- Javier Duarte la promovió para una regiduría pero Carolina Gudiño se opuso
- Fernando Gutiérrez Barrios, la figura que sustituyó al padre ausente
Luis Velázquez
Veracruz, México., 03 de diciembre de 2012.-- La primera impresión que atrae en Anilú Ingram (32 años, soñando con una curul en el Congreso jarocho) es su figura delgada. Alta y espigada, como modelo y luego enseguida, que siempre mira de frente, sin parpadear, capaz de sostener un “serio”, quizá debido a que en el manual de Carreño leyó que solo los audaces miran cara a cara.
La segunda es que desde el primer saludo, aun cuando apenas se le esté conociendo, platica como una antigua conocida, quizá porque así lo aprendió en aquellos tiempos televisivos de “amigas y confidentes”.
La tercera impresión es que nunca elude un asunto por más espinoso que sea y desde el primer instante se confiesa porque habla, dice, “con el corazón, mostrándome como soy”.
Dice: “En la secundaria juraba que nunca sería ni conductora de radio ni política porque se trata de un oficio de mentirosos. Y aquí estoy pero si me dejan, advierte, hablaré como hoy: con la verdad por delante”.
Llega a la cita cinco minutos antes y asesta un jab. Entonces, platica y platica, haciendo sentir que nada es más importante en su vida más que hablar con el interlocutor. Incluso, por teléfono cancela dos reuniones posteriores y pide disculpas.
El desayuno inició a las 8:55 am y terminó casi al mediodía. Los cafés se quedaron a medias. El omelet, a medias. Los panes tostados, a medias, porque Anilú fue consumida por la urgencia de contar anécdotas, convocar recuerdos, cotejar el pasado con el presente. Explicarse. Mostrarse. “No es Barbie” dijo la coordinadora de la precampaña electoral, Erika Blanco.
Contó la reina del carnaval en el siglo pasado, cuando al conocer su voz media ronca y sensual y la facilidad de palabra de Telever la invitaron a un programa:
--Crecí sin mi padre, que se fue, y a quien mi madre enseñó a amar. Nunca tuve la presencia paterna. En el primer año de primaria, en el segundo, en el tercero, todos los niños mostraban la boleta de calificaciones a sus padres, yo sólo a mi madre, que era mi padre al mismo tiempo.
--Pero en el cuarto año fue diferente. Mi madre llegó con don Fernando Gutiérrez Barrios, con quien trabajaba y, desde entonces, él representó la figura paterna y en cada ciclo escolar, en la primaria y en la secundaria, le mostraba mi boleta. Los domingos nos reuníamos y me daba dos mil pesos de “domingo”.
¡Ah, se le dice!, entonces, es como la historia de Luis Donaldo Colosio, quien de niño saludó en Los Pinos al presidente Adolfo López Mateos, premiado con el viaje por sus altas calificaciones y como Bill Clinton, a quien sucedió lo mismo con John F. Kennedy, en la Casa Blanca.
Anilú sonríe en los labios delgados, delgadísimos, como también los tenía Gutiérrez Barrios, en un rostro afilado, finito, delicado, en cuyo lado derecho de la frente aparece un granito tipo acné juvenil, apenas oculto por una parte del cabello que lo disimula.
UNA FIDELÍNEA LA INDIGNÓ…
En la tele su perfil llama la atención. Pero en persona, seduce. Por una, entre otras razones, confianzuda, dice picardías. Quizá así habla en corto. Además, “es jarochona” dice Erika.
Por ejemplo, recuerda las primeras semanas del mes de diciembre del año 2010, unos días apenas cuando el góber fogoso, mejor conocido como Fidel Herrera, había tomado posesión.
Anilú anduvo en la campaña electoral del tío de Nopaltepec y cuando el TRIFE lo declaró gobernador electo, le tocó el turno que el sucesor de Miguel Alemán le preguntara el cargo que deseaba.
“Ninguno, Fidel. Mejor dicho, un favor: mi madre es madre soltera. Toda su vida se ha chingado trabajando. Sólo te pido una oportunidad laboral para ella. Ella trabajó con Alemán. Está en el museo como directora”.
El fogoso le contestó con una fidelínea: “Ahí seguirá. No te preocupes”.
Pero en la segunda, tercera quizá, semana de diciembre, días antes de la navidad, el empresario David Velasco Chedraui llegó al museo y dijo a la madre de Anilú que era el nuevo titular. Y Ana María Vallines habló de inmediato por teléfono a su hija, quien estaba en un recorrido con “El fogoso” en TV Más.
Así, encendida la pasión, el grito de la sangre, la angustia, Anilú se escuchó decir a sí misma ‘’pinche viejo cabrón’’ y enfrentó al jefe del Poder Ejecutivo Estatal.
En el recorrido por las instalaciones de TV Más, Anilú buscó a Fidel con la mirada y el góber la evitaba. Lo volvía a buscar y de nuevo la soslayaba.
Entonces, se apostó en la puerta de entrada del autobús donde se movía el góber y lo encaró:
--Fidel, te pedí una oportunidad para mi madre y ahorita llegó David Velasco al museo para tomar posesión. Me engañaste, Fidel, me engañaste.
La voz ronca de Anilú, más todavía la mirada, fueron como un rafagueo para el góber. Y más, cuando le siguió disparando palabras duras, la hija defendiendo a la madre, la ciudadana reprochando la mentira.
Fidel alcanzó con la mirada a Javier Duarte (JD), entonces subsecretario de Finanzas y Planeación, y ordenó:
--Duarte, a ver contrata en SEFIPLAN a la mamá de Anilú.
“El fogoso” se trepó al autobús y se fue. Anilú fue incapaz de contener la primera y la segunda lágrima y lloró en el pecho de Duarte, quien la abrazaba.
BLOQUEÓ CAROLINA GUDIÑO A JAVIER DUARTE
Y es que desde la campaña electoral del tío de Nopaltepec, Anilú y JD chambearon juntos. Se conocían bien. Se confiaban hechos y circunstancias. Soñaban juntos.
Incluso, cuando al final de la noche la agenda del día estaba consumada y el candidato a gobernador tenía, por ejemplo, cena privada, Anilú y JD solían darle duro y tupido a los “tacos parados”, los de cueritos los preferidos, con un refresco de cola para bajar el olor a cerdo.
En el puerto jarocho, por ejemplo, comían tacos en el mismo puesto callejero donde desde niña Anilú los devoraba con su madre, “Los tacos Tomás”, en la avenida Américas casi esquina España.
--¿Cuántos tacos se comía Javier?
--Muchos. Es un tragón, dice Anilú y sonríe, recordando acaso aquellos momentos taqueros, cuando eran más felices soñando con el Veracruz sexenal que habría de llegar.
Durante la secundaria y la preparatoria, Anilú compartió casi casi el mismo pupitre con Luz Carolina Gudiño Corro. Se sentaban una atrás de la otra. Sabrá Dios si una copiaba a la otra. Y/o las dos. Todavía más. En un ciclo escolar Gudiño era la presidenta y Anilú la vicepresidenta de la sociedad de alumnos. Y en el siguiente, intercambiaban el puesto.
Por eso, en el año 2010 Anilú soñó con la regiduría en la planilla de Gudiño y sentía que los vientos soplaban de su lado.
Y más, porque mientras el góber fogoso inclinó la balanza priista por la candidatura de Gudiño a la alcaldía, el candidato a gobernador, Javier Duarte, empujó el nombre de Anilú para un cargo edilicio.
Pero quizá porque Gudiño miraba en Anilú a una Barbie competitiva, acaso porque Gudiño evita la competencia como sucedió, por ejemplo, con Ana de la Reguera, el caso es que Anilú fue bloqueada con toda la fuerza fidelista de Gudiño. Y ni hablar, se quedó con la ilusión frustrada, lo que, bueno, resulta terrible, porque ningún ser humano puede andar por la vida sin una esperanza.
Y no obstante, Anilú ha seguido arando en el mar. Y sueña.
Sueña con la curul en la Legislatura jarocha. Sueña con los pobres, dice, de las colonias proletarias de Veracruz, a quienes llevaba despensas desde cuando fuera reina del carnaval. Sueña con ampliar el Seguro Popular para garantizar mejor servicio médico y medicinas. Sueña con el derecho a la salud para todos. Se mira, incluso, presidenta de la Comisión de Salud en el Congreso local.
Jefa de prensa de la Secretaría de Desarrollo Regional, en un edificio sin oficina, sin escritorio, sin teléfono, sin computadora, sin archivo. Coordinadora de radio de la campaña electoral de Javier Duarte para diputado federal y gobernador. Directora de Radio en la oficina de Comunicación Social del sexenio próspero, Anilú extiende por dieciseisava ocasión el dedo índice como lo mostraba Adolfo López Mateos en la campaña presidencial y dice: “Ha llegado el momento de probarme en las urnas. Si me dan la oportunidad y gano, yo, hija de una madre trabajadora, estaré del lado de los pobres”.