Cesat Torrecillas Ramos |
Por Andrés Timoteo
VA EL SEGUNDO
Los últimos sucesos en el estado parecen confirmar que ya comenzaron a cobrarse las facturas políticas y afectivas. En el par de días recientes cayeron los dos primeros castigados tras los comicios del primero de julio: el subsecretario de Gobierno, el oscuro Tomás Carrillo Sánchez y el alcalde de Fortín, Cesar Torrecilla Ramos. Ambos son finísimas personas, odiados hasta por su sombra y los dos salieron sin que nadie dirija por ellos una sola palabra de apoyo.
El presidente municipal de Fortín de las Flores, Cesar Torrecilla, cayó de manera lastimosa y bastante sospechosa pues luego de estar “desaparecido” durante las últimas 24 horas finalmente se supo que pidió al cabildo autorizar su licencia indefinida en el cargo por “motivos de salud”. Algunos hablan de que sufrió un infarto al miocardio que lo llevó al hospital y otros aseguran que en realidad fueron motivos de salud política pues el señor Torrecilla es quien ha provocado infartos a los fortinenses que no pararon de hacer entripados con este señor.
Hay muchas especulaciones alrededor de su licencia, la cual se da en medio del escándalo pues su administración es un desastre. Famoso por contratar a exuberantes cantantes y actrices a las ferias locales para fotografiarse abrazado de ellas, por sus francachelas y excesos a cargo del erario, el edil fue el reyezuelo en los últimos 36 meses. La satrapía que encabezó terminó en la ignominia: el ayuntamiento endeudado hasta la coronilla, la Tesorería Municipal intervenida por mandato del congreso local, los acreedores y aboneros haciendo fila, los servicios públicos paralizados, la ciudad sucia y descuidada.
Por si fuera poco, la Secretaría de Marina rodeó en horas recientes el palacio municipal para capturar a varios policías involucrados con la delincuencia. Incluso, previamente a que se conociera su dimisión, corrió la versión de que la Policía Federal y la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (Siedo), tenían orden de captura contra Torrecilla Ramos y por eso decidió desaparecerse del ayuntamiento. Toda una maraña de especulaciones que no han sido aclaradas y que dado el contexto, muchos las toman como ciertas. De colofón está el distanciamiento que había con el gobernador Duarte de Ochoa, algo que era un secreto a voces en los corrillos políticos.
No había química ni cercanía entre Torrecillas y el mandatario, y a eso se sumó la grilla de las familias Aguilar de la Llave y Aguilar Yunes, originarios de ese terruño donde celebraban comilonas en su rancho a las que acudía la llamada “clase priísta” encabezada por Duarte de Ochoa pero a las que estaba vetado el edil fortinense. Los Aguilar día y noche azuzaban contra al edil para mantenerlo lejos de las querencias del gobernante. Empero, sean o no verídicas tales versiones, lo que sí es comprobable es que los fortinenses están convencidos de que la administración de Torrecilla es una de las peores en la historia de tan bella ciudad. Ni modo, les tocó bailar con la más fea, o en ese caso con el más feo.
¿Y EL “CÓRDOBA SEGURO”?
Encaminado también al desastre está el ayuntamiento cordobés pues el alcalde Francisco Portilla Bonilla no solo entrega malas cuentas a su partido, el tricolor, sino también a la ciudadanía, sobre todo en materia de seguridad pública. Un botón de muestra fue el aparatoso operativo que la Armada de México realizó ayer en pleno zócalo de la ciudad para detener a policías municipales presuntamente involucrados con la delincuencia. Vaya, y eso que apenas hace algunas semanas concluyó el pomposo operativo “Córdoba Seguro” que ahora se sabe que valió un cacahuate porque los malos policías despachaban en las oficinas de palacio municipal.
Del caso tiene mucho que explicar el inspector de la corporación, Hermilo Ziehl Vargas, primo del tesorero Martín Becerra y sobrino del empresario Martín Becerra Vargas, por ende, protegido de don Paco El Opaco. Los cordobeses deducen que éste operativo fue una mera pantalla cuyo objetivo fundamental fue extorsionar a los automovilistas que eran detenidos en los retenes y sus vehículos llevados a corralones. Los índices delictivos no se movieron en la ciudad de los Treinta Caballeros pero si engordaron los bolsillos de policías, agentes de tránsito y funcionarios estatales con las extorsiones disfrazadas de multas.
A TAPAR EL POZO
Al igual que eel 2011 y las autoridades estatales vuelven a tapar el pozo después de que la criatura se ahogó. En Ixtaczoquitlán, en la zona centro de la entidad, seis trabajadores perecieron envenenados a inhalar gases tóxicos porque no tenían el equipo de protección y aún así los obligaron a lavar los tanques donde se almacenaba un químico mortal. La empresa responsable, Tenería Company S. A, fue clausurada por órdenes del secretario de Gobierno, Gerardo Buganza, que se ha convertido en el levanta-cadáveres de los accidentes del sexenio.
En abril del 2011 ocurrió una explosión en la alcoholera Destiladora del Valle, en Orizaba, que provocó la muerte a un obrero y lesionó a varios más. En esa ocasión, hasta el procurador -de ese entonces-, Reynaldo Escobar se apersonó con la tropa a clausurar a la empresa cuando no hicieron nada por prevenir el siniestro. Hace un año como ahora, no hubo prevención ni vigilancia de las autoridades. ¿Dónde está la Secretaría del Trabajo que presume auditorias y revisiones?, ¿qué hace la señora Noehmí Guzmán de Protección Civil además de esperar las lluvias para ir a repartir despensas?. Nada aparentemente y después les agarran las apuraciones para tapar el pozo.
HASTA BANDERILLA
Va desde este espacio un agradecimiento afectuoso a la maestra María Candelaria Hernández Alvarado y al ingeniero Amaury Cuellar Hernández que son lectores acuciosos de Notiver, cuya versión electrónica consultan diariamente desde Banderilla. Ambos forman parte de la familia notiveriana, que hoy parte de ella está digitalizada, y honran al otorgar su credibilidad al periódico. Saludos para ellos, pues.
VA EL SEGUNDO
Los últimos sucesos en el estado parecen confirmar que ya comenzaron a cobrarse las facturas políticas y afectivas. En el par de días recientes cayeron los dos primeros castigados tras los comicios del primero de julio: el subsecretario de Gobierno, el oscuro Tomás Carrillo Sánchez y el alcalde de Fortín, Cesar Torrecilla Ramos. Ambos son finísimas personas, odiados hasta por su sombra y los dos salieron sin que nadie dirija por ellos una sola palabra de apoyo.
El presidente municipal de Fortín de las Flores, Cesar Torrecilla, cayó de manera lastimosa y bastante sospechosa pues luego de estar “desaparecido” durante las últimas 24 horas finalmente se supo que pidió al cabildo autorizar su licencia indefinida en el cargo por “motivos de salud”. Algunos hablan de que sufrió un infarto al miocardio que lo llevó al hospital y otros aseguran que en realidad fueron motivos de salud política pues el señor Torrecilla es quien ha provocado infartos a los fortinenses que no pararon de hacer entripados con este señor.
Hay muchas especulaciones alrededor de su licencia, la cual se da en medio del escándalo pues su administración es un desastre. Famoso por contratar a exuberantes cantantes y actrices a las ferias locales para fotografiarse abrazado de ellas, por sus francachelas y excesos a cargo del erario, el edil fue el reyezuelo en los últimos 36 meses. La satrapía que encabezó terminó en la ignominia: el ayuntamiento endeudado hasta la coronilla, la Tesorería Municipal intervenida por mandato del congreso local, los acreedores y aboneros haciendo fila, los servicios públicos paralizados, la ciudad sucia y descuidada.
Por si fuera poco, la Secretaría de Marina rodeó en horas recientes el palacio municipal para capturar a varios policías involucrados con la delincuencia. Incluso, previamente a que se conociera su dimisión, corrió la versión de que la Policía Federal y la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (Siedo), tenían orden de captura contra Torrecilla Ramos y por eso decidió desaparecerse del ayuntamiento. Toda una maraña de especulaciones que no han sido aclaradas y que dado el contexto, muchos las toman como ciertas. De colofón está el distanciamiento que había con el gobernador Duarte de Ochoa, algo que era un secreto a voces en los corrillos políticos.
No había química ni cercanía entre Torrecillas y el mandatario, y a eso se sumó la grilla de las familias Aguilar de la Llave y Aguilar Yunes, originarios de ese terruño donde celebraban comilonas en su rancho a las que acudía la llamada “clase priísta” encabezada por Duarte de Ochoa pero a las que estaba vetado el edil fortinense. Los Aguilar día y noche azuzaban contra al edil para mantenerlo lejos de las querencias del gobernante. Empero, sean o no verídicas tales versiones, lo que sí es comprobable es que los fortinenses están convencidos de que la administración de Torrecilla es una de las peores en la historia de tan bella ciudad. Ni modo, les tocó bailar con la más fea, o en ese caso con el más feo.
¿Y EL “CÓRDOBA SEGURO”?
Encaminado también al desastre está el ayuntamiento cordobés pues el alcalde Francisco Portilla Bonilla no solo entrega malas cuentas a su partido, el tricolor, sino también a la ciudadanía, sobre todo en materia de seguridad pública. Un botón de muestra fue el aparatoso operativo que la Armada de México realizó ayer en pleno zócalo de la ciudad para detener a policías municipales presuntamente involucrados con la delincuencia. Vaya, y eso que apenas hace algunas semanas concluyó el pomposo operativo “Córdoba Seguro” que ahora se sabe que valió un cacahuate porque los malos policías despachaban en las oficinas de palacio municipal.
Del caso tiene mucho que explicar el inspector de la corporación, Hermilo Ziehl Vargas, primo del tesorero Martín Becerra y sobrino del empresario Martín Becerra Vargas, por ende, protegido de don Paco El Opaco. Los cordobeses deducen que éste operativo fue una mera pantalla cuyo objetivo fundamental fue extorsionar a los automovilistas que eran detenidos en los retenes y sus vehículos llevados a corralones. Los índices delictivos no se movieron en la ciudad de los Treinta Caballeros pero si engordaron los bolsillos de policías, agentes de tránsito y funcionarios estatales con las extorsiones disfrazadas de multas.
A TAPAR EL POZO
Al igual que eel 2011 y las autoridades estatales vuelven a tapar el pozo después de que la criatura se ahogó. En Ixtaczoquitlán, en la zona centro de la entidad, seis trabajadores perecieron envenenados a inhalar gases tóxicos porque no tenían el equipo de protección y aún así los obligaron a lavar los tanques donde se almacenaba un químico mortal. La empresa responsable, Tenería Company S. A, fue clausurada por órdenes del secretario de Gobierno, Gerardo Buganza, que se ha convertido en el levanta-cadáveres de los accidentes del sexenio.
En abril del 2011 ocurrió una explosión en la alcoholera Destiladora del Valle, en Orizaba, que provocó la muerte a un obrero y lesionó a varios más. En esa ocasión, hasta el procurador -de ese entonces-, Reynaldo Escobar se apersonó con la tropa a clausurar a la empresa cuando no hicieron nada por prevenir el siniestro. Hace un año como ahora, no hubo prevención ni vigilancia de las autoridades. ¿Dónde está la Secretaría del Trabajo que presume auditorias y revisiones?, ¿qué hace la señora Noehmí Guzmán de Protección Civil además de esperar las lluvias para ir a repartir despensas?. Nada aparentemente y después les agarran las apuraciones para tapar el pozo.
HASTA BANDERILLA
Va desde este espacio un agradecimiento afectuoso a la maestra María Candelaria Hernández Alvarado y al ingeniero Amaury Cuellar Hernández que son lectores acuciosos de Notiver, cuya versión electrónica consultan diariamente desde Banderilla. Ambos forman parte de la familia notiveriana, que hoy parte de ella está digitalizada, y honran al otorgar su credibilidad al periódico. Saludos para ellos, pues.