la propia demanda es la que determina hoy el rumbo de la comunicación”.
Los medios tradicionales “ya no somos únicos intermediarios entre la noticia y la gente, una realidad con la que deberíamos de aprender a vivir. Desde que llegó Internet en 1995, la gente ha comenzado a comunicarse y a comunicar a través de la red mundial y con ello el descenso en la cantidad de lectores de periódicos de todo el mundo” y la cantidad de empleos para los nuevos profesionistas, apenas 500 para los casi 33 mil periodistas graduados cada año en América Latina.
Al respecto, el ecuatoriano José Villamarín del Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América Latina (Ciespal), dijo que “la información le pertenece al público y no al poder ni a los medios ni a los periodistas; es decir, la información sirve para que el público tome las decisiones más adecuadas sobre el entorno” por lo que “sobra decir entonces que urge hacer un seguimiento al manejo de la información para ver cómo está siendo manejada por los medios”, ya que “la finalidad del quehacer periodístico es la toma de decisiones porque sólo se pueden tomar buenas decisiones si estamos bien informados”.
Por lo que, dijo, es preciso poner atención en el análisis puntual y breve de una nota periodística, para la que existen cinco estándares o indicadores de calidad de la información como son el equilibrio y contrastación de fuentes, contextualización, verificación, actitud y rigor idiomático.
“Nosotros hemos venido trabajando con estos estándares y nos hemos encontrado cosas como la propia falsedad de la información, que va mucho más allá de la inexactitud o el hacer farándula de la política”.
Asimismo, destacó la precariedad laboral en los medios de comunicación, donde “si el editor no me corrige, quiere decir que estoy bien” a pesar de imperdonables faltas de ortografía, pero también, aseguró: “cómo exigir a un periodista que gana muy poco (265 dólares al mes por cinco notas diarias en Ecuador) que contextualice, verifique y escriba excelente si es hora de cerrar edición”.
ESCASO INTERÉS DEL PÚBLICO
Tanto Reboucas como Fernando Checa Montúfar, del Ciespal, destacaron el prácticamente nulo interés del público por realizar críticas de fondo al ejercicio periodístico, como en el caso de “Brasil donde la gente no está acostumbrada a gestionar los medios” y se quedan en los reclamos anecdóticos.
Al respecto, Mariano Morales, director de Relaciones Institucionales del diario Síntesis de Puebla, expresó: "no encontramos lectores exigentes que exijan al diario ceñirse al código de ética y respetarlo".
Sin embargo, recordó el caso Lidya Cacho donde tuvieron que inclinarse hacia una postura, pues defendieron y privilegiaron el derecho de los ciudadanos a conocer información relevante por sobre un punto del código de ética de Síntesis, donde se expresa que el medio no puede publicar información obtenida de manera ilegal, como fueron las conversaciones entre Mario Marín y Kamel Nacif.
Para ejemplificar la escasa participación del público en la gestión de los medios, agregó Fernández Bogado, en Paraguay "la democracia se juega en el terreno de las audiencias, la democracia es un sistema de participación y la participación es directamente proporcional al nivel educativo; por tanto, la participación es escasa porque los niveles educativos en América Latina son extremadamente pobres y bajos".