Por: José Miguel Cobián
En un acto en el que se encontraban el presidente de la República y el gobernador de Guerrero, éste último afirmó en su discurso algo así como que en México no podemos tener policías de primer mundo como en Suiza. El presidente Calderón posteriormente comentó que en ese momento no dijo nada, pero que él mismo se preguntaba ¿y porque no? Yo me atrevo a responder a esa pregunta del primer mandatario, y se la respondo directamente a él.
Sr. Presidente Calderón, hay muchas razones por las cuales no podemos hoy en México tener policías de primer mundo, pero las principales son las siguientes:
En primer lugar me atrevo a anotar la corrupción en todos los niveles de gobierno, comenzando por usted mismo Sr. Presidente, corrupción a mi entender no es nada más usar recursos públicos para fines personales o para cuentas personales, corrupción es también mentirle a la población y proteger a criminales, y creo que lamentablemente, usted lo ha hecho por lo menos en un caso.
Puntualizo, hace dos años que murieron un par de estudiantes dentro del campus Monterrey del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, el famoso Tec de Monterrey. Su esposa estuvo unos días después en una ceremonia luctuosa y estoy casi seguro de que obtuvo la versión del entonces rector de primera mano, por lo cual se enteró de que por error, los soldados que perseguían a unos maleantes, confundieron a estos estudiantes con ¨malosos¨ y los persiguieron hasta la escalinata de la biblioteca, dónde los asesinaron a mansalva y posteriormente al enterarse de que eran estudiantes, les quitaron sus credenciales y les desfiguraron el rostro a los cadáveres, con la vana esperanza de ocultar su error.
Este caso lo conozco muy de cerca, por eso se lo menciono, pero seguramente habrá unos cuantos más. No dudo que el ejército hizo lo que pudo y que la muerte de estos chicos fue un error, es más estoy seguro de que no fue premeditada. Pero se cometió un crimen, un crimen del cual usted personalmente está enterado y sin embargo dio su venia para que se protegiera a aquéllos que lo cometieron. Seguro estoy de que en caso de ser juzgados, los soldados obtendrían una pena mínima pues hicieron lo que pensaron correcto en una situación de enfrentamiento con el enemigo, y pese a ello, pese a la posibilidad de una pena mínima, este par de asesinatos continúan impunes.
Sr. Presidente, no se puede tener policías de primer mundo cuando no tenemos presidentes de primer mundo. Allá en ese lejano y extraño primer mundo, los presidentes también son políticos, y también buscan beneficios políticos para su gobierno, su partido y sus aliados, pero la gran diferencia entre el primer mundo y el mundo en que vivimos los mexicanos, es que allá se cumple y se hace cumplir la ley. Los propios mandatarios al jurar al inicio de su mandato, hacen válidos sus juramentos a lo largo de su período de gobierno, pues allá los juramentos tienen validez. Acá usted también hizo los juramentos propios de respetar y hacer respetar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen, aunque en la realidad usted mismo está consciente de haber violado ese juramente, cuando menos en el caso que menciono, y ojalá no sea en muchos más.
Allá, en el primer mundo, a los gobernantes y funcionarios les importa mucho la patria, acá por encima de los intereses de la patria están otros muchos intereses, comenzando con los personales, los políticos, los del partido, los de los aliados, los de los favoritos del sexenio, etc.
En conclusión, no podemos tener policías de primer mundo, porque sus autoridades superiores no son de primer mundo, comenzando por el propio jefe del ejecutivo.
Le recuerdo que nos ilusionó a principios de su sexenio con una presidencia del empleo y un gobierno de manos limpias. Ambas propuestas se las sigue debiendo usted al pueblo de México. La cuestión del empleo ha sido fallida a causa del modelo económico que se ha empeñado en respetar en lugar de cambiarlo, y la cuestión de las manos limpias, es cuestión de proteger a sus compañeros de sexenio y de allí para atrás. Por eso nos debe mucho Sr. Calderón, sin contar con una estrategia valiente pero fallida en su lucha contra el crimen organizado.
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