En el horizonte musical no se ven muchas opciones para acompañar al movimiento #yosoy132. No es nada fácil hacer una canción de protesta.
Quienes vivieron en carne propia –o conocen a fondo– el movimiento estudiantil de 1968, recuerdan en automático algunas “canciones de protesta” que circularon por la época. Eran otros tiempos, sin duda, y otros ritmos, pero por algo Aristegui retomó “Me gustan los estudiantes” de Violeta Parra en voz de Mercedes Sosa, o “Yo también nací en el 53” de Ana Belén, a propuesta de Jorge Alcocer.
A reserva de ver si hay algún valiente que se atreva a intentar plasmar en letra y música el sentir de este momento social (y aquí me arriesgo a lanzarle la bolita a Juan Cirerol, el originario de Mexicali de la voz aguardientosa), vale la pena señalar que son pocas y no tan conocidas las canciones que reflejan la realidad, los sueños y/o las frustraciones de los jóvenes.
Y es que no es nada fácil hacer un éxito generacional. Lo que sí hay –y un montón– son canciones de amor, desamor y de fiesta… y no está mal.
Ojo, tampoco es obligación tener canciones generacionales de protesta por tenerlas, pero si es de llamar la atención que en la lista de canciones más escuchadas en la radio o los discos más vendidos de la semana, hay un género que brilla pero por su ausencia: el rock, género que no solo se apropió de la rebeldía juvenil, también de las preocupaciones e injusticias sociales.
Es curioso que este despertar juvenil–universitario se da justo en el momento en que Molotov está de regreso con el documental “Gimme The Power”, dirigido por Olallo Rubio. Coincidencia y recordatorio de que 15 años después del “Que no te haga bobo Jacobo”, no han surgido letras ni ritmos semejantes –del gusto popular–a los de esa banda. En esta línea polemizó el artículo “La generación Zoé” de Juan Pablo Proal, publicado en Proceso hace unas semanas.
Vale la pena recordar un ejemplo un tanto más radical, pero que refleja cómo una realidad es expresada de manera artística y en protesta. Ben Drew, mejor conocido como Plan B, es un artista de hip hop en el Reino Unido que este año lanzó “Ill Manors”, un potente sencillo acompañado de un espectacular video que habla de las causas que motivaron los disturbios –y posteriores saqueos– de 2011 en Londres y otras ciudades inglesas.
La interpretación tan aguda de la realidad, plasmada en la letra de la canción que refleja las condiciones sociales que llevaron a los jóvene a realizar esos disturbios, fue reconocida por TED, en donde dio la plática “Youth, music and London”.
5 canciones para el soundtrack
“La Mística Espiral”
Adrianigual
Esta canción es uno de los secretos mejor guardados de Chile. Adrianigual en una simple frase encapsula el sentimiento juvenil de exclusión, a ritmo de furiosos –pero rítmicos– guitarrazos. “La Mística Espiral” comienza con toda la actitud, una sacudida de conciencia con “¡hey! Que se olvidaron de tu y yo, ¡hey! Y nos cortaron ya del show”, para después hablar de la glorificación de figuras de la tele como Don Francisco (“Y es que este mundo está tan perdido, y si Don Francisco es Dios”). Rebeldía juvenil con un objetivo claro: la televisión. ¿Te suena familiar?
“Digo Lo Que Pienso”
Calle 13
No hay una banda en español con una carga más político–social inteligente que Calle 13. René Pérez “Residente” tiene la boca más suelta del mundo artístico, es sorprendente la –aparente– facilidad con la que escribe una serie de frases llenas de verdad y carga social. En “Digo Lo Que Pienso” nos recuerda que “yo (él) soy el que te recuerda cómo estamos de jodidos”, y aunque Residente utiliza sus canciones como plataforma de expresión personal, sacude las conciencias con la intensidad y pasión con la que interpreta sus letras. ¿Qué joven no ha sentido la necesidad de gritar lo que piensa sin ataduras ni censuras?
“Líder Juvenil”
Tony Gallardo II
Tony Gallardo tiene una sensibilidad especial para transmitir una especie de apatía (decepción juvenil) con conciencia social (suena contradictorio, pero si eres joven sabes a lo que me refiero). Los temas que el tijuanense toca en sus canciones –también bajo el sobrenombre de María y José– van desde la impunidad en la “narcoera” (“Rey de Reyes”) hasta el desamor con explosiones de granada incluídas (“Granada”), a ritmo de tribal, ruidosón y tropigaze. “Líder Juvenil” incluye referencias a la idiotización televisiva con la frase “en la tele veo basura, solo gente sin cultura… bla bla bla bla”, algo que va muy bien con #yosoy132.
“No Controles”
Café Tacvba
Los de Satélite se apropiaron de la canción de Nacho Cano a un ritmo frenético en “Avalancha de Éxitos” de 1996, sustituyendo el sonido de sintetizadores que utilizó originalmente Olé Olé –y que copiaron las Flans– por guitarrazos electroacústicos y batucada. La voz de Rubén Albarrán le da un sentido de urgencia al “no controles mi forma de pensar”, un ultimátum colérico dirigido a quién corresponda y que bien podría ser un grito de los #yosoy132. La pausa previo al final –con el gimoteo de Albarrán de fondo– solo nos da tiempo para volver a poner el pie firme y regresar al ataque. Un remake clásico que no falla.
“The Revolution Will Not Be Televised”
Gil Scott-Heron
La canción le queda como anillo al dedo al movimiento #yosoy132. Gil Scott-Heron no solo le dio al hip hop una de sus más grandes inspiraciones, la canción es en sí un llamado a despertar del letargo: “La revolución no será televisada, la revolución será en vivo”. Scott-Heron escribió poesía a finales de la década de los 60 y comenzó a grabar música a principios de los 70, en un contexto de protestas estudiantiles pero también en un cambio de enfoque del movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos. La voz de Scott–Heron destacó por articulada, sin concesiones y por tener un tono enfurecido, propio de las causas que se peleaban entonces.
Política sin soundtrack
He visto a Springsteen tocar con John Kerry. A Dylan cantarle directamente a Barack Obama. A Bono llamar a Tony Blair y Gordon Brown "los Lennon/McCartney" de la política humanitaria.
A Francois Hollande usar "Niggas in Paris" de Kanye West y Jay-Z para promover su campaña presidencial.
En el mundo, los políticos se hablan de tú con los músicos.
Pero en México, este acercamiento entre el mundo musical y el político es más bien a distancia. Y la culpa no la tienen los músicos.
No quiere decir que en México se prefiera música apolítica. Simplemente, ¿quién quiere en su sano juicio relacionarse con un político mexicano en estos tiempos?
Todos tienen algo de qué avergonzarse, por lo que una relación con ellos puede ser más que complicada para un artista.
No todo mundo tiene la fuerza del catálogo de Juan Gabriel para sobrevivir un fiasco como "Ni Temo, ni Chente" de 2000.
La izquierda –por su propia naturaleza- siempre tendrá más puntos de encuentro con artistas, pero a la fecha, salvo León Larregui de Zoé, no he visto a los grandes artistas de México ponerse del lado de Andrés Manuel López Obrador. Podrán estarlo desde su perspectiva personal, pero no lo hacen público.
Molotov fue la última gran banda política mexicana. Lo más triste es que "¿Dónde Jugarán Las Niñas?" ya tiene 15 años y algunas de sus letras se pueden aplicar todavía a la realidad nacional actual.
Lo más político que se ha hecho en México en los últimos años es la campaña "Tu Rock Es Votar", la cual buscaba incrementar la participación electoral de jóvenes desde un prisma apartidista. Su símil de Estados Unidos "Rock The Vote", es absolutamente pro demócrata.
Quizá esto sea parte de la herencia de la música de protesta latinoamericana de la segunda mitad del siglo pasado. Con el fin de las dictaduras en el continente, se acabó la renovación de trovadores.
En español suena mejor protestar en contra, que estar a favor de. Con la clase política que tenemos, el riesgo artístico de asociarse con un político es demasiado. Ni Temo, ni Chente. Ni EPN, ni AMLO.