Desde el portal En el puerto de Veracruz y en el municipio conurbado de Boca del Río oficiales de la Armada de México asumieron el control de la policía municipal y del transporte como parte del programa de combate a la delincuencia organizada en esa zona del país, una de las más golpeadas por la violencia.
Política NacionalÁngel Soriano
La medida puede ser efectiva ante el alarmante grado de corrupción de las diferentes corporaciones policiacas de todo el país y de todos los niveles, pero el riesgo es que la contaminación invada a instituciones respetables como la Marina y el Ejército en quienes todavía confiamos los mexicanos, y que es el último recurso para sanear la vida nacional.
Otro riesgo es que, por encima de la autonomía municipal y la soberanía de los estados, las fuerzas federales pronto tenga el mando nacional, y de esa manera avance el centralismo en detrimento de la clara división de poderes por las que durante tantos años se ha luchado en México.
Indudablemente que todas las medidas que se asuman con el objeto de garantizar la seguridad de la sociedad son bienvenidas, pero habrá que cuidar que con ese pretexto no se invadan funciones y se limiten derechos ciudadanos y pronto la sociedad esté controlada desde la ciudad de México, en donde se tenga que consultar para nombrar mandos policiacos.
Los oficiales de alto rango de la secretaría de Marina puestos en mandos policiacos de dos importantes municipios del estado de Veracruz cuentan con una trayectoria intachable, se ha dicho, y son garantía de honestidad y de eficiencia, en comparación con los destituidos jefes policiacos, coludidos con toda suerte de rufianes que merodean el puerto jarocho.
Estamos ante dos hechos fundamentales: si la seguridad nacional debe descansar en las instituciones federales, o los gobiernos estatales y municipales asumen con responsabilidad su función de gobernar de acuerdo con la Ley, sin la intromisión de otros poderes, porque todo parece indicar que, ni el gobierno estatal ni el municipal tienen capacidad para gobernar sus territorios; para eso los ciudadanos no los eligieron.
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