Leopoldo Gavito Nanson - jueves, julio 07, 2011
Cuando López Obrador acusa de mafia a las elites del poder mexicanas, son muchos los clasemedieros más o menos desparasitados a los que expresiones así les parecen lugares comunes populistas, obsesivos y desgastados. Simplista dicen algunos y otros simplemente montan en cólera furibunda y desde sus tribunas convertidas en galerías de tiro le llaman personaje que se siente no sólo dueño de la verdad, sino de la historia. Al discurso de AMLO lo han calificado de letanía y lo han descrito como obseso y monotemático. Entre otras cosas menos amables.
La debacle nacional tiene raíces añejas en una debilidad institucional de origen, pero el punto de inflexión sustantivo que lleva a la situación presente es el arribo de un tecnócrata para quien el concepto de la obligatoriedad Estado de proporcionar bienestar a los gobernados le era extraño. Miguel de la Madrid. Desde 1982 se sientan las bases que permitirán a las elites del país plegarse, casi doctrinariamente, a concepciones vestidas de modernas que llevarían al mundo a rebozar de masas empobrecidas y analfabetas. Carlos Salinas se plegó al Consenso de Washington, acuerdo que da cuerpo y orientación al llamado neoliberalismo. Los individuos, las personas dejaron de ser la razón de la economía y de la política, la razón de ser del Estado. La supremacía del mercado disfrazada de libertad, el achicamiento del Estado con la justificación de más juego a la sociedad, cuando la sociedad a la que se referían eran las empresas trasnacionales.
Políticas impulsadas o impuestas por el FMI y el Banco Mundial que luego serían criticadas y señaladas por varios premios Nobel de Economía que las conocían a la perfección por haber sido altos funcionarios de uno u otro organismo. Joseph Stiglitz, por ejemplo. Se vendieron empresas nacionales y se crearon monopolios, la banca nacional estatizada fue vendida a bancos extranjeros. El casi suicidio. Dejar el sistema de pagos nacional en manos de intereses privados extranjeros fue posible con la peregrina justificación que el nacionalismo era anacrónico. Se modificó la Constitución para que ejidatarios empobrecidos pudieran ser presa de las ofertas de trasnacionales alimentarias. Así, los gobiernos de las últimas décadas han expuesto a la sociedad a los mismos males a los que se expondría si simplemente no hubiera gobierno.
Más allá de la inseguridad macabra y rotunda, los gobernados mexicanos carecen de un sistema de salud pública capaz de protegerlos; carecen de un sistema educativo que forme a las nuevas generaciones y perfile el futuro. La ingesta nacional depende en su mayor parte de importaciones, el país ha dejado de producir primero lo que necesita para después exportar. Produce para exportar e importa parte sustantiva de lo que consume.
Vivir bajo un mal gobierno puede ser tan malo o incluso peor que vivir sin gobierno. Bajo esas condiciones, lo que nació con la idea de proteger la sociedad, el Estado, se convierte en el enemigo y expoliador de la sociedad. Se deja de gobernar para y por el interés público porque se gobierna para el interés de grupo. El interés público se subordina al o los intereses privados y sus complicidades porque una camarilla de amafiados se hicieron de los resortes y las correas de transmisión del sistema de intercambios político.
Es esto lo que pasa en el país. Y ésta es la situación que se evidencia grotesca cuando Elba Esther Gordillo confiesa que sí apoyó corporativamente con el sindicato magisterial a Felipe Calderón para que pudiera hacerse con la Presidencia. Que entre los acuerdos con Calderón estaba el que Miguel Ángel Yunes se hiciera cargo del ISSSTE. Días después, el ex candidato panista a la gubernatura del estado, dato sustantivo que no debe olvidarse, desmintió a la chiapaneca y agregó el dato de que ella le había pedido 20 millones de pesos mensuales del ISSSTE para financiar al Panal. Cada acusación hecha entre estos dos personajes debería ser motivo de investigación, tanto en el plano judicial como en el electoral.
La fragilidad de Estado mexicano es severa. De la inseguridad a la crisis humanitaria, de la ineficiencia paralizante al empobrecimiento de millones. Se gobierna por encima de las leyes y a favor del interés privado.
Lo que han revelado en días recientes Elba Esther Gordillo y Miguel Ángel Yunes no puede quedar en el mero griterío mediático. Hay un testimonial de un ex funcionario que acusa explícitamente a la líder sindical de pedirle una cuota mensual de 20 millones de pesos para financiar a un partido político. Las autoridades están obligadas a actuar. Está de por medio el propio Felipe Calderón para que la PGR, la Secretaría de la Función Pública, el SAT y por supuesto el ISSSTE mismo, investiguen. Por lo pronto, el Panal debe ser auditado por las autoridades correspondientes del IFE de inmediato. Si estas acusaciones no se investigan de frente a la opinión pública y hay consecuencias, será prueba innegable de las alturas a las que llegan las complicidades.
Por lo pronto, Carolina Viveros, consejera presidenta del IEV, debe ordenar, ya, investigar el dicho de Yunes Linares quien en público afirma que unos días antes de la elección, en el aeropuerto de Veracruz, personalmente recibió 10 millones de pesos en efectivo de manos de Héctor Hernández, tesorero del SNTE, junto con un pagaré para firmarlo como préstamo personal. Dinero que en ese mismo momento entregó al senador Rafael Ochoa, padre de Ulises Ochoa Valdivia, el dirigente de Nueva Alianza en Veracruz para el financiamiento del Panal.
Después de todo, con tal información el dicho de López Obrador debería resultar más digerible para varios.