Luis
Velázquez
Veracruz, México; 01 de enero de 2012.-- La percepción ciudadana de los diputados federales (y también locales) es la siguiente:
a) Son unos levanta-dedos para apoyar fast track, por órdenes superiores, las iniciativas de ley enviadas al Congreso por el jefe máximo.
b) Son
faltistas, pues a cada rato incumplen con una tarea básica, como es la
asistencia a las sesiones y, de ñapa, la mesa directiva les justifica las
ausencias, como estrategia, digamos, para mantener lealtades.
c) Son unos
trapecistas políticos, que apenas se sientan en la curul están pensando en el
cargo público siguiente.
d) Rara, rarísima ocasión presentan una iniciativa de ley, argumentando que han tenido demasiado, excesivo trabajo analizando las iniciativas del poder ejecutivo.
e) Suelen abandonar la curul antes del tiempo constitucional para figurar como candidatos a una alcaldía, desde donde ordeñan más la vaca.
f) Perciben una dieta de primer mundo ($75 mil 457 pesos mensuales), más $45 mil 786 de asistencia legislativa, más $28 mil 772 para, digamos, atención ciudadana, más vales de despensa, alimentación y gasolina, más un aliciente extra por si son presidentes de una comisión ordinaria, más boletos de avión para viajar por el mundo en una comisión de estudio, que en el fondo son comisiones de placer.
g) Son unos turistas de su distrito, pues rara, extraordinaria ocasión regresan para enfrentar a la población electoral.
d) Rara, rarísima ocasión presentan una iniciativa de ley, argumentando que han tenido demasiado, excesivo trabajo analizando las iniciativas del poder ejecutivo.
e) Suelen abandonar la curul antes del tiempo constitucional para figurar como candidatos a una alcaldía, desde donde ordeñan más la vaca.
f) Perciben una dieta de primer mundo ($75 mil 457 pesos mensuales), más $45 mil 786 de asistencia legislativa, más $28 mil 772 para, digamos, atención ciudadana, más vales de despensa, alimentación y gasolina, más un aliciente extra por si son presidentes de una comisión ordinaria, más boletos de avión para viajar por el mundo en una comisión de estudio, que en el fondo son comisiones de placer.
g) Son unos turistas de su distrito, pues rara, extraordinaria ocasión regresan para enfrentar a la población electoral.
Y todavía, de ñapa, el líder de la Cámara Baja, Manlio Fabio Beltrones, les ha anunciado como regalo de fin de año que a partir de mañana, dos de enero, 2013, podrán adelantar como préstamo cinco meses de su dieta.
Lo anterior significa un anticipo de $377 mil pesos a la voz de ya.
Y todavía, mientras los bancos cobran de entre el 20 al 45% de intereses por algún préstamo de nómina, en el Congreso de la Unión solo les cobrarán un promedio anual del 4.27 por ciento.
Además, Beltrones es tan vivo que ha anunciado la concesión de tal derecho hasta el mes de agosto de 2015 para así mantener la lealtad de todos ellos, y más de cara a las reformas energética, de seguridad y fiscal en puerta, y por su aprobación fast track de la reforma educativa, y por añadidura, del presupuesto del año entrante en apenas, apenitas unos días.
¡Qué poca eme…!
Y es que el año entrante, además, habrá elecciones en 14 entidades federativas y muchas pudieran resolverse, como en años anteriores, en el tribunal electoral.
Además, con el regreso del PRI a Los Pinos también ha retornado la presidencia imperial y por todos lados se necesitan aliados, como ocurriera con la aprobación de la reforma educativa, donde el PAN, con el presidente Gustavo Madero y sus diputados federales y senadores, y el PRD, con Jesús Zambrano, quedaron arropados en una luna de miel sin precedente y bajo sospecha con la cúpula priista.
Así, el priismo peñista está seduciendo a los legisladores federales para cooptarlos por el lado más flaco de la naturaleza humana, como es el billete.
Y más, cuando como ahora la política se ha vuelto pragmática cien por ciento, archivando en el baúl oloroso a humedad los grandes ideales, que significa trabajar por una calidad de vida para todos, sin excepción.
GATOPARDISMO
PEÑISTA
La mayor parte, mejor dicho, todos los gobernadores
del país han endrogado desde la edad de Piedra las arcas de sus estados.
La deuda pública ha acorralado de igual manera a los presidentes municipales,
con la complicidad de los Congreso locales y el Órgano de Fiscalización
Superior.
Apenas días atrás, Juan Sabines, el ex gobernador de Chiapas, heredó una deuda
de 600 millones de pesos más al relevo, Manuel Velasco junior.
Y en Tabasco, hubo una sublevación de proveedores y burócratas, con bloqueos a
las vías de comunicación, porque el gobernador priista, Andrés Granier Melo,
los dejó colgados de la brocha con pagos pendientes, además ‘’de un desvío de
recursos por mil 200 millones de pesos y la asignación de contratos por dos mil
millones a colaboradores cercanos y amigos’’. (Proceso 1887)
En Chihuahua, el gobernador César Duarte, se ha visto obligado a un drástico
programa de austeridad para ahorrar mil millones de pesos, porque las finanzas
están quebradas.
En Coahuila, la deuda multimillonaria del profe Humberto Coahuila como
gobernador, originó su caída de la presidencia del CEN del PRI y el deslinde
del presidente Enrique Peña Nieto, a tal grado que ahora tramita una beca del
SNTE para estudiar un posgrado en el extranjero.
Y mientras gobiernos estatales y municipales están ahorcados, los diputados
federales se regalan un préstamo preferencial de tal magnitud.
En el siglo pasado, un teórico político los llamó “los conscriptos de la
patria”, “los señoritongos del Congreso federal”.
Ni hablar. La desigualdad económica, social, cultural y política sigue
alentándose desde la cúpula del poder y nada indica que los hechos y las
circunstancias cambien.
Y más cuando desde el poder se habla de cambios, como por ejemplo, “la cruzada
nacional contra el hambre”, y por tanto, habría de recordar al filósofo y
escritor Albert Camus, cuando observara que, en efecto, los cambios significan
grandes esperanzas, pero al mismo tiempo, también anuncian grandes desastres.
Hemos caído, con el peñismo, en el gatopardismo. Cambiar para seguir igual.
Quizá peor, pues ahora el embute a los diputados federales se da a través de
préstamos preferenciales. Y así nadie puede señalarse de corrupto y transa.
Habría, quizá, de mirar a Uruguay, donde despacha el presidente más honesto del
mundo, José Mújica, quien percibe 12 mil dólares mensuales, pero el 90% lo
entrega para la caridad pública y solo se queda con 775 dólares, el salario
promedio del uruguayo, para vivir en una granja ranchera en las goteras de la
ciudad, propiedad de su esposa, senadora, por cierto, de la república.